Caricias furtivas

¡Espera Sev! – grita Lily por encima de la muchedumbre que abarrotaba el pasillo. Severus se da la vuelta, buscándola con la mirada, escudriñando entre la gente con sus ojos negros, y por fin la ve; la chica corre hacia él y lo abraza, agarrándose de sus hombros y susurrándole al oído: "Hola Sev".

Los pelos de la nuca de éste se erizan, como hacen cada vez que escuchan esa voz… y su corazón comienza a agitarse con violencia al notar los senos de Lily contra su pecho. Ella le mira, y antes de que a Severus le diera tiempo a reaccionar, Lily lo agarra del brazo y lo saca de entre aquel gentío para llevarlo a un lugar más íntimo. El baño es perfecto, y siempre ha sido el testigo de sus innumerables encuentros a escondidas, pues ella mantiene una turbia pero conocida por todos relación con James.

Hacía poco tiempo que habían descubierto una pasión entre ellos que permanecía dormida, hasta que despertó para apoderarse sin piedad de ellos.

Perdiendo todo cuidado y precaución, Lily, rebosante de una sucia lujuria, tira de la corbata de Severus y lo atrae hacia sí con inusitada fuerza, y él se deja arrastrar, como se ha dejado todas las veces que ambos han sucumbido al placer. Él se sienta en el wáter y ella, a horcajadas sobre él, le arranca la camisa mientras él posa sus manos en sus caderas, va subiendo por su tripa y aparta su blusa para pasar su lengua por ella. Se muerde el labio inferior sin dejar de mirarla a los ojos y la chica le aparta su lacio pelo de la cara para besarlo, morderlo como si le fuera la vida en ello.

Severus se quita los pantalones y los arroja con violencia al suelo, pues su miembro pedía ser liberado de la opresión de aquella ropa. Mientras Lily se levanta y se desnuda, él no cesa de observarla, como si no creyera lo que estaba ocurriendo, asegurándose de que aquello era real, y antes de que pueda concluir sus pensamientos ella ya se había vuelto a sentar sobre él y los dos gimen, satisfechos por aquella deseada fricción.

Mientras se mueven al mismo compás, sus labios se encuentran de nuevo en un baile salvaje. Serevus aparta el rojizo pelo de Lily y lame sus pechos, disfrutando con el contacto de su lengua en ellos y mientras oye a la chica suspirar de gusto y llegar al orgasmo agarrando la espalda de él con furia y arañándole, se nota temblar, señal de que el final está cerca.

Por fin, un alivio casi divino les envuelve y abrazados, se miran unos instantes, sonriendo. Lily se viste, y sin decir palabra, giña un ojo a Severus y sale de allí corriendo, dejando al joven sin más deseo que volver a experimentar aquellas sensaciones en la clandestinidad.