Advertencia: mpreg, navajazos. Puro humor malo, no se tomen en serio este fic, por favor xD
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— ¡Espera, Eren!
El joven frena a medio camino en el vestíbulo y se queja fuerte.
—Mamá, por favor. Voy tarde.
—No te puedes ir sin antes darte la bendición, tomará un segundo. —Toca la frente de su hijo con dos dedos—. En el nombre del padre — Toca en el pecho, donde está su corazón—, del hijo —Toca en el lado izquierdo y luego en el derecho—, del espíritu santo. Amén. Listo, estás bendecido. —Le da una sonrisa llena de ternura. —Que te vaya bien en la escuela.
Días después Eren cae enfermo, es como si en vez de la bendición lo hubieran maldecido. Se la ha pasado vomitando, se le revuelve el estómago con el olor de la comida y está fatigado hasta los huesos, como si hubiera corrido una maratón.
—Tus bendiciones no sirven de mucho, mamá. —Agoniza el pobre muchacho en cama. —Siento que me voy a morir.
—Oh, calla. —Lo regaña sin verdadero enojo, en su mirada maternal deslumbra la preocupación—. Si sigues un día más así, te voy a llevar al doctor. Si no fueras hombre, pensaría que estás embarazado.
— ¿Y si lo estoy? Podrías ser abuela. —Finge una expresión de asombro, como el emoji, riendo con debilidad por el zape que ella le da.
Sin embargo, al otro día en la consulta del doctor, Eren recibe una noticia que cambiará totalmente su vida, para siempre...
— ¿Qu-que estoy qué?
