Disclaimer: Los personajes son de Rumiko Takahashi. La trama me pertenece en entereza aunque a ustedes no les parezca.
Advertencias: Este fanfic contiene lemon y temática incesto. Kikyō aparece y no es la hermana de InuYasha (eso si esque la historia continua debido a sus pedidos). Si esto afecta su integridad ¡por favor! No lea y evite postear comentarios ofensivos hacia los personajes que utilizo y cómo lo hago; recuerde que esto es parte del IC.
Nota: Los hermanos no follan.
Toda la vida había visto a Kagome como una persona ajena a él, nunca estuvo de acuerdo con que ella fuera su hermana; que compartieran cosas lindas juntos como una familia feliz y que él no fuera más que "el hermano mayor". A medida iba creciendo, su atracción por Kagome iba desarrollándose junto a él, aunque le hubiera molestado sentir eso toda la vida.
¿Y cómo no sentir eso? Si esa mujer se había convertido en un pecado andante, a pesar de que no era voluptuosa ni de una belleza despampanante que deslumbrara a cualquiera: su belleza era singular, ingenua y a la vez tan ardiente. Su técnica de seducción había empezado con meterle en la mente que ellos no eran hermanos, que era cualquier cosa menos eso. Kagome había cedido tan fácil a esa terapia, que comenzar a colarle las manos por las partes íntimas no había sido tan difícil.
Empezó con cosas pequeñas: como los brazos y las piernas, luego de eso, la excitación había ido incrementándose con la adolescencia y ya no era suficiente tocarle de esa manera. Necesitaba más. De a poco, comenzó a acercarse a ella y a besarla por el cuello, sin dejar que se diera cuenta de sus intenciones de golpe; estropeando todos sus planes. Cuando pudo besarla en los labios, se aventuró a tocarle los senos, palpando con delicadeza la extensión de piel firme. Lo que desató sus deseos animales, fue que su hermana guió la mano hasta su glúteo derecho, pidiéndole en un susurro que hiciera con ella lo que deseara.
Él era un hombre, hambriento y sediento de ella. Si desperdiciaba esa oportunidad de oro, es que estaba loco.
—¿No podías esperar hasta que mamá y papá salieran? —Ahogó el gemido de placer, moviendo las caderas al compás del ritmo de su hermano.
—Fuiste tú quien me provocó, Kagome. Lo sabes —le recordó, asiéndola de la cintura en zigzag para que aumentara el ritmo—. Mira que sentarte en mis piernas para estudiar Geografía.
La chica rió, echando la cabeza hacia atrás, olvidando completamente que estaban a una planta de sus padres y cualquier sonido fuera de lugar los alarmaría de inmediato. Que todo se fuera a la mierda: follar con su hermano InuYasha era lo más placentero que había experimentado en la vida (porque tampoco lo había probado con alguien más) y aunque sonara enfermo y asqueroso, estaba enamorada de su hermano. Le valía un rábano lo que dijeran los demás, lo que pensaran sus propios padres… InuYasha mismo se había encargado de enamorarla desde pequeños y la poca cordura que podría tener, se había ido al caño cuando la besó por primera vez.
—¡InuYasha, Kagome! —Les alarmó el grito de su madre—. ¡Bajen a almorzar! ¡¿Qué están haciendo?! —escucharon preguntar desde la planta baja.
—¡Estoy estudiando Geografía, mamá! —Sin dejar de moverse, Kagome quiso que su voz pareciera lo más natural posible y que su mamá no sospechara que estaba desfigurada por el placer.
InuYasha sonrió ¿qué clase de Geografía podía estar estudiando su dulce hermana? Mientras la tuviera así toda la vida, le valía una mierda que estudiara o no Geografía.
—¡¿E InuYasha?! —Ese momento incómodo en el que su madre quería saber lo que estaba haciendo.
¡Teniendo el mejor sexo del mundo, mamá! —Se contuvo en gritar—. ¡Estoy ayudándole a Kagome! —Mintió descaradamente, cogiendo aire para que su voz sonara normal, igual que la de su hermana.
—Ayudándome a terminar antes que ti —saltó por última vez, con el sudor mojándole la ropa y la cara, sintiendo un orgasmo latente dentro. Besó a su hermano con vehemencia una vez hubo terminado.
—¡No demoren en bajar! —Fue lo último que dijo su madre antes de que la escucharan alejarse del pie de las escaleras.
Tomó a Kagome de la nuca marcándole un paso más posesivo y apasionado, disfrutando del sabor tan dulce de su hermana. Pronto se iría a estudiar a Kantō la universidad y necesitaba con todo su corazón tener un recuerdo de ella; lo que fuera. Y recordar el sabor de sus labios luego de hacer el amor era lo que más le llamaba la atención.
No quería dejar a su pequeña, no quería perder sus ojos chocolates y su sonrisa hilarante que solía volverlo loco a plena luz del día. No es como si en el fondo no le martillara que fuera su hermana, pero la amaba desde todo el tiempo y no estaba dispuesto a perderla sólo por los miserables estudios.
—Ven conmigo a Kantō —propuso sin aire, mirándola con intensidad.
—¿Qué? —No había esperado su hermano le propusiera tal cosa, dado que a ella aún le faltaba un mes para graduarse e InuYasha estaba a dos de irse—. No podría…
—No importa, Kagome —espetó medio cabreado ¿es que no deseaba estar cerca de él?—. ¿Quieres o no venir conmigo? —La pregunta era inequívoca e InuYasha esperaba una respuesta del mismo calibre.
—Si me llevas, yo voy contigo —aceptó Kagome, sin rastro de dudas.
La sonrisa que los invadió fue jovial, llena de un sentimiento casi inexplicable ¿podría salirles bien lo que esperaban?
La comida les había trascurrido con normalidad, sin ánimos a desesperos (aunque Kagome sintiera los nervios de punta a cada segundo). ¿Cómo decirles a sus padres que deseaba irse a estudiar con su hermano a Kantō? Pasó delicadamente su mano derecha por la pierna izquierda de InuYasha, dándole a entender que estaba lista para cualquier cosa: era hora de hablar.
—Padre, Kagome y yo…—la verdad es que estaba nervioso, era la primera vez que insinuarían algo extraño entre ellos y no esperaban que les fuera de lo mejor. Los padres miraron a sus hijos expectativamente—. Quiero que Kagome se venga conmigo a Kantō.
La propuesta quedó como en el aire. Por unos largos e interminables segundos nadie se atrevió a decir palabra ¿cómo de vivir juntos? Kagome todavía sentía el corazón a mil por segundo ¡estaba tan nerviosa! Deseaba desde lo más hondo estudiar y vivir con InuYasha; después de todo era su hermano y siempre la protegía. El caso era que sus padres sospecharan algo y todo se les fuera al caño.
Bien y después de todo ¿qué futuro tendrían ellos?
—InuYasha, la propuesta es extraña —Tōga observó a sus hijos con desconfianza, como si en verdad sospechara algo. Midoriko se removió inquieta en el asiento a lado de su marido—. ¿Por qué llevarte a Kagome? Sabes que tu hermana aún no se gradúa. —Les recordó.
—Sí papá, pero…
—Quiero que InuYasha me cuide, papá —prorrumpió Kagome, dejando estáticos a todos—. Tengo dieciocho años papá ¿cómo vas a permitir que enfrente sola la universidad? —Excusó con mucha estrategia—. Además, en un mes salgo de la preparatoria —cerró los ojos, llevándose un bocado de comida a la boca.
—Kagome tiene razón —apoyó Midoriko—. Tōga, ella necesita que su hermano la cuide —InuYasha se mantuvo en silencio, disfrutando internamente la decisión de sus padres—. InuYasha no es muy cariñoso pero sabemos que la protege.
El señor Taishō meditó la cuestión, aunque le parecía buena ¿cuándo Kagome aprendería a protegerse sola? No veía nada raro, pero solía encontrarlos estudiando en la misma habitación a menudo y hasta altas horas de la noche; eso era algo que no le agradaba mucho, porque si su hijo nunca había considerado a Kagome como su hermana ¿con qué clase de ojos la miraba? Bastantes veces solían pelear y en vez de parecer hermanos: lucían como una pareja. Si conocía bien a su hijo, es que podía asegurar que algo andaba mal.
Sin embargo…
—De acuerdo —concordó, con la mano en la barbilla. Su familia lo miró con una expresión de duda en el rostro—. ¿Qué? Midoriko siempre logra convencerme, no sé qué les parece tan extraño.
La sonrisa de Kagome se ensanchó—. Muchas gracias, papá.
InuYasha sintió que un gran peso le salía de encima ¡Por fin! Había esperado que su padre se quedara en contra de eso y le impidiera llevarse a Kagome con él para Kantō, después de todo él era dos años mayor y tenía los pies bien puestos sobre la tierra. De cualquier manera, allá tendría la libertad de pasearse con ella con mayor libertad, ya que no pensaba que a alguien le importara sus apellidos, si lo único que tenían en común era el cabello color ébano.
Del resto eran completamente distintos.
Y bien, si habían podido pasar por sobre sus padres: ¡se comerían el mundo! Les valía una mierda si los juzgaban ¡nunca habían sido hermanos! Y por eso habían empezado mentalizándolo desde pequeños. Se miraron cómplices, estableciendo una conexión especial en ese momento: estarían juntos siempre, aunque sonara demasiado tiempo.
Era una promesa.
Aunque los hermanos no follaran.
¿Fin?
Gente linda y sensual; quería venir a dejar algo por aquí antes de irme al colegio, ya que mañana domingo salgo a primera hora. ¡Mi primer incesto, carajo! Alguien que me ponga una almohada en la cabeza ¡estoy loca! Ya digo yo que mi comportamiento es extraño o.ó debo aprender a diferenciar lo bueno de lo malo u.u
Este fanfic puede ser largo siempre y cuando ustedes me lo permitan. No será nada fuera de lo común; he escuchado que les gustan los clichés y la manera en la que los desarrollo xD. Como sea, espero ver que me dicen sus reviews y si desean que la continúes: cambiaré el estado de "completo" a "en progreso".
Sin más: me despido con besos babosos C:
