Ojos Turquesas.

Ella estaba feliz.

Tenía la vida perfecta.

Su marido la amaba y trataba como a una reina. Su hijo era lo mejor que le había pasado y lo que más amaba.

Caminaban tomados de las manos los tres, sonriendo y riendo mientras conversaban alegremente.

Todo era perfecto.

Entonces… ¿Por qué todo su mundo se desmoronó ante la vista de esos tristes ojos turquesas?

Perdió la sonrisa. Perdió la felicidad. Todo se volvió imperfecto.

Él solía ser infelicidad y llanto. Su vida era un desastre mientras lo esperaba preguntándose sí siquiera pensaba en ella.

Terminar con ese sufrimiento fue la decisión correcta.

Todo acabó. ¿Qué estaba haciendo aquí, entonces?

Esos ojos turquesas desaparecieron en un parpadeo, pero el daño ya estaba hecho.

Sí su vida era tan perfecta ¿por qué su corazón se retorció con anhelo al verlo?

Su esposo y su hijo la miraron confundidos y ella tuvo que sonreír aunque por dentro lloraba, justo como en los últimos diez años.

Tenía la vida perfecta... pero nunca la quiso así.

En su mente no se arrepentía de las decisiones que tomó, solo desearía que su corazón estuviera de acuerdo con ella.

Fin.