Disclaimer:

La trama es original y está basada en los personajes de la serie animada "Miraculous: Les aventures de Ladybug et Chat Noir". Los personajes son propiedad de Thomas Astruc.

Los personajes originales así como las situaciones aquí presentadas son ficticias y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.


[Todo el crédito de la portada es de LadyDoptera]


[PROHIBIDA SU COPIA Y/O ADAPTACION]


- Awww, ¿el gatito está enfadado? - decía risueña mientras terminaba su baile de la victoria.

- No te burles ya sabemos que eres mejor que yo en Ultra Mecha Strike...pero no es necesario restregármelo con tu bailecito cada vez que me ganas. - refunfuñó mientras tomaba otro croissant.

- Humm, está delicioso...es por esto que te quiero. - y con una sonrisa en los labios se acercó a su amiga para depositar un beso en su sonrojada mejilla.

-¿Así que solo me invitas a jugar por los croissants que te traigo? - dijo la azabache con un falso gesto de estar ofendida.

- No, claro que no - respondió rápidamente el rubio.

- ¿N...No? - preguntó tímidamente Marinette con los ojos muy abiertos hacia su compañero como esperando a que dijera lo que ella tanto llevaba esperando escuchar.

- También lo hago por las galletas...están riquísimas. - dijo en broma mirándola con cierta picardía.

Marinette lo miraba fijamente con cara de sorpresa hasta que poco a poco se le fue frunciendo el ceño y en un rápido movimiento le lanzó a su amigo un cojín a la cara.

- ¡Eres un idiota! - gritó y tomando su pequeño bolso se levantó dirigiéndose hacia la puerta.

Antes de llegar a poner su mano en el picaporte noto como unos brazos la rodeaban por la cintura desde atrás y sintió un peso sobre su hombro derecho, que la hicieron estremecer sobre todo cuando escucho unas suaves palabras tan cerca de su oído.

- Por favor no te vayas, sabes que solo era una broma. Disfruto mucho de tu compañía y adoro que vengas a verme. Por favor no te enfades conmigo...sabes que te quiero...- ante la última frase de Adrien los ojos de Marinette temblaban con un pequeño brillo de ilusión y sus labios se apretaban evitando que las palabras salieran pues su cabeza se devanaba con mil pensamientos de que hacer, mientras que su corazón le decía que se girara y le confesara que ella también lo quería, que estaba enamorada de él desde el día que lo conoció para después de eso sellar sus palabras con un suave y anhelado beso. Apretando sus puños dio un profundo respiro, decidió por una vez seguir a su tonto corazón. En el momento en que se iba girar, Adrien continuo hablando.

- Eres mi mejor amiga, no me perdonaría que te fueras así. - dijo mientras soltaba su abrazo.

Los ojos de Marinette antes vivaces e ilusionados ahora estaban cerrados luchando por contener las lágrimas. El había dicho amiga, al parecer su amor hacia ella nunca pasaría la línea de lo fraternal. ¿Qué podía hacer ella ahora?, ¿Quedarse callada y fingir que no pasa nada y continuar con la pantomima de que para ella él solo es su amigo y nada más? o ¿por el contrario confesarle que esta perdidamente enamorada de él arriesgándose a ser rechazada y perder la increíble relación que en ese momento llevaban como amigos?.

Dando un pequeño suspiro poco a poco fue destensando su cuerpo mientras se giraba, una vez que estuvo frente a él esbozo una cálida sonrisa. - Claro que no me voy a ir, tonto. ¿Que harías tú sin mi? - dijo jugando mientras lo apartaba empujando su nariz con el dedo.

Camino despacio y se sentó en la cama del rubio. Adrien solo la miraba con una sonrisa infantil dibujada en la cara.

Al final había optado por la opción más cobarde, callar y continuar amándolo en silencio. Si, sería su mejor amiga y siempre estaría ahí para él, ya fuera compartiendo sus alegrías u ofreciéndole un cálido abrazo cuando más lo necesitara y tal vez con un poco de suerte en un futuro sus sentimientos hacia ella crecerían hasta el punto de declararle que también la amaba.

- ¡Genial! - exclamo el rubio acercandose a su compañera y poniendo un dedo sobre su nívea frente. - No te muevas de aquí, me cambio y te acompaño a tu casa.

Sin más el joven modelo desapareció por la puerta de su armario, mientras que Marinette solo sonreía ante el comportamiento infantil de Adrien, algo que a ella le encantaba. Soltando un pequeño suspiro empezó a jugar con los pliegues de la colcha pasando lentamente sus dedos sobre ella, una sutil sonrisa aparecía ahora en sus labios al rememorar como es que habían llegado a ser tan amigos.

Un año había pasado desde que se habían conocido, si bien es cierto que la primera impresión que Marinette tuvo de Adrien no fue la más agradable, al verlo mover un chicle sobre su asiento solo pudo pensar que era un chico igual de arrogante y petulante que Chloe pero cuán equivocada estaba, aún se estremecía al recordar sus palabras y su mirada cuando él le ofreció su paraguas aquella tarde de lluvia, para ella había sido un momento mágico, único e irrepetible con nadie más que no fuera él, simplemente se había enamorado total e irremediablemente de su nuevo compañero. Y desde ahí comenzó su vía crucis era incapaz de mantener una conversación coherente con él, cada vez que trataba de hablar solo salía una ristra de palabras sin sentido que la llevaban a la frustración y por más que su amiga Alya la animaba no había forma humana de que tranquilizase sus nervios frente a su rubio compañero. Si era verdad que habían compartido momentos juntos como alguna salida al cine junto con Alya y Nino o algún trabajo escolar que tenían que hacer en equipo pero fuera de estas contadas ocasiones todos los días se repetían las mismas cómicas situaciones de frases incoherentes y continuos tropiezos.

Pero hace cuatro meses todo cambio, para sorpresa de todos Alya y Nino empezaron a salir juntos, ¡Eran Novios!, aun recordaba con alegría como ella y Alya estaban gritando y saltando como locas en el patio de colegio ante la mirada atónita de los demás estudiantes cuando la morena le dio la noticia. La primera vez que Adrien y ella acompañaron a sus amigos ya como novios fue a un picnic en el campo de Marte a los pies de la torre Eiffel, toda esa tarde la habían pasado entre charlas amenas y risas. Al final de la tarde ella veía enternecida como Nino le hacía algunas caricias a Alya, a las que ella correspondía con pequeñas risas, en su interior envidiaba el poder estar así algún día con Adrien, en el momento justo que soltó un tímido suspiro sintió una suave presión en su mano, al girarse pudo ver a Adrien tomando su mano mientras que con la otra le indicaba que no hiciera ruido, el joven modelo la ayudo a ponerse de pie y poco a poco fue tirando de ella, al ver que se habían alejado lo suficiente de los jóvenes enamorados la miro y esbozando una picara sonrisa empezó a correr sin soltar su mano, ella no sabía lo que estaba pasando solo se dejaba llevar encantada por cómo iba de la mano con él. Se detuvieron al llegar a un pequeño café, ambos se miraban sonrientes, jadeantes tratando de recuperar el aliento.

- ¿Que ha sido eso? - alcanzo a preguntar la azabache aun con la respiración apresurada.

- He pensado en que estaría bien darles algo de privacidad, además se estaban poniendo demasiado melosos ¿no crees? - respondió el rubio con un guiño.

Ella solo asintió con la cabeza devolviéndole una sonrisa.

- Perdona por sacarte así, tan deprisa y sin avisarte antes pero pensé que podíamos continuar nosotros dos pasando la tarde...si tú quieres claro. Yo realmente lo estoy pasando muy bien. - se notaba la timidez en sus palabras.

Ella lo miraba en silencio con los ojos muy abiertos tratando de procesar lo que acababa de escuchar, con la mirada puesta en su amigo iba siguiendo sus movimientos cuando él se acerco a una de las sillas de una de las tantas mesas que estaban en la terraza de ese acogedor café y como con una cálida sonrisa y una ligera reverencia le ofrecía el asiento.

Ella aun no podía creer lo que estaba pasando, Adrien le estaba proponiendo pasar la tarde con él, con los ojos temblando por la emoción y con la sensación de un millón de mariposas en el estomago solo pudo mover su cabeza en señal de aceptación. Lentamente se acerco hasta la silla y se sentó mientras él caballerosamente la acercaba a la mesa.

El resto de la tarde se fue entre chocolate, pastas y anécdotas de su vida, cuando al fin se levantaron para irse Adrien se ofreció en acompañarla hasta su casa. Durante el camino ella escuchaba embelesada la narración del rubio y a su vez pensaba en lo fácil que resultaba hablar y relacionarse con él. Le había mostrado una personalidad que no recordaba haberla visto con nadie más, tal vez con Nino pero segura que no en el colegio, seguía siendo el mismo chico educado, atento y galante pero ahora se había mostrado además más libre por así decirlo con un desparpajo travieso y bromista. No podía pedir más lo mirase por donde lo mirase era un encanto de chico que mejoraba con cada aspecto nuevo que le mostraba.

Al dejarla en su casa él se despidió y para su sorpresa lo hizo con un beso en la mejilla el cual la tuvo en las nubes hasta que su madre la saco de su ensoñación cuando la llamo para cenar.

Ese día fue cuando se empezó a forjar su amistad ya que a partir de ahí se volvieron inseparables, aprovechaban cualquier tiempo libre para buscarse y charlar, su confianza había aumentando exponencialmente hasta el punto de ser íntimos y llegar a saber cosas el uno del otro que nadie más conocía. Ella lo visitaba con mucha frecuencia en su casa y él se había vuelto habitual en la suya, muchos fines de semana los aprovechaban para salir ellos dos solos sin Alya y Nino. Era tal su relación que quien no los conociera podía pensar que eran una feliz pareja de jóvenes enamorados.

- Y bien, ¿qué tal estoy? - pregunto Adrien apareciendo por la puerta de su armario y sacando a Marinette de sus pensamientos.

Marinette al verlo solo pudo inclinar la cabeza para ocultar su incipiente rubor mientras se mordía su labio inferior pensando en lo guapo y sexy que se veía ataviado con un ajustado jeans en azul deslavado, una camisa en tono cobrizo y una americana en cuero negro.

- ¿Marinette?

Ella se levanto lentamente esperando que el rojo de sus mejillas se hubiera difuminado y alzo su mirada hacia su cara - ¡Vaya! te ves muy bien - era mentira se veía genial, entorno ligeramente los ojos hacia su cuello y con lo mismo se acerco a él - pero espera, déjame arreglar esto - parándose frente a él paso sus brazos por su cuello y acomodo el cuello de la camisa que estaba ligeramente sobre la americana.

Adrien miraba nervioso a la azabache y tragaba pesadamente mientras sentía las cálidas manos de su amiga en su cuello.

- ¡Listo! ahora estas perfecto - dijo sonriente mientras pasaba sus manos por su pecho para alisarle la americana.

Ante la sorpresa de Marinette, Adrien tomo su mano y deposito un pequeño beso en ella a la vez que hacia una ligera reverencia. - Muy agradecido, hermosa dama, una vez más no se qué sería de mi sin ti. - dijo galante.

El rubor había vuelto a la cara de la chica quien miraba fijamente su mano concretamente el lugar donde el joven modelo había depositado el casto beso.

- Anda, vamos - dijo Adrien poniendo una mano en la espalda de la azabache.

Ya en el coche Marinette iba en silencio mirando hacia la calle por su ventana, las farolas empezaban a encenderse despidiendo a los últimos rayos de sol. Se giró hacia su amigo para verlo escribir en su teléfono.

- ¿Adrien?

- ¿Hum? - respondió sin levantar la vista de su teléfono.

- Gracias por llevarme a casa.

- No es nada, no iba a dejar que regresaras sola. - dejó el teléfono en el asiento y se giró para verla de frente - además tu casa queda de camino a donde voy.

- Ya veo...¿así que no te cambiaste por mi? - inquirió haciéndose la ofendida, pensando que iba a un evento de su padre.

- Ja, ja, ja, me encanta cuando pones tu cara de niña enojada y sabes que por ti me visto de lo que quieras. - dijo con una sonrisa juguetona.

- Ja, ja, ja, eres un adulador y yo que tú no emitiría cheques que no estuvieras dispuesto a pagar. - dijo golpeándole el pecho con la punta del dedo.

- Me ofendes princesa, ¿acaso te mentiría yo? - preguntó con aire de ofendido y llevando su mano al pecho.

-Ja, ja, ja, eres un tonto, ¿lo sabías?.

- Si, pero soy tú tonto. - sus palabras se acompañaron de un guiño al ver un ligero rubor en las mejillas de su amiga. - Y en prueba de que no miento aquí tienes mi cheque, dime aquí y ahora como me quieres ver vestido.

Marinette con un dedo en su barbilla y su mirada en el techo de coche pensaba - Hmmmmm, ¿déjame ver?...¡lo tengo! - dijo alegre - quiero verte de traje.

- ¿De traje? - pregunto confundido.

- Sip, de traje. Concretamente uno en azul marino con una camisa blanca y una linda corbata roja. - sonreía divertida.

Adrien levanto los hombros en conformidad - Bien pues será de traje entonces. Sinceramente pensé que me pedirías algo mas fuera de lo común como una toga romana o una falda hawaiana.

- Suena tentador pero por esta vez te quiero ver de traje. Nunca te he visto con uno.

El coche se había detenido frente a la panadería de los padres de Marinette, ella abrió la puerta y antes de salir recordó que le quedaba un tema pendiente con su rubio amigo.

- Al final no me has dicho por que te has cambiado.

- ¿No te lo comente? - la miro dubitativo ante la idea de habérselo comentado.

- No, no lo hiciste.

- Pues tengo una cita.