Paseabas la mirada por el lugar, chicas yendo y viniendo sin el menor pudor con un traje de conejitas de playboy, una tenue luz color rojizo llenaba el lugar, todo apestaba a cigarro.
Caminaste acompañado por tus dos amigos a cada lado y viste una mesa sola bajo una luz azul. Te sentaste y pediste unos tragos de vodka.
En todas las mesas se veían siluetas de hombres haciendo actos un poco menos que lascivos con las conejitas que trabajaban en el lugar. Pero a ellas se les veía más que alegres fingiendo reírse o seguir la conversación de aquellas carteras parlantes.
Viste pasar entre las mesas unas piernas largas con un sugerente trasero, buscaste con la mirada y lo encontraste en la esquina opuesta del bar.
Un chico, estaría en sus veintitantos, menudo, con piel blanca, vestido con traje de conejita. Su mirada vacía te causaba una mezcla de ternura y ganas de verlo con tu pene en su boca.
Te paraste y te volteaste para avisarle a tus amigos que irías "conocer más a fondo a alguien" y te diste cuenta que ya estaban ocupados cada uno con una conejita en sus piernas.
Caminaste hacia él, y el chico fingió no verte, no darse cuenta como ponías la mano en la pared y levantabas su barbilla.
Te dirigió una gélida mirada con sus ojos color violeta; no importaba, tu se la devolviste con más intensidad con tus ojos color zafiro.
- ¿Cuanto tengo que pagar para verte subir y bajar sobre mi polla?
- 200 Dolares - Escupió con desdén y te dedico una sonrisa malévola como esperando ver la decepción en tus ojos.
Tomaste de tu bolsillo un fajo de dinero y se lo restregaste en la cara, mientras disfrutabas ver como esa sonrisa se desdibujaba y se convertía en un gesto de resignación.
Suspiró y tomó de tu mano, te condujo por un pasillo con cubículos a los lados, de los que se escapaban todo tipo de gemidos y gritos de placer.
Mientras tu te perdías viendo esas piernas contonearse con su colita de conejo entre las nalgas.
Se detuvo y te dirigió esta vez una mirada un poco menos amenazante mientras giraba la perilla de la puerta. La pequeña habitación solo tenía una mesa y un sillón de cuero. Lo hinchado de tu miembro te hizo ignorar el hecho tanto él, como esa habitación, ya habían estado con muchos más hombres.
Le pediste que te bailará, y le aventaste unos billetes a la mesa. El obedeció con una mueca tocándose su cuerpo, inclinándose y poniéndote su trasero en tu cara. Lo tomaste de la cintura y lo abalanzaste a tus piernas, devoraste su cuello con libido. Y tu mano bajo por su pecho bajándole la parte delantera del traje.
Sus pequeños pezones rosados se endurecieron.
-Eres toda una puta -
- Pero no la tuya -
Le diste una golpe en la mejilla, y para tu sorpresa pareció gustarle. Movió su cuello como si hubiera sido una brisa lo que hubiera tocado su rostro y se relamió los labios.
Lo tomaste del cabello y obligaste a bajar la altura de tus genitales. Desabrochaste con tu mano libre tu pantalón y tu pene salio como resorte de tantas ansias que contenías.
- Déjalo todo húmedo, te la meteré tan adentro que vas a escupir semen -
- Métemela hasta las bolas, no te tengo miedo - rió entre dientes para después asestar otra lamida con su caliente lengua en tu falo.
Cuando estuvo bien mojado lo pusiste contra la mesa y toqueteaste entre sus muslos, oíste como se quejaba y tu solo respondiste bajando el cierre de su única prenda y para tu sorpresa viste que la colita de conejo no era parte del traje, era en realidad un butt-plug.
El se volteó con mirada sarcástica al ver tu expresión de sorpresa -Estoy listo y mojado - Y movió más ese culito de forma burlona.
Sacaste aquel objeto de su culo y él ni siquiera dio un suspiro, pensaba que sería una vez más como cualquier otra, pero no contaba con tu que tu miembro era más grande que el de la media de los hombres. La felación había sido un calentamiento, y ya estabas más que listo para embestirlo hasta que se partiera en dos.
Tu pene ya soltaba unas gotas de liquido. Lo pusiste en su entrada y sentiste la piel abrirse al entrar en su apretado anillo. Viste como dió un pequeño brinco, y como se aferro a la orilla de la mesa. Eso te excitó tanto que dejaste la gentileza y lo metiste todo en un golpe.
Él soltó un jadeo. Arremetiste con violencia empujando esos bollos blancos contra tus caderas. Ya solo se oían los gemidos de ambos y el golpe de su culo contra tu pelvis.
Te acercaste más y te embelesaste entre el placer que sentías y lo terso de su piel. Lo mordiste en su hombro para sentir entre tus dientes esa suavidad y tu nariz capto el sutil olor a lavanda que emanaba de su cuerpo. Como si estuvieras follándote un ángel caído.
- Jodeme, más fuerte - Gimió y eso te encendió aún más.
Tomaste de sus manos contra su espalda y te moviste tan rápido y fuerte que sentiste quedarte sin aliento. Pero el placer los dominaba a los dos, el fuego de la excitación quemando sus pieles. Comiendo de esa lujuria como una droga, deseando más.
Sentiste tu miembro hincharse, ya no podías aguantar llenar ese culo con tu leche.
- No te vengas ad... -
Y justo eso hiciste solo para que aprendiera que no podía decirte que hacer. Con un ultimo empujón contra sus caderas te aseguraste de expulsar todo lo más dentro posible.
Sacaste tu pene, y un chorro de semen salió junto con este.
- Me das asco - Dijo él acomodandose de lado en la mesa.
- Pero te encanto y suplicaste por más - Dijiste mientras tomabas su cara y arremetiste contra su boca en un beso largo y lascivo que el correspondió.
Le aventaste los billetes a su lado en la mesa. Y saliste sin siquiera voltear mientras te acomodabas la camisa.
Sentías que debías salir de ese lugar pues el olor a lavanda te estaba intoxicando, como si se negará a irse de tu lado. Por un momento recordaste que ni siquiera te quedaste a ver como estaba él. Pero que importaba, era uno más entre una multitud de chicos con trasero lindo prostituyéndose por dinero.
Recorriste de nuevo el pasillo de los cubículos. Saliste por la salida de emergencia para respirar el aire no viciado del bar y dejar atrás esa apestosa esencia a lavanda.
Encendiste un cigarro. El frió de la noche acariciaba tu cara. Aún se oía el sonido amortiguado de aquel antro.
- He's just another boy...
Exhalaste el humo y un poco dentro de ti se pregunto cuando sería la próxima vez que volverías a ese bar para verlo...
Bueno espero les haya gustado este one-shot, no sé si seguirla, todo depende si les haya gustado el Karamatsu mafia con Ichimatsu prostituta conejo. Lo escribí para distraerme un poco de hacer el final de las otras dos historias que tengo en curso.
Sus comentarios me dan aliento para escribir más perversiones /w/
