Ojos Oscuros.
Mirarla dolía.
Ella se veía tan feliz… y al mirarlo, toda la felicidad de esfumó de esos ojos oscuros.
La miró por el minuto más doloroso de su vida, embebiéndose de su belleza, fantaseando con tomarla en brazos y huir sin mirar atrás.
Sus ojos se encontraron una última vez, y entonces se fue.
Se marchó por donde vino, odiándose a sí mismo por no haber podido controlarse y venir a verla cuando sabía que era una mala idea.
Tenía un esposo y un hijo. Claro que había seguido adelante, era humana y eso era lo que los humanos hacían.
Habían dejado en claro que todo entre ellos terminó. Tenía todo el derecho de haber conocido a alguien más y asentarse. Eso no significaba que doliera menos ni lo hacía dejar de envidiar a ese hombre, creyendo que él debería estar en su lugar.
Merecía el dolor que lo estaba ahogando ahora mismo. Él la perdió, fue él el que arruinó todo entre ellos. No la valoró lo suficiente, no notó el dolor que le causaba esperarlo por tanto tiempo, no luchó cuando ella le dijo que ya no podía más.
La extrañó cada día que pasaba lejos de ella, pero no se lo dijo. La extrañaba cada vez más con el paso de los años, por eso tuvo que verla a pesar del dolor que les causó a ambos. La extrañaría el resto de su vida, tal vez más allá de eso.
Existía la posibilidad de que se encuentren en su otra vida, eso lo mantenía en pie, sin embargo también aumentaba más el dolor de no tenerla ahora mismo.
Tal vez volvería a visitarla pronto.
Llámenlo masoquista pero amaba esos ojos oscuros y toleraría el sufrimiento solo para verlos una vez más.
Fin.
