Había prometido que no volvería. Lo había dicho con convicción y segura de que cumpliría su promesa. Esa era ya una etapa superada. Se había graduado hace un año y en teoría ya no había nada que la ligara al Mckinley High. Tampoco a Lima.
Pero ahí estaba. Recorriendo esos pasillos que le traían tantos recuerdos.
"Sabes, me solía encantar volver aquí, pero ahora, esto sólo me recuerda todo lo que he perdido", esas fueron sus palabras exactas para justificarse ante el siempre oyente Señor Shue. Ambos sabían que no lo decía sólo por Finn. Había mucho más detrás de esa confesión hecha en un momento de franca debilidad.
Caminar por ahí no le estaba haciendo bien, ¿has sentido esa opresión en el pecho, que te deja sin poder respirar?, ¿Esa sensación de no estar preparada? ¿De no saber de porqué se está en un lugar?, pero al mismo tiempo, ¿tener la certeza de que es exactamente donde debes estar?. Ese cúmulo inconexo de sentimientos es justo lo que sentía Santana en ese momento.
Su andar mitigado por los recuerdos, casi la hace chocar de frente con dos chicas que venían en dirección contraria. Dos Cheerios; una rubia y una morena. Y como si no fuera suficiente la coincidencia, al girar levemente su cabeza hacía su derecha no pudo encontrar más que su casillero. No tenía que esforzarse demasiado para mirar el de Brittany también. Siempre juntas, una al lado de la otra.
Cerró los ojos y respiró profundo.
Well, I've been afraid of changin'
Cause I've built my life around you
But time makes you bolder
Children get older
And I'm getting older too
Sin duda el tiempo la había hecho audaz. O eso quería creer. Porque la verdad era que en el fondo sabía que aún conservaba miedos de esa chica que había dado el primer paso, con una canción, una tarde cualquier en el Glee Club.
Culpó a su inconsciente de haberse detenido y a sus pierdas traidoras de no querer permitirle avanzar. Y eso no era lo peor. Porque cual viajera en el tiempo, podía verse a sí misma, ahí. Frente a ella. Confesándole entre frases entrecortadas que la quería, sólo a ella, sin chicos de por medio, aunque no estuviese lista para asumirlo públicamente. Puso su mano derecha en su pecho, recordando el dolor que le produjo aquél rechazo de alguna manera merecido. Pero rechazo al fin y al cabo. Ese te quiero, dicho por la rubia, no había significado lo que ella quería escuchar en ese momento. "Lo que ella quería", siempre pensando en sí misma y sus sentimientos, olvidando por momentos que Britt también sentía y que ella por mucho tiempo se había negado a escucharla.
Se conocía perfectamente y tenía la consciencia de que si Brittany, le hubiese dicho que si en ese momento, no habría avanzado. No se habría esforzado. Y no habría valorado jamás a la chica que tenía a su lado.
Que tuve, pensó. Dándole el tiempo verbal correcto. Porque en teoría pertenecía al pasado.
Como si estuviese aprendiendo otra vez a caminar, le ordenó con voz de Lima heights adjacent, a sus piernas que dieran los pasos siguientes. Ya no quería estar ahí. No después, de esa avalancha de nostalgia que la había atacado sin contemplaciones. Sin un atisbo de consideración.
Aceleró el paso para ir directo al auditorio. Ahí debían estar todos y, en compañía, sus pensamientos dejarían de atormentarla. Ella no vendría. No había venido para lo de Finn y, contaba con que tampoco lo hiciera ahora. Debía estar muy ocupada siendo un genio en aquella Universidad, formándose un futuro, enamorándose quizá. Dejando atrás todo lo que había sido la secundaria.
No había que ser muy inteligente para saber que conllevaba esa frase recién pensada. Para deducir que significada ese "todo".
Sus tacones hicieron eco, al chocar contra el piso del escenario. Ahí también estaba sola y, eso se estaba volviendo una cruel analogía de en lo que se había convertido su vida.
Se detuvo justo al centro. En ese lugar donde había estado tantas veces antes cantando alguna canción alegre o triste. Sin embargo, había existido un momento que marcó un antes y un después. Una canción que sin quererlo recordaba, una frase que hacía eco en su mente y que nunca pensó aplicaría para ella. Porque en su fantasía adolescente, Britt, sería siempre su novia; "Brittana is endgame". Sí, debía reconocerlo, ese plan, como muchos otros, no había resultado como pensaba.
Nevermind, I'll find someone like you.
I wish nothing but the best for you too.
Don't forget me, I beg, I remember you said:
"Sometimes it lasts in love but sometimes it hurts instead".
Vestida de impecable negro para interpretar el Mash-up, con The Troubletones. Con esas ganas inmensas de querer subirse al escenario y canalizar esas lágrimas que no quería reconocer eran de pánico. Santana López no le teme a nada. O de eso se había querido convencer luego de haber visto ese video y de saber que era cuestión de horas para que todo Lima, supiera que era lesbiana.
Flashback.
No supo en que momento llegó, ni como la había encontrado. Sólo sintió sus brazos protectores alrededor suyo, su calor, su aroma. Y vio entre lágrimas su cabello rubio siempre un poco alborotado.
-Todo va a estar bien, no dejaré que nadie te haga daño-Susurró.
Brittany lo había dicho desde el fondo de su alma. Desprendiendo su inocencia de siempre, pero impregnándola de seguridad. De la mezcla perfecta de amor y contención, que Santana necesitaba.
La condujo hasta detrás del escenario. Limpió sus lágrimas con cariño y le dio la más brillante de sus sonrisas.
-Sonríe-Le pidió acariciando su mejilla- Quizás no justo ahora, pero si mañana-.
Y ese mañana si había sonreído.
Santana se abrazó a sí misma queriendo volver a sentir ese calor que hace no mucho tiempo, sentía casi de manera natural. Era fácil con esa rubia siempre orbitando a su alrededor. Rectificación; conmigo siempre a su alrededor, reconoció.
Porque habían hechos que resultaban irrefutables a esa altura de su historia; A Brittany siempre le había sido más fácil seguir adelante, que a ella. Y ante eso, la rabia y el dolor se alojaban en igual porciones dentro de ese cuerpo acostumbrado a las caricias de una sola mujer. ¿Quién lo diría?, su yo de segundo año, esa que tenía por lema "Tener sexo no es estar saliendo", le escupiría en la cara. Usaría todas sus mordaces palabras para burlarse de ella y hacerla entrar en razón.
O quizá no, porque su yo de segundo año, estaba locamente enamorada de la misma chica que ella
Estaba. Repitió nuevamente enfatizando los tiempos verbales.
No sabía cuantos minutos había estado en el Auditorio, pero tenía la sensación de que nadie llegaría a ese lugar. Se reprendió internamente. Era lógico cual sería en punto de reunión. Y si no había llegado a esa conclusión de manera instantánea al poner un pie en el Mckinley, es porque algo andaba definitivamente mal con ella.
Una vez más aceleró el paso. No quería llegar tarde. No quería arriesgarse a ser quién abriera la puerta y se encontrara con todos sentados en sus puestos, teniendo irremediablemente la vista panorámica. Observando de inmediato los puestos que pudiesen estar vacíos. O peor. Quizá ocupados.
Las acciones de girar la manilla y empujar la puerta, fueron realizadas al mismo tiempo. Tic tac, tic tac. Su reloj interno jugaba con ella, produciendo un sonido molesto en su cabeza que la hizo fruncir el ceño y, lanzar algunas malas palabras. Estaba enloqueciendo. Ese lugar la enloquecía. La conservación de sus colores, los aromas, los sonidos. Esos jodidos espacios en apariencia neutrales que no producían otra cosa más que hacerla cuestionarse cada decisión que había tomado desde que salió de ahí.
Ok, quizás Kurt también había enloquecido e imagino aquél mensaje de Blaine diciendo que el Glee Club sería cerrado y que todos debían volver a Lima. Porque en la sala del coro tampoco había ninguno de sus ex compañeros y, las opciones se habían terminado. ¿Estarían jugando con ella? ¿Rachel los habría convencido de dejarla fuera?. Bueno, sabía por experiencia que cuando la pequeña diva se sentía amenazada era capaz de hacer cualquier cosa. O pregúntenle a esa pequeña filipina que había visitado una casa de Crack por instrucción de Berry. Así que esa podía ser una opción.
No lo haría, expresó de manera contundente su subconsciente aburrido de callarse. Lo sé, esto es importante para todos, respondió aceptando su equivocación.
Con un pequeño salto, se sentó sobre el piano. Ver todas esas sillas vacías, sentir bajo las palmas de sus manos la textura de ese instrumento, la hicieron tararear sin querer unas cuantas de frases, que creía había olvidado.
And I wish you all the love in the world,
But most of all, I wish it from myself.
And the songbirds keep singing,
Like they know the score,
And I love you, I love you, I love you,
Like never before, like never before.
Mierda. No ese día. No esa canción. No esos ojos celestes viéndola fijo y derramando las mismas lágrimas de emoción que los suyos. Ese recuerdo, no. No era justo que apareciera justo ahora, cuando tenía una vida medio armada en Nueva York. Cuando tenía a una buena chica esperando por ella.
"Buena chica", esa calificación no era la mejor para hablar de alguien a quien se supone quería.
La había empujado a hacerlo. Brittany, le dijo "Ve a Nueva York, encuentra una chica", o quizás, no textual, pero había sido ese el mensaje. La obligó a irse cuando podría haberse quedado en Lima; a su lado.
Porque estando a su lado habría encontrado la forma de ser feliz. De acostumbrarse a esa vida.
Sonrió con ironía y giró en negación.
-No es cierto-.
Si cuando dejó la Universidad, se hubiese quedado en Lima, tampoco habrían estado juntas. Su frustración habría sido demasiada e imposible de ocultar. Brittany lo habría notado de inmediato y la culpa habría terminado por destruir su relación siempre sincera.
-Ella lo supo incluso antes-.
Levantó la vista y cuidadosa se fue acercando a la última fila de asientos. Claramente sabía que venía con ello. Con esos meñiques siempre entrelazados, esas primeras miradas cómplices, su sonrisa siempre dispuesta a grabar en ella, una igual.
Left a small town, never looked back
I was a flight risk with a fear of fallin'
Wondering why we bother with love if it never lasts
I say "Can you believe it?
As we're lying on the couch?"
The moment I can see it.
Yes, yes, I can see it now.
She is the best thing that's ever been mine.
¿Puedes verlo ahora? ¿Puedes verlo?, porque quizás en ese instante, sentada en ese mismo lugar que meses antes las habían visto romper, se daba cuenta que había estado equivocada.
Que ella siempre iba a ser lo que más amara. Y no había tiempo verbal que rectificar.
Se había apresurado, había roto con Britt pensando que era lo mejor. Que no podía darle todo lo que ella necesitaba, que ese pequeño "algo a cambio" que estaban obteniendo de su relación, no valía la pena. ¿Por qué, así era, no es verdad?, se supone que cuando tienes la consciencia de que no puedes hacer totalmente feliz a la persona que amas. Te alejas. Te haces a un lado, deseando que llegue alguien que le de todo lo que tú no pudiste y la haga feliz. ¿No se supone que esa es una gran muestra de amor?, ¿Que dejar ir está por sobre cualquier capricho egoísta y demuestra verdadero amor?.
Pues alguien debió decirle, que dejar ir apestaba. Y que se sentía como la mierda.
Limpió la inoportuna lágrima que descendió por su mejilla.
Nunca había sido buena justificando sus decisiones. Pero sin temor a equivocarse, sabía que aquella que le había dado a Brittany el día que rompieron, había sido la más absurda de todas. ¿Intercambio de energía? ¿Atracción por alguien más?. Incluso ahora, con una novia real y una carrera en ascenso, podía aceptar que seguía amándola.
No estaba segura si primero había oído la puerta abrirse o su aroma le había invadido las fosas nasales. Sólo sabía que una vez más estaban ahí. Frente a frente.
-San…-Susurró Brittany con esa sonrisa siempre dispuesta-.
Santana maldijo contra las casualidades de la vida. Porque una conclusión tan exacta como seguir amándola debía ser digerida en calma, no son el objeto de su desdicha viéndola a los ojos. Esperando alguna palabra de su parte.
-Hey-.
"Hola", ya podía ser catalogada como una palabra repetida e impersonal. La simplicidad entregada al manoseo diario de las conversaciones banales. Y ni siquiera, esa palabra había podía pronunciar. Se había esforzado y sólo salió eso, un "Hey", que poseía una valerosa letra menos.
Sin ser advertida, fue abrazada por un tornado que acabo con cualquier rasgo de cordura que le haya quedado en el cuerpo.
Brittany se sentó a su lado, queriendo iniciar de alguna manera esa conversación, que había esperado meses poder tener.
-¿Qué tal el MIT?-Se adelantó a preguntar Santana-.
-Bien-Respondió sin demasiada convicción- ¿Qué tal Nueva York?-.
-Maravilloso, tenías razón cuando dijiste que debía ir, en Nueva York he encontrado todo lo que buscaba y eso me hace muy feliz- Contestó actuando a la perfección-.
-Me…alegro-Expresó la rubia con una pisca de arrepentimiento en sus ojos-.
-Sigo trabajando en el restaurant, pero ya hice un comercial y recientemente me dieron el papel para ser la suplente de Berry en una obra de Broadway, sigo con mis clases de baile y, bueno…también está Dani- Murmuró lo último-.
-Ella…es…-.
-Mi novia y, si, está es real-.
Una "Girlfriend, girlfriend", como una vez la había llamado a ella.
Santana presintió que Brittany iba comenzar a hablarle.
-También canta y toca guitarra, habíamos junto a porcelana, el hobbit y otro rarito, hecho una banda, pero luego, ya sabes, Berry entró en la fase enloquecida porque voy a ser su suplente y….-.
Hablar, hablar y hablar. De manera automática y sin demasiada atención, sobre lo bien que se supone iba su vida. Podía mentalmente hacer el truco de desdoblarse y escucharse a sí misma. Hablando de manera tan convincente que esa bruja de las clases de actuación, estaría orgullosa de ella. Su meta era no dejar espacios para que se filtraran los sentimientos. No iba a permitir mostrarse débil y dispuesta una vez más.
-Me hace feliz que seas feliz-Interrumpió brevemente Britt-.
La rubia bajó la cabeza para no verla a los ojos, cruzó sus piernas, jugaba con sus dedos, intentando de alguna manera contener la pena que le causaba esa escena. No es que quisiera escuchar que todo iba mal en la vida de Santana, eso no lo desearía jamás. Pero un "te he extrañado", no le vendría mal. Porque le daría lo que necesitaba para decir todo lo que deseaba, lo que había ensayado en su habitación del Mit, para no equivocarse.
La puerta fue abierta una vez más. Mostrando otra cabellera rubia.
-Hola-Saludó Quinn-.
-Hola Q-Contestó Santana-.
Quién sintió como una brisa de aire fresco la llegada de su ex capitana de las Cheerios. Britt le dio una media sonrisa que salió forzada.
-¿Interrumpo algo?-Preguntó Quinn notando cierta energía entre sus dos amigas-.
-No nada, sólo hablábamos de nuestras vida, nada importarte- Expresó la morena alzando los hombros y levantándose.
Quinn giró la mirada hacia Brittany y le hizo un silencioso gesto de disculpas.
-¿Sabes dónde están los demás?-Inquirió Santana-.
-Vi a Puck hace un rato, me dijo que el señor Shue está esperando a que lleguen todos-.
Santana asintió y se creó un ambiente incómodamente silencioso.
-Voy a saludar a chicos que deben estar por salir de clases-Dijo Britt apurada en salir de ahí-.
Hasta el último instante esperó que Santana la detuviera, pero nada pasó. Cerró la puerta tras de sí, pensado que quizás se había equivocado. Que su amor no era tan fuerte para superar las barreras del tiempo, que no debía arrepentirse por haberla dejado ir.
Santana respiró fuerte.
-¿Qué sucede?-Preguntó Quinn alzando esa característica ceja.
-Nada-.
La ex capitana de las Cheerios se cruzó de brazos y la observó fijamente.
-Te conozco, lo sabes, lo sé, hemos pasado por todas las etapas posibles entre dos personas, incluso…-Se detuvo desviando la vista- Incluso eso, así que ni siquiera intentes mentirme-.
-¿Te avergüenzas de decir que caíste en mi cama, Fabray?-Preguntó sonriendo, intentando desviar el tema-.
-No, pero tampoco es algo que vaya diciendo por los pasillos de Yale- Contestó bromeando- Ven, sentémonos y hablemos-.
Santana aceptó de mala gana y dio los pasos suficientes para sentarse al lado de la rubia, en la primera fila de asientos.
-Habla-Le ordenó cual entrenamiento de las Cheerios-.
-No hay mucho que decir, sólo hablábamos Q, como dos buenas amigas- Respondió girando los ojos con fastidio-.
-¿Y por qué Britt tenía es cara? ¿Qué le hiciste?-Inquirió protectora-.
La latina se levantó con frustración.
-Claro, yo le hice algo- Ironizó- ¿Siempre yo no es verdad? Siempre es la perra de Santana la que le hace daño a las personas que están a su alrededor, la que no sabe decir cosas agradables y siempre juega a traición- Expresó fuertemente-.
Quinn quiso interrumpir y aclarar sus palabras, pero la morena parecía poseída. La rubia, sabía que Santana solía tenía ataques de histeria donde disparaba sin consideraciones todo lo que pasaba por su cabeza a una impresionante velocidad y con un brutal ingenio. Sin embargo, ahora era diferente, era sobre esa cuestión llamada sentimientos, que ninguna de las dos manejaba con habilidad.
-¡A todos se les olvida que yo vine por ella!-Exclamó- ¡Y que fui yo quien se fue de esta maldita ciudad con el corazón roto porque ella eligió a Trouty Mouth!, yo lo he intentado más veces de las que soy capaz de reconocer Q, pero a nadie parece importarle que sea yo la que lo pasa mal- Se detuvo- Sé que fui una perra y, puedo aceptar que a veces lo sigo siendo, pero no con ella, a Britt siempre le di lo mejor de mí-.
La rubia se acercó cauta para abrazarla. Quizá en un comienzo fue incómodo porque ninguna era de dar o ceder ante las muestras públicas de afecto. Pero Santana se dejó y, Quinn, entendiendo el punto, la abrazó con más fuerza.
-S…lo siento, no debí decir eso-.
-Está bien, yo…necesito estar sola…-Tartamudeo la morena-.
-Sólo habla con ella, sé sincera, no pierdes nada con intentarlo una última vez-Aconsejó la rubia-.
Santana sólo cerró los ojos y salió de la sala del coro. En su cabeza ya no quedaba espacio para pensar en nada más. Necesitaba irse de ahí, encontrar alguna excusa para volver lo antes posible a Nueva York. Necesitaba de ese lugar seguro en el que se había transformado la chica amable y de pelo azul que había hecho su novia.
Caminó sin dirigir bien sus pasos, simplemente queriendo alejarse de todo. Prácticamente corrió por los pasillos para salir a un desértico patio de recreo. Quizás necesitaba una despedida, un hasta pronto. O tal vez, no, no necesitaba arriesgarse otra vez a exponer todos los sentimientos que aún tenía por ella.
-¿Puedo hablar yo ahora?-Preguntó-.
Santana se giró. Y ahí estaba. Sentada en las escaleras. Esas en las que un día le cantaron con ilusión a Nueva York.
-¿Sobre qué?-.
-Sobre mí-.
Afirmó con la cabeza y se ubicó a su lado, arrastrando los pies, dejando ir de a poco y con esfuerzo cada capa protectora que se había encargado de construir durante esos meses en que habían estado separadas.
-Yo no he sido tan feliz como tú…-Admitió casi con vergüenza-.
-Britt…-.
-Sé que es una gran oportunidad, pero no es como imaginé que sería mi vida luego de dejar la escuela…yo…-Dudó, era ahora cuando tenía que dejar que todo saliera- Yo…pensé que te seguiría a Nueva York y seríamos novias por siempre-.
Santana no fue capaz de expresar con palabras lo que sus ojos decían. Brittany sonrió, ella sabía descifrarlos.
-Cuando te dije que te fueras a Nueva York era porque sabía que ibas a encontrar tu lugar ahí, no iba a dejar que te quedaras en Lima para dirigir a las Cheerios, tú eres demasiado talentosa para eso y, ni yo valía ese sacrificio…-.
-Britt-Intentó nuevamente-.
-Sabía que mi relación con Sam no era del todo real, somos buenos amigos…-Tomó aire-Yo esperaba que el tiempo estuviese a nuestro favor…Yo quería que ambas fuéramos felices…felices juntas-Aceptó bajando el tono en la última frase, intentando sonreír-.
-Decidiste por las dos Brittany-Rompió el incipiente silencio Santana-.
-¿Y no lo habías hecho tú antes? ¿Cuándo me dijiste que "sólo era un tiempo"? ¿Qué ninguna estaba obteniendo lo que necesitaba de una relación?-.
-Lo hice por ti-.
-También yo-.
Se miraron una vez más y, como acto innato unieron sus meñiques. Era una improbable combinación esa que habían logrado tan natural y perfectamente. Y dentro de su corazón sabían que la otra era su otra mitad, esa persona que llega a tu vida para quedarse sin importar cuantas veces trates que se vaya.
No eran casualidades las que las seguían uniendo. Eran "Causalidades", jugadas especificas con el fin de mantener lo que había sido trazado por el destino.
-¿Qué haremos?-Preguntó la latina con una plena resignación-.
-Ser felices-Respondió con naturalidad-.
Santana sonrió en automático. Sabía que las cosas no eran tan sencillas como las planteaba Britt con esa dulce inocencia, aunque… quizá sí. Quizá era ella la que se complicaba pensando en todas las formas que su relación no podía resultar y, había olvidado vivirla. Había olvidado todo lo que habían pasado juntas. Toda la fuerza que necesitó para poder llevar de la mano a Britt por los pasillos de la escuela y robarle sus dulces besos de señorita.
Había olvidado, la improbabilidad de que dos personas tan diferentes llegaran a enamorarse de esa forma.
-Quiero ser feliz contigo…-Pronunció Santana- Pero no sé si sea capaz de dejarte ir otra vez, de estar lejos…yo…-.
-Quizás haya encontrado una forma-La interrumpió la rubia-.
-No vas a dejar la universidad, no permitiré…-.
-¿Realmente me ves como una genio de las matemáticas?-.
-Siempre supe que eras un genio Britt- Contestó de inmediato la latina-.
-Lo sé y, tal vez ellos tienen razón en que ese es mi lugar, son personas muy inteligentes, pero si es así ¿Por qué no lo siento?-.
-A veces es difícil tener la certeza de cuál es tu lugar…-.
-Yo lo sé-.
Los hoyuelos de Santana se marcaron en sus mejillas.
-¿No me vas a preguntar?-Insistió la rubia-.
-Creo saberlo…-.
-¿Crees?-.
-Lo sé…-.
Ambas lo sabían. Sabían que juntas eran mucho más que un amor de adolescente que se terminaba en la escuela. Sabían que el tiempo no iba a ser capaz de derrotarlas, tampoco las distancias. Habían pasado por cada situación que era capaz de quebrar una relación y, ahí estaban. Juntas. Como siempre.
Y ese siempre adquiría realidad. Tonos de presente y futuro. Ese siempre se hacía certero para definir lo que eran. Para darle la capacidad al amor de ser el protagonista de esa nueva etapa.
Santana se levantó con calma. Brittany la atrajo hacia sí misma reduciendo a centímetros su cercanía.
-Las promesas siempre se cierran con un beso-Susurró ante una entregada Santana-.
-¿Y cuál es nuestra promesa?-Preguntó pasando sus brazos por su cuello-.
-Que no volveremos a dejarnos ir-.
En esos segundos en que Santana demoró en sellar su promesa, aprendió algo que iba contra toda la lógica de un mundo que gira cada vez más veloz marcando las pautas para encontrar la felicidad. Entendió de manera incuestionable, que la búsqueda de un futuro no se basa en un lugar o una carrera. Entendió que la racionalización no sirve cuando se trataba de amor y que dejar ir no es un acto de valentía.
Dejar ir es para quienes no se aman lo suficiente. Dejar ir es para quién no es capaz de sobreponerse a los obstáculos. Dejar ir es para quienes no son capaces de luchar.
Y ella era Santana López. Y a su lado estaba Brittany S. Pierce.
Y juntas conformaban su único e irrenunciable lugar en el mundo.
