Uy, primero que todo, Hola, mi nombre es Pilar y soy chilena... que presentación más aburrida, pero digamos que no soy el ser más fácil para desenvolverse. En fin este es mi primer Fic, de mi pareja favorita (aunque no la única). La historia que tengo en mente es de lo más... ¿tierna? Bueno no sé si tierna sea la palabra, pero en este momento no hallo la que más se adecue, solo les puedo decir que será divertida, variada con muchas parejas en general, harto de Tercera Generación y puede que un poco de los mayores. No es la primera vez que escribo algo, pero nunca lo había hecho acá. Tratando de no dar tanta lata y esperando que les guste lo que escribo, lo dejo pues. Soy bastante olvidadiza y despistada, pero tratare de subir capítulos constantemente para tenerlas al día. Eso si yo soy de capítulos largos y los reviso sus siete veces (puedo tener como quince páginas escritas, pero borro todo si no me gusta) a lo mejor me tarde un poco, pero tratare de que sea lo menos posible. Ya me callo, comenten si les gusta y si no también xD. Besitos desde mi Chile lindo hermoso precioso de constantes temblores, fuertes temporales, volcanes erupcionando, protestas con lacrimógenas (de las cuales participo fielmente), donde la educación es más cara que una casa y la policía es una mierda. Cuídense y Luchen. Peace
Disclaimer: soy una genio lo sé, pero no cree Harry Potter, la idea pertenece a JKR lo demás es solo mío. MI TESORO xD... sin ánimos de lucro, no me hago millonaria por esto :(
Summary: Rose era un desastre en las relaciones de pareja, Scorpius se sabía todas las técnicas para engatusar. Juntos eran como dos explosivos. "Necesito tu ayuda", "Necesito un Aceptable en Pociones". Trato hecho, pero las cosas no resultaron como esperaban.
Nota: Comencé a editarlo para traer un mejor trabajo y terminar Starlight como debió ser desde un principio. Espero leerlas prontamente y llegar con nuevo capítulo :)
Starlight
La estación de King Cross estaba cada vez más llena, dificultando la respiración de todos los presentes. Sin embargo una hermosa chica de pelo rojo oscuro, lleno de rizos ensortijados que le rozaban el principio de su cintura, tenía sus grandes ojos azules puestos un libro de grueso tamaño.
― Enciclopedia, de cuerpo humano. Interesante ¿no? ― Miró afablemente a su padrino y le sonrío – Sé lo que significa, viví con mis tíos en la niñez y estudié en un colegio Muggle durante seis largos años. No es algo raro para mí.
— Tío Harry, créeme, no se me olvida esa parte de tu historia. Los libros de magia post guerra, no dejan de recalcar que el "salvador" — Hizo las comillas con los dedos en el aire — vivió con sus tíos Muggles sus primeros años.
— No me considero un salvador, Rose, solo hice lo que tenía que hacer y aproveché las armas que tuve para eso. Aparte tus padres también son héroes, sin la inteligencia de tu madre, la astucia de tu padre y obviamente sus constantes salidas de libreto, creo que las cosas no hubiesen funcionado. — aseguró.
— Tío Harry ¿No le aflige un poco, ser centro de atención? Digo para mí sería algo terrible. ― A través de los lentes redondos, Rose pudo percibir cierta incomodidad. Se le acercó mesurado y bajó el tono completamente.
— A veces lo odio, pero es una consecuencia de algo bueno que hice. Si fuera conocido por ser una persona de malos sentimientos, creo que sería mucho peor… — El "niño que sobrevivió" le regaló una sonrisa llena de complicidad.
— O mejor. ― dijo Rose, interrumpiéndolo. — La mayoría de los criminales quiere que sus fechorías salgan a la luz. Como no pueden destacar por sus talentos, lo hacen a través de su mal obrar — Su tío le acarició la cabeza y asintió con sentida emoción.
— Contigo siempre se puede tener una conversación interesante, sea el lugar que sea. Eres tan parecida a tu madre. – En su cabeza recuerdos de Hermione repitiendo como loro todo lo que sabía lo emocionaron. Rose era tan inteligente como ella y una chica preciosa.
Le pasó un brazo por los hombros, instándola a volver donde estaba toda la familia reunida, que esperaban ansiosos la llegada de los más impuntuales.
— Y patosa como mi padre. De repente pienso, como mi mamá tan lógica que es, se casó con el hombre más irracional e impertinente que conozco, pero al verlos juntos se me disuelven todas las dudas: Ellos hacen la dupla perfecta. Se complementan excelentemente. — Su padrino asintió con vehemencia.
— Siempre supe que terminarían juntos. Desde que los conozco eran el uno para el otro. Míralos ahí, ya Hermione lo está retando y tu papá le sonríe como bobo. ― La soltó del abrazo y le toco la nariz con la punta de los dedos. ― Eso se llama amor, pequeña saltamontes.
— Tío, el amor es una estupidez que hace que la gente haga tonterías y se humille. Yo opino que lo mejor es buscarse alguien que nos acompañe, pero con el cual no se compartan muchas cosas, porque si no te lastiman. — Cuando su padrino le iba a replicar, se acercaron los padres de la pelirroja.
— Mi pequeña bebé ya te vas a ir a tu sexto año en Hogwarts. – Dijo Hermione con tono sentido.
Rose se vio envuelta un perfume cítrico, que desde que tenía memoria su madre usaba. Donde lo oliera, le traía de inmediato recuerdos de esa guapa y fuerte mujer.
— Hermione, no la hagas pasar vergüenza. – pidió Ron. — Mi nena. — la chica lo miro asesinamente – Rosie, ya está grande.
— Entonces ya puedes tener novio. — alertó su tía Ginny agregándose a la conversación y mirándola fijamente con ojos brillantes y llenos de agradable mofa.
El no de cinco hombres, se escuchó en toda la estación.
— ¡Ron! Rose está grande. ― le hizo ver a su marido, para luego dirigirse a la pelirroja — Tienes permiso para tener novio, mi amor.
— ¡Papá, dile algo a mamá! Después yo voy a hacer el que tendrá que aguantar al imbécil que esté flirteando con ella. — Rezongó Hugo.
Estaba casi tan alto como su padre, pero no llegaba ni a la barbilla de Albus y James, aunque por cómo se veía, no dudaban que en corto tiempo estaría a su par. El hijo menor de Ron y Hermione mostraba un futuro muy prometedor.
— Cuidadito con ese tono, Hugo. — Le advirtió. — Rosie está grande para poder tomar decisiones, pero no para tener novio. Por lo menos hasta los veinticinco, cuando conozca de cerca la atrocidad de los hombres y quede desencantada de ellos. – Argumentó el pelirrojo, siendo apoyado por todos los primates que estaba a su lado. Llámese James, Hugo, Albus y su amigo Harry, pensó la pelirroja.
— Son unos trogloditas. — Vociferó fuertemente su tía pelirroja. — Cuando yo iba en quinto año tuve mi primer novio.
A su marido e hijos no les causo gracia eso. Rose estaba roja de vergüenza por ser el centro de atención ya que no le gustaba en ninguna de sus formas y mucho menos por un tema que para ella no tenía gran significado o no poseía valor en ese instante.
— Mamá, que terrible. — Le reprochó el mayor — Todos nos pueden escuchar. – Masculló entre dientes.
Una voz delicada y femenina se escuchó tras todos ellos.
— A mí me agrada. ― murmuró con delicadeza.
Todos miraron a la pequeña pelirroja de catorce años que les sonreía. Su pelo lacio y rojo fuego, la hacían ver angelical y traían a la memoria la cara de Ginny a su misma edad, pero con sus ojos eran iguales a los de su abuela, de la cual poseía el nombre. Lily.
— ¿Qué te agrada? — le preguntó Albus.
— Que mamá haya tenido novio siendo joven. Quince años es la edad perfecta para poder hacerlo. Aaunque Rose vaya a cumplir luego los dieciséis, todavía entra en el rango. Siento que antes seria solo para probar y después serias algo vieja. — Todos quedaron sorprendidos.
—Pequeña, tú por nada del mundo vas a tener novio. Ni treinta y seis años son la edad perfecta para echarse uno – Le advirtió James con sonrisa ganadora y pagado de sí mismo.
— Sinceramente, creo que todo esto es una estupidez. Los celos fraternales apestan, por decir lo menos. Cuando las chicas crean que es la hora, será la hora y tendrán que aceptar al susodicho. ― Habló lógica y enérgicamente Hermione, haciéndola sentir aliviada y comprendida. Tampoco era que fuese a tomar sus palabras a rajatabla, pero por el momento no le interesaba enfatizar los celos de sus familiares por estar ennoviada. – Rose ¿llevas todo? – De esa forma, la conversación sobre posibles parejas acabó.
De a poco comenzaron a llegar sus primos y amigos abarrotando aún más la estación.
Por un lado estaban Molly y Lucy, ambas de pelo casi naranja y nariz respingona. La primera iba en su segundo año de crianza de dragones, siendo asesorada por Charlie – él los obligaba a llamarlo por su nombre, ya que odiaba el mote de "tío", además seguía soltero, y no quería espantar mujeres por tener sobrinos tan grandes. Según él aumentaban su edad. – Al principio de su carrera, había tenido que luchar un montón para ganarse el permiso de su padre, porque a Percy lo atenazaba el temor de que algo le fuese a suceder estando cerca de esas criaturas, pero finalmente, y sin ningún argumento de peso, tuvo que aceptar. A fin de cuentas, era el sueño de su hija. Lucy, que se encontraba a la izquierda de su hermana, jugueteando con su cabello, era una de las más cercanas a Rose. Se llevaban por un año, aunque las diferencias no se notaban. Lucy podía jactarse de ser la más amorosa de todos los Weasley y tener el dudoso record de haber oído de todos los problemas de su familia. La pelinaranja sabía todo de todos. Era una bomba.
Un poco más allá, Rose notó que estaba su tío Bill con el resto de su prole. Victorie jugaba con su cabello rubio, desesperando a su madre que le pedía a punta de advertencias no verbales que parara. La mayor de los Weasley Delacour amaba destacar, aunque no era vanidosa. A sus 22 años ya se encontraba trabajando en el ministerio de magia como intérprete. Dominique, que meneaba la cabeza con cansancio, estaba en su séptimo año en Hogwarts, al igual que James y Fred. Ambas tenían el pelo rubio platinado, pero las diferenciaba el tamaño; Victorie tenía el cabello hasta la cintura, mientras Dom lo dejaba hasta bajo su barbilla, dándole un toque más parisino y sofisticado. Louis, que estaba bufando desesperado por la pelea de su hermana con su madre, era el único pelirrojo al igual que su padre. El pelo liso y ojos celestes lo volvían en una tentación para población femenina de Hogwarts. Poseía el mismo porte que su hermano Hugo y a pesar de tener 14 años, ya se corría el rumor de que le gustaba "pernoctar" con estudiantes mayores.
Roxanne y Fred estaban juntos a sus padres riendo de alguna tontería. La primera era una morena espectacular de casi 15 años, pero que prometía convertirse casi en una modelo de pasarela por esa belleza onírica. Sus ojos azules, acompañados de su tostado natural causaban sensación y ella lo llevaba con orgullo, diciendo todo el tiempo, que no necesitaba del sol para mantenerlo así. Su hermano era muy parecido a su tío Fred, que en paz descansaba, esa sonrisa traviesa en los labios característica de él y ese color de pelo rojo chillón, pero tenía los ojos de su madre, avellana oscuro y una nariz respingada. Era bastante agraciado para la población femenina del castillo, pero no se aprovechaba de eso.
James, Lily y Albus que estaban a su izquierda, discutían acaloradamente algo de Quiddicht. Reparó en su primo James, de pelo desordenado y negro, ojos traviesos y azules como su madre. Iba en séptimo y las chicas morían por él, salía con una y con otra cada semana, aumentando su ego. El único que le hacía el peso en cuanto a mujeres se trataba era Scorpius Malfoy, pero él no era tema para ellos. Albus, de pelo negro, pero ojos verdes como su padre también era muy guapo, pero más recatado y a pesar de que si tenía mujeres no hacia alarde de ello y no eran tantas tampoco, iba en el mismo curso que ella, haciéndolos que fueran muy amigos, los mejores se podría decir. Y su prima Lily, que le hacía honor a su tía con su segundo nombre, tenía catorce años. Era despistada y soñadora, pero muy centrada y tierna con la gente. En su vida no había rencor, pero tampoco la hacían pasar por estúpida. Estaba enamorada desde siempre de Lorcan, el gemelo Scarmander hijo de su madrina, pero él era muy lógico y centrado y no la tomaba mucho en cuenta, porque la encontraba muy niña. Nadie sabía de ese secreto solo Rose y Roxanne y aunque no se echaba a morir por la indiferencia del rubio, igualmente sufría.
Y acordándose de los reyes de Roma, al frente de ella estaban los gemelos Scarmander: Lysander y Lorcan. Iban en el mismo curso que ella. El primero un desastre, se juntaba con Fred y James para hacer travesuras, a pesar de ser un año menor que ellos. Era osado y desordenado, siempre estaba feliz y vociferaba su amor a los cuatro vientos para su prima Roxanne, ambos mantenían una relación bastante seria desde hace más de un año y era sabida por todos. Lorcan era centrado y muy callado, con su pelo rubio liso y cortado prolijamente, se veía como el chico bueno que había que desordenar, por lo mismo, tenía un montón de chicas a su haber, haciendo sufrir a su prima.
Mascó la rabia, a veces la vida era tan injusta. Lily siendo tan hermosa, era casi despreciada por el Scarmander mayor y aunque no podía odiarlo, a veces deseaba darle unas buenas patadas para hacerlo reaccionar. Le dolía no poder consolar a su prima menor.
— Analizando la familia ¿eh? — Siguió a la voz y sonrío al ver el color fucsia chicle del pelo del recién llegado.
— Me gusta ese color, Teddy — El joven le revolvió el cabello, a pesar de sus veinticuatro años era todavía un niño en el cuerpo de hombre — Pensé que tenías misión. Al menos eso dijo tío Harry.
— Ser Auror no lo es todo en mi vida, Rose. Tenía que venir a despedir a mis primos. No verlos durante meses me apena un poco — Dijo apenado, aunque Rose sabía que no era del todo cierto.
— No creo que estés tan solo. Victorie, no lo permitiría — y una risa contagiosa los envolvió — ¿Cuándo se casan?
— Cuando estés fuera de Hogwarts, bueno cuando estén todos fuera. — La chica enarcó sus cejas. A Lily le quedaban al menos 3 años más.
— Creo que buscan excusas. Cásense y ya — Le dijo palmeándole el brazo.
— Nunca buscaría una excusa para no estar cerca de mi veela favorita, pero siento que todavía no es el momento. Aparte si me caso tiene que ser por lo grande. Nana Molly no me perdonaría si llegara casado de Las Vegas. – Le aseguró con mirada resignada. Rose solo puedo asentir.
— Ninguna de estas mujeres te lo perdonaría. A mí me da lo mismo. Ustedes tienen que ser los felices, no los demás. ¿Qué hora es? Siento que llevo siglos esperando en este anden. — Teddy levantó su brazo y miró el reloj Muggle que reposaba en su muñeca.
— Según esto son dos para las once. ― le informó. ― Pelirroja, pórtate bien. Eres la más centrada de todos acá, controla a los chicos para que no peleen con los Slytherin, pero aun así supera al engreído de Malfoy. ― A pesar de ser primos en segundo grado, Teddy no tenía una relación cercana con Scorpius.
— Tienes actitudes parecidas a mi padre. Me dice que me porte bien, pero que destroce al rubio tentación de Hogwarts. En fin, no me preocupa, él no es tema para nosotros, a menos que nos busque.
— Y los buscará, invadirá sus espacios. Desde que tengo memoria has despotricado contra él. — La chica solo sonrío.
— Lo odio. – confesó sin inmutarse. — Teddy, voy a subir porque me cargan las despedidas de mi madre y quiero hacerlo lo más rápido posible. Te quiero pelo de chicle, nos vemos en una próxima ocasión. — dándole un leve abrazo, se marchó acercándose a sus padres. — Ya mamá — Hermione estaba con los ojos aguados, ¿Por qué tenía que ser tan melodramática? Pensó Rose. Ella que siempre se jactaba de ser súper lógica, lloraba como Magdalena al ver partir a sus hijos a Hogwarts. Al parecer olvidaba que también había pasado por lo mismo y odiaba que la abuela Jane se echara al suelo a gimotear.
— Rosie, por lo que más quieras, mantén la calma de todos allá. Cualquier cosa nos escribes ¿entendido? No quiero que te portes mal, evita las discusiones con los Slytherin. ― Entornó sus ojos. ― Bueno, evita que tus primos lo hagan. ― Segunda vez en el día que recibía ese consejo — Te quiero hija. Da lo mejor de ti. Estamos orgullosos. – Los típicos discursos de la despedida, pero no iba a decir nada, no quería hacer sentir mal a su madre – Cuida a Hugo.
— Ahora es al revés, él tiene que cuidar de ti. – Replicó su padre, dándole un gran abrazo a sus dos hijos y besando sus cabelleras. — Los amo. Vayan, la sala común de Gryffindor los espera.
Se despidió de todos y subió rápidamente al tren, buscando un compartimiento para no tener que andar desesperada después por quedarse a la deriva en el pasillo del tren.
Todos sus primos y su hermano fueron a buscar a sus amigos y compartir las experiencias de ese verano. Cuando oyó el pitido de salida miró por la ventana y se despidió de su gran familia que meneaba las manos con fervor. Parecía las despedidas de la época victoriana. Sus pensamientos dejaron de abordarla al escuchar la puerta abrirse. Lily entró con la cabeza gacha.
— ¿Qué pasa? — Le preguntó, sentándose a su lado. Lily giró la cara — Dime.
— ¿Qué crees tú? Lorcan obviamente. ― respondió como si fuera lo más obvio. — Sin querer me metí en un compartimiento buscándote… tonta de mí. – Paró un momento para tomar aire ― Llegué a los de Hufflepuff sin darme cuenta y abrí uno para encontrarme a… — carraspeó. — A él con una chica de esa casa. Alondra Valenti. Se estaban devorando. Cuando me vio no supo que hacer y paso sus manos por su pelo, cerré lentamente y me vine lo más digna para acá. Maldita sea Rose, somos brujos y no tenemos una puta pócima de "olvido para malos amores". En el mundo Muggle las que se creen como nosotros dicen que con magia negra puedes amarrar a alguien, pero yo solo quiero olvidar. — Sus ojos estaban bañados en lágrimas.
— Mi pequeña — La abrazó fuertemente, poniendo su mentón en la cabeza de la pelirroja absoluta — Tienes catorce años, ya conocerás a alguien que de verdad te valore. Y no es que Lorcan no te quiera ni te mire en menos, pero creo que está preocupado de otras cosas, como pasarla bien y sabe que a ti no te puede tomar a la ligera porque se le tiran todos encima. — Buscó la cara de la menor de los Potter para verle sus ojos verdes como los de su padrino y abuela. — Eres hermosa, ya llegará el adecuado.
— Soy una idiota. Desde hoy prometo no volver a llorar por él ― Rose quiso decirle que no era bueno prometer con las emociones a flor de piel, pero prefirió guardar silencios. No le reprocharía esa promesa cuando la viera romperla. Por el momento el tema quedaba terminado, aunque tenía claro que en cualquier momento volvía a salir a colación.
— Tengo hambre. — Se quejó la pelirroja mayor — ¿Quieres algo? Un chocolate aliviara un momento la pena, creo yo. Al menos eso dice la ciencia. – Justificó, sacándole una sonrisa a su prima. — Te traeré ranas. – Le dijo, saliendo del compartimiento en busca del carrito de dulces, pero a simple vista no se veía. Cuando estaba perdiendo la esperanza lo divisó, pero estaba a la altura de los compartimientos slytherianos. A la mierda, tenía hambre y no se iba a acobardar por unas serpientes amargadas con lengua viperina.
Llegó donde el carrito y comenzó a buscar sus monedas en los bolsillos.
— Señorita Weasley ¿Qué desea? — Le preguntó amablemente la anciana mujer llena de canas y con un prendedor de araña.
— Espéreme un poco, estoy buscando éstas lindas monedas – metió sus manos en el jersey tipo canguro que llevaba puesto, pero para su desgracia no estaban ahí. Bajó las manos hasta el bolsillo del jeans para poder palpar las condenadas Knut. — Quiero cuatro ranas de chocolate y dos varitas de regaliz, perdón tres. — La mujer buscó lo indicado.
— Diecisiete Knut. – Por la mierda tenía solo quince. No tuvo más remedio que dejar una rana. Casi haciendo un puchero y maldiciendo su desfalco monetario, se retractó de su pedido. Ni rebuscando en los bolsillos más recónditos de su ropa, encontró monedas sueltas de algún olvidado vuelto anterior.
— Deme tres ranas de chocolate, mejor. — Recompuso. La señora dejó una en su lugar y le pasó las otras. Cuando no podía sentir más rabia y vergüenza, las cosas tuvieron que empeorar.
— Weasley — esa maldita "s" tan arrastrada característica única de un solo ser humano. Levantó sus ojos y vio los de color mercurio fijos en ella. — Como toda tú familia andas corta de dinero. — Se fijó en él. Era alto, con suerte le llegaría al mentón, su pelo no era tan rubio como el de su padre, pero se veía muy fino. Éste caía desordenado por su frente, teniendo un corte moderno, un poco rapado a los lados y más frondoso en el medio, por la nuca tocaba el comienzo de su suéter, que era de rayas grises y verdes. Como su casa, pensó ella. Su nariz larga y fina, estaba sobre unos labios igualmente finos, pero el de abajo siendo más grueso. Ese zarcillo que brillaba en su oreja izquierda, le daba un toque de malo que no se la aguantaba, sin contar que se veía mucho más musculoso que antes y mil veces más guapo.
—No tenemos por donde derrochar, Malfoy. Si quieres puedes hacer la buena acción del día y regalarme una rana. — El chico enarcó una ceja e hizo un amague de sonrisa.
— No soy una persona caritativa, Weasley. Prefiero dar y recibir inmediatamente. Así son los negocios ¿no? — Rose con la boca fruncida y el orgullo muy pisoteado, se giró.
— Te creo, maldito imbécil. — Caminó dignamente hacia su compartimiento, no tenía ganas de confrontaciones el primer día.
Cuando se encontró dentro del vio a todas sus primas reunidas en algo parecido a un Aquelarre, hablando todos los alumnos y como habían llegado ese nuevo año.
— Rose, verdad que Stevenson tiene buenas piernas. — La interrogativa se formo en su cara. No sabía de quién hablaba su prima Lucy. — Alexis Stevenson, ¿el de sexto? — La seguía mirando raro — ¿Ravenclaw? — Se le estaba encendiendo la ampolleta — ¿Guardián?
— Puede ser, en realidad no le miro muchos las piernas. — Todas se giraron — ¿Qué les pasa? Anda como inquisitivas hoy día. ― Todas alzaron las cejas. Recién se venían a ver y la pelirroja ya se ponía a la defensiva.
Algo le pasaba.
— Vienes muy seria. ― Rose meneó la cabeza, negando lo dicho por su prima. Solo se sentía molesta por el encuentro, nada más.
— Estoy algo cansada, me agota viajar. Les traje ranas, pero tienen que compartirlas, se me olvido llevar más dinero. — Justificó. Las chicas se miraron entre sí y siguieron su conversación ignorando cualquier cosa.
Quería ver a su amiga, Matilde Adams, pero salir nuevamente y encontrarse con seres indeseados la agotaba de inmediato. Mejor era esperar al castillo para así ponerse al día y olvidar por un momento esos ojos fríos y cínicos de color metal.
Los ojos de Scorpius Malfoy.
Fin del primer capítulo. Saludos, bellezas.
Pd: El corte de pelo de Scorpius es algo así como undercut. Si quieren lo googlean y babean conmigo xD
Pd2: Éste capítulo ya fue editado. (Agosto 2015)
LilyLoop
