Disclaimer:The Hunger Games no me pertenece, sino a la autora Suzanne Collins, yo sólo he tomado algunos de sus personajes y he creado esta historia.

IMPORTANTE: odio los finales felices y azucarados, y es por eso que quiero aclarar que ésta no es una copia barata de la historia de los amantes trágicos. No necesariamente regresarán a casa juntos o tal vez siquiera lo hagan. No estoy insinuando nada, ya que no tengo decidido el final, solo les digo que vale la pena leerlo e ir intentando deducir como terminará.


Me llamo Annia Mellark, pueden llamarme Annie, o en su defecto, Prim- es una larga historia, según mi madre tengo un cierto parecido a su difunta hermana, por lo que le gusta llamarme así-. Tengo quince años, me gusta salir de caza- aspecto adquirido de mi madre, pues con un arco y flechas puedo asesinar a un animal a varios metros de distancia- y me apasiona la pintura- mi padre me enseño cuando niña, aunque no logré aprender a cocinar-.

Supongo que no está de más aclarar que soy hija de los "amantes trágicos" del 12..¿A quién engaño?, todos lo saben, no hay un día en que no me manden saludos para mis padres cuando deambulo por las calles de mi distrito. Suelen pedir que les comunique mensajes de agradecimiento, resulta que mis padres son personas muy generosas e involucradas en el ámbito social... en otras palabras, suelen pagar por medicamentos y alimento para los habitantes del Distrito 12.

Como se imaginarán la causa de hambruna y miseria tiene un nombre, y es nada más y nada menos que "Coin", la presidenta de Panem. Resulta que varios años atrás, luego de la revolución comandada por el Sinsajo, mi madre, el poder se le subió a la cabeza, a la susodicha mujer, lo que desembocó en una suerte de Capitolio y una gobernante corrupta. Al decir "Capitolio" me refiero al 13, mejor conocido en la Veta como "el nuevo Capitolio", sólo que más poderoso, sanguinario, atroz y cruel.

Y claro, los brutales e inhumanos Juegos del Hambre se pusieron en marcha otra vez, pero por fortuna, todavía no he sido convocada como tributo.

Siento una luz que ataca mis ojos, la cual se filtra por la ventana, y escucho los delicados pasos de mi madre escaleras arriba. Cada vez se oyen más cercanos y luego siento su cuerpo tibio sobre mi cama. Susurra unas ininteligibles palabras en mis oídos, y me besa en la frente, lo que logra sacarme de mi somnolencia. Abro lentamente los ojos, ya que me cuesta acostumbrarme a los abrazadores rayos de sol que inundan mi habitación con constancia.

Ya lúcida, logro percibir la angustia de mi madre, cosa poco compleja, ya que sus lacrimosos ojos hablaban por sí solos. Pues no me inquieto, no es algo fuera de lo común, es más, he llegado a adaptarme con el tiempo. Son así todas las cosechas, me recibe con sus ojos enrojecidos e hinchados, nadie pronuncia palabra alguna durante el desayuno, y por último, volvemos a casa como si nada.

—Buenos días, cariño —dice mi ella con su mejor sonrisa.

—Buenos días —respondo, devolviéndole una sonrisa, lo que menos quiero en estos momentos es verla con pena.

—Date prisa, y baja a desayunar. Dejé ropa preparada sobre la silla —dice mi madre y se retira.

Obedezco y me visto lo más rápido posible. Me encuentro con un discreto y refinado vestido de una tela no muy cara, color coral. Luego me trenzo el cabello como mi madre lo hacia cuando era pequeña y una vez lista, voy escaleras abajo.

—Hola —digo a mi padre y luego le doy un beso en la mejilla.

—Buenos días —dice y me devuelve el beso—.Te ves terrible, ¿has dormido al menos un poco? —dice con aires de preocupación.

—¿Así fue como cortejaste a mamá?, dudo mucho que alguna otra mujer hubiera de quererte, si es así como nos tratas —digo finjiéndo resentimiento.

—Nunca subestimes los encantos de un panadero —dice serio, y no puedo evitar reír.

—¿De qué se ríen tanto ustedes dos? —interviene mi madre, quien no se siente muy cómoda cuando se trata de bromas en días como estos.

En realidad, mi madre tiene bastante razón, pues este puede ser nuestro último desayuno juntos..¿Qué diablos estoy diciendo?-: Annia tienes prohibido repetirlo, ¿okay?- digo para mis adentros...

Ya en la mesa, todos comemos en silencio, no exagero si digo que no se escucha ni el volar de una mosca. La tensión y el nerviosismo se apodera de nuestros cuerpos.

Me encuentro exactamente en frente del escenario, de ser un espectáculo tendría la mejor vista, pero digámos que un evento que tiene por objetivo asesinar a todo ser vivo que se cruza por tu camino, no es exactamente de mi agrado. Luego de unos minutos, Effie Trinket aparece en el escenario. Este año lleva el cabello color carmesí, si bien no es su mejor elección, es mejor que su chillón y llamativo verde loro del año anterior.

-Las damas primero- dice Effie con su maldito entusiasmo, e introduce lenta y delicadamente su mano en la urna de las chicas, para poner más énfasis en la situación-cosa innecesario para mi gusto, puesto que ¿quién podría estar relajado cuando sabe que tiene la posibilidad de ser elegido para participar de una matanza?.

Desdobla el papel con la misma elegancia de antes, y su inquietante sonrisa, pero ésta se borra al leer el nombre del "afortunado". Ésto no puede ser bueno.

Su cara se tiñe de blanco, y si no fuése por su estruendoso atuendo, bien podría decir que se acababa de convertir en un fantasma.

Luego de unos segundos de aturdimiento, intenta cambiar su cara insípida por una estupefacta, y luego de compasión. Intentando recobrar su color, se aclara la garganta y se prepara para lo que viene, diciéndo por fin el nombre del tributo femenino:

Annia Mellark