Antes de comenzar quiero reiterar que éste fic participa en la actividad del mes de la mujer "Los ángeles del fandom" del foro "¡Siéntate!".

ADVERTENCIAS: Referencias a violencia, abuso sexual, maltrato y un poco de masoquismo. Universo Alterno.

NOTA: Esta historia está exclusivamente publicada en FF. net y si estás leyéndolo en otra página es porque ha sido plagiada.

TODOS LOS PERSONAJES PERTENECEN EXCLUSIVAMENTE A RUMIKO TAKAHASHI


"Ojos cerrados"

"Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos" – Pablo Neruda.


Rin tenía los ojos cerrados. Suspiró y dejó caer un par de lágrimas que rodaron por su cara y cuello hasta mezclarse con la humedad que la rodeaba. La sensación del agua caliente la relajó por un instante, haciendo que se acercara al borde de la tina y recargara su espalda, al mismo tiempo que se abrazaba las rodillas.

El dolor era grande, a pesar de que en algún momento llegó a disfrutarlo tanto como él. Tocó cuidadosamente uno de sus pechos, percibiendo que la zona estaba mucho más sensible que de costumbre. Con delicadeza, delineó la marca roja que él le había hecho al morderla de aquella manera tan brusca; luego observó sus brazos, descubriendo con tristeza dos moretones más, cada uno impreso en su piel como evidencia de su infortunio.

Temblaba, no podía evitarlo, a pesar de ya estar acostumbrada a todo eso. El recuerdo de los ojos dorados de Sesshōmaru, tan penetrantes e impávidos sobre su persona, tan llenos de necesidad y de deseo, tan dominantes; la hizo estremecerse una vez más dentro del agua. Se sentía tan frágil, tan indefensa, tan…culpable.

Sí, definitivamente todo era su culpa, como siempre. Todo lo arruinaba ella, si tan sólo no fuera tan tonta. ¿Tan difícil era pensar antes de actuar, tal y como le advertía Sesshōmaru?, ¿Por qué las cosas no podían ser diferentes?.

Más lágrimas brotaron de sus ojos, era inútil pensar en un cambio. Llevaba ya casi un año viviendo así, desde que él le pidió compartir apartamento para darle un giro más formal a su relación. En su momento, Rin saltó de felicidad y aceptó sin dudar la proposición, sin importarle el hecho de que Sesshōmaru fuera ocho años mayor que ella y que sólo tuvieran unos escasos cinco meses de haberse conocido por casualidad en una de las reuniones que había organizado su prima. Ese poco tiempo a ella le bastó para enamorarse ciegamente del joven y dejarse convencer por sus palabras, sin que nada ni nadie pudiera evitar lo que muchos le aconsejaron, era una mala y apresurada decisión.

Por supuesto, a pesar de todo, no se arrepentía. Cómo hacerlo si ella amaba a Sesshōmaru, lo amaba con su alma entera, con su vida misma, lo amaba tanto que era muy lógico que tendría que doler, ¿o no?. Además, Rin estaba segura de que él también la amaba a ella, bastaba con ver la manera en que siempre la cuidaba, la forma en que la protegía de todo aquel que se le acercara, él no hacía más que defenderla de quien se atreviera a interponerse entre ellos. Se lo había dicho una y mil veces, si era tan posesivo, era porque no quería que se fuera de su lado.

El problema era ella, que siempre lo hacía enfadar con actitudes torpes, como en esa ocasión, por ejemplo. Rin sabía perfectamente que Sesshōmaru le tenía prohibido acercarse a otro hombre que no fuera él, ¿y qué hacía ella?, salir de la universidad acompañada de uno de sus compañeros de clase que además, tenía entendido, estaba interesado en ella. Claro, era obvio que él iba a molestarse.

Sin más, respiró profundo, llenando sus pulmones del vapor tibio que inundaba el baño, para luego levantarse poco a poco, dejando que el agua escurriera de su cuerpo llevándose y purificando todo vestigio de culpa. Poco a poco salió de la bañera y se sentó en el banquito justo debajo de la ducha, se enjuagó el cabello, tomó el jabón y comenzó a frotarlo por todo su cuerpo, avivando así toda esa sensibilidad que antes era inexistente.

Los moretones de sus brazos, los rasguños en sus piernas y las mordidas en su pecho y cuello eran cubiertos por la espuma, como si jamás hubiesen estado ahí. Tendría que ser cuidadosa para evitar que se vieran, debía esconderlos bien ésta vez, no quería dar explicaciones innecesarias a personas que no entendían que aquello era, según ella, necesario.

"¡Dios Rin, ¿pero qué te ocurrió en el brazo?!" recordó a Kagome preguntarle una semana atrás.

"Ahh…ehh…no es nada…sólo…sólo me golpeé con una puerta" había contestado con voz trémula, reacomodándose rápidamente la manga del suéter que hasta ese momento dejaba torpemente a la vista un gran golpe purpúreo del tamaño de un puño. Su prima alzó una ceja.

"¿En serio?" los ojos de la mayor parecieron examinarla en ese momento, como si ya supiera que estaba mintiendo. No podía decirle otra cosa, después de todo, Kagome había sido de las primeras en oponerse a que su pequeña prima de apenas 21 años se mudara de casa prácticamente de un día para otro, aun tomando en cuenta que lo haría con el hermano de quien en ese momento era su propio novio. Iba a resultar tedioso explicarle los verdaderos motivos de su lesión, Kagome no lo entendería, se pondría como loca y lo peor, la juzgaría. Estaba segura de que lo haría, así como seguramente harían todos si se llegaban a enterar alguna vez, y Rin, de sólo pensarlo, prefirió callar.

"Sí, en serio… Ya sabes que soy muy tonta a veces" bajó la mirada y se fue corriendo, antes de que su prima, su única familia, a quien antes le tuviera toda la confianza, continuara con el interrogatorio.

Rin bajó la mirada al terminar el recuerdo, luego sacudió la cabeza y más gotas saladas, mezcladas con las del grifo, escurrieron por su rostro. ¿Desde cuándo se comenzó a sentir tan aislada, tan sola, con tanta desconfianza?, ¿realmente valía la pena seguir…?

¡Abre los ojos, Rin, ábrelos!, una vocecilla susurraba en su mente.

Agitó la cabeza una vez más, con mayor vehemencia. Definitivamente valía pena, ¿en qué estaba pensando?, por supuesto que estar con Sesshōmaru era lo mejor que le pudo haber ocurrido, ¿quién más la querría como él?, debía sentirse afortunada.

Así, continuó con lo que estaba haciendo, se enjabonaba el cuerpo delicadamente y luego pasaba el agua, ruborizándose al imaginar que esas manos que tocaban sus brazos, piernas y abdomen, no eran las de ella, sino unas masculinas muy conocidas que, en lugar de estrujarla y maltratarla, acariciaban su figura delgada con ternura y delicadeza. Con cuidado de no lastimarse su intimidad, más de lo que ya estaba, se introdujo dos dedos y masajeó suavemente su interior, percibiendo una combinación extraña de placer y de un dolor punzante. La misma que diariamente se veía obligada a disfrutar.

El rostro varonil y dominante de Sesshōmaru le vino a la mente, al mismo tiempo que dejaba escapar un par de gemidos involuntarios. Por un momento se sintió enferma, con el estómago revuelto, y la culpabilidad volvió a renacer, ¿cómo era posible que se conformara y soportara aquel salvajismo y rudeza con los que él la trataba y la sometía para "hacerle el amor"?. Porque había que recalcar que siempre era cuando él quería, cuando él lo deseara, y Rin tenía que estar lista para dócilmente ser manipulada a placer, dejándola apaleada y exhausta al terminar cada sesión. Cuánto anhelaba que todo fuera como antes, como cuando iniciaban apenas su relación y él se acercó a ella con maneras elegantes y seguras. Todo el tiempo solía ser frío, serio, de pocas palabras, así lo había conocido y la había flechado desde el primer instante, pero después llegó a transformarse en un hombre intolerante, apasionadamente posesivo y agresivo a la más mínima provocación. No entendía por qué había cambiado tanto, ¿a qué se debía?, ¿acaso ella había hecho algo mal?, ¿había fallado en algo sin darse cuenta?, seguramente.

¡No, Rin, ya basta, abre los ojos de una vez!

No quiso seguir pensando en ello, pues las heridas internas le dolían más que las que se podían distinguir a simple vista. Simplemente se incorporó y se secó el cuerpo con una toalla que, a pesar de ser suave, le raspaba los moretones de forma desagradable. Suspiró con cansancio y se colocó un pijama ligero de manga corta; luego salió del baño, entró a la habitación oscura, y sin importarle que su cabello estuviera humedecido, se metió en la cama dejando caer pesadamente la cabeza en las frías almohadas. Qué más daba un resfriado, al fin y al cabo, su organismo ya estaba más que acostumbrado a los malestares.

No pudo más y dejó que sus párpados se juntaran, el dormir siempre la alejaba, la desconectaba, aunque fuera por unas horas, de su realidad miserable para así sumirla en otra muy distinta, una en la que Sesshōmaru, a quién ella tanto amaba, no la mirara con esa gélida hostilidad que la hacía sentir pequeña e insignificante, que la hacía sentir que no era más que una muñeca de trapo con los ojos vendados. Por un momento creyó lograrlo, su respiración se relajó y sus músculos adoloridos dejaron de punzar; pero justo en ese instante, su corazón dio un brinco y abrió los ojos de golpe al sentir un cuerpo grande y largo recostarse junto a ella y apretarse contra su figura. Rin tembló.

─Rin ─la voz grave le erizó la piel, más aún cuando sintió que el rostro masculino se acercaba a su oreja para morderla, produciéndole un dolor más a la larga lista ─¿Tienes miedo? ─preguntó él al sentirla estremecerse, luego pasó uno de sus brazos por sobre de ella y la sujetó de la cintura.

Rin se quedó callada por un momento, sin saber qué responder. Desde hacía mucho no sabía cuáles eran las respuestas correctas, lo que él quería escuchar, y para su mala fortuna, siempre solía responder lo equivocado.

Bajó la mirada una vez más, como si en el bordado de la sábana pudiera encontrar la solución que buscaba. Sintió los labios húmedos y calientes de Sesshōmaru besarle el cuello, justo con ese aire de autoridad de quien reclama un objeto que es de su propiedad.

Rin por fin negó con la cabeza lentamente, disimulando que en efecto sí le temía, sobretodo porque comenzaba a tocarla con intenciones de tener otro encuentro pasional. Ella tragó saliva, pues aún no estaba recuperada del todo para eso, lo supo por completo al sentir su intimidad palpitando lastimosamente. Claro que a él le importaría poco si en verdad tenía deseos de hacerlo.

─Quiero que me mires ─ordenó, ejerciendo presión sobre sus caderas. Rin jadeó, y en un movimiento brusco, Sesshōmaru la hizo girar en la cama sobre si misma, quedando ahora ambos frente a frente.

Al fin lo vio entonces, con sus ojos dorados penetrándola hasta el fondo de su alma, como si se alimentaran de su miedo para nutrir ese porte tan majestuosamente atractivo que cargaba consigo. Uno tan dominante que sin importar qué hiciera, acababa hipnotizándola a grados desconsiderados. Por un instante, al mirarlo fijamente, Rin se preguntó el por qué, ¿por qué, en primer lugar, alguien como él se había fijado en una chica simple como ella?, o más importante, ¿por qué la atormentaba de esa manera tan cruel, jugando con sus sentimientos sinceros?, ¿por qué la lastimaba y se aprovechaba de su vulnerabilidad?. El dolor de un pinchazo atravesó su corazón.

─No llores ─dijo Sesshōmaru, acercándose más a ella, disfrutando de ponerla tensa mientras la obligaba a recargar el rostro mojado en su torso desnudo. Rin no pudo evitarlo, y dejó escapar más lágrimas, lágrimas de impotencia, de debilidad, al sentirlo tan cerca, al aspirar su perfume y tocar su piel, al saber que no podría ser capaz de sobrevivir sola, por su cuenta, no sin él. ─Eres hermosa ¿lo sabes?, y eres mía… repítelo.

¡No Rin, abre los ojos, no le perteneces a nadie!, la voz en su interior no se callaba. Nunca se callaba. Y Rin como siempre, no la tomó en cuenta.

─Soy tuya…

─Bien ─Sesshōmaru pareció emitir una diminuta sonrisa perversa, apretando el abrazo, haciendo que el dolor de los golpes y moretones que ella tenía, se acrecentara de un momento a otro. ─Así será siempre, ¿me entiendes?

¿Siempre? ¿Podría vivir así siempre?. Rin sollozó de manera casi imperceptible. Su necio, masoquista y estúpido corazón le gritaba que sí, que ella podrían incluso morir de dolor si eso significaba permanecer al lado de Sesshōmaru, que no importaban los golpes, las humillaciones, los sacrificios, las lágrimas de sangre que le faltaran por derramar. No importaba si la separaba por completo de sus amigos, de su pequeña familia, qué más daba si llegaba el momento de perder incluso la libertad y hundirse en un túnel profundo del cual no saldría viva. Todo eso y más podría soportar.

Pero había algo que no la dejaba tranquila, algo que finalmente encajó en su cabeza y la despertó, algo que la iluminaba débilmente en medio de esa oscuridad tan densa en la que poco a poco se iba perdiendo, y que la desprendía disimuladamente de la gran y falsa culpa que voluntariamente cargaba sobre los hombros. Era una sensación de frustración, un sentido de amor hacia sí misma, del poco que le quedaba, había un grito de dignidad atascado en su garganta, uno de fortaleza y de lucha interna, que muy, muy en el fondo, la guiaba a responder a la pregunta que se hacía todos y cada uno de los días, y que siempre se empecinaba en ignorar, en no aceptar, en no enfrentar. Todo por miedo. No, nada de ese sufrimiento valía la pena. Ni un poco.

Tal vez era hora de ser valiente. Tal vez era hora de abrir los ojos.

FIN DEL ONESHOT


Vaya, estoy con un sentimiento agridulce. La verdad me costó mucho trabajo sacar adelante éste pequeño relato, la violencia de género es un tema delicado y tuve que pensar mucho en la manera de abordarlo. Investigué, hasta leí testimonios en internet y no cabe duda que siempre la realidad va a superar a la ficción.

Normalmente Rin y Sesshōmaru forman una de mis parejas favoritas en el fandom, fue definitivamente difícil ponerlos en una situación totalmente distinta a lo que estoy acostumbrada a escribir, esto me dejó reflexionando mucho, y les pido por favor que evitemos cualquier tipo de bashing hacia los personajes. Recordemos que es un Universo Alterno y sabemos que nuestro querido amo bonito jamás se atrevería a lastimar de alguna manera a su pequeña protegida.

Aunque sinceramente no estoy segura si dejar esto como un oneshot o añadirle otro capítulo, después de todo, queda claro que la Rin de ésta historia, no está bien y necesita ayuda, me basé en el sentimiento de culpa, la dependencia, el miedo y la baja autoestima que son fuertes evidencias de alguien que está siendo violentado. No lo sé, quizá lo haga dependiendo de sus opiniones, sin embargo estoy consciente de que éste fic tal vez está programado para no gustar del todo.

Gracias por leer, y sobretodo digamos NO a la violencia de género, o de cualquier tipo.

Saludos a todo el foro.