Poniéndome al día con los retos de Digimon.


Este Drable pertenece al evento Las caras de un horizonte del topic Yamakari en el foro proyecto 1-8.

La imagen asignada: Pareja besándose tras un libro abierto y entre estanterias.


ºEntre libros pícarosº

— Podrías al menos saludar.

Hikari se estremeció de espaldas a él, con los ojos fijos en unos libros que realmente no estaba viendo. Sentía su presencia completa a su espalda. Su pecho a escasos centímetros de ella. Su aroma a colonia y a él mismo. Notaba su mirada en su nuca y la exigencia en su voz.

Se estremeció entera. Como solo él podía conseguir con ella. Y eso estaba mal. Estaba segura de que era incorrecto.

Volviéndose, intentó encarar esa mirada que todas las noches la miraba en sus sueños más íntimos e inconfesables. Yamato Ishida estaba ahí, con sus pantalones de uniforme, la camisa mal colocada adrede, el cabello revuelto y de brazos cruzados.

—Olvídalo — suplicó —. Yamato-san, por favor.

Intentó huir pero tal y como temió, él la retuvo con una mano, encajándola entre la librería y su brazo. Su aroma la llenó aún más.

—¿De verdad tengo que olvidarme?

Hikari asintió mordisqueándose el labio. Intentaba no mirarle a los ojos. No volver a caer en la tentación. Se fijó en sus botones desabrochados. En la forma de su clavícula. Pero fue un error. Suspiró, ansiosa.

Él se agachó hasta que sus labios rozaron su oreja.

—¿Me estás diciendo… que tengo que olvidarme de los besos, de las caricias y de todo lo demás porque simplemente tienes miedo cuando tiemblas bajo mis manos?

Tal cual esas palabras, se estremeció. Su cuerpo se movió contra él y si las voces en susurros de otras personas no la hicieron despertar, y volver a retroceder.

—Soy más fuerte de lo que crees, Yamato-san. Puedo contenerme.

Yamato cogió un libro sin echarle mucha cuenta a las páginas cuando las pasaba. Una chica se acercó para coger uno y alejarse tras saludarles educadamente. Hikari carraspear.

—¿Puedes?

—Puedo— aseguro levantando el mentón.

Error.

Yamato se inclinó y usando el libro como biombo, la besó. Con todas sus ganas, con sus labios y sus lenguas enredándose. Sin darse cuenta, llevó una mano hasta la cadera masculina, aferrando sus ropas, presionándolo contra ella.

Cuando se separaron, Yamato sonreía con orgullo, lamiéndose los labios de aquella forma felina que la volvía loca.

—¿Segura?

No.

—S-Sí.

Yamato besó si quijada.

—Eres condenada, mujer Yagami.

Y cuando volvió a besarla, Hikari supo que no tenía escapatoria. Entre esos libros, no podía más que darse por vencida.

FIN

04 de mayor del 2016