Capitulo 1: Ella es una perra.

"¡Todos callados! ¡Basta! Alguien le abrió la cabeza a esa mujer, ¡y de aquí nadie se va hasta que sepamos quien mierda lo hizo!" Dijo al bajar las escaleras, enfrentándose a un grupo de gente alrededor de una mujer con la cara ensangrentada. "¡¿Quién carajos eres tú?!" fue la respuesta que recibió de parte de uno de ellos. En su mente disparatada no se formuló una frase educadamente correcta por lo cual simplemente comenzó con su juego favorito. Gritando: "¡Oh sí!" a la vez que soltaba una fuerte patada justo en la entrepierna del sujeto. Haciéndolo retorcerse de dolor. Esto fue el comienzo de una pelea entre todos los presentes. El alcohol en sus cuerpos les provocaba cometer toda clase de lesiones ente sí. Pronto todo el sitio estaba convertido en una intensa y muy estúpida guerra. Nadie recordaba a la pobre mujer malherida. A nadie le importaba el desastre que estuvieran provocando. Si. Esta es la parte que todo el mundo conoce. Pero en realidad hay mucho detrás de esta cómica y muy violenta escena.

"Sírveme otro trago". Dijo al cantinero una mujer sentada al lado de la barra. Al ver que el sujeto simplemente a ignoraba al preocuparse por la pelea, su reacción no fue de lo más amable. Soltó una leve risilla diabólica, bajando las manos de la barra. Y en ese momento fue que el cantinero se dignó a mirarla. De inmediato lo tomó por el cuello de la camisa con ambas manos y acercó su cara a la de él. "Sírveme otro puto trago o te irá definitivamente mal". Dicho esto le dio un ligero golpe en el rostro. Burlándose de su rostro asustado. Finalmente lo soltó y él pudo ir, esta vez veloz como un rayo, a preparar el pedido de la joven. Ella no podía evitar observar tal pleito y reír por la manera en que ese tipo lo provoco. Incluso estaba ya estableciendo contacto con un hombre que parecía ser su tipo. Pero el cobarde en seguida fue a llamar a la policía. Esto realmente la dejo asqueada. ¡Pero si el espectáculo estaba extremadamente entretenido! ¿Quién coño podría rechazar ser testigo de ese enorme pleito causado por un total acto de idiotez? El cantinero pronto regresó con su trago, queriendo cobrarle por él. "No, nada de eso. Tu puto trabajo es tratar bien a los jodidos clientes ¿y ni siquiera puedes servir un estúpido trago sin que tenga que estar suplicando como una tarada aquí?" dijo dejándolo avergonzado. Provocando que pidiera disculpas y la dejara sola para que pudiese disfrutar su bebida.

Begbie tenía un serio problema. Pero ¿Qué podría hacérsele? El no reconocería nunca su adición sadica, y alguien debía ser estúpido, o un suicida, para tratar de explicárselo. De cualquier manera, no ganaría nada tratando. El sujeto podía ser tan terco como cabrón, por lo cual era mucho mejor solo mantenerse apartado. Justo acababa de robar un tarro de cerveza y subir a una mesa para arrojarselo a toda la bola de animales asquerosos en sus putos rostros de asnos cuando se dio cuenta de la atención que recibía desde el otro extremo del lugar. Ella se mostraba ruda, y para cualquier persona podría resultar halagador su comportamiento. Es solo que para Begbie era completamente extraño que alguien lo mirara fijamente a los ojos sin tener esa sensación de pánico en su mirada. El primer pensamiento que tuvo sobre ella fue ¿Y esa perra que quiere?

No es que ella atrajera su atención precisamente, pero en cierta manera sentía curiosidad de saber mas de esta persona tan singular. La miraba de pies a cabeza. Tenia el cabello tinto y unos ojos sorprendentemente claros de color azul. Sus labios de un tono rosado. Pero lo mas jodidamente raro de esta chica era su forma de vestir. Solo llevaba un vestido corto de color negro, unas botas altas de charol blanco. y una chaqueta rosada del mismo material. Estos colores resaltaban el color de su cabello notablemente. Y el segundo pensamiento que cursó por su mente fue es estúpida o está realmente necesitada de que algún idiota se la folle. ¡Así de delicado era Begbie al hablar de las mujeres!. O de la gente en general. esto, sumado a su falta de interés por la chica, fueron algo verdaderamente agresivo. Y se podría decir que esto lo mantenía excitado, con su mente activa así como su cuerpo, y su miembro endurecido. Pudo notar como la chica miraba hacia el bulto entre sus piernas, riendo y haciendo burla de ello. ¿En serio era tan idiota para siquiera pensar que estaba así por algo en relación a ella? Que zorra tan jodidamente ingenua, pensó sin quitarle los ojos de encima.

El problema empezó ahí: Al estar demasiado distraído con esa perra extraña no se dio cuenta de los policías invadiendo el lugar, interrumpiendo su idea de fiesta. La gente comenzó a correr hacia todos lados. Huyendo de ese bar. Algunos lo lograron, otros fueron capturados. Y Begbie solo seguía parado sobre esa mesa observando a la única chica que en su vida se hubiera atrevido a desafiar su mente trastornada. Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un oficial intentó sujetarlo. De inmediato reaccionó. y le proporcionó un fuerte golpe en la rodilla seguido por una muy buena patada en la entrepierna. Sin embargo, el oficial llamó a otro compañero para lograr aprehenderlo. La chica observaba divertida tal escena y en cuanto Begbie regresó su vista a ella tomó su copa y la alzó en su honor, con una gran sonrisa burlona. Para después acabar con el contenido de la misma con un solo trago. Este gesto logró provocarle una inmensa ira. Dio una paso entre si mismo y la mujer con la mirada enfurecida por tal burla. Pero en ese instante ambos policías lo atraparon y esta vez le fue aun mas complicado safarse. No dejaba de moverse como un puto pescado atrapado en una red. pero de nada le sirvió. Y la mujer siguió sus gestos de burla. "¡Perra de mierda!" gritó a la chica justo antes de expresarle sus sentimientos mas sinceros al soltar su mano del agarre de los dos hombres, extendiendo el dedo medio de su mano.

Al ver esto, ella solo rió un poco más e hizo gestos de enviarle un beso por el aire. Begbie ahora estaba esposado y siendo llevado por los oficiales. Sus acompañantes: Spud, Renton, Sick boy y los demás no hicieron nada para evitarlo. Pues, siendo realistas, su mas grande deseo era deshacerse del tipo loco. ¿y que mejor manera de hacerlo que dejarlo acabar en prisión? Montón de cabrones, pensó él. Lo último que se le ocurrió fue ver una vez mas a aquella extraña mujer. Pero en el momento en que volteó la mirada hacia ella ya no estaba. Solo quedaba su copa, la cual el cantinero ya estaba recogiendo, y un banco solo.


3 días habían pasado ya desde esa noche en que sufrió el infortunio de ser atrapado. Y desde que llegó a esa puta celda con olor a vomito, y asquerosas ratas vivas y muertas en ella, no dejaba de gritar y maldecir al viento. Juraba que cuando volviera a ver a esa perra le arrancaría el cuello lentamente por eso. Y entonces tendría una nueva historia de la cual hablar y presumir después. Ahí estaba, golpeando su cabeza contra el muro repetidas veces. Esperando una oportunidad, o una señal, para saber que camino elegir: suicidarse, matar al guardia y escapar, o esperar a que alguno de ese montón de putos de se le ocurriera siquiera pagar la fianza y sacarlo de ahí. ¡A la mierda! ¡eso no pasará, carajo! pensó de inmediato y justo antes de que un guardia se acercara a su celda y le hablara. "¡Tienes suerte cabrón! Tu fianza fue pagada y puedes volver a agujero de ratas al que perteneces". "El único agujero de ratas que conozco es este, hijo de puta". Respondió él ante el comentario, apresurándose a salir y descubrir al pendejo que lo sacó de ahí. Aunque ya tenia sus teorías. "¡Spud! Ya sabia que no me ibas a dejar pudrir en este puto agujero con olor a culo!". Dijo acercándose a oler un cenicero que robó su atención. Pero entonces dirigió la mirada a Spud y se llevó na sorpresa: Esta persona no era Spud.

"Tú no eres el pendejo de Spud". Dijo mirando fijamente a la mujer frente a él. En ese momento ella rió caminando hacia él. "No, definitivamente no me llamo...Spud". Begbie no la había olvidado. Sus sueños estaban repletos de ideas para torturarla física y mentalmente en el instante en que se topara con ella. Y la idiota conejita acababa de entrar a la boca del lobo por si sola. Le valía un pito que lo volvieran a encerrar, mientras pudiese conseguir su venganza sobre esa perra desgraciada. Por lo cual, apresuradamente la tomo del brazo y la arrastró hasta la pared. Aprisionandola entre esta y su cuerpo, y pudiendo sentir su aliento. El aroma a tabaco que lo volvía tan salvaje y lo mantenía excitado. La tenia a su merced, pero ella parecía completamente despreocupada ante la situación. Vio como ella con descaro saco un cigarrillo y se dedico a fumarlo frente a él, como si esto no fuera a irritarlo. "Eres una puta zorra de mierda". Dijo él, a lo que ella solo alzó las cejas divertida y al tomar el cigarro e su mano solo respondió "Claro que lo soy", mirándolo fijamente como lo había hecho anteriormente.

Ella lo empujó con ambas manos para que le dejara el camino libre y pasó por su lado alejándose unos cuantos pasos. Llegando hasta la puerta y abriéndola. "Ahora puedes irte". Dijo de manera descarada. A lo que él reaccionó acercándose nuevamente a ella y responder. "En tus sueños, perra. Por tu puta culpa he estado aquí atrapado en esta asquerosa prisión... ¡me distrajiste perra! y no me voy de aquí antes que verte sufrir por ello". Dijo tomando el mentón de ella con su mano. A lo que ella respondió golpeando su mano y alejándola de ella. "Considera que yo acabo de pagar tu estúpida fianza, cabrón! así que puedes 'vengarte' de mi y permanecer en prisión unos años mas. Y no una celdita de nena, sino una real. ¡O podrías sacar tu puto culo de aquí y seguirme a un estúpido bar a tomar un trago, carajo!" Realmente lo estaba desafiando. Y él no supo porque exactamente, pero esto terminó agradandole. solo deseaba ver que tanto soportaba esta niña con él antes de salir corriendo. Con los brazos cruzados y una sonrisa algo maliciosa en el rostro aceptó la propuesta diciendo "Conozco un buen bar a unas cuantas cuadras de aquí".

Dicho esto, ella de inmediato sonrió. sacando el cigarrillo de su boca y dándoselo a Begbie, quien lo recibió con diversión en el rostro. Y juntos salieron del lugar al momento en que ella se sostenía del brazo del hombre. Esto definitivamente no se lo esperaba. Aunque, sin embargo, no sintió la más mínima incomodidad. "Mi nombre. Lacey". Mencionó ella secamente sin siquiera hacer contacto visual. Y él entendió que de alguna manera debía responder este comentario. "Francis. Pero todos me llaman por mi segundo nombre". Dijo él. Lacey de inmediato volteó a verlo nuevamente, con las cejas en alto. ¿Y cual es ese segundo nombre? Fue lo que quiso expresar, y que él perfectamente entendió. "Begbie". Dijo finalmente y antes de que ambos se aventuraran en las calles sin saber, o siquiera importarles, lo que pudiese deparar el destino. Bueno, Lacey. Sólo puedo decir que eres la perra mas interesante que haya conocido.


"Es solo una chica y está en llamas.

Mas caliente que una fantasía, solitaria como una autopista.

Vive en su mundo y está en llamas.

Sintiendo la catástrofe, pero sabiendo que puede volar de ahi..."

-Girl on fire.