Konnichiwa! :D
Lo dije, y lo cumplo. Aunque no sean seis capítulos, sino tres los que llevó escritos. Pero sé que varias de mis queridas lectoras esperan este fic ^^ (lo cual agradezco de corazón). Asi que con tres capítulos que tengo, me ánime a publicarlo n-n
N/A: Primero que nada, es un fic con la primera generación. Esta vez no saldrá ni Varia, ni la familia de Vongola Decimo (al menos en la primera temporada del fic); ni demás. Netamente no es Allx86 (porque no pude poner a la décina generación, millefiore, varia, etc; colados hasta los huesos por la misma chica, lo intente; pero me salió fatal T-T). Así que este fic es: La familia de Primox86; y algún ooc (supesto ancestro de Varia XD).
Advertencia: Tengo pocos datos de Primo y los demás; así que tal vez estén ooc, pero esa es la personalidad que les puse para el fic; espero no les moleste.
No pondré nadie de la familia Shimon; pues tengo entendido que no todos leen el manga (y prefiero no dar spoilers, así que por eso; me quedó sólo con los personajes de la serie y mis divagaciones XD).
El único spolier que daré, es que me andaba desanimando por el interés que Spade muestra hacía Chrome en el manga, y me dije: "imposible Spade x Haru"; pero al final me dije "es un fic, así que no importa cuanto divagues XD"; luego haces fics de Chrome.
Sin más; Disfrutenlo :D
Disclaimer para todo el fic: KHR! y sus personajes pertenecen a Amano Akira sensei.
Prólogo
La eterna tierra verde; los árboles llenos de vida; los animales de diversas especies; el azul cielo magnificente embriagado de diversas tonalidades a lo largo del tiempo; todo en aquel lugar demostraba y gritaba su nombre: El hogar de los dioses.
En aquel lugar, donde residen las deidades; en uno de los tantos edificios orientales que mostraban la cultura y civilización que protegían; se encontraban dos entes divinos en un salón que regalaba la majestuosa vista del lugar.
Uno de ellos; de hebras rubias, ojos miel; rostro sereno, vestido con un traje de mangas sueltas y amplias; cuello cruzado donde el lado derecho se sobrepone al izquierdo; con colgantes al costado en color negro con adornos entre oro y naranja; se acercó a otro dios de cabello rojo, ojos de la misma tonalidad; con un tatuaje en su rostro como una ramificación; de misma vestimenta pero con tonos entre cafés y rojos.
— G—. Pronunció sereno esperando que dejase de afilar una flecha; y voltease a mirarlo. Este no lo hizo; únicamente soltó un monosílabo, continuando con otra fecha en sus manos.
— ¿Mn?
— G—. Dijo un poco fuerte, esperando la atención del otro; no obstante no hubo respuesta. El dios de hebras doradas suspiró; jaló una silla; y se colocó a lado de su amigo.
— Estoy aburrido— mencionó tranquilo; en espera de alguna expresión. El pelirrojo chistó la lengua; dejó sus armas, y miró esos ojos ámbar intentando comprender lo incomprensible.
— ¿Y?— respondió regresando a su labor.
— El cielo es aburrido; desde hace siglos que estamos a cargo por voluntad de Los ancestros y lo único que hemos percibido son las incontables atrocidades y desgracias de los humanos. ¿No habrá algo que nos distraiga?—. Dicho eso, se levantó del asiento; caminó hacia la ventana; observando la imperturbable magnificencia.
— Tch. No, y no quiero saberlo. La última vez que profesaste aburrimiento terminamos siendo los "elegidos a dioses"— recalcó lo último con sarcasmo; dejando sus armas al perder el ánimo de afilarlas.
— Pero… aun así me seguiste— sonrió al recordar. En ese momento entró un hombre de mismas vestimentas, cabello oscuro, ojos del mismo color con un sombrero blanco para recoger su cabello.
— Nosotros también— comentó tranquilo; mirando a los presentes. El primero en empezar la conversación pasivamente se alegró al recordar.
,,,...,,,
Aquel día, cuando los años no se contaban; cuando los dioses tenían pocos milenios de crear la humanidad. El emperador de los cielos convocó una junta entre los dioses más jóvenes; hijos de sus hijos.
Aquellas jóvenes deidades de aspecto adolescente; arribaron al palacio mayor ante su requerimiento. Entre ellos destacaban siete; aunque cinco de ellos se hallaban dispersos.
La multitud de deidades o híbridos se impacientaba, e inquietaba ante la súbita citación.
— G. ¿Crees que sea algo bueno? Estoy aburrido— comentó casual un blondo.
— ¡Bah! Los viejos siempre se ponen a dar órdenes; de ellos no creo que venga nada bueno— respondió; su amigo sonrió.
En ese momento; caminaba un muchacho de cabellos azules al igual que sus ojos; los demás le daban el paso por temor, debido a su origen; este les ignoró, caminando hacia la parte frontal de aquel salón. Se topó con dos dioses puros; les miró con precaución, desconfiado, pero altivo. Uno le observo fijamente, el otro sonrió.
— ¿Estás bien?— preguntó el más calmo; el peli azul con una sonrisa de burla afirmó.
— Estaría mejor, sí no hubiera topado con seres como ustedes—. El oji-vino se molestó, aun así se mantuvo algo sosiego, pero demostrando sus emociones en el rostro.
— Watashi ga Giotto; es un placer conocerte—. El aludido se sorprendió levemente, respondiendo ante aquel que le trato de igual; no diferente como lo hacían otros.
— Deamon Spade desu. Mitad dios, mitad demonio—. Sonrió soberbio esperando sorpresa o rechazo; más nada de eso llego.
— Interesante; eres especial. ¿Quieres esperar con nosotros?—. Ofreció amable Giotto, Spade estaba por rechazar cuando escuchó.
— Tch. Siempre igual; te he dicho que no andes de buen samaritano con todos los que conoces—. Recibiendo una reprimenda de su amigo.
— ¡G!—. El aludido hizo caso omiso a la reprensión, o al menos eso dio a entender; pero se presentó.
— G darou—. Deamon les miró analizándolos, se rindió en saber que pensaban esos dos –por el momento –luego lo descubriría.
Pasado otro tiempo, sin el emperador; los jóvenes dioses decidieron caminar más cerca del trono; topándose con un viejo conocido.
— Ugetsu. Ha pasado tiempo sin vernos—. Dijo la voz serena; el mencionado se viró con un rostro calmo, alegre respondió.
— Es verdad; desde que me enviaron a visitar a los hombres para enseñarles la música.
— Eres un caso sin remedio; ¿acaso no habías sido enviado hace varios siglos a enseñarles la pintura?— recriminó el taheño; el pelinegro de aspecto afable rió bajo. Reparando en una presencia desconocida; le miró para presentarse.
— Asari Ugetsu dosu mono de gozaru—. Al no escuchar respuesta, se viró sin ser grosero para conversar con el oji-vino.
Repentinamente se sintieron dos presencias. Una fría, otra cálida. Un chico de cabellos oscuros, juntó a un rubio cenizo que iba a rastras renuente; llegaron con el grupo de jóvenes.
— Giotto, G, Ugetsu. ¿Cómo han estado?— preguntó serio, pero entusiasta a sus amigos, el de cabello amarillo pálido, no dijo nada. Se quería alejar, pero el otro no le dejaba, así que se resignó a estar ahí.
— Knuckle, hemos estado bien; pero algo aburridos. En los cielos todo es igual siempre—. Comentó Giotto. En ese instante se escucharon varios murmullos de los dioses cerca de ellos.
"¿Escuchaste? Si, han acabado con varias aldeas; muchos humanos han muerto a manos de los ancestros; el Emperador no ha dicho nada".
"No. Yo me enteré que él mismo dio la orden; pues aquellos humanos ya no creían en nosotros"
"Al parecer quieren acabar con el ser humano; no quieren seguir velando por seres ingratos y despreciables. Tal vez tengamos la oportunidad de acabar con algunos…".
Semejantes murmuras se escuchaban con claridad; a nadie le importaban la humanidad, únicamente su status como deidades.
— Los dioses caemos cada vez más bajo. ¿No lo crees Giotto?. Aún me arrepiento de haber llevado a cabo la misión de hace siglos, y asesinar a un clan rebelde—. Comentó con pesar el de hebras oscuras, y ojos oro.
— Knuckle…— el aire nostálgico que embargaba desapareció con la llegada de un niño.
— ¿Están todos juntos?— se escuchó una infantil voz decir; el grupo de seis volteó a ver al dueño; encontrándose con un niño de aparentes 10 años, cabellos y ojos verdes.
— Lampo—. Saludo el de hebras blondas.
— Giotto; ¿sabes de qué va la reunión? Tengo que hacer cosas más importantes, soy un dios después de todo.
— No lo sé; ¿por qué no esperas con nosotros?— sugirió, el menor de ellos percibió a un desconocido en el grupo. Este al notarlo, se iba a retirar, pero el pelirrubio le presento.
— Es Deamon Spade. Un amigo—. Aquellas palabras le detuvieron; en ese momento pensó que podía llegar a intentar ser eso; un amigo.
Las horas pasaron. El emperador de los cielos se presentó ante los diversos dioses jóvenes; varias ovaciones se escucharon, aquel grupo de siete observaba al ser de largos cabellos blancos, de barba afilada y canosa sentarse sobre un dorado trono con presunción.
Todos callaron, esperando despejar sus dudas, y saber el porqué de su asistencia.
— Los he citado aquí, por una razón— habló, después miro a la multitud frente a él—. Los humanos se revelan cada día contra nosotros; algunos han creado dioses imaginarios para venerarles; eso no se puede tolerar. Somos los creadores; y aunque existen varias deidades de diversas culturas; no podemos permitir más blasfemia de los humanos. Así que ordeno la ejecución de la raza humana.
Nuevamente se oyeron murmullos haciendo eco en el salón; el Emperador volvió a hablar.
— Mañana será el día. Todos deberán de exterminar a esos humanos, como las plagas que son—. Se escucharon aplausos, y gritos. Finalmente serían libres, dejarían de cumplir los deseos de esas personas caprichosas en la tierra.
— Así que a esto se remonta el cielo de los dioses. Es igual que la tierra; egoísta— criticó Knuckle al sentirse usado, ya bastante culpable se sentía por matar una vez, no quería hacerlo de nuevo.
— ¡Es una orden!— exclamó el rey, ante el tumulto; sin embargo una voz pasible y firme le contradijo.
— No lo haremos. No asesinaremos a los humanos— afirmó seguro; los dioses que le rodeaban se alejaron de él; con excepción de seis que quedaron a su lado; ya sea por amistad, lealtad; curiosidad, por interés semejante, o por no querer hacer otra cosa.
— ¿Quién eres? Que osas desafiarme; a mí. El Emperador de los cielos—. Expresó con furia; el rey era poderoso, hasta un tonto lo sabía; así que todos se alejaron; sólo siete quedaron sin retroceder.
— Me llamo Giotto. Mi ancestro es el hermano desterrado del Emperador—. Se presentó, varios hablaron a su espalda.
— El nieto de un traidor; como se esperaría— se mofó—. Serás sentenciado al mismo destino que tu abuelo; quedarás desterrado de los cielos.
Un frio ahogó el lugar; el sentenciado se mantenía estable; comprensivo asintió; pero escuchó a su siempre amigo hablar.
— Tch. Sabía que los viejos no hacían nada bien—. Masculló; para susurrar cerca de Giotto "Eres un imprudente".
— ¿Qué dijiste?— gritó el Monarca.
— Que son unos buenos para nada— dijo serio—. Los humanos fueron creados para venerar a los dioses, sí acabamos con ellos; no habrá uno solo que nos siga, no habrá nadie. Sí ustedes están tan ansiosos por largarse a otro lado y ser libres. ¿Por qué mejor no heredan su "Imperio celeste" a alguien más, y se lavan las manos? ¿No es más fácil que cometer genocidio?
Todos los presentes se mantuvieron en silencio; hasta que uno de los dioses ancestrales habló con profundidad.
— G, nieto del ancestro de la guerra, ¿osas decir que los dioses somos mezquinos, y que debemos perdonar a la humanidad que nos olvida lentamente?
— ¡Bah! Interprétenlo como quieran— calló; primero soltó la pedrada, para después evadir responder.
— Es verdad. Los humanos no son completamente buenos, pero no merecen morir con crueldad; eso lo aseguro— respondió el moreno de ojos miel.
Otro dios habló hondo.
— Knuckle, ¿te revelas contra nosotros? Tú, él más leal; él que acabo con unos rebeldes bajo nuestra orden, ¿te revelas?.
— No quiero matar— fue su única respuesta.
— No todos los humanos son malos; varios son los que aprenden las artes, la música; y veneran a los dioses; merecen otra oportunidad— argumentó el único del grupo con aquel fino sombrero que revelaba su status.
— Asari Ugetsu. Nuestro mejor dios en artes. ¿Estás de su lado?— el aludido sonrió.
— Son mis amigos— expresó afirmando la duda de la deidad.
— Iada. Iada. Ore-sama no puede mancharse las manos; me niego a la orden.
— ¿Lampo? ¿También tú? ¿Hasta un cobarde nos desobedece? — preguntó otro dios del mismo aspecto que los otros; fuerte, pero con las canas encima.
— Bien, sí así lo quieren serán castigados—. El gobernante supremo observó a dos de sus mejores guerreros; con firmeza ordenó.
— Alaude, Deamon; eliminen a los rebeldes—. Ninguno de los mencionados se movió.
— Me niego. Sus intereses no me importan— contestó el de cenizas hebras rubias.
— Alaude…— profirió con rencor; mirando al único que quedaba, volvió a ordenar.
— ¡Deamon! Maldito bastardo, hibrido de rango inferior; te ordeno acabes con ellos— impuso con fuerza el Emperador.
— Mm…—. El mencionado contempló la orden—. No.
— ¡Espera!— articuló la serena voz que inició todo—. Me hago responsable de todo. No dañes a mis amigos—. Aquel tono tranquilo, sin duda; hasta con afecto, no mostraba respeto, no mostraba agresión; era sólo eso; calmo y sereno con un aire de razón.
— Estúpidos mocosos ¿creen que por tener 18 siglos de vida saben todo?— reclamaron con furia los dioses.
— No. Pero queremos proteger nuestros ideales— afirmó Giotto.
— Bien, su castigo será otro. Así sabrán lo que es ser un verdadero dios, no simples mocosos consentidos—. El Emperador se levantó de su sitial, con la mano derecha en lo alto decretó:
"A partir de hoy; la generación de ancestros y dioses de los cielos nos alejaremos del ser humano; dejando el peso de la vida en los hombros de este insensato.
Te quedarás solo, pues nadie puede cuidar al hombre sin de verdad desearlo. Nosotros nos marcharemos; y tú: Giotto;
serás conocido a partir de hoy como Primo, por ser el primero en contradecirnos, y aferrarte a un sueño ingenuo.
A partir de hoy; nuestros nombres serán borrados de la tierra, y regresaremos al origen. En cambió tú te quedarás, hasta encontrar alguien que te suceda o desaparezcas por la poca fe del hombre.
Y nadie, que quiera el paraíso de los dioses, se quedará a tu lado. Los que quieran mi perdón; seguidme".
La conmoción se presentó, el Emperador esperaba que Giotto pidiera perdón, pero esa palabra no salió de sus labios; así que después espero por aquellos rebeldes a que suplicaran por el paraíso; recibiendo por respuesta la siguiente acción.
— Pueden irse, no los obligaré a nada— mencionó pasible, el ahora Primo a sus amigos.
— ¡Tch! Sabía que era mala idea; siempre que metes las narices pasa algo, Primo—. Los ojos de G eran firmes, llenos de determinación y lealtad.
— G…—le miró agradecido, feliz de tenerlo a su lado.
— Me parece bien; ahora podré impartir música a todas horas. ¿Verdad Primo?— comentó otro sereno, pero feliz.
— Bien. Sí no voy a terminar con la vida de nadie, y el nuevo gobernante es mi amigo, casi mi hermano; me quedaré. Primo— expresó Knuckle convencido.
— No me interesa estar en un grupo, pero este es menor que el otro; así que me quedo— dijo con desinterés el rubio de ojos azules.
— Vaya, vaya. Ore-sama no quiere aburrirse con unos envejecidos dioses; prefiero quedarme. Pero me darás un palacio para mí solo ¿verdad Primo?
— Mm… supongo que puedo lidiar un rato con ustedes, aunque sus ideas no me convencen del todo— enunció el peli azul.
El Emperador enfurecido; conjuro un hechizo, todos y cada uno de los dioses empezaron a desaparecer lentamente hacia el origen; soltándoles insultos, miradas de odio y reproche a los que siete que se quedaban. El monarca espetó con frialdad antes de ser el último en desaparecer.
— Insulsos, con el paso de los siglos se arrepentirán…— más que amenaza, parecía sentencia de una maldición.
Giotto miró a los seis restantes, y sonrió.
— Gracias…
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— Es verdad. Ustedes se quedaron conmigo— emitió alegre al recordar.
— Tsk. Esa fue la primera de varias veces que te sentiste aburrido; así que no me salgas con eso. Ahora como buena deidad gobernante haz tus deberes.
Primo estaba por protestar ante el dios guardián cuando los interrumpió una voz algo seria para su usual conformidad; algo tramaba aquel sujeto.
— Primo…—. Los mayores viraron para ver al dios del trueno con una expresión inusual, determinado este continuó al sentir la atención sobre sí—. Ore-sama está aburrido.
El bermejo rodó los ojos; ¿acaso no tenían bastantes cosas que hacer como para no aburrirse? La verdad no, pues tenían pleno tiempo libre. En realidad ser dios, no era un trabajo ocupado como se creería.
El trueno prosiguió hablando.
— Así que déjame adoptar una hermana.
— ¿Eh?— inquirió el aludido— ¿una hermana?— repitió la pregunta incrédulo ante la petición.
— Claro. Ore-sama quiere tener a alguien que le cuide; y le consienta.
— Lampo…— susurró Giotto. Era verdad que ninguno de ellos tuvo alguien que les tratará fraternalmente; y sí tuvieron; con el pasó de los siglos habían olvidado. Los ancestros siempre tenían cosas importantes que hacer; no tratar con dioses menores, sus propios padres les ignoraron. Y él menor de ellos, cargó con un peso que no debía desde sus apenas mil años.
— No es como sí bajaras a la tierra y dijeras "¿quiere ser mi niñera?"; y la mujer aceptara de buenas a primeras— ilustró serio el pelirrojo, intentando evitar una desilusión en el menor. No obstante el blondo quería darle la oportunidad.
— Entiendo. Te doy mi permiso para bajar a la tierra y buscar una hermana, será la hermana de todos nosotros— aceptó el jefe de los dioses con placidez.
El menor sonrió levemente.
— Gracias Primo. Lo haré—. El peli verde estaba por partir, cuando la voz segura de G. le detuvo.
— No vayas, te llevarás una mala experiencia.
— No. Seguramente la encontraré. Tendré a una persona que cuide de un dios como yo— aseveró, dispuesto a irse.
— ¿Apuestas?— le picó, intentando que se rindiera, pues Lampo no gustaba de estar en cosas complicadas.
— Acepto— no dudo en responder.
— ¡Je! Entonces tráela a más tardar al anochecer, sí no lo haces; ríndete— demandó.
— De acuerdo. Ore-sama lo conseguirá—. Después de eso se fue, dejando a las tres deidades.
Gracias por leer este capítulo, espero haya sido de su agrado. En el próximo saldrá finalmente Haru (aunque advierto, tendrá varios cambios su personalidad al principio).
…
Nota: La ropa que usan a pesar de ser deidades japonesas; sus prendas son chinas; es decir, usan la ropa hanfu en los cielos; pero siempre que estén en la tierra, cambian a ropas tradicionales japonesas, como; el haori; kimono, yukata, etc.
…
El link (nada más lo juntan) describe mejor el hanfu que usan, revisenlo por favor:
http: / www . finechineseclothing . com / BACKEND / Resource / ProductPic / 280_453 / 1050A . jpg
Los colores de la ropa:
El traje de Asari es del mismo color que el de la imagen; mientras que de los demás, el pantalón siempre es de color negro con su respectivo color de flama al final. El cinturón también es acorde a su flama.
La camisa tiene los bordes del mismo color que el cinturón (es decir, rojo oscuro, índigo, naranja, amarillo, verde, morado, azul; dependiendo del portador). Mientras que el color de la camisa en sus mangas y dorso es:
Primo: negro
G: blanco
Asari: azul (como la imagen)
Lampo: blanco
Knuckle: negro
Alaude: negro
Spade: Azul marino
Espero mi precaria descripción del traje que usan, sea entendible. La ropa de Haru hasta el capítulo 2 es yukata; para el capítulo 3; les colocaré el link de su hanfu.
Como ya tengo esos tres capítulos; la actualización del próximo será el viernes 14
Dejen reviews onegai ^^
