Renuncia: todo de Horikoshiko.


Primera parte

"Sidewalk crouches at her feet
like a dog that begs for something sweet.
Do you hope to make her see, you fool?
do you hope to pluck this dusky jewel?"

Hello, I love you ; The Doors.


Empieza así:

— Necesito hablar contigo.

Uraraka deja de garabatear estrellas en su libreta y alza la vista, medio curiosa. El resto de sus compañeros platican entre ellos, cada uno en una conversación diferente, ignorándoles (gracias a All Might), mientras todos esperan a que Aizawa-sensei aparezca para la clase.

— ¿Ok-ay? —dice ella. Y no sospecha, en lo más mínimo. A Bakugou le sudan las manos y le truenan los oídos y ella— no sabe. Por qué habría dé, si Bakugou se esfuerza tanto en ocultar lo obvio.

Aún así se siente más ansioso debido a este hecho. Una cosa de nada. Gilipolleces.

— En privado —añade. Y se maldice porque su voz suena un tono más alta, rayando la histeria.

Compórtate, compórtate.

Uraraka frunce las cejas, sin notar su nerviosismo. Sigue sin saber. Como intentando leerlo entre líneas, le resulta muy sencillo entenderlo al final y Bakugou se pregunta si debe construir más murallas entorno a sus sentimientos estando a su lado o no.

— Okay —repite.

Pero suena más interesada ¿Y Uraraka, interesada genuinamente en lo que él tiene que decir?, há, qué gran chiste— igual Bakugou asiente, lo consumen las ganas de alejarse de una maldita vez.

— Te espero enfrente de mi dormitorio cuando terminen las clases.

Y se va con prisa, sin esperar una respuesta. No hay que malentenderlo, de verdad. No está huyendo de ella, sólo... prefiere estar en otra parte.

De preferencia a unos cien mil metros de distancia.

X

Todo es culpa de Mitsuki Bakugou.

En realidad algo de la culpa es suya, pero Bakugou prefiere fingir ignorancia al respecto porque la que inició ese tema tan— tan perverso, fue ella, en primer lugar. Y Bakugou no tuvo otra opción más que tratar de nadar contra corriente y evitar ahogarse. Es una víctima, ¿vale? víctima de las artimañas y juegos mentales de su madre y de su sonrisa burlona de "no me engañas muchacho sé mucho más que tú".

— Porque estás vieja —alegaría Bakugou más tarde. Y Mitsuki olvidaría servirle su postre favorito y le daría doble ración de espinacas por accidente.

El punto es.

La culpa la tiene Mitsuki.

Es uno de esos fines de semana donde las cosas con los villanos se han calmado lo suficiente para que el director les permita visitar a sus familias y luego volver a Yuuei el siguiente lunes. Y Bakugou sabe que está condenado en el momento exacto en que pone un pie dentro de su casa, es cuestión de tiempo para que Mitsuki o Masaru lo avergüencen y le hagan desear ser una roca o un pez o— algo.

Mitsuki se lleva el premio.

Algo como mirarlo de forma casual —sospechosamente casual, cabe señalar—. Apoyada con un codo en la mesa del comedor, y masticando un apio fresco, que cuida su figura y esas tonterías. Su padre se encuentra cocinando y Bakugou intenta prepararse para lo que sea que vaya a decirle.

— Así que —inicia ella, inocente— oí de parte de Inko que el pequeño Izuku empezó a salir hace poco con Shouto Todoroki.

Bakugou arruga la nariz.

El bastardo mitad y mitad y Deku están juntos, sí, y qué.

Lo tiene en la punta de la lengua, sin embargo su madre se le adelanta:

— Sólo decía. Me alegro por él. Ya están en su segundo año, y no todo es golpear en la cara a los tipos malos contrario a tu creencia impopular —y le sonríe. La. Jodida. Descarada—. No es que tú entiendas esta clase de asuntos, por supuesto.

Disculpa.

Otra mordida al apio.

— ¿Qué, me equivoco acaso? No recuerdo haberte visto regalarle chocolates a nadie o escribir una carta de declaración en tu vida, mocoso.

Bakugou quiere negarlo. Fervientemente.

Quiere contestarle que es una vil mentira, que una vez en preescolar le regaló una caja de bombones a un compañero (omitiendo que se la lanzó directo al rostro, y que esa caja en cuestión era obsequio de otra niña, y que Bakugou no la quiso porque ella usaba prendedores de pájaros y su cabeza parecía un nido y cuál demonios es tu nombre, luces ridícula). O que escribió una carta cursi en cuarto de primaria (como tarea obligatoria para literatura, se sacó una B– por las malas palabras y "no me hagas repetirme Katsuki, retar a alguien a luchar no es sinónimo de una cita, ya te lo expliqué cinco veces.")

Excepto que su madre ya está al tanto. Claro.

Igual se niega a ser derrotado en una conversación tan estúpida.

— Tal vez porque no es asunto tuyo.

— Soy tu madre —responde, y suena segurísima al respecto. Todo lo que hagas o no hagas es asunto mío. Le observa con diversión y Bakugou se muerde los labios.

— Deku no es el único que sabe conseguirse novio —insiste.

— Ooh, ¿entonces sí planeas tener novio?

Bakugou en definitiva no está preparado para esto.

— No cambies mis malditas palabras.

Y no es que no le gusten los chicos, en teoría puede gustarle cualquiera sin importar si es chico o chica o ninguno mientras esté a su altura, pero. Qué diablos. Desde cuándo su madre es tan abierta sobre esos temas. Desde cuándo él se deja engatusar así. Desde cuándo esto importa.

— Ya —aquello grita "trampa" en cada letra, no debe caer—. Tonta de mí —trampa, trampa, TRAMPA—. Es más probable que los gatos del vecino canten la quinta sinfonía de Beethoven a que tú cortejes a alguien–

Es una trampa.

Y, y Bakugou cae. Hasta el fondo.

— No planeo seducir a nadie —la interrumpe, entre dientes—. Porque ya tengo... —pareja, ¿qué diablos es una pareja? Todas las posibles opciones pasan delante de sus ojos ¿novia?, ¿novio?, ¿un prometido de un futuro distante? Inconscientemente se acuerda de cabello de otoño y ojos de caramelo y dice sin intención, casi a ciegas—: novia. Tengo una novia, anciana.

Y trata de ponerle un punto final a la peor plática de la historia. Adiós vergüenza. No obstante—

Mitsuki le da otra mordida al apio, pensativa, y no cede.

Tenía que ser una jodida Bakugou.

— Oh, ¿en serio?

Mierda.

—... .

— Las novias imaginarias no cuentan, cariño.

— Nunca lo habría pensado —responde, con todo el sarcasmo del que es capaz—. Mi novia es real.

— Y dime, ¿esta novia real tiene un nombre real?

Bakugou aprieta los puños. Procura relajarse. No explotar ningún mueble o el papel tapiz, de nuevo.

Tiene diecisiete, demonios, es más maduro que en la secundaria.

Vuelven a su mente ciertas imágenes, como fotos de un álbum nuevo que urgen por ser vistas. Una sonrisa dulce, una falda casi a las rodillas, manos delicadas que ejecutan a la perfección movimientos de artes marciales letales, cejas grandes y mejillas de Nochebuena, su voz de amazona: Ba-ku-gou-kun.

Y podría excusarse con Ashido o cualquiera de sus demás compañeras de aula —de las que jamás se molestó en aprender el nombre—, incluso con un nombre falso. Podría saltar por la ventana, importándole nada que esté en un quinto piso. Podría fingir amnesia y mudarse a otro país, u otro planeta.

Más cuando abre la boca, porque es un imbécil y es Bakugou y tiene avispas en la parte baja del estómago y todo es ellaellaella, dice:

— Uraraka. Se llama Uraraka Ochako.

Y debe felicitarse por sonar tan seguro, por no prenderse en fuego ahí y ahora. Mitsuki casi se ahoga con el apio y eso le da un poco de satisfacción. Le observa con cierto escepticismo aún.

— ¿No es ella la chica con la que peleaste en tu primer festival deportivo?, ¿la que prácticamente matas?

— Qué mierda. No la iba a mata–

— No, no. ¡Es increíble, mocoso! —y su sonrisa es menos desdeñosa y más sincera, lo descoloca un instante—. Que después de eso haya aceptado salir contigo– En realidad, ya me agrada. Debe ser dura de roer, ¿uh?

No tienes idea, anciana.

Pero es sorprendente, igual. Lo fácil que su madre acepta esa mentira. Como si tuviese sentido que Uraraka estuviese interesada en él, de entre toda la gente. Como si una persona cualesquiera los pudiese ver juntos, sin conocerlos, y pensase sin cuestionar "sí, estos dos están hechos el uno para el otro".

Le provoca una sensación rara, medio desagradable.

La cruda realidad.

— Tiene sentido, cómo es que no me di cuenta antes. Diablos, si ella y ese tal Kirishima son prácticamente de los únicos compañeros que hablas, recordando sus nombres, sin contar a Izuku...

Ya. Bueno, estoy lleno de sorpresas, supongo —murmura—. ¿Podemos dejar de hablar sobre el tema?, ¿y por qué el viejo demora tanto en preparar el almuerzo? No recuerdo que mi padre fuese una maldita tortuga.

— He oído eso Katsuki —reprende Maseru, sin verdadero enojo. Mitsuki termina el apio, y suelta una carcajada brusca.

Ugh, sus padres son tan raros.

Bakugou se levanta para ir a su habitación y relajarse el tiempo que pueda y olvidar esta conversación muchas gracias, pero Mitsuki vuelve su atención a él de último minuto. Lo señala acusadoramente.

— Por cierto, quiero conocerla y darle mis condolencias por ti. Y asegurarme que no la hayas amenazado o hipnotizado, o peor, que me mintieses.

— Qué.

— ¡Te visitaremos uno de estos días en Yuuei!, ¿vale tesoro?

Qué.

Doble mierda.

En definitiva debió saltar por la ventana.

X

Entonces.

La solución para todo ese embrollo es simple.

O no. Descubre que no.

No con Uraraka de pie frente a su puerta, en los dormitorios de los muchachos, balanceando su peso de pierna en pierna. Trae puestos unos shorts y una playera holgada color rosa pastel— todo en Uraraka es demasiado rosa, aún así extrañamente atractivo. Bakugou traga saliva. Le gustaría que la tierra se lo tragase.

— ¿Querías decirme algo Bakugou-kun?

Se lo imagina y todo. Una placa en su honor. "Aquí descansa Katsuki por su gran bocota. PD: Deku de ninguna forma está invitado al funeral. Púdranse."

— ¿Bakugou-kun? —apremia ella.

Pero no tiene nada que perder, ¿no?

Excepto su dignidad. Y la amistad de Uraraka. Así que, al carajo.

Respira. Y la sujeta de los hombros. Prepara el detonador para la bomba. Con su corazón en la garganta— y el de ella— al observarla fija y seriamente, mientras pronuncia con suma lentitud:

— Sal conmigo.

tbc


n.a: odio mi vida y amo los fake dating!au. Esperen la siguiente actualización…. algún día. :-/