Ohayo/Konnichiwa minna-kun

Algo tranquilo, para relajarme de la nueva rutina de levantarme a las 5am para ir a la universidad.

Los one-shots de la OTP nunca están de más, aunque este cortito.

Recuerden "Los personajes no son míos, le pertenecen a la gran Akira Amano-sensei, yo solo los tomo prestados con fines de entretenimiento y sin ánimo de lucro".

¡A leer!


"Te he vuelto a ver, aunque fuera solo un sueño"

La luna llegaba a su punto más alto y él no podía evitar sonreír de medio lado, era su momento favorito, la hora de reunirse con ella.

Estiraba su cuello y sus músculos, cansados después de un largo día.

Caminaba a paso largo, ignorando todo a su alrededor y quitando, con cero delicadeza o piedad, a quien osara estar en su camino.

El mundo podría caerse en esos momentos pero Mukuro lo ignoraría.

Estaba demasiado feliz.

Los "Kufufufu" resonaban en las paredes, alargándose mientras se acercaba a su habitación, después se detenían cuando cerraba la puerta y ninguno de sus acompañantes sabía que ocurría después de ese punto.

Dentro, el ilusionista se quitaba la chaqueta y la lanzaba a algún rincón, se quitaba las botas junto a la cama para después recostarse mirando hacia el techo.

Resoplaba, algunas veces hablaba algunos minutos consigo mismo en voz muy baja antes de cerrar sus ojos.

Y entrar a su mundo.

Sus ilusiones.

Entonces, allí estaba ella, esperándolo.

La vio a lo lejos de espaldas sentada a los pies de un gran nogal jugando con unas cuantas flores probablemente intentando hacer una corona.

Siempre estaba allí sin falta cada vez que la llamaba, a pesar de que ahora no compartieran parte de su ser y no estuviera obligada a obedecerle.

Se fue acercando silenciosamente a la chica.

Esa pequeña rebelde, aparentando tal fragilidad con su delgado y pálido cuerpo, el delicado vestido blanco que volaba con el viento, sus cabellos sueltos ligeramente alborotados cubriéndole parte del rostro remarcando sus mejillas permanentemente sonrojadas.

Aquella mujer de apariencia engañosa, que en su interior guardaba un gran poder y una determinación aún más grande, que aunque le duela aceptarlo, cultivada junto a la Vongola, a la mafia que tanto detestaba.

A pesar de que ese fue su plan.

Suspiro pesadamente, la idea de todo eso era olvidarse de todo lo demás, disfrutar ese pequeño momento que era solo suyo, de los dos.

Llego hasta ella obstruyendo su visión con un lirio azul que había tomado justo al llegar, fue algo inconsciente, tal vez pensó que a ella le gustaría ese color tan curioso cercano al Indigo.

La pequeña parpadeo un par de veces al tener frente a ella tal obsequio y después miro hacia arriba siguiendo el brazo del remitente.

El aumento de tonalidad de sus mejillas no paso por alto al momento que sus ojos se encontraron.

Azul, rojo y morado se encontraban de nuevo.

Le ofreció su mano para ayudarla a levantarse y esta la acepto.

—Es un placer verte otra vez, mi pequeña Chorme—la saludo al tomar su la delicada mano entre la suya.

—Mukuro-sama—susurro al verse de pie, mientras él le colocaba la flor en el cabello.

Caminaron por horas, paseando alrededor de ese bello y casi infinito lugar que le pertenecía solo a los dos.

Normalmente iban callados, ninguno decía una palabra, solo se dedicaban a disfrutar la compañía del otro.

A veces, Mukuro le preguntaba como había estado su día, otras era la misma Nagi que tomaba la iniciativa de contarle algún suceso importante o divertido que había sucedido recientemente. Todas platicas casi unilaterales pero muy amenas y reconfortantes.

De vez en cuando el chico hacia algún truco para sacarle una sonrisa.

En su interior estaba tan aliviado de que aquella sonrisa fuera perdiendo cada vez más sus matices deprimentes, tristes, resignados, y esta se volviera tan brillante que incluso también iluminaba la suya que aparecía sin que pudiera controlarla.

Había caído muy bajo.

El tiempo seguía corriendo, es algo que incluso en ese mundo era imposible de detener, volvió un por un instante a la realidad para comprobar que el sol ya estaba comenzando a aparecer por el horizonte, la señal de que ya no les quedaba mucho.

Acaricio el cabello de su pequeña compañera antes de avisarle que tendrían que irse pronto.

Ante la noticia ella no pudo evitar agachar la cabeza y hacer un pequeño puchero apenas perceptible, aun después de todo no quería causarle problemas.

La vio con ternura, una que alguna vez pensó imposible, la tomo de la barbilla obligándola a mirarlo y paso su pulgar delicadamente por la mejilla sonrojada, como si tuviera miedo de que la sangre que yacía en sus manos fuera a mancharla.

Se despidió de ella.

Su mano paso a la mejilla de la chica, entonces se agacho mientras la acercaba hacia él.

Por su parte Chrome intuyo que seguía, cerró los ojos y se paró en la punta de los pies ahorrándole algo de trabajo.

Fue entonces cuando Mukuro sonrió de medio lado, mientras por su mente pasaron rápidamente las imágenes de su rutina, una que no se le hacía pesada sino que más bien lo esperaba con más ansias cada vez.

Se sorprendió a si mismo suspirando mientras lo recordaba un día por la tarde.

No supo, de hecho ella tampoco, en que momento las tranquilas y periódicas charlas que Mukuro iniciaba cuando se sentía un poco solo o incomprendido, impotente o simplemente por aburrimiento habían evolucionado hasta hacerse diarias y terminar con tal broche de oro.

Y ese era el momento.

Probaría sus dulces labios entre caricias mientras el viento, los árboles, el césped, las nubes y todo lo demás a su alrededor confabulaban para que el momento fuera perfecto.

Algo tierno, cálido, la mejor sensación que pudiera existir.

Perderían la noción del tiempo y no sería hasta que comenzaran a desvanecerse que se separarían.

Se despedirían de nuevo y prometerían volver a verse.

Desaparecerían dejando solo el liro en el suelo, el único vestigio de que estuvieron allí hasta que poco después aquel lugar se dispersara en la nada.

Escucharía su dulce voz volviendo a susurrar su nombre antes de repetir en su mente el de ella.

Primero ese que él le había dado, dándole una nueva identidad y una misión, algo por que seguir, que se había jugado su vida cumpliéndola y después de acabar con su labor al no verse necesaria lo había vuelto a hacer solo para demostrarle que ella también valía por sí misma.

Pero, si no pensaba que ella tenía algún otro valor hubiera pensado primero en alguien más, no tomaba el primer juguete que aparecía frente a él, era más selectivo.

Luego recordaría como la conoció, como paso de un mero instrumento a la razón por la que seguía sonriendo.

Después, seguía el nombre que se le había dado al nacer, por el cual la llamo la primera vez que se vieron y que él mismo destrozo y dejo en el olvido, resguardándolo secretamente

Pero al decirlo en voz alta sentía que, aunque no quería hacerlo, desataba sus cadenas.

Dejándola ir.

Y la obligaría a despertar en la mañana creyendo que todo fue un sueño.

Confundida y sin recordar casi nada.

Lo sabía, era sucio y egoísta, pero no conocía otra manera de obtener lo que quería.

Al menos sin dañarla.

Había hecho tanto, había logrado tanto por sí misma, no era justo seguirla atando por gratitud.

Si ella quería volver lo haría, pero la mantendrían alejada un tiempo para que pudiera ver que existían otras cosas aparte de ellos.

Lugares más seguros y personas que la querían, que la trataran bien.

Esa había sido la promesa silenciosa con los demás, pero no había sido capaz de cumplirla.

Por eso hacia eso, por eso la llamaba a su mundo, el lugar donde ellos dos lo eran todo y también eran nada.

Aunque ella tuviera que pensar que fue solo un sueño.

Podría ser incluso que no fuera real, que el mismo fuera el que estuviera soñando.

Pero era suficiente.

Eso al menos por ahora, tendría que sobrevivir con eso.

Pero ese no era el tiempo de pensar en esas cosas, no aun, menos cuando estaba en ese momento tan anhelado por ambos.

Sin preguntas, sin dudas, sin necesidad de explicaciones.

Allí estaban, juntos, sin miedo a ser quienes realmente eran dejando salir lo que había en su interior.

Expresándose dejando de lado los dramas, los juegos y las palabras.

Olvidados del pasado e ignorando todo lo demás.

Porque allí estaban, uno frente al otro.

A punto de besarse de nuevo y sentirse uno otra vez.


Por si alguien quería saberlo, los lirios azules representan un amor tierno, y muchas de estas flores son de hecho color Indigo.

No necesito recordarles que ese es el color de la llama de la niebla ¿verdad?, bueno, por si acaso.

Ok, ahora volveré a mi esquina a estar sola con mis sentimientos, ¿tal vez debí hacerlo genderbend para llamar la atención?, ña ellos son hermosos así.

Tal vez haga el punto de vista de Chrome…solo tal vez…

Bueno, ya lo saben sonrisas, reviews, canciones de dicadas en su honor, hogueras ardiendo, pasteles, pasteles envenenados, sobres bomba, caramelos, favoritos, comentarios, mensajes, patadas voladoras de esas que te rompen el cuello, mientras sea con amor todo será bien recibido.

Nos leemos luego ;)

¡Salve el hetero en KHR! *huye*