Os dejo mi vision sobre cono Sirius fue a parar a casa de los Potter.
Se agradecen los reviews!
Disclaimer: Los personjes perteneces a JKR
James está inquieto. Se pasea por su habitación de un lado a otro, sin parar un momento, intentando tranquilizar sus nervios.
Intuía que algo estaba ocurriendo. Y no a alguien cualquiera, Ese «algo» le estaba pasando a Sirius Black.
Su mejor amigo, su hermano.
Fue hasta sus cajones y sacó el espejo que usaban para comunicarse de forma más rápida que la lechuza.
-¿ Sirius?-le llamó-¡ Sirius!
Espero unos minutos y el mago no respondió.
Definitivamente tenía algún problema.
¡ Maldita sea! El no saber qué demonios ocurría le estaba matando.
Bajó al comedor en un intentó de tranquilizarse, se sentó en su sillón favorito, pero no lo hizo en una postura relajada, sino en una estatica e incómoda. Pero él pareció no darse cuenta.
-James, hijo, no tienes buena cara...-dice Dorea Potter con gesto de preocupación
-No es nada mamá
La señora Potter miró a su hijo durante unos instantes, parecía que James estaba esperando algo o a alguien...y entonces el timbre sonó con fuerza, con celeridad, pulsando el botón una y otra vez. James pegó un bote y corrió hacía la puerta, la abrió de un tirón y miró al recién llegado sabiendo perfectamente de quien se trataba.
- Demonios Sirius, estaba tan preocupado...¿ Qué está pasando?
Por unos momentos Sirius miró a su mejor amigo sorprendido ¿ Cómo sabía él qué...? y entonces lo comprendió, aquel vinculo que ambos compartían iba más allá de toda lógica y racionalidad.
Ahora fue James el que observó con atención, Sirius no llevaba el pelo inpecable como acostumbraba, su rostro estaba sonrojado y parecía muy exhaltado, iba vestido como un muggle y en su mano derecha portaba un maleta, mientras que con la izquierda sujetaba el baúl de Hogwarts.
-Te has marchado de casa-no era una pregunta, sino una afirmación, el otro asintió con la cabeza-Se veía venir...
- A estas alturas mi querida madre ya me habrá borrado del árbol familiar
Llegaron los Señores Potter, y se encontraron con su hijo y al que a partir de ahora y aunque aún no lo supieran, sería su hijo adoptivo.
-Sirius cielo...-dijo Dorea Potter- Pareces...
-Muy nervioso-terminó de decir Charlus Potter
-Eso es porque se ha marchado de casa-informó James con tranquilidad
-¿ Qué te has...? ¿ Cómo es eso?-pregunto Dorea
-La situación era insoportable, no podía más
-¿ Dónde piensas quedarte?-preguntó preocupado Charlus
-Pues yo...he pensando en buscar alojamiento en el Caldero Chorreante o en cualquier hostal muggle que...
- Ni hablar-cortó la señora Potter-No permitiré que malvivas por ahí
-Entonces...-empezó a decir James con ojos brillantes- Sirius, se queda aquí ¿ Verdad?
-Por supuesto-contestaron ambos Potter a la vez
Sirius y James se abrazaron en un gesto espontaneo mientras saltaban y gritaban ¡ Hurra! los adultos sonrieron, divertidos.
-Ya sabes que tienes tu habitación disponible, aunque supongo que...
- Dormiré con James-se apresuró a responder
-Contaba con ello-dijo Dorea con una sonrisa amable
Subieron a la habitación, soltó sus cosas con estrepito y se repatingó en la cama, James salió un momento dejandole solo.
Se había marchado de Grimmauld Place sin pensarlo trás un ataque de furia y una discusión acalorada con su madre, no le importaba que le acusaran « De ser la verguenza de la familia» « No estar a la altura del heredero de los Black» o « Ser un Gryffindor desagradecido»
Todo eso, le resbalaba. Lo que no podía soportar ni un minuto más era toda aquella tonteria de la pureza de sangre, la supremacia mágica y la sumisión de los muggles. Pero sobre todo, no podía tolerar el apoyo que su familia proporcionaba, de forma incondicional, al que se hacía llamar « Lord Voldemort».
Él no formaría parte de aquello. No un Griffyndor. No un merodeador. No Sirius.
Porque él, no era Sirius Black II, era Sirius Canuto, bromista consumado, amigo de Cornamenta, Lunático y Colagusano, Rebelde con o sin causa, de espiritu incontrolabre pero de caracter encantador. Pero por encima de todo, Sirius era libre, y por eso él decidía qué quería ser y cómo quería serlo.
Y no iba a ser otro Black calcado al anterior. Él era diferente, único y especial.
Sirius Black era la oveja blanca de la familia negra. Y muy orgulloso de serlo.
Y entonces se dio cuenta de una realidad. Ya nunca tendría que volver a Grimmaund Place. No tendría que volver a bodas por conveniencia ni reuniones sociales frivolas y estúpidas. Walburga no volvería nunca a gritarle ni a indicarle «el buen camino», Orion no volvería a dirigirle miradas de resignación, como si su hijo fuese un vagabundo que había echado a perder su vida.
Nunca más intentarían poner sobre sus hombros el peso de los Black. Y si dice «intentarian» es porque jamás lo habían conseguido.
Y por encima de todo, ya no podrían ponerle cadenas que intentaba aprisionar su espiritu y su voluntad...pero que, nuevamente, habían fracasado en su empeño.
2
