Hace unas pocas horas una tormenta había dado inicio, el agua fuertemente salpicaba los cristales de las ventanas y el viento fuerte que la acompañaba rugía con furia. Las nubes negras habían cubierto todo el cielo.
Y Naru que lo observaba desde el cristal, sentado en la silla de la oficina se siente complacido con ese tipo de ambiente. Le gustaba los días lluviosos y mucho más le gustaba leer en esos tipos de días. Por eso, en ese instante tenía un libro en sus manos.
—¡Mai! —gritó.
—¿Me llamó? —al entrar.
—Así es —poso sus ojos en la ventana— Este clima... —su mirada se posó en los ojos de Mai— Esta lluvia esta para hacer cosas calientes... —espetó Naru.
Las mejillas de Mai se calentaron. Sin poder evitar que sus pensamientos pervertidos la invadan, aunque le sorprendía lo directo que había sido su novio. Si, novio y aun le parecía increíble que lo fuera. Pero, él... ¿Se lo proponía de ese modo? ¿No dejaba que fluya de manera natural?
—...Como té —finalizó.
¿Eh?
—¿Que ha dicho? —No estando segura si escucho de forma correcta.
—Quiero té —repuso— Es perfecto este tipo de ambiente para beber la infusión...
Mai se quedó quieta sin poder reaccionar, caliente como si se hubiera quemado ¡Era la única persona que estaba pensando cosas indecentes! ¡Qué horror!
—No te quedes parada ahí —dijo— Tráemelo.
—Sí, si ¡Enseguida! —huyendo de ahí. Esperando que Naru no se haya percatado de lo que su rostro delatada.
Sin embargo lo hizo y ese hecho de su depravada novia, le provoco que se le dibujara un leve sonrisa en sus labios, había entendido el doble sentido. Al rato, Mai trajo el té sobre una bandeja que delicadamente apoyo sobre el escritorio. Mientras Naru estaba apoyado contra el alféizar de la ventana, leyendo un libro.
—¿Algo más? —preguntó.
—¿Qué?
—¿Quiere algo más? —volvió a cuestionar. Él asintió.
—A ti.
Mai sintió su cara hirviente sin necesidad de haberse tirado agua hirviente antes. Se pellizco la piel de su mano, por las dudas si era un sueño. Nop, no lo era.
—Creo que es hora de hacer algo caliente —dijo. Entretanto guardaba el libro en su biblioteca personal.
—¿C-cómo te? —interrogo Mai esbozando una sonrisa nerviosa, los ojos de Naru le aceleraban su corazón por la manera en que la miraba ¡No podía pensar, otra vez, ese tipo de cosas! — ¿Café? ¿Sopa?
Ya ni sabía lo que decía, Naru no contestó. Solo se encamino hacia la puerta.
—Ya no hablo de te —las mejillas de la chica estaban rojas—Como tampoco ninguna otra bebida.
Sus ojos la observaban fijo y Mai sintió el sonido que produjo la puerta al cerrarse como al ponerse el seguro.
De repente, su novio se acercó mucho más hacia ella cortando toda la distancia que le separaba. Sus labios se unieron mientras la lluvia golpeteaba más fuerte como el corazón de Mai.
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El té sobre el escritorio se terminó enfriando.
