Viernes trece
Por Yoana Spiegel
Disclaimer: Danny Phantom, así como todos sus personajes son propiedad de Butch Hartman, Nickelodeon, Viacom y de todos los demás que posean los derechos. Fanfic hecho sin ánimos de lucro.
Nota: Hecho para el 'Evil Plot Raven' de fandom_insano de LiveJournal. Disfruten la lectura.
Miro la puerta que momentos antes fue cerrada justo en mi nariz con molestia. Sin embargo, yo me lo busqué; hoy es viernes trece, ese día en el que hace cuatro años la vida de Daniel se quebró en mil pedazos. Cada ciertos años, paso por un lapso de estupidez que arruina todo lo que quiero.
Hace veinticinco años cometí la estupidez de presentarle a Jack al amor de mi vida; se casó con ella y de paso arruinó mi vida. Hace diez años rechacé la oportunidad de casarme con una hermosa mujer rubia sólo porque seguía obsesionado con Maddie y estaba seguro que algún día ella me aceptaría. Cuatro años atrás, cometí el error de presentarme a Daniel como su archienemigo por querer convertirlo en mi hijo y en mi aprendiz.
Ciertamente, todo salió mal. Pero, ¿se me puede culpar por desear entrenar a la única persona que es como yo? ¿por desear amarlo como un padre, ya que el que tuvo no lo merecía? Daniel era demasiado valioso para conformarse con Jack Fenton.
Y sí, mi lapso de estupidez actual fue mencionarle lo patético que siempre fue Jack al arrebatarme todo lo que siempre quise. En verdad no fue mi intención recordarle al muchacho su familia muerta; pero me di cuenta demasiado tarde cuando el niño salió hecho una furia del gran comedor de mi castillo. Daniel jamás había actuado de esa manera desde que lo adopté cuando perdió a toda su familia en aquella espantosa explosión. Pero claro, Vlad Masters tuvo que arruinarlo todo. En serio, odio los viernes trece.
—Daniel —toco la puerta suavemente, conozco al muchacho y sé que está sentado detrás con la espalda sobre la fría madera. Podría fácilmente atravesar la puerta, pero trato de comportarme como un padre normal en todos los sentidos.
—Vete, Plasmius —me dice, demasiado molesto. Cada que se enoja conmigo me llama de esa manera. No lo culpo.
—Mi querido muchacho, no fue mi intención...
—Claro, Plasmius. No fue tu intención conseguir todo lo que siempre deseaste a cualquier costo. Está bien, nunca te importé. Mi madre era todo para ti, ¿no? Me alegra de que no la tuvieras nunca en tus asquerosas garras...
—¡Daniel James Fenton!
Grito, perdiendo la poca paciencia que me caracteriza. He hecho todo lo posible para borrar esa imagen que tiene el muchacho de mí, del malvado millonario que hizo su fortuna aprovechando su mitad fantasma, pero parece que Daniel es demasiado terco como para olvidar. Tiene que aprender y meterse en la cabeza que lo amo y que siempre será mi hijo, la única persona que hace que no me sienta solo en el mundo.
Escucho unos débiles sollozos dentro de la habitación y me contengo de volar la puerta y abrazar al muchacho, decirle que me perdone y que todo está bien. Pero no lo hago, los viernes trece en serio me dan mala suerte.
Así que sólo me retiro a mi habitación y esperaré con ansias la buena suerte que me dan los sábados catorce. Tal vez le compre a Daniel una pata de conejo, para que no herede mis estúpidas supersticiones.
