Una vez que estuve frente al enorme edificio, me quité las gafas oscuras… Observé la fachada pintada recientemente… Subí los escalones, junto con un gran número de personas (de todas las edades, e incluso ancianos para mi sorpresa), que asistían a esa ceremonia al igual que yo. Sentí una sensación cálida y resguardada cuando ingresé al lugar… Noté que había muchas remodelaciones y que ciertas cosas habían cambiado… Sonreí mientras buscaba coincidencias con respecto a mis recuerdos.

-Vamos Ruth! Apúrate! Se nos hará tarde!... La tal Susan será la que nos entregué la medalla… Dicen que está igual que siempre!...- Dijo una mujer que estaba a mi lado, y pude notar a varias caras conocidas de algunos años anteriores…

-Tiene que haber envejecido con los años… Todos lo hacen!... Algún tratamiento estético tal vez… Estirarse el rostro, y quedar con un gesto de susto…- Respondió la mujer de pelo castaño que se adelantaba frente a mi… Vi que ese grupo se apartaba riendo… Ruth McDougal… "Sí, las personas cambian, pero en el fondo son las mismas". Pensé ladeando la cabeza, y dirigiéndome al aula que me habían dicho.

Caminé por el pasillo, buscando el número… El lugar había sido remodelado, y la antigua aula donde coincidíamos con mis ex compañeros, ahora era una sala de computación. Al pasar por una sala que parecía intacta, me sonreí… Allí estaba Berta, la portera encargada de custodiar a los estudiantes en sus horas de castigo… Ese era el único lugar que estaba idéntico comparado con aquella época… Estaba sentada limándose las uñas (cosa que siempre hacía mientras los chicos observaban el reloj, esperando que la hora de suspensión pasara lo más rápido posible)… Cuando tenía dieciocho años, yo solía llevarle una caja de donas (como especie de soborno para que me dejara salir… Éramos socias en secreto, y nunca terminaba de cumplir la hora que me habían asignado). Pensé en entrar y saludarla, pero cuando me vio en la puerta me dijo que si estaba interesada en hablar sobre el presupuesto de la remodelación, que pasara por la oficina del director… Era obvio, que no me había reconocido.

Todo era nuevo, y con un toque pacífico de resonancia que dejan los lugares que suelen estar rodeados de gente constantemente… No pude evitar pensar en las tantas historias que ocurrirían en ese lugar por día… Y las muchas otras que habían quedado en el baúl de las memorias… Así como la mía. Me vi reflejada en el vidrio de la puerta, y pensé que quizás me había vestido demasiado formal para la ocasión… Luego noté a otras personas de traje al igual que yo, y descarté esa preocupación banal.

Sentí un cosquilleo muy extraño que no reconocía hacía mucho tiempo… Casi nervios podría decir… Cuando ingresé al aula, noté que las sillas estaban marcadas con nuestros nombres… Me sorprendí, pero me senté donde estaba la mía "Helga. G. Pataki"… Al parecer los chicos habían tenido clase esa mañana, y luego a la tarde, habían limpiado el lugar para el acto que iba a realizarse. Cuando me senté, vi a otras personas cerca de mí… Al echar un vistazo con más precisión, noté a una mujer con un bebé, dos hombres charlando y otra mujer de cabello negro que no me costó mucho reconocer… Quizás por un rechazo instintivo de piel: Rhonda Wellington Lloyd. Estaba sentada hablando con un grupo de mujeres que reían sin parar, con una voz delicada y casi rayando a la exagerada agudeza… Enseguida comprendí que se trataba de sus fieles seguidoras, de años anteriores. Me sorprendió de sobre manera verla allí, nunca me habría imaginado que alguien tan sofisticada y petulante como ella, accediera a presenciar un acto de ese estilo…

Para ser sincera, cuando mis amigos me habían hablado al respecto me mofé riéndome (a veces solía salirse esa parte de mí, que hablaba demasiado y quedaba mal parada). Después me explicaron que se trataba de una colecta para ayudar a las obras de caridad en la ciudad: se haría una reunión en la antigua preparatoria 120, y graduados de distintos años, se juntarían para recibir una medalla en honor por el hecho de haber completado el secundario. Todos colaboraríamos con sorteos, y auspiciando los deportes. Fue entonces cuando me asombré comprendiendo las buenas intenciones, y decidí participar…

Cuando tenía dieciocho años, había escuchado la conversación de dos ancianos en una plaza, donde decían que a veces es necesario echar un vistazo hacia el pasado, y así tomar fuerzas para mirar hacia el futuro y vivir el presente saboreando cada momento. En ese tiempo yo estaba desanimada con respecto al capricho del destino, que no le presté atención a la conversación de un par de "vejetes" como había pensado. Yo era una joven inquieta y de carácter bastante colérico… Sin embargo, esas palabras habían ahondado en mí de alguna manera. Diez años después allí estaba yo, en esa burbuja suspendida en el tiempo, para echar un vistazo… Comprendí que los años curan cualquier dolor, pero la nostalgia siempre está.

-Helga…?...- Al parecer Rhonda había notado mi presencia, al igual que las mujeres que estaban con ella… Dibujé una sonrisa cordial, pensando que quizás debía dejar las impresiones del pasado y levantarme a saludarlas…- Eres tú…?...- Indagó acercándose a mí, con una sonrisa de lado…- Vaya! Casi ni te reconozco… Estás muy diferente!…-Mencionó observándome de arriba abajo y luego haciendo un gesto, como si notara algo mal en mi atuendo… Suspiré sonriendo y recordando por qué no me caía bien cuando tenía dieciocho años… - Cuéntame de tu vida, querida! Hace mucho tiempo que no nos vemos, no supe mucho de ti después de la graduación…

Saludé al grupo que la acompañaba que para ironía del destino, parecía conocer mi trabajo y seguirme… ¿Quién hubiera dicho que las mismas personas que me tildaban de marginal hacía unos años, me estuvieran falsamente elogiando en ese momento?, igual de más está decir que poco me importaba. Les expliqué en un tono relajado que era escritora. Tenía una columna de opinión en un periódico de New York, donde yo vivía… Todas asintieron, dando su opinión y gustos sobre la gran manzana del país… La ciudad que nunca duerme y que deslumbra a todos los que la conocen.

Si bien la conversación me aburrió bastante, aproveché para mirar cada detalle a mí alrededor y las personas que entraban… Un grupo de hombres, de voz bastante grave y que al coordinar todos juntos parecía que ahogarían a un parlante, llegaron haciendo ruido y sentándose en el fondo jurando que las personas más divertidas, eran las que sentaban detrás de todo. Medio sonreí al pensar quiénes eran y al comprobar mis suposiciones. Algunos estaban muy distintos físicamente, otros lucían igual que siempre: Berman, Peterson, Hudson, Willson, etc. Cada uno se aproximó a las sillas que estaban marcadas con sus nombres.

-Parece que el acto se iniciará… Será mejor que tome asiento, si me disculpan.- Dije con una sonrisa dibujada, interrumpiendo la "interesantísima" charla con Rhonda y sus clones (Jajaja! Recuerdo cuando las llamaba así!), y aproximándome a mi lugar. Rodé los ojos al sentarme… Los asientos de la preparatoria eran tan incómodos!...

Más personas fueron ingresando y ocupando lugares… Sonreí al notar que algunos de mis ex compañeros se aproximaban a mí, dispuestos a saludarme al notar quién era. Hice lo mismo, con los que eran inconfundibles a pesar de tener diez años de diferencia: Harold Berman (tan inmenso, tosco, algo tonto, pero de buenos sentimientos al igual que a los dieciocho años), Nadinne (a la que había saludado después de Rhonda, de bata blanca y cabello suelto y largo con muchas ondas), y demás personas que a medida que las reconocía, cambiaban la imagen que me había quedado de ellas.

Otros tantos, no habían asistido por obvias razones: el horario del empleo en el que estaban, los hijos, la distancia (muchos nos habíamos ido de la ciudad, al terminar la preparatoria, por no decir la gran mayoría), y otros no habían querido participar, porque simplemente, no les interesaba. Sin contar, que para esas fechas, la nevada era más fuerte que de costumbre. Por un minuto me asombré de mi misma por estar de vuelta allí, con los que un día habían sido mis compañeros… A muchos los conocía desde jardín de niños, y eso me generaba alegría. Habíamos vivido muchas cosas, juntos. Era bueno volver a verlos, aunque yo no lo dijera… Inclusive a Rhonda Lloyd… -Se pasan tantas horas con una persona a la que no toleras, y con la cual me peleaba por estúpidas frivolidades (por idea de ella), que el fondo, existe cierto cariño a pesar de todo-.

Diez años después… Las cosas cambian, diez años después.

Vi a una mujer, de cabello negro, ojos cafés oscuros y rasgados… Su tez era cálida, al igual que su sonrisa, pero por su forma de caminar, de pasos contados y exactos, se notaba que en su vida diaria, siempre se encontraba bajo una demandante presión. Me crucé de piernas, y enarqué una ceja viéndola avanzar por el pasillo y saludar a varias caras conocidas… Luego hizo un alto frente a mí, y dibujó una amplia sonrisa, guardando las gafas que traía, en el bolsillo de su bata.

-Helga!...- Exclamó con esa vocecita que era igual de sublime y amable como de costumbre…- Creí que no vendrías!...- Dijo mirándome y sentándose a mi lado… Sonrió:- Kon'nichiwa!- Me saludó en japonés, la cultura que había adquirido por herencia… Luego me abrazó y correspondí el gesto…- No esperaba verte!... Habías mencionado que tenías mucho trabajo últimamente en tu sección… Después de leer tu columna del viernes, entendí a lo que te referías…- Me dijo bajando un poco la voz, y hablando sobre la última opinión que se había publicado en el New York Times, donde yo había criticado el subterráneo de la ciudad…

-¿Dejarás que te salude, Phoeps?…- La detuve, entre tantas preguntas que me formulaba, una tras otra… Phoebe, mi gran amiga! Mi mejor amiga, en realidad… Esa amiga que había seguido siendo mi contacto irrompible a través del tiempo... Sonreí al notar como ella hacía un gesto de que se quedaría en silencio…- Solo bromeaba… Cómo estás?... Al parecer, insististe tanto con los mensajes en mi contestadora, que no tuve más remedio!…- Comenté, mientras las dos reíamos…

Todo ese tema de la reunión de ex graduados, me la había comentado ella, dos semanas atrás…

Me había explicado la causa por la cual nos volveríamos a ver en la antigua preparatoria, después de que yo me mofara de lo patético que sería juntar a más de veinte personas, para celebrar una ex graduación que había ocurrido, diez años atrás. Luego cuando me dijo, que se trataba de soporte y condolencia con las obras de caridad en Hillwood, me disculpé y dije que pensaría si asistiría… Y allí estaba.

-Es verdad que tengo que entregar mi próxima opinión antes del viernes…- Respondí pensando en el tiempo en que estaría por Hillwood…- Pero, ya se aproxima la Navidad y de todos modos, iba a volver a casa… Así que estás serán solo unas vacaciones o como quieras llamarlas…- Le expliqué haciendo un gesto relajado en mi asiento.

Mi amiga sonrió:

-No sabes nada respecto a Lila? Cuando la llamé, me explicó que se agregarían más funciones en el teatro y que apenas podía tomar un avión y venir, para salir volando otra vez…

Lila vivía en New York al igual que yo. Era una bailarina profesional de danza clásica. En esos días, se encontraba brindando unas funciones de ballet en el teatro Broadway. Ella era, junto con Phoebe y Natalie, las amigas que me habían quedado de la preparatoria y con las que podía contar, sin importar lo que sucediera. De pequeña eran mis aliadas en cuanto plan se me ocurriera… Pero tanto Natalie como Lila, no podrían asistir a esa celebración.

-La última vez que la vi, fue hace dos meses. Yo tenía que entregar mi última columna y no…- Me detuve bajando un poco la voz, Phoebe levantó una ceja, esperando a que continuara…- No encontraba nada que criticar. Entonces vi la función de esa noche, y pude escribir sobre algo.- Finalicé notando la expresión curiosa de mi amiga, que me sonreía.- Obviamente que le dejé la imagen profesional que se merece, estuvieron fantásticas todas las personas que salieron a escena… Es un espectáculo bien montado…- Agregué, mientras tanto Phoebe y yo levantamos la vista, para notar a quién había ingresado al aula…

El profesor Stephensen… Un sujeto de unos cuarenta años, de cabello castaño, enormes gafas y sonrisa cordial y revolucionaria. Habíamos tenido a ese profesor, los últimos años de preparatoria. Cuando ingresó, aún era relativamente nuevo e inexperto en lidiar con adolescentes. El habernos tenido a nosotros, fue una especie de inmunización para los años que le siguieron… No me extrañaba que lo hubieran elegido para entregarnos las medallas ese día. Tenía una conexión única con nosotros, en aquel tiempo: el único profesor que nos toleraba!… Pero aquí la pregunta era, nos recordaría acaso?... Un profesor de ese estilo, tiene varias aulas a su cargo y en promedio en un año es casi imposible saber todos los nombres de los estudiantes…

-Hola… Cómo están niños?... Pasaré lista para asegurarme de que están todos aquí…- Dijo en son de broma como primer saludo. En el acto, las mujeres y hombres que estaban en esa aula, tomaron asiento sonriendo, comentando y algunos distraídos en otros asuntos.- Mientras más acerquemos las sillas unas de otras, mejor estaremos… Todavía hoy, no han arreglado la calefacción…- Mencionó el hombre de impresionantes gafas y yo medio sonreí con ironía, tamborileando mis dedos en mi asiento… Diez años habían pasado y el Estado aún no reparaba la calefacción en esa preparatoria… La verdad, pocas cosas me asombran!

-Algunos de ustedes están realmente irreconocibles!... Y otros no tanto…- Prosiguió Stephensen y yo observé a mí alrededor…- Primero me gustaría llamar a la persona que organizó esta reunión y quiero pedirles un aplauso para él… Es uno de los mejores profesores que tenemos aquí, y una excelente persona también. Ustedes lo conocen de hace mucho… Eugene Horowitz…- En efecto, todos aplaudimos al hombre pelirrojo, de pecas, pantalones en la cintura y camisa holgada… Eugene era un profesor de química, y fue quien tuvo la idea de volver a reunirnos.

-Hola a todos… Me da mucho gusto que estén aquí!... Es más gente de la que en un principio creí que vendría!... Les agradezco enormemente en nombre de la preparatoria 120!...- Tenía la misma forma de hablar entre inocente, patética y alegre de toda la vida… Su voz había cambiado y conservaba la misma estatura mediana de la preparatoria. -Tenemos varias actividades planeadas y esto será un paso importante en cuanto a la sociabilización en la ciudad… Este tipo de eventos enriquecen a…

Y luego, como recordando viejos tiempos, tuvo dos problemas por los que tropezó y dio contra el suelo: uno, se había enredado con el cable del micrófono que tenía en la mano (Dios!…); y dos, la puerta se había abierto, prácticamente arrasando con él… Todos bajamos la mirada…

-Eugene…- Murmuró el profesor Stephensen…

-Estoy bien!- Explicó el sujeto con más mala suerte en la ciudad, con una sonrisa… Yo observé a Phoebe y le hice un gesto de que se acercara…

-No sé por qué no me extraña que el laboratorio haya estallado… Eugene es profesor aquí!...- Mencioné riendo con ganas… Phoebe río en un tono más bajo que yo, y me codeó levemente…

En ese instante, el sujeto que había empujado al desprevenido de Eugene, le extendió la mano…

-Lo siento Eugene… Déjame ayudarte…

La voz se escuchó gentil y cordial entre las demás risas y comentarios. Era serena, de una persona tranquila y paciente, pero igual de grave, mostrando a alguien que se hace escuchar entre las personas… Abrí grandes los ojos, y levanté las cejas estirando el cuello en el acto, para comprobar mis sospechas. Era Arnold

-Mmmm… Lamento esta intromisión inoportuna… Hola señor Stephensen…- Junto con ese hombre rubio de avellanados ojos verdes agua, estaba un hombre de cabello recortado, tez oscura, quien se acercó al profesor y le extendió la mano…

Stephensen sonrió estrechándola cálidamente y saludando a los dos…

-Cómo en los viejos tiempos, Gerald!... Tú y Arnold llegando tarde!…- Comentó el sujeto con una amplia sonrisa… En realidad, eso de arribar último era propio de Arnold. Recuerdo cuando era el último en caminar hacia el aula y yo volteaba a verlo con ojos llenos de espera… Sonreí. Viejos tiempos!

Ambos se sentaron en las mesas que estaban delante de todo, las cuales tenían sus nombres. Parecía el decorado del preescolar en un aula de grandes!...

-El cabeza de balón y el sujeto del cabello extraño… Acaso no saben que tienen que cumplir con el horario?...- Bromeé con Phoebe, quien me miró de reojo, sonriendo…

-Helga…Estás en una especie de regresión, hoy?...- Me preguntó mi amiga, y me encogí de hombros… En cierta forma era raro estar sentada detrás de Arnold y no lanzarle una bolita de papel, para que volteara a verme… Tenía veintiocho años, y aún continuaba siendo el mismo disperso, irracional y aventurero de aquel añejado tiempo… Con muchos otros rasgos y cambios en el camino. Se había vuelto más perspicaz, con ese espíritu libre de querer estar por todos lados. San Lorenzo lo comprobaba todos los días. Era un arqueólogo que custodiaba y llevaba a su equipo por todas las misiones.

-Bien, haremos las cosas de esta forma… Me gustaría conocer un poco acerca de ustedes, qué fue de sus vidas y a qué se dedican ahora… Sería grato para sus compañeros oírlos hablar. Sé que ahora con internet habrán vuelto a reencontrarse varios… Pero, de todas maneras, quisiera oírlos…- Nos pidió Stephensen y alguien inició con la presentación… Yo miré a Phoebe.

-Será casi increíble para más de uno aquí, que tú y Gerald estén de novios aún…- Le comenté a mi amiga, quien sonrió con ese gesto meloso y demandante que tenía para el cabello de cepillo (Jajaja!)…

A través del tiempo, seguí siendo amiga de Phoebe, Lila, Natalie, Gerald y Arnold…

Con Phoebe mi gran amiga, solía hablar varias veces por semana. Con Lila y Natalie me cruzaba en New York constantemente y se volvieron mis amigas más cercanas. Con Geraldo no tenía opción (era el novio de mi mejor amiga, hasta el día de la fecha chocábamos a veces- sobre todo cuando yo me quería llevar a Phoebe de vacaciones conmigo-, pero en el fondo nos llevábamos bien), y con Arnold… Éramos buenos amigos, en la distancia. Nos escribíamos cada vez que podíamos e intentábamos mantenernos en contacto. Él había sido uno de los que más me había hablado de la reunión de la preparatoria… Y uno de los que más yo me había mofado, luego disculpándome.

Le hice un gesto a Arnold y a Gerald de saludo, pero estaban tan distraídos hablando del lugar, de la situación y de quién sabe otras cosas, que no me notaron… Rodé los ojos. Me sorprendió debo admitir, que no nos hayan visto a mí y a Phoebe al ingresar. Pero bueno… qué esperar!

Después de que uno de los presentes hablara respecto a su vida (extensamente debo decir, todo el mundo quiere contar su historia, y esa regla siempre se repite), el profesor Stephensen me asombró con su detallismo exagerado de cómo era nuestra aula el último año, recordando pequeñeces que inclusive yo, ya había olvidado…

-Y estaban sentados así… De ese modo- Nos dijo levantando las manos, con una sonrisa y dando unos pasos al frente…- Inclusive algunos se sentaron hoy, con la misma postura de hace tiempo…- Mencionó parándose frente a Harold Berman. El sujeto estaba recostado prácticamente sobre su mesa, observando nítidamente hacia el frente…

-Es verdad! Harold se sentaba así y mírenlo... No cambió demasiado…- El comentario de alguien que no tardé mucho en reconocer, provocó que todos riéramos dándole la razón. Sid Hudson fue el primero en señalar la posición de Harold…

Sid parecía un hombre con un estilo de vida sin muchos sobresaltos… De estatura mediana, cabellos hacia el rostro, nariz respingada y enorme. Llevaba la camisa suelta y desprolija con un jersey. Se notaba muy sonriente e igual de paranoico…

-Harold… Qué hay de ti?... Cuéntanos, a qué te dedicas?…- Pidió el profesor Stephensen, y Harold carraspeó aclarándose la garganta…

-Mmmm… Bueno, siempre me gustaron los bosques y una vez tuve una mala experiencia con un árbol y otros dos sujetos… Supe ver el negocio!… Tengo una maderera en la ciudad… Y la profesora Chester, que decía que nunca llegaría a nada! - Nos explicó con orgullo mencionando a la antigua profesora de Matemática… Los hombres del fondo lo aplaudieron…

-Eso suena muy interesante!... Vaya, así que has formado tu propia pymes…- Dijo Stephensen y Harold se acomodó cruzándose de brazos…

-No… Es una maderera…- Corrigió e inevitablemente las carcajadas estallaron… No sé si Harold entendió el por qué de las risas, pero el profesor notó la situación chocante y prefirió seguir con las anécdotas…

-Stinky Peterson….- Mencionó Stephensen aproximándose al hombre de un bigote peinado, cabello tirado hacia atrás, y prácticamente todo sonrojado por el frío…- Qué fue de ti, muchacho?... Veo que viniste con tu familia… Podrías presentárnoslos?...- En efecto, la mujer que había visto cargando a un bebé, parecía ser la esposa, novia o pareja de Stinky.

-Mi esposa Gloria… Y mis hijos: Hilary y Stinky Jr.- Señaló al niño a su lado y a la bebé… Enarqué las cejas… La tal Gloria me sonaba familiar, pero… De dónde?... Como sea. Stinky parecía que había vuelto a vivir en el campo o trabajaba allí… Tenía la piel sonrojada por el sol, y el acento campesino se hacía latente, nuevamente…

-A qué te dedicas, Stinky?... Te recuerdo como un chico humilde, buen compañero, algo revoltoso al igual que tus secuaces…- Bromeó el profesor, y Stinky rió…- Solías preguntar mucho en los exámenes….

-Mi esposa y yo tenemos una granja en las afueras de la ciudad… Planto las mejores calabazas y grosellas de Hillwood… Estoy iniciando los trámites, queremos entrar en el mercado internacional…- Explicó bajo el asentimiento y la atención de todos nosotros…

-Te ha ido de maravilla, Stinky!...- Mencionó el extenuante profesor… Luego sonrió al notar las ausencias obvias… Faltaba un sujeto llamado Charles. Amigo de Arnold y Gerald… Señaló el espacio vacío y Gerald aclaró:

-Charles trabaja en la oficina del alcalde… No pudo venir, pero yo retiraré su insignia por él…- Explicó el moreno, y Stephensen sonrió ampliamente…

-Lo sabía… Vino a visitar la preparatoria hace un tiempo…- Nos dijo el profesor, y luego sonrió otra vez…

-Ese chico era todo un personaje!... Siempre estaba ausente en el aula… Y cuando tenía que hacer un examen, se retiraba disculpándose porque lo llamaban del comité estudiantil…

Todos reímos… Era verdad, Charles siempre desaparecía del aula.

-Esta aula fue la que más trabajo me daba, en aquella época!… Solía llegar los primeros días, y notar la impresionante cantidad de aviones y demás cosas que arrojaban al frente…- Confesó tomando asiento, y observando al grupo frente a él…- Muchos de ustedes están muy diferentes… Debo admitir, que al llegar, pensé que me había equivocado de curso…- Dijo bajo las carcajadas de muchos…

Luego sostuvo su vista en el frente y mis manos se inquietaron. Sabía que me había notado, y hasta el momento esperaba que no lo hiciera. Me incomodan mucho las exposiciones públicas, con los años aprendí a manejarlo, pero… Aún continúo siendo tímida.

-Helga Geraldine Pataki?...- Preguntó al verme y la mayoría se dio vuelta como si recién me hubiesen notado… Luego los murmullos se iniciaron- Esa es la misma jovencita que discutía conmigo por la forma en que debían hacer los proyectos que les asignaba?...- Preguntó en voz alta, y después de observar a Phoebe, sonreí en respuesta…

Noté que tanto Gerald como Arnold recién caían en cuenta de mi presencia en ese lugar. Noté a Gerald sorprendido y a Arnold… Muy distraído.

Tomé aire, y asentí con la cabeza -Mmmm…Soy escritora… Redacto a diario una columna para el New York Times, que se publica cada viernes… Vivo en New York hace seis años…- Conté sobre mi vida, lo que me parecía más directo y que precisaba ser dicho…- Estoy aquí gracias a mis amigos, ellos me avisaron que esta reunión se haría, y quise venir… - Finalicé mirando a Arnold quien sonrió y me hizo un gesto de saludo… Solté aire e hice lo mismo.

-Sí, algo de eso me había enterado…- Me dijo Stephensen sonriendo.- Aunque, de todas maneras hubiera apostado a que eres escritora o psicóloga quizás… Tienes esa mirada particular, de quien analiza todo a su alrededor…

-Puede ser…- Respondí medio sonriendo y suspirando mientras inclinaba mi cabeza.

Stephensen era un profesor que me caía bien cuando era una adolescente. Por el solo hecho de que era un profesor joven y para mi alegría no había tenido a O L G A de alumna… Así que fue el primer docente que me trató como estudiante, sin compararme con mi hermana.

-Siempre escribiste muy bien, tenías y seguro debe ser igual, una narrativa muy rica y una deserción espontánea en distinguir las emociones… Valoraba tu originalidad!… Y también detestaba esas bolitas de papel que arrojabas al frente!...- Bromeó bajo la risa de los presentes, y yo me encogí de hombros asintiendo levemente…- Estás muy distinta, luces más segura. Eso es bueno…- Concluyó Stephensen bajo el llamado de Harold…

-Casi no la reconocí cuando se acercó a saludarme!... Helga vestida como una dama inglesa?... No me arrepiento de haber venido!...- Bromeó el sujeto a mi lado, y lo miré sin poder evitar sonreírme un poco… Me crucé de brazos, y rodé los ojos.

El resto del tiempo simplemente pasó, en que cada uno pusiera al tanto de su vida, a mucha gente que ya resultaba prácticamente desconocida. Y que por algo casi inoportuno, pero con una causa latente, todos nos reuniéramos de nuevo en esa aula.

Después de eso, el señor Stephensen nos llamó uno por uno, siguiendo la vieja lista que teníamos a los dieciocho. Cuando fue mi turno, me puse de pie y me dirigí a recibirla. El hombre me dio un fuerte apretón de manos, que correspondí cruzando un par de palabras con él. Me informó de su deseo de leer algún otro trabajo mío, y yo prometí que le alcanzaría algo de todo lo que escribo a diario.

Tuve que sonreír cuando noté que Phoebe tenía su cámara con ella, y nos tomaba una fotografía….

Una vez que pasó la nostalgia de otros tiempos, los sorteos y demás actividades se iniciaron en el lugar…

Con el primero que me crucé en el pasillo, fue un hombre de cabello gris, casi blanco se aproximó a mí preguntó si estaba interesada a participar de un sorteo. Accedí, comprando un número… Casi lo estrangulo cuando me dijo que el precio era de veinte dólares!... Pero como era el sorteo de un auto, rodé los ojos y accedí.

Di unos pasos y me detuve al ver un sujeto delante de mí, quien se acomodó rápidamente los cabellos y tomó un inhalador… Lo aspiró calmando la afección respiratoria que tenía. Al escuchar esa forma de respirar, levanté una ceja prácticamente atónita:

-Brian?... Eres tú?... Jajaja!... Cómo has estado?... Luces tan diferente, créeme casi ni te reconocí si no fuera por ese inhalador! - Lo saludé sonriendo y notando que él hacía lo mismo.

-Mmm… Hola Helga… Me alegra verte!...- Me respondió de igual manera y me crucé de brazos apoyándome contra una pared y sonriendo…

Brian Morrinson. O mejor conocido como Brainy, entre todos nosotros… El sujeto que siempre aparecía detrás de mí, respirando como si le faltara el aire!... Al que golpeé en incontables ocasiones y que después de un viaje a San Lorenzo cuando teníamos 10 años, se volvió mi amigo y dejé de golpearlo… Tanto.

Pasada la graduación, lo había visto en un par de ocasiones… Algunas fiestas, reuniones y demás… Hacía mucho que no lo veía, en ese último tiempo.

-No creí haberte cruzado en el aula donde nos reunimos todos… Sabías que nos juntaríamos con el profesor Stephensen, no es así?...- Le pregunté y asintió con la cabeza.

-Si… Lo sabía. Pero llegué demasiado tarde…- Mencionó utilizando el pequeño artefacto de nuevo, para librar sus vías respiratorias…- Estuve en casa de Eugene y hablamos respecto al tema. El antiguo Laboratorio estalló…

Asentí observándolo…- Parece como si hubieras participado de una maratón!...- Bromeé sonriendo…-Llegué ayer por la noche, y no sé mucho sobre lo que ocurrió. Lo bueno es, que había solo tres personas y no hubo heridos. Sigues viéndote con Eugene?...- Indagué con curiosidad, sonriendo- A quiénes frecuentas todavía?...

Me contó que Thadeous (conocido como el malandrín desquiciado de Curly), Eugene, Jason y otros sujetos, seguían igual de amigos que siempre. Asentí confesando que también me habían quedado algunos amigos de aquella época… Estuvimos hablando un rato, hasta que noté a Phoebe en la distancia haciéndome un gesto de que me acercara…

Brian y yo nos acercamos al grupo que conversaba amenamente...

Fue una bella tarde, entre algo distinta y redundante… Algo así como el reflejo de lo que fue hace mucho tiempo. Los castillos, las casas, las escuelas, los cárceles… Son solo eso, espacios para que la gente los habite. Lo bueno fue habernos reunido después de que nos invadiera el tiempo y su habilidad de borrar lo actual.

Luego de que la tarde se terminara y cada quién se marchara con su familia o con las personas que había reencontrado, Gerald se dirigió a Phoebe y a mi…

-Qué dicen si todos vamos a cenar?... Muero de hambre, la nieve abre el apetito de cualquiera!…- Propuso y yo asentí, mientras Phoebe me hablaba de la gente que había hallado…- Arnie, ven aquí!…- Escuché que Gerald llamaba a Arnold… No lo había visto hacía un buen rato, andaba muy perdido con antiguos amigos… Yo sonreí al verlo acercarse… Él hizo lo mismo…- Estábamos planeando ir por algo de comer.- Le explicó Gerald y él se acomodó la chaqueta…

-Seguro!... Conozco un lugar donde la música suena bien…- Nos dijo, y yo observé a Phoebe… Bien, salir a cenar me parecía una buena idea… Mi estómago crujía también…

Mientras caminaba detrás de Phoebe, sentí una mano que jugando con la mía, y me detuvo… Me di vuelta exaltada por el arrebato, pero sonreí rodando los ojos, al ver a Arnold riendo…

-Por cierto… Hola Helga!... No nos habíamos saludado…- Me dijo observándome… Sonreí.

-Estabas perdido en la multitud y no prestaste atención…- Mencioné en son de regaño… Le di un leve golpe en el hombro y el rió…- Hola Arnold… Sí que estás bronceado!... Un camarón con pelos, legítimo!...- Me reí, bajo el bufido de él…

-Creí que no vendrías…- Dijo después de unos instantes de silencio… Yo sonreí en respuesta.

-Eso es para que veas, que soy impredecible…- Respondí de igual manera, mientras los cuatro nos dirigíamos a la salida.

Continuará…

Hola! Cómo están?... Bueno, aquí les dejó otra loca historia que se me ocurrió!… Cómo verán, la escribo desde el punto de vista de Helga. Veremos que sucede… Y querrán saber qué ocurrió durante los años de amistad de cada uno, no?... Jajaja!... En fin, nos vemos pronto! Suerte y ojalá les haya gustado el inicio! Chau!