Ningún personaje es mío por más que quisiera, todos vienen de la imaginación de Sir Conan Doyle y la adaptación de la BBC.
Parte del reto Batle!lock del foro I´m Sherlocked

1. I want to hold your hand.

Tener de compañía a John Watson resultaba ser en ciertas ocasiones difícil y de igual manera enormemente distractor. Curiosamente siempre que Sherlock necesitaba de un poco de concentración llegaba el doctor seguido de un gran escándalo, si no era por charlas era por pasos, bolsas, lo que fuera. Por otro lado la amistad de John resultaba estimulante y agradable la mayoría del tiempo con las risas del pequeño militar retirado y sus ánimos por ayudarle siempre aunque fuese a regañadientes. Pero lo que más le gustaba a Sherlock de John es que este siempre se preocupara por él cuando algo pudiera ir mal. Estaba plenamente consiente que John le importaba al igual que el médico por él mismo. Le quedó más que claro la mañana que apareció en el cuarto de John después de fingirse muerto después de tanto y este le respondió con la paliza de su vida. Pero no importaba, tenía a su amigo de vuelta y las cosas serían como antes.

O quizá no del todo.

- John, ¿desde cuando tienes uno de estos… aparatos infantiles? – Una consola de videojuegos, extraña, desconocida e infantil. John lo miró con esa cara de incomodidad que solía hacer cuando era sometido a alguna observación por parte del joven detective.

- Era necesario distraerme – John le pasó un control para invitarlo a jugar y Sherlock comenzó a observarlo. Ligeramente pesado, cubierta de plástico, sucio, eso quería decir que John lo usaba seguido.

- Y sacaste esto de tu cuarto – Sherlock le regresó el control con cuidado exagerado, había visto que era delicado y podría romperse.

- Por si quieres jugar – Dijo John entusiasmado y tomando un juego en especial – mira, es de resolver acertijos, a mi me gusta – Le tendió la caja del juego y Sherlock lo miró sin siquiera tomarlo.

- Aburrido – Fue lo único que dijo para después tenderse violentamente como siempre en el sillón – Aburrido, John, ese juego es aburrido.

John giró los ojos haciendo una mueca, sí, Sherlock no tenía solución, era un aburrido de por vida.

- Vamos Sherlock, nunca lo haz jugado – Un intento más por convencer a Holmes nunca estaba demás, si acaso podía mantenerlo entretenido un rato mientras intentaba escribir algo en el blog.

- No me convencerás de jugar como adolescente para que te deje escribir ¿John acaso te molesto mientras escribes? – El detective tomó el control con cuidado y miró la caja del juego, John sonrió de lado al ver que había convencido al otro de jugar, se sentó en la mesa y abrió la computadora.


- ¡Este juego no tiene ninguna razón de ser! – El alto apagó de golpe la televisión y dejó el control enfrente de John quien estaba en la cocina tomando té – John, ese juego es terrible, no logra asustar al jugador, ¿cómo van a creer que la gente se creerá eso? ¡Un pueblo fantasma, monstruos, es una locura! –Se quejaba pero John se encontraba satisfecho pues Sherlock había estado tres horas y media frente al televisor, lo que le daba a entender que había terminado el juego y seguramente con el final bueno.

Le iba a preguntar si le había gustado el juego y quizá irritarlo un poco cuando sonó el teléfono de su celular, era Lestrade preguntando por el de cabellos oscuros. Sherlock se fue rápidamente y seguramente feliz por un caso de homicidio y John se quedó con la bata a un lado, sí, horas nocturnas en la zona de pediatría del hospital debido a una epidemia de gripe.


Un taxi sería un medio rápido para poder llegar a donde uno quisiera siempre y cuando fuera en Londres. A Sherlock no le gustaba tomar el subterráneo debido a que no podía parar de observar a toda la gente, gente que dentro de su vida era inútil a la hora de divertirse de las formas que acostumbraba. Pero tampoco era muy feliz cuando el taxista ponía música curiosamente en el trayecto en el que iba Holmes. En un principio acostumbraba a irritar a los taxistas para que apagaran el aparato, pero desde que John Watson vivía en el mismo techo que él se había tenido que acostumbrar a la diversa música que el conductor pusiera. En esa ocasión era una canción muy popular de un viejo grupo conocido por todo el mundo, intentó ignorar la canción del cuarteto de Liverpool sin embargo la canción era penetrante dentro de una mente que se encontraba tan aburrida en esos momentos.

"Déjame tomar tu mano…"

No decía mucho la canción tan solo el deseo de estrechar la mano de alguien. Sin importancia, canción aburrida.


- Dices que fue aburrido y traes la frente rajada – John tocaba con delicadeza la frente de Sherlock con una gasa y lo necesario para evitar infecciones – Estuviste cazando un asesino y todavía dices que es aburrido.

- John, el sujeto era un completo idiota, sin imaginación, no era brillante, tu juego del pueblo fantasma fue mucho más divertido, lo de la frente fue evitar que alguien más saliera herido – Sherlock se levantó de golpe a buscar algo a la cocina, más fue reacomodado en el sillón por John pues la herida que tenía en la frente volvió a brotar sangre.

- Esa herida se ve mal, un tonto con un cuchillo – Dijo John tomando aguja e hilo especial – Lo siento, tendré que coserlo.

- Era una kunai John, el sujeto se sentía ninja y… - No pudo terminar de hablar. John lo había tomado por sorpresa y ahora estaba encima del detective cociendo con gran destreza. El dolor era grande y molesto, Sherlock apretó los dientes ante el dolor y se aferró al suéter negro del doctor.

- Tranquilo, ya casi termino – John lo consoló como si tratara con un niño – No pasa nada, es tan sólo para ayudar a que cierre la herida.

- ¿No pasa nada? Maldita sea John, me estas atravesando la carne – Sherlock buscó la mano de John para detenerlo, pero al llegar a esta se encontró con una mirada llena de cayos y endurecida, la mano de un hombre de acción.

No apartó la mano de John puesto que este ya había terminado con el tormento. El doctor igualmente tomó la mano del moreno, primero como un consuelo poco profesional ante el dolor, pero después, al sentir el apretón de Sherlcok miró hacia el detective y se encontró con aquellos ojos que tanto le gustaban. Se distrajo pues la sangre que bajaba por la nariz era bastante.

- Que bueno que cosí eso, iré por algo para limpiarte – John soltó la mano de Sherlock y fue hacia la cocina. Sherlock por su lado hizo una mueca de inconformidad. Ahora entendía la canción que había escuchado la noche pasada en el taxi. Sentir la mano de John le había quitado el aburrimiento de repente, no lo comprendía, pero necesitaba sentir de nuevo esas manos callosas y rudas, las necesitaba pues de nuevo se moría del aburrimiento.

Cuando John llegó con el trapo húmedo y el tazón con agua Sherlock se los quitó de la mano, ya abría tiempo de limpiarse, ahora necesitaba tomar la mano de John, sentirla, sentirse tranquilo.

- John, dame tu mano – John levantó una ceja interrogando.

- Pero la sangre – Dijo intentando tomar el trapo mojado, Sherlock negó.

- Ya habrá tiempo, ahora, John dame la mano que me aburro – John se la dio a regañadientes y Sherlock la sobó, la olió, la sintió.

Había vuelto por Watson, era su único amigo, pero no lograba comprender como era que la mano del doctor le provocara una necesidad de tocarlo y al mismo tiempo la necesidad de sentir más sus manos. ¿Cómo era que las manos de John le quitaban lo aburrido? Ahora tenía otra cosa en qué pensar.

- Querido Watson, te han contagiado de gripa.


Sin mucho que decir, espero les guste.