Nota: La serie de Rayearth no es de mi propiedad.

Título: Sé feliz

Autor: ari wills


Parte 1. Umi

Capítulo 1. Así empezó todo.

Hacía ya algo de tiempo que habíamos regresado y ésta vez era algo definitivo. Sin duda, la recibida había sido acompañada de fiesta, comida y la mayoría de nuestros conocidos como invitados. Aún podía recordarlo con total claridad… aquel día tan feliz. Pero eso también había quedado en el pasado.

Poco después que llegamos, cuando las cosas se habían calmado y la gente acostumbrado a nosotras –más que nada nuestra permanente estancia-, nos vimos frente al dilema que creíamos haber dejado atrás: que hacer con nuestras vidas. Ninguna de nosotras estaba versada en la historia, costumbre o leyes del planeta –al menos con detalle-, por eso fue que, tal vez, la pregunta nos dejo desconcertadas. Aún puedo recordar la emocionada voz de Caldina cuando nos lo preguntó…

3 años atrás

-Y bien chicas¿qué quieren ser?

Su voz me pareció que resonó con un gran eco entre las gigantescas paredes del comedor. Sin poder evitarlo me encontré levantando la cara de mi desayuno, para poder prestarle mayor atención. El sonido de los cubiertos al ser puestos sobre la mesa, me dijo que Fuu –y seguramente Hikaru- habían tomado la noticia de la misma manera que yo.

-Perdona Caldina, pero exactamente ¿a qué te refieres? –comentó Fuu con esa tranquilidad que siempre le envidie.

-¿Uh¿A qué más va a ser?, su profesión de aquí en adelante, por supuesto. Después de todo, ya son consideradas ciudadanos de Céfiro.

Estaba casi segura que mi boca se abrió completamente al escuchar sus palabras. Sin pensarlo, pregunté -¿Guerreras… mágicas?

Apenas las palabras salieron de mi boca, me di cuenta de lo tontas e ignorantes que sonaban. Con vergüenza, cerré mi boca al tiempo que bajaba mi vista. Estaba prácticamente segura que mi rostro estaba rojo a más no poder.

-¿Cómo? –escuché preguntar a Caldina.

-Discúlpanos Caldina. Es sólo que, nunca lo habíamos pensado –respondió Hikaru. La dulce e increíblemente honesta de Hikaru.

-¡Oh!, en ese caso… ¡qué mejor momento que éste para decidir!

Y sí, sólo Caldina podía ser así de feliz en un momento como éste, ignorando completamente –o no importándole- nuestro dilema.

-Lo que sucede, es que no sabemos exactamente que tipo de profesiones hay en Céfiro… o cuáles podríamos siquiera ejercer –explicó Fuu.

-… ¡Haberlo dicho antes! –dijo Caldina más feliz que antes, si eso era posible.

No pude evitar levantar mi vista y lo que contemplé, me provocó un terrible escalofrío. Verán, en mi experiencia, cuando Caldina sonríe de esa manera, es porque tiene una 'gran' –debo aclarar que ese 'gran' generalmente sólo funciona para ella- idea que termina dejándome en situaciones bastante desagradables o vergonzosas. Así que no saben la tranquilidad que me provocaron sus siguientes palabras…

-¡Les enseñaré el tipo de profesiones que hay en Céfiro!

XoX

-Primero que nada y la más importante¡bailarina! –dijo en voz alta, justo antes de abrir la cortina de la habitación en la cual me encontraba yo.

Supongo que debí haber sospechado un poco cuando Caldina fue momentáneamente a su habitación, cogió algunas prendas de colores muy brillantes y nos pidió que la acompañáramos al pueblo más cercano. Ya ahí, habló brevemente con un señor de una posada y, acto seguido, nos introdujimos en ella con Caldina como nuestra guía.

Debí haber corrido mientras pude.

Nos llevó hacia una habitación pequeña al fondo del pasillo. Ahí dentro saco la ropa que había guardado en una mochila, la observó un poco y nos dio unos conjuntos de varios colores, antes de ordenarnos que nos los pusiéramos. Apenas nos dijo eso, miré cuidadosamente lo que me había dado, no pudiendo evitar el rubor que subía a mis mejillas… ¡¿Quería que me pusiera esto?!

-¿Qué sucede Umi, algún problema?

Inmediatamente, Fuu y Hikaru dirigieron sus miradas hacia mí, provocando que me pusiera más roja aún. Al parecer ellas no parecían tener ningún problema con sus vestuarios… no me atreví a abandonarlas.

-¿Puedo… cambiarme en el baño?

Caldina sólo me dirigió una mirada que claramente decía 'adelante niña¡sólo apúrate que no tenemos todo el día!', y sin más, me dirigí con paso firme hacia el baño, cerrando la puerta tras de mí. Una mirada asesina hacia las ropas que estaban puestas sobre el lavabo y me puse en acción.

-Umi¿estás lista? –me preguntó Hikaru por 3ra vez.

Podía oír la preocupación de Hikaru en su voz, pero no podía creer que Caldina deseaba que saliera usando esto. Con una última mirada de odio a mi reflejo en el espejo, incrédula de lo que estaba a punto de hacer, conteste a la pregunta de Hikaru al mismo tiempo que abría la puerta…

-Sí Hikaru. Estoy lista.

Apenas vi los atuendos que llevaban, deseé no haber salido nunca de ese baño. No, olvida eso. Desearía no haber accedido a ponerme las ropas que Caldina me dio… no, mejor que eso, desearía no haber aceptado la propuesta de Caldina de enseñarnos las profesiones en Céfiro.

¿Y porqué tenía esa gran indignación?... bueno, considerando mis ropas contra las de Hikaru y Fuu juntas, sólo podía decir que estaba prácticamente desnuda.

Por desgracia, antes de poder decir algo en mi defensa, o que Fuu y Hikaru pudieran comentar algo al respecto, Caldina me tomó del brazo y me llevó con ella fuera de la habitación, por un pasillo opuesto al que habíamos transitado cuando llegamos a la posada. Apenas pude recobrar el aliento, tomé nota de que me encontraba en otra habitación, detrás de una cortina… Fuu y Hikaru estaban detrás de mí. Con una gran sonrisa, Caldina se volteó, nos miró un momento y acto seguido se desató el infierno.

XoX

-¿¡¡Estás loca o qué!!?

-¡Oh, vamos!, en estos momentos la que debería estar molesta soy yo, no ustedes –me respondió Caldina… indignada.

El descaro para atreverse a decirme eso.

-Lo lamentamos realmente Caldina –intervino Fuu antes mío… y Caldina debería estar agradecida por eso-. Es sólo que, nos tomó completamente por sorpresa y no pudimos reaccionar correctamente. De cualquier manera, temo que yo nunca fui buena para los bailes, así que…

-…Yo también lo lamento Caldina –esta vez fue Hikaru quien hablo-. Discúlpame por no haber podido superar tus expectativas…

-No te preocupes Hikaru. Fuu tiene razón, debí haberlas prevenido antes de presentarlas al público. Es sólo que estaba muy emocionada por mostrarles, que lo olvidé. ¿Podrás perdonarme? –dijo al tiempo que la abrazaba fuertemente.

Y sí. Así de fácil era hacer que Caldina olvidara cualquier cosa que se pusiera en mente… al menos para Hikaru y sus ojos de cachorrito abandonado. Lo bueno de eso, era que generalmente todas –sí, inluidas yo y Fuu- salíamos perdonadas; aunque no es como si a mí me importaran mucho los sentimientos de Caldina… después de lo que me hizó…

-¿Y bien, alguna otra profesión que desees mostrarnos?

-Por supuesto –contestó Caldina al tiempo que se separaba de Hikaru-, pero temo que tendremos que regresar al castillo, después de todo, no hay nadie mejor que Lantis para mostrarles como debe ser un soldado.

-Espera. ¿Quieres decir que nos mandaras con Lantis? –pregunté al tiempo que el enojo me empezaba a invadir-¿Acaso, no se suponía que serías quien nos mostrara las profesiones que había en Céfiro?

-Por supuesto que sí, pero no querrás que yo te las muestre todas¿o sí, Umi? –me dijo con una sonrisa de oreja a oreja que me causo escalofríos por todo el cuerpo-. Además, son demasiadas para una sola persona.

Y así como así, deje el tema por la paz. Con resignación y un humillante día como recuerdo, regresé junto a las demás al castillo, no sin antes haberme cambiado ese vergonzoso traje que Caldina me obligó a usar.

Fue poco después, 3 meses después de nuestra experiencia con Caldina, que apenas nos habíamos dado cuenta de la diversidad de oficios que existían, pero mas que nada, de aquellos que podíamos hacer y aquellos que no. Aquel día que decidimos nuestro futuro, un día que jamás olvidaré…

El gran comedor estaba prácticamente lleno. Todos nuestros conocidos estaban sentados junto a nosotras en espera del anuncio que teníamos que hacer. Por supuesto que sabían de que se trataba, pero no por eso sabían exactamente que pasaba por nuestras cabezas.

Sus rostros nos miraban expectantes: Guru Clef , Lantis, Ferio, Ascott, Caldina, Lafarga, Presea, Primera, algunos magos, consejeros, guardias y representantes de Céfiro. El silencio que reinaba en la gran sala era imponente, todos esperando a que las famosas Guerreras Mágicas dieran su anuncio… sabía que habíamos ayudado a salvar el planeta, pero no podía dejar de pensar en que todos estaban exagerando.

De cualquier manera, me guardé mis pensamientos. Hikaru fue la primera en hablar. Se levantó de su asiento e inmediatamente todos centraron su atención en ella, expectantes…

-Estoy muy feliz de estar aquí, y estoy aún más feliz por el hecho de que nos hayan aceptado en su planeta, de que nos hayan aceptado en Céfiro, tanto como su simple presencia por algo tan simple, pero tan especial para mí –en ese momento, podía ver claramente como las lágrimas estaban a punto de caer de los ojos de Hikaru, pero aún así, pudo contenerse antes de seguir-. He decidido, después de tanto conocer y ver con ayuda de todos ustedes, la profesión de educadora. Me encantaría que pudieran depositar su confianza nuevamente en mí, para cuidar a sus hijos y enseñarles todo aquello que sé, todo aquello que necesitan, para protegerlos cuando sea necesario y seguir estando ahí para todos ustedes cuando me necesiten. Les prometo no defraudarles si ustedes así me permiten hacer mi deseo. Gracias.

Apenas termino de decir sus palabras, hizo una pequeña reverencia a todos los presentes y se sentó. El gran comedor se llenó del ruido casi ensordecedor provocado por los aplausos de los asistentes. Hikaru estaba llorando, yo misma casi estaba a punto de llorar y pude ver, como Fuu a mi lado estaba intentando contener sus lágrimas antes de levantarse para hablar. Pasaron unos cuantos minutos antes de que los aplausos cesaran y el silencio volviera a reinar en la habitación, junto con las palabras de soporte y aprobación para Hikaru. Después de respirar profundamente, Fuu se levantó.

-Me alegra sobremanera el ver que todos hayan podido hacer un poco de tiempo para venir. También quisiera agradecerles a todos por el tiempo que nos permitieron antes de tomar esta gran decisión. Sé muy bien que no tengo las bases necesarias y que me falta mucho por aprender sobre Céfiro y su gente, pero les aseguro que me esforzaré al máximo para ser digna de su hospitalidad. En cuanto a la profesión que he decidido tomar, me encantaría que me permitieran ser una embajadora entre Céfiro y nuestros planetas vecinos, con quienes hemos entablado una gran amistad. Les pido su apoyo y permiso, su tiempo y su sabiduría para poder realizar mi sueño. Les prometo dar lo mejor de mí y no defraudar sus esperanzas. Gracias.

Al igual que Hikaru, Fuu hizó una pequeña reverencia y se sentó. El silencio se prolongo un poco antes de que los aplausos empezaran a fluir con la misma fuerza y aprobación que cuando Hikaru se sentó. Fuu no se atrevió a levantar su vista cuando empezó a llorar. Hikaru que estaba a su lado la abrazó mientras la felicitaba; ninguna de las dos notó la mirada orgullosa de Ferio.

Al final quede yo. Sin darle más vueltas al asunto, me levanté decidida a terminar lo antes posible. Los pocos aplausos que resonaban en la estancia se terminaron abruptamente.

-Yo quisiera darles las gracias a todos por venir y más que nada, por permitir que Céfiro se convirtiera en nuestro hogar. Por desgracia, mi decisión no es tan impactante como la de mis dos amigas, pero aún así espero me apoyen. He decidido, si crees que tengo las habilidades necesarias –a esto, me vi forzada a mirar directamente en los ojos a Guru Clef-, tomar el entrenamiento necesario para ser una hechicera. Quisiera –dije regresando mi mirada a los demás-, poder ayudarlos cuando lo necesiten y estar ahí si surge algún problema. Gracias.

Hice una pequeña reverencia y me senté. Sabía que mi discurso había sido increíblemente pequeño, pero tampoco esperaba que tardaran tanto en dar su veredicto. El salón se llenó de silencio y sentí lo que parecían ser siglos de espera, antes de que los murmullos empezaran a surgir. No podía entender ninguno, pero si era franca conmigo misma, tampoco quería saberlo. Poco después los aplausos –vacilantes al principio- empezaron a cobrar fuerza, hasta que alcanzaron el mismo volumen que en las ocasiones anteriores.

Había sido aceptada mi petición. Aliviada, levanté la vista mientras la mano de Fuu en mi hombro me apretaba ligeramente para darme ánimos. Los aplausos cesaron al tiempo que la comida había empezado a servirse, los invitados habían empezado a platicar entre ellos y sin pensarlo, dirigí mi vista hacia el lugar de Guru Clef. Una gran sonrisa me estaba esperando con él y sin poder evitarlo, descubrí que no me habría importando lo que los demás dijeran o pensaran, mientras Clef lo hubiera aceptado.

El día que empezó todo.