N/A: La historia está siendo revisada y editada, por lo que iré subiendo los capítulos poco a poco en mejores condiciones.


Ésta historia es la segunda parte de Nuevos Caminos. Para comprender mejor la trama, es recomendable leer antes la primera parte.


Capítulo 1

Feromonas

—¡Estoy en casa!— exclamó como cada día cuando regresaba a su hogar—¿Rachel? ¿Estás aquí, cielo?— añadió nada más colarse en el interior del salón. El silencio y la oscuridad que envolvía la estancia le llamaron la atención, tanto las ventanas como la puerta trasera que las llevaba directamente al jardín, aparecían completamente cerradas, pero el bolso y las llaves de Rachel que reposaban en su lugar correspondiente, eran pruebas evidentes de que su chica debía estar allí. A menos que se hubiese olvidado de ellos al marcharse a clases. Algo realmente inusual en ella. — ¿¡Rach!?— Insistió tras deshacerse del cárdigan y su bolso, mientras se disponía a permitir que la luz entrase en la casa

¡Estoy en el baño!— le respondió al fin, cuando ya había empezado a investigar por sí misma en cada habitación de la casa. Quinn no tardó en acudir a él.

¿Puedo entrar?— pregunto con dulzura, tras dejar un par de tímidos golpes en la puerta, y tratando de no interrumpir la intimidad de su chica. Norma que solían cumplir sin objeción alguna. Seguir manteniendo cierta intimidad personal a pesar de compartir casa, era una de las leyes básicas que establecieron para lograr que la convivencia fuese buena.

Por supuesto— respondió Rachel desde el interior, y Quinn no tardó en reaccionar y abrir la puerta con sutileza. Acción que la llevó a descubrir una escena completamente embaucadora, para la que no estaba preparada, al menos no en ese instante.

Y no solo por la tenue luz que se colaba por varias rendijas de la persiana que iluminaba la estancia, regalándole un ambiente realmente agradable. Ni por el olor del que rápidamente se embriagó y que procedía directamente del vapor que se escapaba de la bañera, sino por la imagen que le regalaba Rachel en la misma. Por sus piernas, que tímidamente asomaban por la bañera y la comodidad con la que reposaba su cabeza sobre el borde de la misma, mientras permanecía con los ojos completamente cerrados.

Guau… Veo que estás bien…— Susurró con intención, mientras cerraba la puerta tras ella y se colaba en el interior.—¿Necesitas ayuda?

Necesitaba relajarme.—Le dijo mirándola por primera vez.

Y de qué manera…—Sonrió— Viéndote así, me entran ganas de relajarme a mí también.—Añadió acercándose a ella, descubriendo como su cuerpo desnudo quedaba completamente expuesto ante ella bajo el agua, y como varias bolitas de un rojo intenso bailaban a su alrededor flotando.— ¿Te has olvidado de la espuma?— dijo tomando asiento sobre el borde de la bañera.

No es un baño con espuma, es un baño aromático… ¿no hueles?

Sí, y huele de maravilla, pero no distingo a qué…

Coco— susurró mientras se reincorporaba para dejarle un pequeño beso en los labios.—El aroma a coco ayuda a relajarte.

Pues entonces has elegido bien—le sonrió— ¿Qué tal el día? ¿Hiciste la prueba?

Sí, y ese es el motivo por el que ahora estoy aquí, tratando de relajarme.Le dijo tras volver a dejarse caer sobre la bañera— Creo que no voy a superar nunca esa maldita asignatura.

¿Te ha salido mal?

No lo sé, no tengo ni idea de cómo lo he hecho, pero la sensación siempre es mala. No hay una sola vez que salga satisfecha después de hacer exámenes de esa asignatura.

Te has esforzado mucho, seguro que la apruebas.

Ojala… ¿Y tú qué tal? ¿Has hablado ya con Bette sobre el proyecto?

No, aún no. Esta tarde tengo que ir a la galería y bueno, ya veré como lo hago…Tengo que ver si está receptiva o no. Ya sabes cómo es—respondió permitiéndose el lujo de jugar con una de las bolitas de coco que seguían haciendo de las suyas en el agua.

Invítala a cenar—sugirió Rachel—Un buen restaurante, un buen vino y tú, seguro que no puede resistirse.

Eso suena más a seducción que a reunión de trabajo. ¿Quieres que la seduzca?— añadió divertida, apartando con sutileza la bolita con la que jugaba para acariciar con dulzura las piernas de su chica bajo el agua.

No, por supuesto que no quiero que seduzcas a Bette, pero estoy segura de que en un ambiente agradable, será más fácil que acepte tu propuesta. Para seducir ya estoy yo—le dijo permitiendo que la sonrisa siguiese aferrada a su rostro.

No hace falta que lo jures—susurró traviesa—Ni siquiera sé cómo me estoy resistiendo a meterme ahí contigo.

¿Quién te lo impide?—preguntó Rachel,acercando con sigilo sus manos a la de ella, que seguía acariciando sus piernas bajo el agua.

Nadie, pero he quedado en 30 minutos con un compañero de clase.

¿30 minutos? Eso es tiempo suficiente para una ducha... ¿No crees?

Esto no es una ducha, es un baño relajante y los baños suelen durar mucho más, sobre todo si estás tú dentro.

¿Y si te aseguro que no durará más de 30 minutos?

Rachel… No deberías tentarme demasiado, no estando en esta situación y… —Ni siquiera la dejó terminar. La morena no dudó en ponerse de pie quedando completamente expuesta ante ella.—Ok… No deberías…

¿Una ducha?—inquirió divertida, ofreciéndole la mano para que abandonase el borde de la bañera como improvisado asiento, y se plantase frente a ella. Cara a cara, frente a frente.

No nos va a dar tiempo, Rach… Sabes que me gusta hacer las cosas con…

Deja de perder tiempo—la interrumpió de nuevo, obligándola a que se deshiciese de la ropa. La blusa fue lo primero en caer al suelo, después lo hizo el cinturón, la falda y por último la ropa interior, dejándola completamente desnuda en un abrir y cerrar de ojos.—¿Me acompañas?—añadió ofreciéndole la mano para que se adentrase en la bañera, y Quinn dejó de resistirse olvidándose por completo del tiempo. Olvidándose que cuando caía en las redes de su chica, no había nada ni nadie más que la distrajese. Era ella quien recibía toda su atención, y ni siquiera el agua fría que empezó a caer desde la ducha, la descentró del principal objetivo de aquella ducha.

Sus labios. Su cuello y esa sensación que lograba erizar cada poro de su piel al abrazarse, al sentirse la una contra la otra y permitir que solo el agua, más templada, cayese sobre ellas y fuese lo único que se interponía entre sus cuerpos.

Sus labios que se fundieron en un beso mientras sus manos empezaban a reconocerse como las cientos de veces que ya lo habían hecho antes, y que lograba que sus mentes se desconectasen por completo del mundo exterior.

Rach…— susurró con apenas un hilo de voz, aprovechando un pequeño respiro entre sus labios— Te recuerdo que sólo es una ducha, y si sigues así no sé si…— Silencio. Un leve pero tentador mordisco puso fin a su tímido intento por controlar la situación, y evitar que las hormonas las guiasen a su antojo. Objetivo que no pudo cumplir cuando apenas un par de minutos después, y tras caer presa en otro beso interminable, sintió como los labios de su chica la abandonaron, para emprender un recorrido que la iba a mantener completamente a la deriva. Una trayectoria de besos, de pequeños mordiscos que tuvieron su punto de partida en el cuello, y descendieron hasta casi rozar sus caderas.—Rachel por favor… No tengo tiempo para eso… Ven aquí— susurró tratando por segunda vez consecutiva desmontar los planes de su chica. Pero de nuevo, su intento quedó en nada. Lo supo cuando la tuvo a la altura de sus caderas y sintió como las manos de su chica se aferraban a su trasero mientras inundaba de besos su vientre.—Rachel…— susurró dándose por vencida.

Tranquila, te prometo que tendrás tiempo de sobra— escuchó antes de dejarse llevar por completo por la excitación que empezaba a sentir. Una excitación que Rachel se encargó de matizar sin preámbulo alguno a base de besos y caricias sobre la parte más íntima de su cuerpo, logrando que el placer se instalara por completo en ella, y llenando la estancia con una banda sonora embaucadora. Una banda sonora que entre suspiros y gemidos, hizo que el tiempo se escapase de entre sus manos sin ser consciente de ello. Manos que lejos de evadir el momento, se dejaron llevar por lo sensual del momento y se aferraron al pelo mojado de la morena, como si con ello lograse mantener la posición y evitase que el temblor de piernas que empezaban a jugar a con su gravedad, tomase mayor relevancia.

Pero no fue la mejor elección para ello.

Enredar sus dedos en el pelo mojado de Rachel no hizo sino aumentar más su excitación, y sus piernas terminaron flaqueando hasta el punto de no poder mantenerse de pie, y optar por tomar asiento en el mismo borde de la bañera que segundos antes había dado cobijo a varios de los botes de gel que ya rodaban por el suelo. Un minúsculo asiento que fue suficiente para templar el calor que recorría su cuerpo, y que la pared ayudó a lograr.

Porque ni siquiera el agua era capaz de aliviar esa sensación de sofoco, y sus mejillas parecían querer arder, al igual que sus labios, que permanecían en un continuo mordisco que ella misma se propiciaba para contener el alud de gemidos que querían escapar de ella. Gemidos imposibles de ocultar cuando la nueva postura adquirida, le dio ese plus de ventaja y comodidad que Rachel requería para cumplir con su promesa.

Dios Rachel…— Murmuró casi sin voz— Si sigues así me no voy a poder resistir más…—Suplicó, pero la morena prácticamente la ignoró.

Ignoró sus comentarios, sus contradicciones por acabar cuanto antes pero a la vez deseando alargar el placer que le estaba regalando, y siguió a lo suyo. Siguió disfrutando mientras la besaba, mientras la acariciaba con su lengua y sentía la excitación. Siguió disfrutando del temblor de sus piernas cada vez que rozaba un lugar concreto, o como sus dedos se enredaban en su pelo y la atraía sin poder evitarlo hacia ella, hacia su cuerpo. Siguió disfrutando de poder tenerla a su entera disposición, sin que pudiera resistirse o hacer algo por evitarlo. Disfrutó por completo de cómo su promesa de relajarla en tiempo record, se vería cumplida con creces tras intuir una nueva oleada de gemidos que precedían al objetivo final de aquel arrebato de pasión.

Gemidos que no tardaron en volver a llenar la estancia, y que empezaron casi a acompasarse con la respiración agitada que le provocaba cada beso, cada vez que sus labios y su lengua se hundían en su entrepierna. Gemidos que hicieron que su espalda se arquease a pesar de no tener espacio físico para ello, y el temblor colapsara sus piernas y sus manos. Gemidos que terminaron convirtiéndose en jadeos y palabras incomprensibles que no hacían más que ayudar a Rachel en su camino, en su recorrido hacia el punto final, hacia el estallido que llenaba sus labios de un fuego tentador que la volvía loca.

Un espasmo incontrolable, un ahogado grito contenido y sus dedos, los de Quinn, apartando su pelo con delicadeza para poder ver su cara, puso punto y final su voraz ataque, aunque sus labios seguían vagando con dulzura sobre su centro

Para— susurró Quinn mientras trataba de recuperar la respiración acompasada—Para, por favor— añadió, y una sonrisa traviesa se adueñó de Rachel al contemplarla completamente exhausta sobre la pared.

Ahora sí que estoy relajada—susurró alzándose hasta besar sus labios—Quien necesita coco para relajarse teniéndote a ti—añadió divertida.

No, ni hablar… Soy yo la que está relajada. Ahora te toca a ti, y yo me voy a encargar de que así sea— le replicó tirando de ella para acorralarla entre sus piernas.

Si insistes…—Susurró Rachel divertida, recibiendo los primeros besos por parte de Quinn.

—¿Sabes? Durante todo éste tiempo no he dejado de preguntarme algo acerca de ti.

¿Algo acerca de mí? ¿El qué?

¿Dónde has aprendido a hacer eso?— preguntó sin permitir que la sensualidad se esfumase mientras hablaban. Mordiendo y besando con dulzura los labios de su chica—Eres realmente increíble…

Supongo que es algo innato—replicó divertida—Y si no fuese así, tampoco te lo diría…

¿Por? ¿No quieres que yo aprenda?

Tú sabes perfectamente lo que tienes que hacer, y me encanta como lo haces…

Pero yo quiero que sientas exactamente lo que yo siento cuando estoy contigo. Es alucinante…

¿Crees que yo no lo siento igual? Te aseguro que sí.

Por si acaso, deberías enseñarme cómo…

Los magos nunca revelan sus trucos—La interrumpió traviesa, apoderándose de sus labios para evitar que volviese a hablar. Solo lo hizo cuando de nuevo, el aire se hacía indispensable para respirar.

Así que es magia—susurró sonriente, acariciando con su nariz la de Rachel mientras competían en un duelo de miradas que las mantenían ajenas al mundo exterior. Un duelo que se rompió precisamente cuando el sonido del timbre las interrumpía y las devolvía a la realidad.

He llegado a creer que nadie nos molestaría ésta vez—soltó Rachel con sarcasmo, pero el rostro de Quinn no la acompañó con una sonrisa. De hecho, se desencajó por completo al ser consciente de la realidad.

Oh, mierda…—Balbuceó Quinn.

¿Qué?

—¡Jason!— exclamó cambiando radicalmente el gesto— mierda, mierda…

Jason... ¿Quién es Jason?— preguntó Rachel extrañada ante su reacción.

Mi compañero de clase, te he dicho que tenía que había quedado con él y está aquí… Maldita sea…

¿Has quedado con él aquí?

Te lo he dicho—le respondió al tiempo que se apresuraba en salir de la bañera.

Me has dicho que habías quedado con él, no que vendría hasta aquí.

¿Y qué más da?—se quejó nerviosa, dando vueltas por todo el baño— Está ahí, y tengo que recibirlo sí o sí. Tengo… Tengo que entregarle los videos del trabajo, y no puedo...

Cálmate Quinn, y sal a recibirlo.

Sí, si… Voy—musitó nerviosa, enrollándose en la primera toalla que encontró, sin percatarse de que apenas cubría lo imprescindible de su cuerpo.

Hey… ¿Vas a salir con esa toalla tan pequeña?— la detuvo Rachel al ver como ni siquiera se detenía a observarse, mientras el timbre volvía a sonar.

Mmm, no debería ¿Verdad?— se interrogó a si misma mientras se observaba.

Pues no, a menos que quieras provocar un infarto a ese pobre chico.—Bromeó, pero la mirada desafiante de Quinn le hizo saber que no era el momento—Coge mi albornoz.—Añadió señalando hacia otra de las perchas, donde efectivamente descansaba la prenda. Y eso hizo la rubia. Se dejó llevar por la inercia de los nervios y se colocó el albornoz siendo consciente de que aunque no era buena opción para recibir visita, al menos sí era la más adecuada de las dos que tenía.— Hey— musitó Rachel cuando estaba a punto de salir del baño— Será mejor que cambies tu cara… Entre las feromonas que desprendes y ese tono rosado de tus mejillas… Ese tal Jason se va a volver loco— añadió divertida, pero de nuevo la mirada fulminante de Quinn abortó cualquier intento de la morena por seguir divirtiéndose. Aunque solo lo hizo para mostrar su disconformidad con ella. En el fondo sabía que Rachel tenía razón, y que si ya sentía suficiente vergüenza por recibir a su compañero en albornoz, hacerlo con la excitación aun reflejándose en su rostro no le ayudaría en absoluto a hacer de la situación algo normal.

Por ello no dudó en detenerse frente a la puerta durante un par de segundos más, procurando que la respiración pausada le ayudase a recuperar la compostura, y por supuesto, lograse acabar con esas feromonas que a buen seguro desprendía por cada poro de su piel. Escuchar por última vez el timbre de la puerta la obligó a tomar la decisión con firmeza.

Hey, Jason…Hola.— Saludó nada más abrir la puerta, forzando una enorme sonrisa y aparentando naturalidad.

Hola Quinn. Oh… Discúlpame ¿Te he interrumpido?— balbuceó parado frente a ella, sin poder evitar que sus ojos la observasen de pies a cabeza.

No, no tranquilo.—Respondió un tanto incomoda por la situación— Estaba tomado una ducha, por eso tardé en salir… Discúlpame tú a mí.— Le dijo invitándolo a acceder al interior.

No quiero molestarte, puedo venir más tarde.

No, no de veras, está bien. Me he entretenido demasiado y no me fijé en la hora que era. Lo siento. Vamos, pasa…

No te preocupes, por un momento pensé que me había equivocado de casa y he estado a punto de marcharme, pero una de tus vecinas me ha dicho que sí, que vivías aquí, y que estabas dentro.—Le explicó tras aceptar su invitación, y colarse hasta el interior del salón.—No me importa esperar si tienes que terminar de… Ducharte o vestirte.

Vestirme—le replicó Quinn cruzándose de brazos frente a él—Siéntate mientras voy a vestirme, ¿De acuerdo?

Por supuesto.—Le dijo regalándole una tímida sonrisa que Quinn imitó segundos antes de apartarse y colarse en el interior de su habitación. Apenas tres o cuatro minutos más tarde, regresaba junto a él completamente vestida y portando el ordenador portátil con el que había estado trabajando.—¿Todo bien?—le preguntó él, y la confusión en Quinn no tardó en hacerse notar.

—Eh… Sí, claro.

Bien. Me habias dejado un poco preocupado. Si estabas haciendo algo importante, no quiero molestarte. Me puedes dar los videos mañana, en clase y…

No tranquilo, está todo bien. Solo… Solo era una ducha—se excusó lamentándose para sí misma—Además, quiero que veas los videos antes de llevártelos— añadió sentándose junto a él— Quiero que sepas el orden que llevan para que solo te ocupes del montaje. ¿Ok?

Oh, ¿De veras?

Sí. Es más sencillo así.

Pues no sabes cuánto me alegro, porque soy pésimo armando el guión y tenía por seguro que te iba a molestar muchísimo haciéndote preguntas.

No me ibas a molestar, es un trabajo en equipo… Y precisamente por eso he decidido ordenarlos yo. Sé que tuviste problema con el profesor de dirección y que está muy pendiente de ti.

Sí, creo que le caigo mal y todo lo que hago me lo devuelve sin siquiera revisarlo. Simplemente me dice que no es el concepto que quiere y punto. Es un idiota…

Bueno, pues no te preocupes, porque de ésta manera él no tendrá que evaluar tu trabajo.

Sí, y es genial. Gracias Quinn.

Trabajo en equipo—musitó ella algo más tranquila—¿Lo vemos?

Por supuesto—inquirió él satisfecho, y eso fue lo que hicieron. Quinn no tardó en encender el ordenador y comenzar una charla sobre los detalles que iban a llevar a cabo para la ejecución de aquel trabajo universitario que debían presentar, y que a pesar de lo complicado del mismo, ya había logrado organizarlo de manera que fuese más sencillo para ambos. Tanto para él, de quien conocía perfectamente las debilidades, como para ella, siendo consciente del escaso tiempo que solía tener libre tras las clases, las cuales compaginaba con el trabajo que ejercía en la galería.

Una charla que no se iba a alargar demasiado, pero que quedó interrumpida durante algunos minutos por una improvisada llamada que iba a recibir Rachel, y que hizo que Quinn se pusiera en guardia.

El incesante sonido del teléfono móvil proveniente del bolso de Rachel, logró que la estancia se llenase de miradas entre los dos. Las de Quinn tratando de excusarse sin saber muy bien qué hacer, y las de Jason cuestionándola por no acudir a la llamada. Algo que sí hizo Rachel, a pesar de la situación.

Ni siquiera le dio tiempo a reaccionar cuando escuchó la puerta del baño, y la morena aparecía en escena, cubierta con la pequeña toalla que ella tuvo que desechar, y provocando una reacción repleta de sorpresa en Jason, que a buen seguro no esperaba contemplar aquella escena bajo ningún concepto. Al menos, la expresión de su cara así lo demostraba.

Siento interrumpir—dijo Rachel dejándolos a los dos boquiabiertos mientras se apresuraba en tomar su teléfono, y se perdía en el interior de la habitación, cerrando tras ella la puerta, y dando por concluida la improvisada escena.

Eh… Lo siento, siento que tengas que ver todo esto…— Se excusó tratando de lograr de nuevo la atención del chico, que seguía mirando hacia la puerta.

—¿Lo sientes? Te aseguro que yo no…—Musitó divertido.

—¿Qué?

Voy a tener que venir más a menudo a tu casa—añadió sin percatarse de la fulminante mirada que le regalaba Quinn—Primero me recibes en albornoz y luego aparece esa diosa casi desnuda por el salón… Estoy soñando, ¿Verdad?—bromeó

Sí, es un sueño…—masculló regresando al ordenador—Y si no te importa, será mejor que terminemos con esto antes de que despiertes, y todo se vuelva gris… y feo— añadió con sarcasmo.

Sarcasmo que por supuesto Jason no supo detectar, y menos aún Rachel, quien ya dentro de la habitación, no fue consciente de lo que acababa de provocar con su mera presencia en el salón. Su única preocupación era la de atender la llamada que la había obligado a salir de aquella manera del baño.

Hey… ¿Qué tal, Glen?— respondió tras aceptar la llamada, y mientras empezaba a vestirse.

¿Por qué has tardado tanto en responder? ¿Ya no quieres hablar conmigo?

Estaba en la ducha. He tenido que salir corriendo, así que deja de quejarte… ¿O me has llamado solo para eso?

No, claro que no, te he llamado para…Un momento ¿Estabas en la ducha? ¿Estás desnuda ahora?

No es asunto tuyo—se quejó.

Oh, créeme, sí que lo es… ¿Estás desnuda?

Glen, deja de hacer el imbécil, tengo algo de prisa y tus bromas empiezan a ser pesadas

Ok, Ok… Dejaré que mi imaginación juegue por sí sola—añadió tras soltar una leve risilla—Te llamo para invitarte a cenar.

¿Invitarme a cenar?

Sí, tú y yo. Ésta noche, justo cuando acabes tus clases de teatro. ¿Qué te parece?

Pues me parece que sigues sin aceptar que por mucho que insistas, no voy a dejar a mi preciosa chica por ti. Y no me vale que salgas con eso de que ambos sois rubios.—Le respondió tratando de evitar que de nuevo, la escasa capacidad del chico para saber diferenciar la realidad de su propia fantasía, terminase provocando alguna discusión con Quinn.

Y es que desde que se mudaron a los Ángeles, el mayor de los Carlin había adquirido como pasatiempos favorito el tirarle los tejos cada vez que tenía oportunidad, aun siendo consciente de que las bromas que en un principio solían ser divertidas, terminaron por lograr que Quinn perdiese la paciencia en más de una ocasión.

Te equivocas, mi querida y sensual Berry, ésta vez la cena es por algo más serio.

¿Algo serio?

Tengo que hablar contigo sobre trabajo.

¿Trabajo?— preguntó extrañada—¿Qué me tienes que hablar tú de trabajo?

Algo importante que no quiero decirte por teléfono. Y no me puedes decir que no porque es algo que te va a interesar mucho.

Está bien, está bien… pero ¿Por qué no cenamos aquí en casa? No me apetece salir esta noche…

¿Con Quinn merodeando y queriendo matarme cuando me distraiga? Ni hablar…—Le replicó—Rachel, hazme caso, es algo realmente importante y me gustaría que decírtelo a ti a solas.

Ok, Ok— refunfuñó dejándose caer sobre la cama, dándose por vencida tras intentar desesperadamente colocarse los pantalones con una sola mano—Envíame la dirección del restaurante y la hora, y allí estaré.

Perfecto. Te dejo que sigas vistiéndote.

Glen… No es ninguna cita, ¿Entendido?—se apresuró en recordarle.

Lo sé. Puedes quedarte tranquila, no llegaré con flores ni habrá un violinista tocando música para nosotros—recalcó divertido— Ciao pequeña.

Adiós, Glen—susurró segundos antes de colgar la llamada, y sin poder evitar que la sonrisa se adueñara de ella tras la última broma de su amigo. Una sonrisa que rápidamente se esfumó al escuchar el sonido en el salón, y recordar que allí seguía Quinn, y que a juzgar por su voz, parecía despedirse de su compañero.

No se equivocó.

A Rachel le dio tiempo a colocarse los pantalones, y no dudó en asomarse sigilosa a la puerta para descubrir como Quinn ya se despedía de su compañero, que volvía a dejarlas completamente a solas. Apenas vio como cerraba la puerta, decidió abandonar la habitación ante la atenta mirada de su chica, que se percató rápidamente de su presencia cuando observaba curiosa la escena de despedida.

Hey tú…—masculló al verla recorrer el salón y dirigir sus pasos hacia la cocina. Rachel se limitó a mirarla sin siquiera detenerse— Dime una cosa ¿cuándo actúas así, lo haces queriendo o sin pensar?

¿Cuándo actúo cómo?— replicó sin darle demasiada importancia, al tiempo que se disponía para calentar la comida que con antelación había preparado para ambas.

¿De verdad que no sabes a qué me refiero?—insistió Quinn siguiendo sus pasos, dispuesta a, como cada día que coincidían en el almuerzo, colocar sendos platos y demás utensilios.

No, no sé a qué te refieres.— Respondió a consciencia, sabiendo perfectamente lo que rondaba por su mente en aquel instante.

¿Me estás hablando en serio? Te has paseado en toalla, mejor dicho, en mini toalla delante de Jason, y me dices que no sabes a qué me refiero cuando actúas así. ¿De veras?—le dijo al tiempo servía varios vasos de agua— No me creo que seas tan inconsciente.

¿Inconsciente? ¿Qué querías que hiciera? Te has llevado mi albornoz y mi teléfono sonaba, ¿Habrías preferido que saliese desnuda?— le respondió procurando no darle demasiada importancia, sabiendo que aquello no era más que una simple discusión que no llegaría a más.—¿Quieres más o…?

No, es suficiente, no tengo mucha hambre—musitó tras ver como Rachel servía la comida sobre su plato—Podrías haberme pedido que te llevase algo de ropa.

¿Y cómo te pido que me traigas la ropa? ¿Gritándote desde el baño…? Con lo que te gusta a ti llamar la atención de esa manera, te habrías enfadado aún más.—Replicó con sarcasmo.

Habría atendido la llamada yo misma y te habría llevado el teléfono, pero ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando ya estabas ahí...

Bueno… Lo siento, no pensé que pudiese molestarte tanto…

No me molesta, y no te lo estoy recriminando.—La interrumpió rápidamente— Si te lo estoy diciendo es porque no te haces una idea de la situación que he tenido que vivir. Jason no era capaz de coordinar palabra alguna, y eso que ibas con la toalla…Si llegas a salir desnuda, lo habrías matado de un infarto, y ya de paso, también me habrías matado a mí— sonrió divertida mientras probaba el almuerzo, eliminando de un plumazo la seriedad que había estado fingiendo.— Deberías ser consciente de que alguien como tú, no puede mostrarse así en público… No es justo para las demás...

Oh, así que lo que sucede es que en realidad tenías celos por no tener mi cuerpo, no porque ese chico me haya mirado… ¿No?—Bromeó y Quinn no tardó en acompañar su sonrisa mordiéndose los labios.

Rachel Berry, yo tengo celos hasta del aire que respiras—susurró y el rubor no tardó en adueñarse de las mejillas de la morena.

Deja de flirtear conmigo y dime por qué nunca te he escuchado hablar de ese chico.

¿Por qué iba a hablar de él? Solo es un compañero de clase.

Sí, pero es curioso cómo me has hablado o presentado a alguno de tus compañeros que perfectamente podrían haber salido del Glee Club, como Rod, Marvin o la chica esa…Rebecca.

—¿Y? ¿Qué sucede con ellos? Son mis compañeros y hemos tenido que hacer más trabajos juntos. Con Jason apenas he tenido que trabajar.

Casualmente es el más guapo de todos—insistió y Quinn no tardó en cuestionarla con la mirada—¿Qué? Es verdad, me has presentado siempre a tus compañeros, pero a éste que es guapo y parece simpático, no. Espero no tener que preocuparme…

¿Estás hablando en serio? Es la primera vez que trabajo con Jason, y… Un momento—masculló pensativa tras una leve pausa— ¿Te ha gustado Jason?

No soy yo quien debería responder a eso. Insisto, ¿Me tengo que preocupar?

De ninguna manera, respóndeme tu primera¿Te ha gustado?

¿A mí? No puedo responder a eso, es la primera vez que lo veo y ni siquiera sé cómo es. Solo sé que es realmente mono.

¿Mono?... Mono de la selva ¿no—replicó centrándose en la comida, gesto que comenzó a divertir a Rachel.

Esa respuesta no me vale—musitó, a pesar de que la broma no pasó desapercibida para ella, y tuvo que contener la risa.

Rachel, Jason es un baboso, otro más como la gran mayoría de los chicos que por desgracia he tenido que conocer en mi vida. Aparenta ser inteligente, divertido y simpático, pero basta estar un par de horas a su lado para descubrir que siguen siendo como adolescentes que se dejan llevar por las hormonas.

No deja de ser guapo… Al menos para mi gusto.

Ok, basta—interrumpió negando con la cabeza— No quiero comer mientras mi novia me habla de chicos—Añadió, y Rachel no pudo evitar sonreír ante su actitud, viendo como Quinn volvía a confirmar su total y absoluto desencanto por el género masculino desde que empezaron su relación.

Y no solo por estar con ella, Quinn había ido alejando de su vida diaria a cuántos chicos habían intentado acercarse a ella, y solo conservaba un par de amigos que por diferentes motivos, seguían estando en su vida. Spencer, Ashley, y un grupo de chicas que poco a poco fueron introduciéndose en su mundo gracias a la amistad que había entablado con Bette, la directora de la galería donde trabajaba por las tardes. Chicas como Tina, su mujer, Molly, Alice o Shane, ésta última con relativa importancia por ser también su vecina. Alguien que la había ayudado a adaptarse durante los primeros meses que pasó en Los Ángeles, y que seguía mostrándose como una verdadera hermana mayor, no solo para Quinn, sino también para Rachel.

Ésta, por su parte y aunque compartía amistad con el mismo grupo de chicas que rodeaban a Quinn, había optado por centrar su atención en algunos de sus compañeros de clases, y otras chicas con las que había coincidido en varios castings, permitiendo que aunque viviesen juntas y compartiesen su vida, pudiesen tener sus propios mundos.

Esto está buenísimo. Enhorabuena, Chef—dijo Quinn tras varios minutos en los que simplemente comieron.

Gracias… ¿Por qué has comido tan rápido? ¿Tienes prisa?

No, pero quiero pasar por el Planet antes de ir a la galería y llevarle café a Bette.

¿Esa es tu manera de convencerla para que acepte tu propuesta?—Se burló, y Quinn no pudo evitar dejar escapar una pequeña sonrisa—

Tengo que preparar el terreno, ¿No crees? Todos lo hacen, además… Siempre es ella quien me lleva café. Va siendo hora de que lo haga yo por una vez.

Ok… Deja eso— masculló al ver como se disponía a retirar su plato de la mesa—Ya me encargo yo de recoger todo.

¿Te vas a quedar aquí?

No, me voy a la biblioteca, pero lo haré un poco más tarde.

¿Por? Puedes estudiar aquí, yo no voy a volver hasta tarde y tienes la casa para ti sola…—Replicó colándose en el baño

En realidad prefiero estudiar allí, me concentro mucho mejor.

Ok—murmuró Quinn— Que no se te olvide confirmar el email de San—añadió con dificultad, mientras trataba de cepillar sus dientes—Está esperándolo.

Lo haré. No te preocupes…

Bien… ¿Te apetece que traiga comida tailandesa para esta noche?

Me encantaría, pero… No voy a cenar aquí—respondió sabiendo que después de hacerlo, debía mostrarse serena. Quinn no dijo nada, simplemente esperó a que continuase mientras se miraba en el espejo.—Voy… Voy a cenar con Glen. Era él quien me ha llamado antes…

¿Tienes una cita?—musitó Quinn regresando al salón, procurando mostrar una sonrisa que siempre le salía forzada cuando escuchaba el nombre del chico.

No es una cita, es una reunión de trabajo.

¿Y por qué no cenáis aquí?—replicó acercándose a la entrada de la cocina, mientras se colgaba el bolso y se preparaba para salir.

Glen insistió en que cenemos fuera

O sea que es una cita—volvió a repetir sonriente, alejándose de la estancia, dispuesta a abandonar la casa. Rachel no dudó en dejar su asiento y perseguirla por el salón.

Deja de decir eso… No es una cita, quiere hablarme de algo sobre un trabajo y ya está…— Le respondió

¿Lo sabe él?—le preguntó deteniéndose junto a la puerta.

Pues claro que lo sabe.

Ok, si tú lo dices…— Susurró acercándose a sus labios para dejarle un pequeño y rápido beso.—Si necesitas que vaya a salvarte, no dudes en llamarme…—Bromeó.

Sé cuidarme sola…

Lo sé, pero…

Suerte con Bette—la interrumpió evitando que alargase la broma. Porque que sí, a pesar de que sabía que hablaba en tono de humor, no podía evitar sentir que en el fondo, los celos seguían haciendo de las suyas en Quinn.

Gracias, la voy a necesitar… No te mates estudiando.— Añadió volviendo a besarla.

Probablemente lo haga.

Te quiero—susurró segundos antes de abandonar por completo la casa, y dejarla allí, justo en la entrada observándola caminar a través del pequeño jardín de entrada— Espero que al menos tu enamorado te regale unas flores bonitas, no como la última vez…—Soltó regalándole una última sonrisa, y Rachel no pudo evitar contagiarse de la misma.

Piérdete rubia…