Capítulo 1: "El padre de mis recuerdos"
El cielo se encontraba totalmente gris y la fina lluvia se hacía presente en todo Japón.
La tarde era más aburrida que de costumbre y no había nada interesante en la tele. Por única vez lamentó que no le hubieran dado ninguna tarea para hacer o nada que estudiar en la escuela. Los libros que tenía ya los había leído cinco veces cada uno y ya le parecía aburrido volver a hacerlo.
Kagome se sentó frente a la ventana y encontró que lo más divertido que había en ese día era ver como llovía.
Suspiró suavemente y una idea loca se cruzó en su cabeza. Tal vez podría volver allá.
Estaba segura que encontraría más formas de no estar aburrida.
Agarró su mochila y bajó corriendo las escaleras dirigiendo sus pasos hacia la cocina.
- ¿Kagome? ¿Qué haces hija?- Preguntó su madre extrañada por su actitud.
- Pienso volver mamá, hay muchas cosas que hacer allá... - Tomó varias cosas de arriba de la mesa y las guardó rápidamente en su mochila- además... no tengo nada que hacer-
Souta entró por la puerta de la cocina cansado de jugar a los videos juegos, cosa que era muy rara en él, ya que, mayormente pasaba horas frente a ese aparato.
- ¿Te vas hermana?- Dijo curioso al verla tan atropellada y apurada.
- ¡¡Sí... nos vemos luego!!- Contestó mientras que salía de la cocina a paso veloz.
- Ay... siempre tan apurada... casi ni tiene tiempo para quedarse en casa- Reprochó la madre.
- Tienes razón, ya muy pocas veces la vemos por aquí- Acotó Souta dándole la razón a su mamá.
&&&&&&&&
La lluvia cada vez se hacía más fuerte por lo que apuró el paso para llegar al templo.
Entró cerrando la puerta de una sola corrida y se apoyó en ella respirando agitadamente.
Trató de recuperar un poco el aire y dio un largo suspiro. Junto fuerzas y caminó hasta el pozo que estaba totalmente oscuro.
Pasó una pierna dentro y luego pegó un salto para caer finalmente en él. Cuando salió al exterior se encontró con la misma lluvia que en su casa. Solo que en la época antigua caía más fuerte. Comenzó a correr otra vez para no mojarse más de lo que estaba. La aldea no estaba muy lejos de donde se encontraba ella.
A pocos metros de llegar algo llamó su atención, por lo que paró de correr. Trató de escuchar pero el ruido de la lluvia se lo impedía. Decidió ir a ver que pasaba y llegó debajo de un gran árbol. Justo en ese lugar había un hombre tirado en el pasto y al parecer venía gravemente herido.
Kagome se agachó a su lado y lo observó extrañada. ¿Aún estará vivo? Se preguntó.
- ¿Quién está ahí?- Preguntó el hombre abriendo un poco los ojos.
- Um... estás vivo, que alivio... ¿qué fue lo que te sucedió?- Preguntó Kagome. Al parecer el hombre no podía ver bien dado a sus heridas.
- Un monstruo... me atacó... -
- ¿Un monstruo? ¿Qué clase de ser haría algo tan horrible?- Kagome se acercó a él y comenzó a desinfectar algunas de sus heridas más graves.
- ¿Quién y qué eres? ¿Por qué estás empeñada en ayudarme?-
- Me llamo Kagome... se supone que soy una sacerdotisa... - Kagome dudó un momento, y sacó algunos vendajes de su mochila- no podría dejarlo aquí herido por más que usted quisiera-
- Eres muy amable... ¿cómo has dicho que te llamas?-
- Kagome- Respondió la chica mientras continuaba su labor.
- ¡¿Kagome?! ¿De dónde vienes? ¿Quiénes son tus padres jovencita?-
- Yo... se podría decir que vengo del siglo XX, es extraño, hay un pozo en el templo de mi casa que me transporta a esta época ¿sabe?... - Contó tomando algo más de confianza- mis padres... bueno, provengo de la familia Higurashi, mi abuelo, mi madre y mi hermano menor, Souta, viven conmigo-
- ¡¿Souta?! ¡Kagome!... tú... ¿en verdad eres Kagome?- El hombre posó una mano sobre el rostro de la chica que se quedó inmovilizada- pequeña... yo... no sé que decir... mi querida Kagome... yo... - el hombre se detuvo y Kagome pudo ver claramente como las lágrimas caían de sus ojos aún inválidos- no puedo creerlo... ¿qué hay de tu padre, pequeña? -
- ¿Mi padre?... pues yo... nunca lo conocí- Comentó la chica mientras que bajaba la vista.
- Oh pequeña Kagome... mi Kagome- Susurró el hombre conmovido- ¿acaso no sabes quién soy?-
- ¿Quién es? no... tengo la menor idea señor... -
- Pero Kagome, ¿por qué... llamas "señor" a tu propio padre?-
- ¿Mi padre? Pero... ¿qué está diciendo?-
- Kagome, aún recuerdo a tu madre, yo le propuse matrimonio en el árbol sagrado, lo recuerdo, un día antés habíamos tenido un pleito por algo insignificante y tu madre comenzó a sentir inseguridad ¿sabes? Pero por alguna extraña razón, el árbol sagrado la ayudó a tomar una decisión y me dio el sí, así nacieron tú y Souta- Kagome se dio cuenta que era exactamente la misma historia que su madre le había contado aquella vez cuando sufría por Inuyasha- después de eso yo... aún no sé como fue que pasó, pero un día bajé al templo... y... repentinamente el pozo me tragó... no sé como lo hizo, pero es como si tuviera vida... -
- Aún... no puedo creerlo... - Susurró la chica.
- Kagome, querida, ¿quién más sabría está historia más que yo?... ¿tú también quedaste atrapada en este lugar?-
- No yo... es una larga historia- Sonrió creyendo las palabras de su padre.
A pesar de la fuerte lluvia, Kagome le contó a su padre cada detalle de su vida. Como había caído en el pozo y también le habló de Inuyasha y sus amigos. También de los sentimientos por aquel hanyou y su relación con la sacerdotisa ya muerta. No evitó contar que ella podía regresar a su casa cada vez que quisiera a través de ese pozo mágico.
- Papá, mejor vamos... aun lugar seco, debes... recuperarte y vamos a enfermarnos... -
- Tienes razón hija, ayúdame a levantarme-
- ¿Ya puedes ver?- Preguntó la chica un poco preocupada.
- Si, pero mis piernas no responden muy bien, ayúdame por favor-
Kagome ayudó al hombre y ambos fueron caminando despacio hasta la aldea.
&&&&&&&&
- Ash!... qué día más horrible, así jamás podremos encontrar a Naraku ni a los fragmentos- Se quejó Inuyasha sentado dentro de la cabaña de la anciana Kaede, que por varios días estaría afuera de la aldea.
- Tranquilo Inuyasha, si sigues así, nos contagias tu nerviosismo a todos- Se quejó Miroku.
- Su excelencia tiene toda la razón, podrías respetarnos un poco, nosotros también queremos descansar- Reprochó Sango.
Inuyasha abrió los ojos enormemente y se paró de un salto.
- ¿Qué sucede Inuyasha?- Preguntó Miroku sobresaltado.
- Es el aroma de Kagome... - Todos los miraron sorprendidos... ¿desde cuándo se ponía así cuándo se daba cuenta que ella llegaba?- y lo peor de todo... ¡¡viene mezclado con el de un hombre!!- Gritó sacando a relucir sus celos.
Sango y el monje Miroku se miraron con una sonrisa cómplice. Al parecer Inuyasha estaba celoso como siempre.
- ¿Y ese que tiene de malo? Tal vez está con Kouga, después de todo a Kagome le agrada mucho estar con él, se nota que la quiere y que no tiene dudas de sus sentimientos- Acotó el pequeño Shippo.
Inuyasha dirigió su vista hacia él y con un solo movimiento le dejó un gran chichón en la cabeza.
- ¡¡Oye abusivo!! ¡¡Le diré a Kagome cuando venga!!- Gritó el zorrito sobándose el golpe.
- ¡¡Cállate enano!! ¡¡Te digo que es olor de un humano!!- Dicho esto Inuyasha salió de la cabaña.
- Que celoso que es... y lo peor de todo es que no quiere admitirlo... - Comentó Sango.
- Tienes razón- Concordó Miroku.
- ¡¡Es un perro tonto!- Dijo Shippo con rencor.
&&&&&&&&
Inuyasha corría rápidamente por el bosque. Los celos que tenía hacia Kagome lo estaban matando. Quería saber quien era el maldito humano que se encontraba con ella.
Llegó a un poco las afueras de la aldea y vio a Kagome abrazando a un hombre mucho más grande que ella. Sus puños se crisparon de rabia... ¿qué rayos hacia Kagome con un hombre mayor que ella?.
Emitió un pequeño gruñido furioso y los observó tratando de controlar su ira. Pero era más fuerte que él. Pronto se vio invadido por ese sentimiento de odio hacia aquel hombre... ¡¡cuánto le hubiese gustado estar en su lugar en esos momentos!!. Maldito humano, no iba a permitirle que se quedara con Kagome así nomás.
- ¡¡Kagome!! ¡¡Maldito ya verás!!- Gritó lleno de furia mientras corría hacia ella y el hombre con todas sus fuerzas sacando a su Colmillo de Acero.
Continuará...
