N/A: los personajes no me pertenecen y to eso.
Gracias a lady-gojyo que dejó su opinión en "Una venganza especial". Me gusta que opinéis sobre las historias pero me gustaría aclarar una cosa; ese fic estaba hecho para ser un guiño a Sanzo y Gojyo, algo ligero y sin complicaciones, para divertirte un rato leyéndolo. PUBLICIDAD- Si quieres acción lee "Una nueva compañera", que aunque al principio parece poca cosa, los primeros capítulos son un poco como una introducción, más adelante hay batallas emocionantes, y amor-FIN PUBLICIDAD
Por cierto, gracias a Sha Shiori por leer toda esa historia y por comentarla tan apasionadamente, me ENCANTAN, ya tengo en la estantería el Oscar, jeje.
Bueno y por último gracias a mi amiga Elena por leer siempre todo lo que escribo y por sus maravillosas "críticas constructivas", me río muchísimo con ellas. Este fic va pa tí. ¡VAYA QUE SÍ! ;)
Gruesas lágrimas corrían por sus mejillas, así como el sudor recorría su torso desnudo. Otra vez el mismo sueño, la muerte de su maestro. Otra vez la culpa, la impotencia, en definitiva, el martirio que lo atormentaba día y noche.
De día lo podía controlar, el sentimiento estaba ahí, no desaparecía, pero estaba como adormecido, aletargado. Lo soportaba gracias a sus tres compañeros, sus continuas discusiones y las peleas con los demonios recluían ese sentimiento hasta lo más hondo de su ser; pero de noche… La noche alimentaba ese pesar, que crecía hasta ser más grande que él y en sus sueños era un depredador con un solo objetivo, corroerlo por dentro hasta destruirlo.
Se levantó y fue hacia el baño. Se echó agua en la cara para despejarse y se miró al espejo.
"Eres patético. Si tu maestro te viera renegaría de ti." Parecía que le decía su reflejo, grandes ojeras y restos del llanto que se habían hecho con él.
Con rabia arrojó agua al espejo y salió de allí. Se sentó en la cama, y se quedó mirando las estrellas con la frente apoyada en el cristal. Su cara demacrada reflejaba la profunda tristeza que sentía en su interior y la impotencia de superar el error de años atrás.
-Maestro…
A las 7 de la mañana un suave golpe se oyó en la puerta.
-¿Sanzo?
Al no obtener respuesta, giró el picaporte y una cabeza pelirroja apareció.
Gojyo pensaba que el rubio estaría dormido o que, como muchas otras veces, no contestaba. Pero al ver la escena que tenía delante, el buen humor con el que se había levantado se esfumó.
-Sanzo.
Éste no se giró. Seguía en la misma postura en la que se había quedado al volver a la cama.
Gojyo no sabía qué hacer. Se acercó lentamente hasta quedar pegado al borde de la cama.
-Sanzo¿estás bien?
Seguía sin contestar.
El pelirrojo se estaba poniendo nervioso ¿qué bicho le había picado? Pensaba en el día anterior. No habían tenido ningún encuentro distinto de los habituales. Su comportamiento había sido el de todos los días, no entendía el por qué de este repentino cambio, quería ayudarlo pero no sabía cómo. No soportaba verlo en este estado, prefería que le gritase y le pegase a que estuviera de esta manera, muerto en vida.
Acercó su mano al rubio y cuando estaba a punto de tocarle el hombro, Sanzo se revolvió y con un manotazo la apartó.
-¿Qué quieres?-preguntó con aire molesto.
Gojyo retrocedió unos pasos y dándose la vuelta le informó.
-El desayuno ya está listo.
La puerta se cerró con fuerza, con la rabia de haber sido excluido una vez más, con la tristeza de verlo así, solo y desesperado.
Sanzo miró la puerta y suspirando pesadamente bajó la mirada.
-Maestro…
-¿Has avisado a Sanzo?-preguntó Hakkai al recién llegado.
-Sí.
La actitud de su amigo le preocupó.
-¿Ha pasado algo?
Sin dejar de mirar su plato, Gojyo contestó.
-No.
Ante el hermetismo de Gojyo, Hakkai optó por no decir nada más acerca de Sanzo.
A los cinco minutos el monje apareció por la puerta. Todos levantaron sus cabezas para mirarlo.
-Nos vamos.-dijo pasando de largo de la mesa y saliendo por la puerta que daba a recepción.
Los tres se miraron con sorpresa.
-Pero… ¡Sanzo!
Hakkai corrió detrás de él.
-Pero si ni siquiera has desayunado. Venga, vamos al comedor y te tomas algo. Todavía es temprano.
Sanzo lo miró y con un tono que no admitía réplica contestó.
-Nos vamos. Recoged vuestras cosas. En dos minutos quiero estar de camino.
Y se marchó dejando a un estupefacto Hakkai sin saber qué hacer.
Como había ordenado, a los dos minutos ya estaban todos montados en el jeep y dispuestos para seguir su trayecto.
Nadie habló durante largo rato. Sanzo sumido en sus pensamientos, Gojyo en los suyos y Goku y Hakkai sin querer decir nada por miedo a la respuesta del monje. Al final Hakkai, tomando aire, se decidió a hablar.
-Pues…parece que hoy hará buen tiempo¿no?
Ni siquiera lo miraron. Goku fue el único que intentó seguir la conversación.
-Ehm…pues sí.-No sabiendo qué más decir acerca del tiempo, escogió su tema favorito.
-Hakkai¿qué vamos a comer hoy?
Una sonrisa apareció en el rostro del aludido.
-Lo que tú quieras Goku. Podemos…
-Para.-lo interrumpió Sanzo.
Hakkai lo miró y su preocupación creció aún más. El rubio estaba muy pálido.
-Sanzo¿qué pasa?
-¡Que pares he dicho!
El jeep se detuvo inmediatamente y el monje bajó torpemente del coche, se alejó unos metros hasta que se encogió y sujetándose el estómago vomitó en el suelo.
-¡SANZO!
Los otros tres bajaron corriendo y se acercaron al rubio que seguía doblado y con espasmos debidos a las arcadas.
Gojyo lo cogió del brazo para sujetarlo y con la mano le apartó el pelo de la frente. Cuando tocó al rubio notó un intenso calor.
-¡Sanzo, estás ardiendo!
Hakkai puso su mano en la frente de Sanzo.
-Sanzo¿por qué no has dicho que te encontrabas mal?
Con dificultad el monje se incorporó, lo miró con ojos febriles y lo único que acertó a decir fue un débil -¡Cállate!-antes de desmayarse.
-¡Sanzo!
Gojyo cogió al monje antes de que cayera y lo sujetó por la cintura. La cabeza de Sanzo descansaba en su pecho.
-Vámonos. Hay que llevarlo a un médico.-Hakkai se apresuró a montarse en el coche pero una voz le hizo detenerse.
-Me temo que tendréis que esperar un poco. Primero os toca luchar contra nosotros.
Los tres se giraron y vieron a un numeroso grupo de demonios aparecer por detrás de una pequeña colina.
-Mierda. No podían llegar en mejor momento.-resopló Gojyo sosteniendo el peso muerto de su compañero.
Goku hizo aparecer su arma y se colocó delante del pelirrojo y con una expresión seria le dijo:
-Gojyo, cuida de él y llévalo al jeep. Yo me encargo de ellos.-y volviendo a recobrar su aire infantil, añadió con una gran sonrisa-pero luego vuelve, no te escaquees.
Asombrado por las palabras tan maduras del chico, Gojyo se quedó un segundo sin habla, pero enseguida volvió en sí y le contestó:
-Claro que no. Sabes que a mí me gusta repartir como al que más.
Ayudado por Hakkai, quien había vuelto del jeep en vista de lo que se les venía encima, dejaron a Sanzo apoyado en el costado del coche más alejado del grupo de demonios.
-Bueno Sanzo, no te vayas sin nosotros.-bromeó Gojyo al incorporarse.
-Gojyo, por Dios.-le reprochó Hakkai encaminándose hacia los intrusos.
Cuando el de ojos verdes se había alejado lo suficiente, se agachó y le dijo al oído:
-Espéranos.
-GOJYO¿QUÉ HACES? MIRA QUE ME LOS CARGO YO A TODOS.-gritó Goku mientras daba palos a diestro y siniestro.
Gojyo sonrió y se volvió hacia el castaño de ojos dorados.
-MALDITO MONO, DÉJAME ALGUNO.
Invocando su arma corrió al lado de sus compañeros.
-Ya estoy yo aquí. No tenéis de qué preocuparos chicos.
Goku y Hakkai lo miraron.
-¿Quién está preocupado por estos?-le dijo Goku. Y para demostrarlo derribó al demonio que venía hacia él sin ni siquiera mirarlo.
-JA. Eso no es nada.-le replicó Gojyo.
Cerró los ojos y blandiendo su arma se deshizo de tres demonios a la vez.
-¿Qué? Celoso¿verdad?-inquirió con chulería.
-¿Celoso? Ahora vas a ver quien…
-¿Queréis dejar de hacer el tonto y acabar cuando antes¿Tengo que recordaros que Sanzo está enfermo?-les reprochó Hakkai un poco harto de sus jueguecitos.
Los otros dos bajaron la cabeza avergonzados.
"Si es que son como dos niños pequeños" pensó Hakkai al ver la reacción de los otros.
La competición acabó y siguieron luchando seriamente, pero sin dejar de disfrutar de la pelea.
Al cabo de unos minutos el grupo de demonios había sido exterminado, dejando sólo un sangriento escenario con tres protagonistas en el centro.
-Bueno. Ahora sí que es momento de irse.-dijo Hakkai con una sonrisa de satisfacción.
Se apresuraron a ir al lugar donde habían dejado a Sanzo.
Cuando llegaron el monje estaba despierto. Intentaba en vano levantarse y murmuraba palabras ininteligibles.
-¡Sanzo!
Corrieron a ayudarlo. Lo levantaron y apoyado en la puerta del jeep seguía desvariando.
-Tengo…tengo que ir.
-Sanzo, tranquilo. ¿Por qué no te sientas y descansas un poco? Tenemos que llevarte a un médico. Tienes mucha fiebre.-intentaba razonar con él Hakkai.
-No. Tengo que ayudarle… es mi culpa…Maestro…-de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas que dejaron a sus compañeros atónitos.
-Sanzo…-Gojyo no podía creerlo. El hombre que nunca demostraba sus sentimientos, que parecía duro, fuerte como una roca, inquebrantable como una montaña…ahí estaba, mostrando sus más profundos sentimientos, sin duda a causa de la alta fiebre, llorando desconsoladamente, intentando ayudar a su maestro al que creía que había fallado.
-Tengo...que ir…tengo que…-la voz se le fue apagando hasta que cerró los ojos y volvió a caer desmayado a los brazos de Gojyo.
