Los personajes no me pertenecen; han sido creados por la fabulosa Rumiko Takahashi, quién,a pesar de ser una mujer que adoro, parece que se siente inclinada a aguarme los finales.

Capítulo 1: El plan

Todo comenzó una tranquila mañana en Nerima, concretamente un viernes en el Dojo Tendo. Habían pasado dos meses desde la boda fallida de Akane y Ranma, y desde ese entonces algo había cambiado, y el que más se daba cuenta de ese cambio era nuestro querido caballo salvaje. Akane no parecía ser la misma de antes, y eso era algo que empezaba a preocuparle. Estaba más… ¿tranquila era la palabra adecuada? Ya no se oían sus gritos a cada hora, y llevaban siete semanas prácticamente sin tener que arreglar las puertas o las paredes de la casa. Eso en parte era bueno, pero Ranma añoraba verla sonreír. No es que no lo hiciera, pero no desde el corazón. Hacía mucho tiempo que no se perdía en esa sonrisa dulce que le otorgaba su prometida de vez en cuando. Tampoco era que antes le sonriera muy a menudo, pero, al menos cuando lo hacía, no era de forma falsa.

Sintió un zarandeo, provocado por unas manos suaves que le movían el hombro, seguido de unas palabras:

— Ranma, despierta, tenemos que ir a clase.

Él siguió sin dar señales de querer levantarse, aunque Akane ya sabía que estaba despierto. Suspiró, cogió aire y dijo:

— Anda, mira, un gatito. ¡Qué lindo!

Ranma se levantó de un salto, mirando hacia todas direcciones en busca de ese ser mientras gritaba:

— ¡Gato! ¡Gato! ¡Nooooo!

Sin embargo, no había ningún felino por allí. Miró a Akane, que ya se marchaba por la puerta, y escuchó que ella le decía:

— Vamos, no quiero llegar tarde el último día del semestre…

— Es verdad… mañana empiezan las vacaciones de verano…— Detuvo sus cavilaciones y se vistió lo más rápido que pudo para seguir a su prometida. Bajó las escaleras y se dispuso a desayunar en el comedor. Se sentó al lado de la muchacha de cabellos azulados, y mirándola de reojo empezó a comer.

A los pocos minutos ya habían acabado, y se dirigían a la escuela corriendo, para no variar. Ninguno de los dos hablaba, y Ranma decidió romper el silencio con su nueva pregunta habitual:

— Oye, Akane, ¿te pasa algo?

A lo que ella le respondió con su nueva respuesta habitual:

— No, Ranma, ¿por qué lo dices?

El pelinegro suspiró, estaba harto de la misma mini-conversación de cada mañana. Akane ni siquiera se enfadaba ya cuando le decía alguno de sus insultos, pero valía la pena intentarlo. ¿Cuánto tiempo hacía que no recibía un golpe de su famoso mazo?

— Por nada, simplemente que estás más rara de lo normal— dijo unos pasos por delante de ella. Inmediatamente se paró y se protegió la cabeza, pero el golpe esperado nunca llegó. Ella pasó por su lado diciéndole simplemente:

— Pues estoy como siempre…

Sabía que iba a pasar eso, pero no sabía que iba a resultar tan duro. Esa no era Akane, no era SU Akane… Probaría de nuevo:

— Es verdad, sigues siendo un marimacho con las piernas gordas.

A lo que ella respondió:

— Sí, nada ha cambiado.

Él se quedó de piedra. Sin embargo ella no se giró para verificar que su prometido la seguía. Este reaccionó justo a tiempo para no llegar demasiado tarde, pero de todos modos, estuvo la primera hora cargando cubos de agua en el pasillo…

El resto de las clases las pasaba observándola, memorizando cada sonrisa que, muy a su pesar, no iba dirigida a él. Pero de todas, descubrió que solo una o dos eran verdaderas.

Llegó la hora del recreo, en la que parecía que la chica se había esfumado por arte de magia. Quería hablar con ella, así que la buscó por todo el colegio. Al fin la encontró en los jardines traseros, paseando sola.

— ¡Akane! —la llamó.

Ella se giró y vio a su prometido.

— Ranma… —pronunció suavemente.

Se escuchó un estruendo, y una bicicleta se estrelló en la cara de Ranma.

— ¡Nihao airen! —saludó la chica china para acto seguido cogerle del brazo.

— Hasta luego, Ranma —se despidió Akane dándose la vuelta.

— ¡Espera Akane! Shampoo suéltame por favor.

— Airen tener que escuchar a Shampoo. Ser muy importante —dijo la amazona tirando del brazo de Ranma.

Akane caminó alejándose de allí mientras escuchaba los gritos de su prometido llamándola. No obstante, no se apartó mucho del lugar por si tenía que intervenir en algún momento. Se escondió a varios metros de allí, detrás del tronco de un árbol y se sentó apoyando la espalda en este. No podía oír nada de lo que hablaban los otros dos. Suspiró. Tenía que haberse puesto más cerca. Dio un respingo cuando notó que alguien aparecía a su lado, pero se tranquilizó al ver a Moose.

— Moose, ¿qué haces aquí? —preguntó la pelinegra.

— Estaba siguiendo a Shampoo —Suspiró— Veo que ha venido a ver a Ranma.

— Así es —dijo Akane bajando la mirada.

— ¿Akane?, ¿Moose? —dijo una voz a sus espaldas.

Ellos giraron la cabeza inmediatamente y descubrieron que la que los llamaba era Ukyo.

— Ukyo, ¿qué ocurre? —preguntó Akane.

— Eso debería estar preguntándolo yo —dijo la castaña. Parecía enfadada—. ¿Qué hacéis los dos aquí escondidos? ¿Es que acaso estás engañando a Ran-chan con Mousse? ¿Te has rendido por fin?

— ¡Pero qué dices!— gritaron los dos aludidos al unísono.

— Bueno…— dijo Ukyo con una mirada incriminatoria sin convencerse del todo.

— Ukyo, si estás buscando a Ranma está ahí detrás con Shampoo— se resignó la chica.

— ¿Eh? ¡Ah! ¡Gracias Akane!— dijo, y se fue en la dirección que le había indicado la chica.

— Oye Akane, ¿por qué has hecho eso?— le preguntó el miope en cuanto la chica desapareció de su vista.

— ¿El qué?— dijo fingiendo inocencia.

— ¡Decirle dónde está Ranma!

La chica se quedó pensativa un momento.

— Supongo que es porque quiero que Ranma sea feliz, y eso solo será cuando elija entre esas dos, porque a Kodachi ni la incluyo… —contestó alzando la cabeza hacia el cielo.

— Pero Ranma te quiere a ti, ¡yo lo oí en Jusenkyo!

Akane esbozó una triste sonrisa.

— Si él me quisiera, no se habría opuesto así a la boda, ¿no crees?

— Bueno… no lo sé, sinceramente, ten en cuenta cómo es Ranma —dijo el chico.

— Mmm… no sé, tengo que pensarlo —repuso Akane evitando el tema— Oye, Moose, ¿quieres mucho a Shampoo, no?

— Eh… sí, claro que sí… —respondió algo cohibido por la repentina pregunta de la chica.

— Siento ser tan directa, pero, ¿por qué no te has dado por vencido?

— Porque la amo con todo mi corazón, me parece mentira que me preguntes una cosa así —dijo el muchacho levantando la cabeza.

Akane sonrió dulcemente.

— Lo siento, Moose, no me refería a eso, ya sé que la quieres más que a nada, pero… ¿no te dan ganas de abandonar al ver que por muchos intentos que hagas, ella no parece corresponderte?

Moose asintió.

— Así es, pero me repongo rápidamente, para seguir luchando por su amor.

— Ya veo… —y después de unos instantes preguntó— Moose, ¿Qué pensarías de mí si me rindo? —preguntó la chica.

— Que eres estúpida —dijo el muchacho.

Akane iba a responderle enfadada, cuando Moose dio un salto y la miró extasiado.

— ¿Qué te pasa? —preguntó Akane algo asustada por la reacción del chico.

— Akane, se me ha ocurrido una gran idea… pero no sé si te gustará.

— ¿Qué idea? —preguntó Akane invadida por la curiosidad.

— ¿Qué te parece si averiguamos de una vez por todas qué es lo que sienten esos dos por nosotros?

— ¿Qué…? Pero… ¿cómo?

— Akane, ¿qué pensarían si tú y yo saliéramos juntos? —preguntó Moose mirándola fijamente.

— ¡¿Qué!?— gritó Akane.

— Shhh… ¡que nos van a oír! Piénsalo, si Ranma te quiere de verdad se pondrá como una fiera.

Akane, que empezaba a comprender cuál era el plan, dijo:

— Y si Shampoo siente algo por ti, también se pondrá celosa, ¿verdad?

Moose asintió expectante ante la decisión de Akane.

En ese instante sonó la campana dando fin al descanso. Akane se levantó.

— De acuerdo Moose, pero tendremos que planear todo muy bien. ¿Qué te parece si vienes a recogerme a la salida? Tenemos que hablar, y tengo una idea.

— De acuerdo, intentaré escaparme para venir.

— Bueno, no te preocupes, si no puedes no pasa nada— se apresuró a decir Akane.

— No, no. Te recogeré, y procuraré que Shampoo me vea.

— De acuerdo, hasta luego —sonrió Akane despidiéndose con la mano mientras se alejaba.

Aligeró su paso para no llegar tarde, mientras que iba pensando en el fabuloso plan de Moose. Una gran sonrisa se formó en sus labios al imaginarse que Ranma le pedía que dejara a Moose y se fuera con él. Y con esa sonrisa llegó a clase y se sentó en su pupitre.

Ranma la vio entrar y se dispuso a acercarse a ella, cuando se percató de la enorme sonrisa que traía su prometida, y de lo sumida que estaba en sus pensamientos. Se quedó en shock. ¿Quién podía haberle conseguido sacar esa sonrisa a Akane? ¿Quién? ¿En qué o quién estaba pensando esa idiota para sonreír de esa manera? Esa sonrisa era… perfecta, hermosa… y le enfurecía que no fuera él el causante y el dueño de ella.

Lo que no sabía Ranma es que esa sonrisa sí la provocaba él, aunque indirectamente.

Cuando la campana avisó el fin de las clases, después de un discurso del loco director por megafonía sobre lo que deberían hacer en verano, Ranma esperó a que Akane recogiera todas sus cosas para ir los dos juntos a casa, como siempre. Cuando bajaron y se dirigían a la salida, el chico notó a su prometida lago distraída. No paraba de mirar de un lado para otro.

— Eh, oye Akane, ¿qué te…?

No pudo continuar la frase, ya que su prometida había salido corriendo llamando a alguien. La siguió con la vista para ver quién captaba su atención, y cuál fue su sorpresa al ver a allí a Moose, hablando una chica que le decía que ella no era Akane, y a la verdadera Akane detrás de él. Se acercó todavía sorprendido.

— Pero Akane, tenemos que irnos —le decía a la chica.

— Oye, que ya te he dicho que no soy Akane— le respondía ella algo alterada.

— Moose, estoy aquí— le llamó Akane. —Justo detrás de ti.

Moose se dio la vuelta.

— Ah, así que estás aquí, lo siento.

— No pasa nada, tranquilo —comentó sonriendo.

Ranma, que empezaba a sentirse algo incómodo, dijo:

— Bueno, Moose ¿qué te trae por aquí? ¿No deberías estar trabajando?

El chico pato se puso las gafas para poder reconocer al que le estaba hablando.

— Ah, eres tú Ranma. Pues sí, pero me he escapado un rato. Se lo prometí a Akane en el recreo esta mañana.

Ranma miró a Akane, y luego a Moose. De Moose, a Akane, hasta que creyó comprender algo: la sonrisa de ella al llegar a clase. Cuando iba a decir algo, se escuchó:

— ¡Akane Tendo!

Al segundo siguiente Kuno apareció delante de la pelinegra y la tomó de las manos.

— Oh, mi dulce Akane Tendo, cuánto habrás esperado este momento, mi doncella con alma de tigresa —le dijo emocionado.

— ¿Y qué momento es este?— preguntó cabreada.

— ¡Este es el momento en el que tendremos una cita los dos solos! —contestó, y la abrazó— No te preocupes, ya sé que parece un sueño, ¡pero no lo es! — continuó apegándola más a él.

— ¡Quítale las manos de encima! —gruñó Moose mandándolo a volar.

— Gracias Moose —le agradeció ella sonriendo.

— No hay de qué, ¿nos vamos?

— ¡Claro! —dijo, y se volvió hacia Ranma— Ranma, ¿puedes avisar en casa que llegaré más tarde?

— D-de acuerdo, pero ¿qué tienes que hacer con Moose?

Akane se quedó callada durante un segundo.

— Nada que a ti te incumba. Venga, Moose, vámonos —se limitó a decir, antes de girarse y encaminarse hacia la salida.

— ¿Eh? ¡Oye Akane! ¡Akane, respóndeme! —gritaba Ranma mientras veía cómo el chico pato y su prometida corrían fuera de la escuela—. ¡A mí me grita cuando la protejo de Kuno! ¡¿Y a Mousse le sonríe y le da las gracias!? Pues si cree que me voy a quedar de brazos cruzados se equivoca—pensaba cabreado.

Fin del capítulo 1

¡Hola! Aquí estoy con mi primera historia de esta pareja. Acepto cualquier tipo de crítica,pero no seáis demasiado duros, por favor :P

¡Comentad y decidme qué os parece el principio de la aventura!

¡Besos!