Aclaración: Nada de esto me pertenece, los personajes son de las fabulosas CLAMP. La idea es mía y es sin intenciones de lucro.
Resumen: El mundo verá siempre lo que tú quieras que vea… no importa que tan descabellado o irreal te presentes, el mundo lo creerá porque así es la vida. Ahora, dime: ¿No deseas encontrar a alguien a quién no tengas que mentir? Aunque tu vida sea el escenario.
Apariencias
Shaoran POV
Respiré profundamente. Uno. Dos. Tres. Estiré mi brazos hacia arriba y luego me arqueé totalmente hasta que mis dedos tocaron el piso que había atrás de mis pies, me erguí nuevamente estirándome por encima de mi cabeza, flexioné los brazos enfrente de mi haciendo varios calentamientos, después me doblé hacía adelante y coloqué las palmas en el suelo. Levanté una pierna y la doble para atrás hasta que mi planta tocó mi espalda, arqueé un poco el cuerpo y toqué mi cabeza. Repetí el mismo proceso con la otra pierna.
Uno. Dos. Tres.
Suspiré poniéndome de pié y moviendo mi cuello de un lado a otro para relajar los músculos.
-"No te muevas"- obedecí a la voz mandona que de repente sonó al lado mío y me quedé quieto pensando para ella nunca era suficiente, siempre hacía todo lo que tenía que hacer y cada vez lo hacía de nuevo… podíamos pasar dos horas en el camerino haciendo exactamente lo que estaba haciendo ahora y siempre alegaba que nunca estaba de más un "retoque".
Sentí polvo en mi rostro y la desagradable sensación de la esponja húmeda en mi piel, hice una mueca pero ella me ignoró.
-"Este delineador te da un aspecto algo macabro"- soltó una risita cuando sentí la pintura del lápiz y la pequeña presión que hacía alrededor de mis ojos.
Sonreí con desgana.
-"Esa es la idea"-
Siguió colocándome el maquillaje en el cuello, en los hombros y en el pecho. También se aseguró que tuviera suficiente fijador en mi cabello, como si fuera posible que se me moviera uno solo después de toda la cantidad que usó para mantenerlo en su lugar, siempre había tenido cabello rebelde, pero estaba seguro que tanto químico lo sosegaba un poco. Sentí el toqué de la esponja dos veces más y después tan sólo pude pensar que debía parecer una estatua de cera.
-"¿Estás segura que podré moverme después con toda esta plasta? "- la observé con una ceja levantada, ella rodó los ojos ante mi tonito irónico.
-"Siempre lo haces"-
Repetí mis ejercicios estirándome, doblándome, retorciéndome y curvándome de todas las formas que conocía, y sí, me sentía como una estatua de cera, pero aún podía poner la planta del mi pie en la cima de mi cabeza, qué era el objetivo de todo esto.
-"Ese nuevo maquillaje liquido que encontré… creo que es simplemente increíble, sólo espero que con el sudor no se caiga"-y divagó un poco más acerca de algunas marcas y de lo que habría desperdiciado en dinero pagando el nuevo maquillaje si no funcionaba como ella esperaba que funcionara. Era tan extraña.
-"¿Estás listo? Tu salida es en la próxima"- escuché la voz nerviosa de mi maestro detrás de mí y sin quitar la vista de mi amiga que examinaba mí ombligo arrugando la frente pregunté con tono burlón.
-"¿Nervioso, Yamasaki?"-
-"Nah… "- guardó silencio un momento-"Bueno, sí"-
-"No es la primera que hago ¿Sabes?"- intenté tranquilizarlo y sonriendo porque ahora ella metía el dedo en mi ombligo tratando de arreglar algo que yo no veía.
-"Lo sé, lo sé. Pero siempre me pongo nervioso en los estrenos"- reflexioné sus palabras mientras trataba de alejarla de mi ganándome un manotazo de su parte.
Hace tiempo que ya no sentía eso y era preocupante. Siempre que iba a salir al escenario, hacer una audición o algo por el estilo, sentía un corriente que subía por mi espina dorsal y hacía que todos los vellos de mi cuerpo se erizaran. Me sudaban las palmas y no podía dejar de sonar en mi cabeza la odiosa melodía de I feel good con eso de que con un poco de optimismo mental todo salía bien, pero no hoy y no desde hace tiempo. Ahora tan sólo salía y hacía lo que sabía hacer. Sin más.
Y todo eso me inquietaba un poco porque al igual que ya no sentía el nerviosismo ya no sentía la misma emoción de la expectación, el miedo natural de que todo no salga como lo tenías planeado, que se tuerza tu tobillo, te caigas o alguna cosa dramática como esas.
-"¡Listo!"- brinqué un poco por su grito agudo y emergí de mis pensamientos volteando a ver mi ombligo que estaba exactamente igual que como estaba hace unos minutos, o al menos a mi me parecía así y la miré a ella.
Mi mejor amiga. Su mirada amatista y la enorme sonrisa en su rostro me reconfortaron un poco. Ella era la constante en mi vida. No importaba la ciudad en la que estábamos, representación o momento, ella había estado ahí desde el principio, con esa sonrisa tranquilizadora y su mirada suspicaz.
Al menos tenía un ancla en este mundo de locura que cada vez que cerraba los ojos, estaba más y más perturbado, al igual que yo. A veces sólo quisiera que todo se detuviera y dejará de avanzar… o que caminará tan rápido que yo no tuviera sentido ni noción de las cosas.
-"Te ves de muerte"- comentó logrando una carcajada de mi parte.
-"Menos mal"-
Sonrió y se hizo a un lado. Me coloqué enfrente de la última entrada del escenario observando cómo mis compañeros saltaban, daban piruetas, hacían acrobacias y danzaban. Cerré mis ojos de nuevo respirando profundamente y llenándome de la música de Tchaikovski, preparándome mentalmente y repasando en mi cabeza cada uno de los movimientos sincronizados que tenía que realizar.
-"Segundos"-susurró Tomoyo.
Abrí mis ojos y dije sobre mi hombro, siguiendo la rutina, viendo aun imágenes frente a mí de todos los ensayos y de todo lo que sabía que tenía que hacer y de todas las veces que lo había hecho.
-"¿Vinieron?"-
-"No, lo siento Shaoran"-susurró con voz apenada y contenida. Asentí y miré con gesto indiferente hacia el frente.
Siempre preguntaba lo mismo y siempre obtenía la misma respuesta, así que no me sorprendía. Al principio… necesitaba un minuto para poder recuperarme y representar un buen papel.
-"Ahora"-
Pero ya no.
Di un pasó, dos y salté.
En cuanto salí del escenario después de la tercera tanda de aplausos reglamentarios, Tomoyo me tendió una toalla y una botella de agua, sequé mi cuello y mi cara del sudor, me tomé de un trago toda el agua, era mejor si no bebías nada antes y durante la presentación, así que generalmente siempre acababa muy sediento, sabiendo eso, Tomoyo me tendió otra botella de agua que acabe del mismo modo que la primera, después ella se aventó a mí dándome un caluroso abrazo.
-"Wow… no importa cuántas veces te vea bailar, siempre quedó impresionada"- comentó dándome varios besos a lo largo de mi cara.
-"Es danzar, Tomoyo, danzar. Y parece que ese es el objetivo principal de tantas horas de esfuerzo: dejar con la boca abierta a quién me vea"- se levantó en puntitas, porque yo era considerablemente más alto que ella y mirándome a los ojos con cara seria dijo:
-"No necesitas saltar por ahí para hacer eso"-
Reí entre dientes sonrojándome porque no me gustaban mucho los cumplidos, parte de mi sentía que no los merecía y otra parte… bueno… no, definitivamente tampoco le gustaban, sea cuál sea la razón. Estaban de más. Un halago generalmente le servía a alguien que necesitaba un poco de autoestima y yo no necesitaba eso. No iba caminando arrogantemente por la vida pero sabía lo que valía y en la danza, valía mucho, porque había trabajado para ello.
-"Algún día encontraras a alguien inmune a tus encantos"- ella rió incrédula ante mi comentario.
Le coloqué un brazo por los hombros y caminamos hasta los camerinos, recibiendo felicitaciones de los demás bailarines mientras pasábamos y alguna que otra palmadita en la espalda. Bah.
-"Ahora también te llegaron muchas flores"- cerró la puerta del camerino y se recargó en ella. Dejé la toalla que traía alrededor del cuello en el tocador y me dediqué a mirar todos los ramos que había en la habitación.
Flores de todas las formas y colores le daban un aspecto bastante afeminado al lugar, pero era acogedor. Ya me había acostumbrado a los olores y fragancias que despedían y hacían que mi camerino y mi departamento oliera a un campo en medio de una pradera. Siempre venía a mi mente una casita de madera, tipo Blanca Nieves, en medio de una enorme pradera bañada en flores frescas y rodeada de pinos, con algunos enanos brincando aquí y allá.
-"Al menos se acabaron las invitaciones para salir"- o para un acostón, me consolé.
-"Bueno… tú te encargaste que así fuera"-soltó una risita-"Aunque tienes un club de fans enorme-de ambos lados- les dejaste muy claro a los de seguridad que cualquier carta, viniera de quién viniera, tenía que ir directo a la hoguera"- reí.
-"Dije en el primer basurero que vieran, pero la hoguera es preferible. Al menos así no hay nadie que los lea"- me senté en el sillón rojo que colocaron para mi comodidad-"Así nadie sospecha nada"- comenté al aire.
Ella me sonrió tristemente y asintió dándome la razón.
Cerré los ojos, recargué mi cabeza y los brazos en el respaldo del sillón. Escuché como mi amiga movía cosas, abría y cerraba puertas.
Siempre que acababa una presentación entraba en un estado de relajación difícil de superar, toda mi adrenalina se iba en el escenario y cuando acababa el último acto toda esa energía se iba a quién sabe dónde y lo único que quería era relajarme y dormir.
Sentí hundirse el sillón al lado de mí y después sentí la frescura de la toalla con la que Tomoyo me estaba quitando el maquillaje. Como decía, era bastante desagradable traerlo encima, me sentía como un muñeco de esos de cera que hacen en los museos, pero procuraba no quejarme mucho… al menos en voz alta. Ella se esforzaba demasiado haciéndolo, dos o tres horas, así que me contenía cada vez que quería hacer un comentario de mal gusto y que pudiera herir sus sentimientos. Me esforzaba… mucho.
-"Nos quedan sólo tres semanas de vacaciones"- murmuró tristemente.
-"Si, qué trágico"- lamenté.
-"Extraño a mis maestros y a las clases… "- suspiró profundamente-"Pero si no vuelvo a ver a nuestros compañeros no me quejaría"-
Reí entre dientes.
-"Igual yo"-
Sentí deslizarse la toalla por mi cuerpo y suspiré de placer.
-"Mañana estarás en todos los periódicos"- exclamó emocionada.
-"Y con la ropa que tú diseñaste"- agregué tocando suavemente el pantalón que traía puesto, tomé entre mis dedos una pluma y la arranqué, disfrutando de la suavidad. No sabía como ella lograba hacer todos esos diseños tan locos e increíbles que yo usaba en los escenarios. Eran ligeros y muy cómodos ¿Cómo lo hacía? ¿Cómo podía transformar cientos de plumas en un enorme pantalón flexible? Ni idea.
-"Oh, cierto. Será fantástico"- golpeó mi pecho un poco, quitando la pluma de mis dedos-"Listo, ahora date un baño. Tenemos una hora para llegar a la fiesta"-
Gruñí.
Odiaba las fiestas.
-"Yo también, pero es tu deber siendo el primer bailarín y Yamasaki nos espera…"- comentó sabiendo lo que pensaba y con qué cosa haría que fuera, nunca se me ocurriría incomodar y avergonzar a Yamasaki de ese modo, no asistiendo a las fiesta lo pondría a él en la vista de los medios ¿Por qué el primer bailarín no se presentó? ¿Está en drogas? ¿Se cayó? ¿Estaba tan cansado que se drogó, rodó por las escaleras y acabó en un bote de basura? Y así le seguirían más y más preguntas sin sentido que sólo servían para una cosa: vender periódicos.
Me levanté con desgana y deseé ir a mi cama a dormir, pero entré al cuarto del baño y me deshice del traje… bueno, del pantalón llenó de espumosas plumas blancas y de las zapatillas. Abrí la regadera y me metí en ella sintiendo el chorro de agua resbalar por mi cuerpo, recargué mis manos en los azulejos y cerré mis ojos.
-"¡No puedo permitirlo! ¡No dejaré que hagas lo que quieras! ¡Tu vida pertenece a la familia!"-
Abrí mis ojos para eliminar las imágenes y las voces de mi cabeza. A pesar de que habían pasado ocho años de aquello me seguía persiguiendo. Seguía soñándolo y seguía deseando que las cosas no hubieran tomado ese rumbo, ya fuera de mi lado o del suyo. Tal vez que yo hubiera tenido amor por otra cosa y que ellos me amaran más a mí que a su dinero.
Suspiré con frustración.
Deja de pensar idioteces.
Me lavé con fuerza tratando de distraerme y de quitar todo rastro de maquillaje, me enjuagué deseando que como resbalaba el jabón resbalaran mis recuerdos y pensamientos. Que se fueran y no volvieran.
-"¿Shaoran?"-
-"¡Voy!"-
Salí de la ducha cerrando la llave y envolviéndome en una toalla. Me sequé el torso y la dejé descansar en mis caderas. Me observé en el espejo y me maravillé de lo mal que me veía. Todo mundo podía decir lo buen en forma que estaba o cualquier tontería relacionada con mi físico, al menos me daba gusto que nunca se fijaran en la mirada apagada y sombría que me acompaña, ni en las ojeras que ya tenían demasiado tiempo ahí.
-"¡Shaoran, se nos va a hacer tarde!"- me apuró mi amiga con su habitual tono mandón y enfurruñado. Sonreí.
-"¡Ya voy, mamá!"- grité burlándome.
Escuché su bufido y reí.
Al menos no estaba del todo solo.
Sakura POV
Observé la primera plana de espectáculos y sociedad y me maravillé del la foto. Había dos personas en ella, las dos estaban abrazadas de forma tierna y elegante; ella tenía su cabeza ligeramente apoyado en el cuerpo de él; él era alto y musculoso y a pesar de que no podías distinguir bien su cara por la forma en que estaba apoyado en la cabeza de ella, tenía todo ese aire atractivo que nos suele encantar a las féminas, y que en persona debía de ser evidente porque en la foto lo decía a gritos. Era una preciosa toma.
-"¿Qué haces, monstruo?"- miré mal a mi hermano y le saqué la lengua.
-"No soy ningún monstruo"- repliqué obteniendo su sonrisa burlona-"Y es una foto de la última presentación del Lago de los Cisnes, mira"- le enseñé el periódico y le sonreí-"Son los primeros bailarines en una escena de amor. Ha de haber estado espectacular… el primer bailarín es famoso por las muchas presentaciones que ha hecho y por lo joven que es, Li Shaoran tiene dieciocho años a diferencia de la coprotagonista que tiene veinticinco"-
Bajé el periódico y lo recargué de nueva cuenta en la mesa, lo miré con gesto nostálgico y triste.
-"¿Aun no has recibido respuesta, verdad?"- levanté la mirada.
-"No"- me mordí el labio-"Seguramente no entré. Es la más prestigiosa academia de bellas artes de todo el país y debe de ser muy difícil entrar. Yo que vengo de una escuela pequeña allá en Tomoeda era obvio que no tenía el nivel. Debería de empezar con los trámites para entrar a la Universidad Nacional de Tokio…"- mi hermano detuvo mi parloteo.
-"Basta"- lo miré con gesto triste e impotente-"Entrarás… en esa academia serían unos tontos si no te aceptan"-
-"Gracias"- murmuré tiernamente por su preocupación y la manera en que me consolaba. Desvió la mirada avergonzado y empezó a parlotear algo de que los monstruos tienen algunas gracias, y que ellos deberían de ser felices teniendo un monstruo en leotardo pero no le hice caso. Ya me había levantado la moral un poco y tenía razón. No me dejaría vencer, de hecho, como no llegaba mi carta de aceptación iría personalmente a averiguar qué mierda había pasado.
Me negaba a creer que no era buena para algo que amaba tanto.
Y sí ya me decían que fuera a freír espárragos, al menos tendría la certeza de que sí apestaba. En cuanto al ballet, claro. Pero sería algo que sabía de seguro y no sería una incertidumbre de esas que te carcomen el alma poco a poco y que te dejan amargada de por vida, sin sueños, sin esperanzas, sin hijos y sin marido ¿Quién querría estar con una mujer amargada? Yo no, gracias.
Con ese optimismo –y los pensamientos nada optimistas que no quería que se hicieran realidad- salí de mi casa con rapidez, no vaya a ser que me arrepienta- obvio- y que me convierta en una anciana amargada.
Aún no conocía muy bien la ciudad por lo que me detuve en el plano que había en la parada de camión. Hum, bien. Tenía que tomar un camión de la línea uno que me llavera a la línea tres para tomar la línea cuatro y caminar seis cuadras hasta la academia.
No parecía tan difícil de hacer.
Hice una mueca ante el edificio de la academia. Debería de haber, desde luego, una manera más rápida y efectiva de llegar hasta ahí, porque no iba a levantarme tres horas antes para poder estar puntual… además de que la puntualidad no es una de mis mejores cualidades.
Subí la interminable escalinata, pasé por las puertas de arco, saludé al guardia y dirigí mis pasos por los cartelitos que decían "Servicios Escolares" a la derecha, a la izquierda, de frente… era un magnífico edificio con estilo europeo, de la Europa Renacentista. Hecho de piedra, con alturas increíbles, lleno de arcos grabados y puertas de madera. Era enorme. Me entretuve un poco viendo los relieves y la forma de algunas paredes, me sentía como en un cuento.
Cuando llegué a la puerta de servicios escolares de pronto me sentí muy chiquita y me llené de pánico ¿Y si se molestaban por mi insolencia de venir hasta aquí? ¿Y si sólo por apresurarlos me mandaban al carajo? ¿Y si de verdad apestaba? Ay, no podría soportarlo.
Abrí con gesto inseguro la puerta y asomé sólo mi cabeza (por si me gritaban y así podía irme más rápido que si tuviera todo el cuerpo adentro).
-"Hum… ¿Disculpe?"- una señora rechoncha alzó el rostro de una pila de papeles.
Se alzaba enfrente de un mostrador y atrás de ella, había varios cubículos vacios. Del lado izquierdo del mostrador había un pasillo y al final una gran puerta. La habitación estaba llena de pizarrones, anuncios y varias sillas. En un día normal de clases debería bullir de actividad.
-"Dime, muñeca"- me miró sonriendo y yo lo vi cómo buena señal. Ella no parecía una vieja amagada de esas de las que ya hemos hablado, así que supuse que sus sueños se realizaron… sea cuál sea el sueño que te haga estar detrás de un escritorio atendiendo a adolescentes, como yo. Molestos, ruidosos, inconformes con la vida… así nos describía mi hermano.
-"Eh, hum… me preguntaba…"- empecé a balbucear hasta que cerré la boca con fuerza y respiré profundo.
-"¿Por qué no pasas?"- curioseó y lo hice sólo porque lo preguntó amablemente.
-"Eh, bueno"- ¡valor! ¡Tú puedes! ¡No hay nada peor que quedar amargada!-"Mire, ya estamos a unos días de comienzo de las clases y no he recibido mi carta de aceptación y no lo digo porque sea tan presuntuosa para dar por hecho que me aceptaron pero al menos pudieron mandarme una carta rechazándome para que no me ilusionara y no me comiera las uñas de los nervios ¿Ve? Entonces me preguntaba, si usted, sería tan amable de decirme que no fui aceptada para poder dedicarme a otra cosa. Tal vez Derecho o algo así"-ella me miro dos segundos con los ojos abiertos y con la boca ligeramente torcida.
Me golpeé mentalmente.
Yo y mis chácharas.
-"Oh, cariño"- dijo antes de echarse a reír. Cosa que me confundió ¿Se estaba burlando o no sabía cómo reaccionar ante mis lamentos? ¿Debería de empezar a leer la Constitución a ver que se me pegaba?
Me miró con gesto maternal una vez que acabó de reírse de mí y dejó a un lado los papeles que tenía en la mano. Tecleó algunas cosas en su computadora y yo me sentí ignorada. Tal vez hubiera sido mejor quedarme en la puerta para poder correr con más libertad, así no estaría retorciéndome en mi lugar como una niña castigada. Así me sentía.
Al final del aula Kinomoto, tu frente pegada a la pared.
-"Tu nombre"-
-"Eh… Kinomoto. Kinomoto, Sakura"- contesté atropelladamente, ella tecleó.
-"Bueno, cariño. Aquí dice que tu carta fue enviada hace dos semanas, como todas las demás"-parpadeé sorprendida y me estrujé los sesos pensando en eso, porque yo no había recibido nada y dudaba que fuera una broma de mi hermano. No era taaan cruel.
Pero algo saltó de todo esto: mi carta. Mi carta.
Mi carta.
Diablos, si ella no estuviera en frente estaría haciendo mi baile de victoria. Sí, tenía uno ¿Y qué?
Uno siempre tiene que pensar en algo optimista y alegre.
Mierda, mi carta.
-"Pero yo no recibí nada" - me quejé mordiéndome el labio para no estallar en carcajadas de lo feliz que estaba.
Quería cantar.
I feel good, tararara-ra.
-"Hum… estoy segura que fue enviada a Tomoeda hace dos semanas"-
La canción en mi cabeza se detuvo abruptamente, fue como si una gran piedra callera justo encima de mí. Ah, pero qué idiota soy ¡Había puesto mi antigua dirección en el formulario! ¡No pensé que ya no estaría en Tomoeda! ¡Idiota! Cuando había hecho la solitud, hace algunos meses, aún seguí en Tomoeda porque aún no había acabado la preparatoria. No tenía mucho tiempo viviendo en Tokio, sólo las pasadas semanas así que puedo justificar mi falta neuronal. De verdad que puedo.
Hice lo mejor que pude para poner cara de inocente y negué.
-"No recibí nada"- no era el momento para decir que era medio idiota.
Idiota al cuadrado.
-"Hum… pues mira, puedes firmar ahorita tu inscripción y mañana sin falta me traes todos tus papeles, porque las inscripciones terminaron ayer"- la miré esperanzada y brinqué un poco en mi lugar.
-"¿De verdad?"- ella asintió sonriendo.
-"Sí, los errores suelen pasar… y yo no soy quién para juzgarlos. Sólo si prometes que mañana, sin falta, me traerás todos tus papeles…"-
-"¡Lo prometo!"- exclamé entusiasmada.
Me sonrió y me dio un formulario, un lápiz y me señalo una silla. Le sonreí con mucho agradecimiento y fui a sentarme. Comencé a llenar la hoja: nombre, edad, teléfono, dirección (me dije que no podía volver a equivocarme), estado (siempre liquido), área (Ballet, por supuesto), número de inscripción y folio de estudiante (Hum)
-"Disculpe"- me levanté tímidamente deseando que no se hartase de mí-"Aquí me piden un folio y número de inscripción"-
-"Oh, sí querida"- sonrió y volviendo a su computadora tecleó de nuevo. Se dio la vuelta con su silla giratoria (Wow, yo quiero una de esas) y se estiró para alcanzar una hoja que salía por la impresora.
-"Aquí tienes"- la tomé y después de agradecerle fui directo a la silla a completar el formulario de inscripción, diciéndome que le tenía que comprar un regalo a esta amable secretaria. Uno enorme. Seré pobre en Navidad.
Hum, a ver…
Oh, oh, oh.
¡Me habían otorgado media beca!
Sonreí radiantemente, si usaba el dinero que me sobraba de la matricula de la escuela, tal vez pudiera rentar algún cuarto o algo para vivir cerca del campus y lejos de Touya y de su régimen de aquí se hace lo que yo digo y te callas. No, no. Si buscaba bien, podría tener un lugar dónde vivir, algo barato, sin lujos ni pretensiones… pero que pudiera llamar como mío ¿Por algo se empieza, no?
Shaoran POV
Bostecé audiblemente mientras caminaba por los pasillos de la academia. Era nuestro primer día de clase y yo ya estaba contando los días para las vacaciones de invierno: faltaban 122 días.
Y contando.
Me felicité por llegar tarde, así no tenía que tratar de ignorar, como siempre, los susurros que levantábamos a nuestro alrededor, sobre si éramos novios, sobre mi última presentación, etc. Siempre oía cosas absurdas como: ¿Sabes? He oído que se acuesta con el director, he de ahí tantos papeles… hasta toma esteroides. Ya nada me sorprendía. Pero era mejor no tener que oírlos.
¿El director? ¿En serio? Él era un amable veterano de casi ochenta años.
¿Esteroides? ¿En serio?
Bah.
-"De verdad no puedo creer que tengamos que regresar aquí"- reí ante la queja de Tomoyo.
-"Bueno, aún nos falta tooooda la carrera por delante. Era, obvio, que teníamos que regresar. Es nuestro primer año"- comenté encogiéndome de hombros. Me miró con gesto insolente y altanero.
-"Hum… has sido primer bailarín en cuántas ¿Diez presentaciones?"
-"Quince"- corregí.
-"Oh, bueno. Y en cuántos he sido yo la que diseña tu ropa ¿En diez?"- rodeé los ojos.
-"En quince"-
-"Oh, bien"- sacudió la cabeza con dramatismo-"Tienes razón, nuestra carrera no acabará hasta que acabe la escuela. Sí, señor. Hemos recibido demasiadas ofertas para ponernos a pensar en la escuela. Podríamos estar felizmente en la presentación que te ofrecieron la semana pasada ¿Cuál era? No importa. Estaría bien entretenerse en otra cosa que oír las diferentes posiciones a las que me sometes para calmar tus apetitos reprimidos"-
Hice un gesto con la mano para quitarle importancia a su último comentario.
-"No, Tomoyo. No digo que no podamos hacer algo si no estamos aquí, pero debes de aceptar que los grados y los estudios son importantes, son certificaciones de lo que sabes… una prueba escrita. Y no podemos darnos el lujo de no tenerlo"- le sonreí-"Aunque odiemos la escuela, llegará un momento en que yo sea demasiado viejo para ser bailarín y tal vez con esa certificación pueda enseñar o abrir mi propia escuela"-
Suspiró.
-"No odiamos la escuela, odiamos a nuestros compañeros, no es lo mismo"- negué riendo.
-"No, no. Nuestros compañeros nos odian"- corregí. Se detuvo de repente, me miró con los ojos bien abiertos y con la boca torcida.
-"Tienes taaaanta razón"- bufé.
-"Bah"-
Llegamos al final del pasillo dónde había dos desviaciones. Hacía el área de baile y hacía el área de diseño. Los dos suspiramos con melancolía.
-"Te veo en el almuerzo"- dijimos al mismo tiempo.
-"Por cierto, Shaoran"- volteé para verla caminar de espaldas-"¿Maestro? ¿De verdad?"-
Nos sonreímos dos segundos y cada quien se fue a su destino. Siempre bromeábamos acerca de las cosas que podríamos ser si no fuéramos lo que somos, entre ellas estaba maestro (ya que mi poca paciencia y mi actitud gruñona, como la llamaba ella, harían imposible eso) y todo lo relacionado a llevar algún traje y trabajar detrás de un escritorio.
De eso habíamos escapado los dos hace mucho tiempo.
Caminé con paso lento, verdaderamente lento, a lo largo del camino. Miré disimuladamente el papel que tenía en la mano, era mi horario. Lo que me indicaba que en este momento me tocaba Historia de la Danza, con la profesora Naoko Yanagisawa. Bah.
Una viejita de más de ciento cincuenta años con voz patosa y mirada pérdida.
Yo venía del propedéutico de Ballet. Hace ocho años que estaba en esta academia y acababa de ingresar, propiamente, a la Carrera de Danza. Tenía dieciocho años y ocho los había vivido bailando y entre estas paredes. Así que conocía a cada uno de los maestros y a la mayoría de los estudiantes al menos de vista, porque yo no era la persona más sociable que hay en el mundo, así que probablemente no había hablado con más de tres… o dos, cuando mucho.
Llegué al final del pasillo, dónde estaba el aula A1, que sería mi lugar de aprendizaje durante este año. La clase ya había empezado hacía diez minutos, así que refunfuñé unos segundos antes de tomar el pomo, girarlo y abrir la puerta. El aula quedó en silencio, pero yo no vi a nadie, tan sólo me enfoque en la maestra que entrecerró sus ojos, a través de sus enormes gafas de botella y arrugó el ceño.
-"¿Me permite entrar?"- ladeó su cabeza graciosamente y la adelantó un poco, inclinándose.
-"¿Estás consciente de que mi clase ya empezó?"-
Oh, estaba consciente de muchas cosas de su clase.
-"Sí"-contesté. Arrugó su frente, de por si arrugada, y me miró feo por varios segundos antes de refunfuñarme.
-"Entra… ¿Cuál es tu nombre?"- se giró hacía su escritorio que estaba detrás de ella y tomó un montón de papeles.
-"Li, Shaoran"- ignoré algunas exclamaciones y murmuraciones que se suscitaron porque efectivamente acababa de afirmar algo que ellos ya sabían. Era increíble que hicieran esos escándalos cada año, cada día… inverosímil. Busqué por el rabillo del ojo un asiento vacío no muy concurrido. Ahí al final del aula, pegado a la ventana había un conjunto de cinco asientos sin ocupar. Oh, ese era mi lugar de aprendizaje.
-"¿King Shaman?"- rodeé los ojos
-"Li, Shaoran"- enfaticé las palabras.
-"Pues, no. Tendrás que ir a servicios escolares porque no apareces en mi lista, King. Te apuntaré con mi pluma al final"-dijo la viejita agitando un papel, yo supuse la lista-"Ahora que lo recuerdo, nunca apareces, King"-
-"Seh, seh, seh"- siempre era lo mismo.
Llevaba tomando clase con ella ocho años y siempre había sido King Shaman. En fin, ella era feliz y cómo me anotaba al final, siempre ponía los retardos y las faltas al pobre King. Pobre sujeto.
La viejita dirigió su mirada hacía la clase y comenzó de nuevo con su cháchara.
-"Como les decía… a través del tiempo han ido naciendo diferentes tipos de formación en el arte de la danza clásica…,"- y me desconecté.
Ya sabía: el ruso, el italiano, el francés y el danés.
Seh, seh.
Ocho años no eran en vano. Fruncí el entrecejo preguntándome por qué demonios enseñaba esto cuando deberíamos de saberlo ya. Con un rápido vistazo estuve consciente de que todos los alumnos eran de propedéutico, no había ningún alumno nuevo y esta clase ya la habíamos tenido tres veces. Algunos hacían las reglamentarias anotaciones, otros hablaban en voz baja y otros, por la mirada, seguramente estaban perdidos en un mar de fantasías como yo no tardaría en hacerlo.
Tomoyo tenía razón, tal vez, después de todo, no necesitáramos venir a la escuela.
Disimuladamente, saqué de mi mochila mi IPod, me puse los audífonos, recargué mis brazos en la mesa, mi cabeza quedó apoyada en ellos y dirigí la mirada hacía la ventana. Por suerte mi espacio personal, ósea las cuatro bancas vacías que me rodeaban, estaban al lado de la ventana. Me puse a divagar en lo bonito que eran los árboles de Sakura. Siempre me había encantado la forma de sus flores y su olor, y aunque faltaba menos de un año para el Hanami y estábamos entrando a otoño, no perdían su encanto.
Era una de las muchas razones del porqué me gustaba tanto Japón.
Sakura POV
Soy el colmo de los colmos. De verdad, que no tengo remedio. Al menos, ya no había hecho tres horas. Por mala suerte, aún no había encontrado algún lugar habitable, y de acuerdo a mis posibilidades, para poder vivir. Touya decía que no era algo que pudieras encontrar así como así y que, aunque encontrara uno no tan caro, tal vez tendría que trabajar.
Lo sabía.
Pero no me desanimaba que era su objetivo, así que seguía buscando.
Así que por el momento, los pasados cuatro días, me la había pasado buscando diferentes alternativas para venir a la escuela sin tener que gastar tres o más horas. Al final había encontrado una que reducía el tiempo a cuarenta minutos, lo que no había previsto era que no escuchara el despertador.
Lo que era algo previsible.
Bah.
Me acomodé la mochila cuando el asa resbaló por mi hombro y seguí corriendo. Divisé la gran estructura de piedra que se alzaba enfrente de mí y sonreí. No importaba lo tarde que llegara, nadie me privaría de la emoción que me inundaba saber que estudiaría con los mejores, y que podría hacer mi sueño realidad: ser una excelente bailarina.
Subí de dos en dos los escalones de la entrada principal y me estremecí un poco cuando un viento otoñal me atravesó. Mi falda voló alrededor de mis piernas y tuve que sujetar mi boina para que no fuera arrastrada.
-"Uy, qué frío"-
Me sacudí un poco y seguí subiendo las escaleras que me faltaban. Entré rápidamente y fui directamente al mapa que había en medio del recibidor.
-"Hum, veamos… salón A1…"- ¿Dónde estaba?
Busque rápidamente y lo encontré al final del pasillo del fondo, al final de la escuela. Fruncí el entrecejo ¿Por qué justamente me tenía que tocar el salón más alejado? Ahora definitivamente iba a llegar muy tarde.
No es como si fuera la culpa del salón ¿Verdad?
Después de correr por los pasillos llegué al salón A1 con la respiración entrecortada. Respiré un par de veces para normalizarla y, como ya tenía practica con esto de llegar tarde, logré hacerlo sin mucho esfuerzo y abrí la puerta.
-"Oh, uh"- al menos veinte pares de ojos se clavaron en mí.
Veinte y un par de fondo de botellas.
-"¿Se te ofrece algo?"- tragué por el tono amargado y enojado.
-"Hum, sí, disculpe… ¿Puedo pasar?"- arrugó la frente de manera macabra.
-"¿Treinta minutos tarde?"- dijo después de consultar el enorme reloj que había al final del aula.
Oh, oh, oh. No sabía que era tan tarde.
-"¿Sí?"- bueno, si me corría que lo hiciera, al menos lo había intentado ¿No?
-"Anda, hazlo. Y sólo porque es el primer día… pero te sentarás en el rincón de los retrasados"- y con su mano huesuda me señaló un rincón al final del aula. Asentí con las mejillas sonrojadas por la risa de todos.
Caminé a paso lento y divisé a una figura encorvada en la última fila. Su cabello chocolate caía en ondas hacia adelante. No vi su rostro porque estaba girado hacía la ventana, pero supuse que él pobre también había llegado tarde y por eso nos haríamos compañía.
Me senté con cuidado de no causar más alboroto.
-"Bien, antes de que nos interrumpieran –de nuevo- ¿Qué estaba diciendo?"- nadie dijo nada.
La profesora, no dejaba de preguntarse ¿Y dónde me quedé? Solté una risita. Observé a mí alrededor, estaba un poco alejada de los demás y a mi lado sólo estaba ese chico de la melena chocolate, que se antojaba tan suave…
Ah, ya empecé a divagar.
El salón no era muy grande. Conté mentalmente y tan sólo éramos veintitrés alumnos, quince mujeres y ocho hombres. Casi todos estaban con las bancas muy juntas en el centro de la clase, sin orden alguno, al igual que dónde estábamos mi compañero de retraso y yo. Eran cinco bancas que estaban apiñadas pegadas a las ventanas, que daban hacía el patio interno de la escuela. Había un montón de árboles de cerezo.
Debía de ser una bella vista en primavera.
Conformé la clase avanzaba me dio gusto saber que no estaba atrasada ni nada. Había aprendido muchas cosas con mi profesora en Tomoeda y ella me había enseñado todo lo que sabía sobre el Ballet. No tomé notas, porque no era necesario y eso me dio mucha felicidad.
Cuando la maestra estaba dejando tarea, sobre unos libros en la biblioteca, me giré para al chico de la cabellera castaña, que no había volteado ni una sola vez y no había dado señales de vida. Tal vez él me podría decir dónde estaba la biblioteca, que no recordaba ninguna en el mapa.
-"Oye"- susurré.
Él ni siquiera se movió.
-"Disculpa"- elevé un poquito mi tono de voz, pero aún así no me hizo caso. Pensé que estaba dormido así que ladeé un poco mi cabeza para observarlo. Sus pestañas subían y bajaban y creaban sombras en sus mejillas. Tenía las pestañas larguísimas, nada típicas en un hombre, y un poco curveadas… me pregunto si se las rizara.
-"Ey"-
Pero él no se inmutó.
-"La clase ya ha acabado"- dijo la maestra, suspiré.
-"Al menos sobreviví a la primera hora"- me dije en broma.
Observé como el chico ladeó un poco su rostro.
-"¿Cómo te llamas?"-
Se agachó un poco, suspiró fuertemente y se levantó rápidamente saliendo del salón. Fruncí el entrecejo ¿Qué demonios le pasaba?
Me quedé como idiota en mi banca por quince minutos, el tiempo que duraba el descanso. Nadie me habló y aunque le sonreí a varios, nadie me devolvió la sonrisa, ni un saludo ni nada. Traté de no preocuparme más de la cuenta, era el primer día, y posiblemente todos estaban conociéndose, así que me dije por enésima vez no estés de aprensiva, porque lo sentirán y no se acercaran. No me detuve mucho en el pensamiento de que todos parecían llevarse de maravilla.
-"Bien, chicos guarden silencio"- salté un poco cuando el maestro entró de repente y sin darme cuenta el castaño estaba de nuevo sentado a mi lado. O yo al lado de él, cómo sea. -"Soy el profesor Terada, y seré su profesor de música"-
Hice una mueca. A mí, la música no se me daba muy bien que digamos. De hecho, de oído no tenía nada, y estaba casi segura que mi voz podía competir contra la gaviota de la sirenita. Hum… ¿Squerel? Nah, quién sabe.
-"Al ser parte del mundo del las artes tienen que conocer, aunque sea someramente, sus diferentes expresiones. Aunque ustedes sean exclusivamente bailarines tienen que estar versados en diferentes temas. Entre ellos la música… no cantaremos, no tocaremos ningún instrumento, tan sólo nos deleitaremos con ella y necesitan saber de ella… porque ustedes son la interpretación física de la música. Así que comencemos"-
Eso me llenó de un profundo alivio.
La clase continuó con los grandes intérpretes de la música clásica. Según el profesor los veríamos uno por uno hasta hartarnos de ellos, conoceríamos su forma y su estilo y los matices que usaban para crear tan hermosas melodías ¿Matices y estilo? No tenía la menor idea de lo que era eso, pero seguro era algo para diferenciarlos unos de los otros.
Tomé nota de algunas cosas que dijo, no había tenido mucho contacto con la música y no sabía mucho de ella. Tan sólo escuchaba lo que a mí me gustaba, lo que me llegará al alma, y ya. No tenía oído, como he dicho anteriormente, para poder distinguir algo bueno de algo malo, o de algo completamente malo. Tan sólo oía lo que a mí me gustaba.
De vez en cuando observaba a mi compañero. No había podido ver bien su rostro, sólo podía ver trozos de su perfil. La mandíbula cuadrada, la piel ligeramente bronceada, su cabello chocolate y sus enormes pestañas. Oh, y su nariz aristocrática.
¿Qué qué era eso? Quién sabe, pero estoy segura que a él le queda el término. Siempre lo he leído en libros románticos en el que protagonista tenía esa nariz específicamente, nunca describían cómo era, pero decían que la tenía. Así que lo diré. Él la tiene.
No había volteado ni una sola vez a ver al maestro o a otra cosa. Seguía con la mirada pérdida en la ventana ¿Qué veía? No sabría decirlo y no estaba segura que viera algo. Pero todo mi ser se removía de curiosidad ¿Por qué? Por nada en especial, simplemente soy curiosa.
Recogí mis cosas cuando la clase acabó. El castaño, tomó su mochila y salió, prácticamente, corriendo. No lo culpaba la verdad, yo me estaba muriendo de hambre. No había podido desayunar por obvias razones, así que mi estomago rogaba por algo de comida.
Tomé mi mochila y me la colgué al hombro. Acomodé mi boina y salí en busca de la cafetería. Me hubiera perdido de no ser porque todos los alumnos se dirigían al mismo lugar. La Academia era enorme y a mí se me daba fácil perderme, así que lo mejor sería que me consiguiera un mapa.
Me paré al final de la fila con charola en mano y mi apetito exigiendo comida.
Hum… ¿Patatas? Eh, no.
¿Arroz? Claro.
¿Pescado? Eh… no.
¿Pollo salteado con almendras? Wow.
¿Pastel de frutas de la temporada? ¡Por supuesto!
Localicé una mesa con algún asiento disponible, había algunas al final de la cafetería, pero en medio, había una con apenas cinco personas, me dirigí para allá.
-"Está ocupado"- alcé una ceja ante el tono arrogante.
-"No veo a nadie"- la chica con el cabello más rubio que he visto me sonrió de manera burlona. Era bonita, pero la mueca de disgusto en su rostro era bastante desagradable.
-"Está mi mochila"- y dicho colocó su mochila ahí.
Respira Sakura, es tú primer día de clase. No te pelees con nadie.
Me encogí de hombros y me giré para localizar otra mesa, hasta el fondo de la enorme cafetería había, no había necesidad de sentarme en medio justamente, sólo que era más fácil. Cuadré los hombros y sin importarme las risas a mi espalda fui derechito para allá. Dejé mi mochila a un lado, me senté y comencé a comer. Mi boca se torció.
Vaya, sabía simplemente horrible.
El pollo estaba crudo, el arroz no tenía sabor y el pastel de fruta estaba salado. Parecía una comida hecha por mí. Ah, qué horrible. Me concentré en el arroz, al menos no sabía a nada, así que no hacía muecas cada vez que lo probaba y tenía que comer algo. Aún me faltaba una clase de dos horas y no quería desmallarme en medio de ella.
Seh, soy exagerada ¿Y qué diablos?
-"¿Me puedo sentar?"- levanté el rostro de mi insípido arroz.
Una chica menuda, pequeña, con cara de duende me miraba con unos ojos saltones brillantes. Su melena rojiza caía en ondas, sin ningún orden o sentido, sobre su espalda. Su falda era cortísima y su blusa se le pegaba como segunda piel. Y a pesar de todo ello, se veía bien. Le quedaba. Había cierta armonía en ella, no podría definir cuál exactamente, pero la tenía. Yo con un atuendo de esos parecería mujer de la mala vida.
-"Claro"- quité mi mochila y ella se sentó al lado de mí.
-"Eres nueva"- afirmó.
-"¿Muchos lo son, no?"- dije con obviedad. Incluso tú pareces nueva. Con todo tu sentido estrafalario… te queda, chica. Pero esto es una escuela.
Se rió de manera estridente y rara. Como un gorjeo, me mordí el labio para no reírme yo, de su risa. Eso sería maleducado y yo no soy una persona maleducada, para nada.
-"No, no. La mayoría ha estado en los cursos de propedéutico. Muy pocos alumnos nuevos entran"-
Hágase la luz.
Todo mundo sí se conocía. Por eso era muy difícil llegar como la nueva y hacer amigos o incluirme en algún grupo. Ah, pero qué idiota. Nunca me puse a pensar en eso… ya que muchos estuvimos ahí para las pruebas hace seis meses. Recuerdo que había filas y filas y si no fuera por el gruñón de Touya, hubiera tardado más horas en llegar hasta adelante de lo que tardé, con su gran habilidad para ahuyentar a todo el que se le ponía enfrente, movía a unos cuantos para pasar. Seh, era un problema que esa mirada rabiosa se posara en ti, pero si lo hacía en alguien más y era para tu beneficio… bueno, te mordías la lengua y no decías nada.
-"No lo sabía"- dije con desgana.
-"Oh, no te preocupes, puedes estar con nosotros"- levanté una ceja.
-"¿Nosotros?"- pregunté porque ella sólo era una, tal vez sufría de personalidad múltiple, como una compañera que tuve unos años atrás. No recuerdo todos sus nombres, pero a veces le gustaba que la llamaras Pluma flotando. Raro. Además… ella llegó a sentarse a mi mesa.
-"Sí, ahí vienen los demás"- señaló al final de la cafetería y ahí estaban.
La sarta más grande de inadaptados que había.
Se acercaban hacía nosotros tres chicos y una chica de lo más raros. La chica tenía un peinado extraño de muchos colores. Su ropa era algo estrafalaria y parecía que nunca hubiera conocido la palabra combinar. Los tres muchachos tenían sonrisas bobas en su rostro y cada tanto se aventaban los unos a los otros.
Uno de ellos tenía todos los pelos plateados en punta y apuntando a diferentes direcciones. También tenía los ojos delineados de negro, así como toda su ropa. Tenía un extraño collar de picos y sus pulseras eran gruesas correas de cuero. Otro era un nerd hecho y derecho. Con el chalequito, la camisa a cuadros, los lentes de botella, los pantalones subidos a su cintura y los libros en el brazo. Y también tenía el cabello plateado. El último se veía bastante normal, excepto por la chamarra de cuero un poco grande y los lentes obscuros, también un poco grandes que cargaba.
Pero se veían buenas personas, me repetí unas diez veces.
Y con ese pensamiento les sonreí.
Porque nunca hay que juzgar la envoltura de las cosas, siempre tienes que fijarte en el interior…
A veces las apariencias engañaban.
-"¡Chicos! Quiero que conozcan a la nueva"- se acercaron y se sentaron riendo.
-"Hola, nueva"- yo sonreí.
-"Oh, se me olvidaba. Disculpa, pero ¿Cómo te llamas?"- agité mi mano quitándole importancia.
-"Sakura. Kinomoto, Sakura"-
-"Mucho gusto, Sakura. Mi nombre es Rika"- señaló a la otra chica de peinado multicolor-"Ella es Chiharu. Él es Yue"- el muchacho darketo-"Él es Yukito"- el chico nerd-"Y él es…"-
-"Permite que me presente por mi cuenta, por favor"- él último chico, el de los lentes de sol enormes, me sonrió de lado mandando escalofríos nada placenteros por mi espina dorsal-"Mi nombre es el hombre de tus sueños"-
-"¿Hoe?"- los demás rieron.
-"Vamos, deja a la pobre de Sakura"- Yukito me sonrió-"¿Te podemos llamar por tu nombre, verdad?"-
-"Sí, claro"-
-"Entonces, por favor, llámanos de igual manera. Que no te intimide este idiota, se cree el Romeo de Julieta"-
Sonreí.
-"Y su nombre no es Romeo, definitivamente. Es Daisuke"-
-"Pero todo mundo me dice Tabo"-
-"¿Por qué?"-pregunté curiosa, porque Daisuke no tenía nada que ver con Tabo, no sé, tal vez yo hubiera usado algo como Dai, o Suke, o… Daisu…o ¿Daike ?Nah.
Yue rió.
-"Ya no lo recordamos"- me reí porque eso pasaba siempre.
-"Bien, mucho gusto, chicos"-
Comenzamos a comer en medio de una agradable plática. De lo que habían hecho el fin de semana, en las vacaciones. Me enteré que Yue y Yukito eran gemelos, pero no se parecían en nada. Ellos decían que salidos de bañar eran igualitos, sin el maquillaje de Yue y sin los lentes de Yukito. También me preguntaron por mi familia y por mi antigua escuela. Se sorprendieron porque yo había ido a una preparatoria común que no tenía que ver nada con las artes.
-"Así que te enseñó una profesora de tu ciudad"- asentí.
-"La profesora Kaho era muy buena"- sonreí recordándola-"Ella me enseñó el amor por el baile, y heme aquí. Tratando de entrar a este mundo"-
-"Es bueno tener a alguien de Danza entre nosotros"- comentó Chiharu.
-"¿En qué carrera están ustedes?"-curioseé.
-"Nosotros en artes visuales"- señaló Yukito-"En todo lo que tiene que ver con la electrónica de los equipos, los efectos especiales y esas cosas"-
-"¿Están en la misma carrera?"- pregunté sorprendida. Yue me sonrió.
-"Te digo que no somos tan diferentes como nos ves"-
-"Yo estoy en pintura"- eso explicaba la tendencia de los colores de Chiharu.
-"Yo estoy en teatro"- se señaló Rika-"Y soy muy buena"-
Me reí.
-"No lo dudo"-
-"Yo estoy en dirección"- Daisuke, o Tabo, dijo muy orgulloso-"Ya sabes, no muchos tienen el don de ser lideres y de tener la visión para dirigir"- Yue le lanzó una servilleta hecha bola.
-"Sí, visión. Al menos no se ha atorado con sus propios pies, cuando está dirigiendo"-todos se echaron a reír cuando Tabo hizo una mueca de disgusto.
Era agradable estar con ellos. Seguimos comiendo y cuando llegó el momento de regresar a la clases me encontré un poco triste porque ninguno de ellos iba en las mimas clases que yo. Ni siquiera en el mismo lado de la Academia.
Y eso era triste porque no conocía nadie y no creía encontrar personas tan abiertas como ellos, por lo poco que conocía de mi clase ellos nos querían hablarme.
Los cinco íbamos hacía la salida de la cafetería cuando lo vi.
Estaba segura que era el mismo chico. El chico misterioso, medio sangrón, de cabellera chocolate. El mismo con un perfil atractivo. Y que lo dioses me ayudaran porque no era lo único atractivo en él. Era toda una delicia. No podía decir con exactitud qué tan alto era porque no estaba al lado de él, pero era mucho más alto que yo. También traía una chaqueta de cuero, pero lejos de vérsele grande o chica o algo,le quedaba como guante. Su cabello castaño caía en su frente de forma graciosa y todo él estaba despeinado. No podía ver con detenimiento sus ojos porque los tenía un poco escondidos viendo a la chica que iba al lado de él.
Una belleza también.
-"Ni lo pienses"- volteé mi cabeza rápidamente hacia Rika.
-"Lo sé. Su novia es preciosa"- dije un poco apagada y apenada porque me encontraron mirándolo… seguramente idiotizada, cosa que no me pueden culpar, me consolé.
Todos se echaron a reír.
-"Ella no es su novia"- eso, inexplicablemente me puso de muy buen humor.
-"¿Ah, no?"- ella se rió ante mi tono alegre.
-"No, pero no lo decía por eso"- negó-"Me sorprende que no conozcas a Li Shaoran, si va en Danza también"-
Y mi boca formó una perfecta "o".
-"¿Él es Li Shaoran?"- había leído de él tantas veces en los reportajes de espectáculos. De hecho, en verano él había protagonizado el Lago De Los Cisnes. Recordé la foto en la que salía abrazando a su coprotagonista.
-"¿No sabías que iba en esta escuela?"- negué.
-"No sé mucho de él"- admití-"Tan sólo leo sus criticas… me saltó la parte de los chismes"- de hecho lo único que sabía de él era su edad. A sus dieciocho años era una obra de arte danzando y nunca lo había visto fuera del ballet. Todas las fotos que tengo en mi memoria de él son danzando, dando una pirueta, un doble pero nunca le presté verdadera atención.
Un bah para mí.
-"Oh, eso lo explica"- y de nuevo los demás rieron.
-"¿Qué explica?"- pregunté con confusión.
Tabo pasó su brazo por mis hombros acercándome un poco a él.
-"Oh, mi querida Sakura. Lamento bajarte de tu nube personal respecto a Li pero es mejor que lo sepas ahorita antes de que hagas un oso, como muchas ya lo han hecho"- lo señaló con la cabeza y yo lo volví a ver.
Se estaba riendo.
Y era hermoso.
-"Es gay"-
Me mordí el labio tan pronto como la información llegó a mi cabeza. Mi yo pequeña e imaginaria negó con la cabeza y pateo las letras en mi mente. Hizo un berrinche, sacó el labio inferior y se negó a creer lo que él decía.
Es gay.
¡Ay, no por favor!
-"Li Shaoran es gay"-
Y vaya que las apariencias no lo eran todo. Porque no importaba lo varonil y perfectamente atractivo que fuera. Nunca sabías lo que hay debajo de cada persona. Lo que es cada persona. Y lamentablemente, él era gay.
Vaya.
MI pequeña yo y yo comenzamos a llorar.
Nota de autora: Hola, chicas. Heme aquí con otra nueva locura. Hmmmm ya dirán un montón de cosas de mí, pero caray, este capítulo no me dejo satisfecha hasta ahorita y he tenido un bloqueo mental horrible. He decido subir el capítulo para sentir presión, trabajo mejor así. Si siento presión de que tengo que publicar entonces me pondré escribir, y lo sentiré más. Espero, espero, espero que funcione porque no me agrada nada estar sin escribir.
Bueeeeeeno.
No, por favor quiero aclarar que no es una historia en donde él es gay y ella se enamora de él y después él se da cuenta que siempre sí le gustaban las mujeres. No lo es. Noten el nombre del fic, todo se reduce a eso.
Espero que les haya gustado.
Agradezco sus comentarios, criticas, tomatazos… todo en su medida es bienvenido.
Gracias, se les quiere, Kary.
Oh, oh… ¡Feliz Navidad y Año nuevo! Algo tarde, pero nunca está de más felicitarlas a todas y desearles todas las cosas lindas, buenas, maravillosas de este mundo.
