Rin se encontraba sentada al lado del señor Sesshomaru, cuando su mano le llamó su atención.

— Tu mano es grande —Espetó Rin, observándola con detenimiento. Mientras ponía la suya encima de la de él, notando la diferencia.

— ¿Te da miedo? —Preguntó Sesshomaru, la niña, lo observó con real desconcierto.

— No —Aseguró— Esta me cuida, me protege... ¡Me gusta! —Admitió— ¿Puedo...? —Cuestionó tímidamente y al segundo, Sesshomaru asintió como respuesta.

Permitiendole a ella, que guié la mano del demonio a su rostro y lo acune.

— Las uñas me dan cosquillas —Dijo entre risas— ¡Realmente me gusta! —Añadió con una dulce sonrisa. Sesshomaru la miraba con profunda curiosidad, ya que la humana era desconcertante.

Porque esa mano que con cariño tocaba, era la misma, que había estado manchada de sangre por la cantidad de individuos que había matado, además de tener esas garras que había aniquilado a centenares.

Al rato, la niña bostezo y con esa acción, la aparto. Los ojos del demonio se dilataron al ver como su mano dejaba de rozar la piel del rostro de Rin. Viendo como ella se acostaba en el césped, sus ojos cerrados y aun sujetando la mano.

— No quiero soltarla —Musitó somnolienta.

— No la sueltes —Repuso el demonio apretujando la misma con la de ella.

Rin sonrió enormemente, teniendo los ojos cerrados.

— No lo hare...

Cuando dijo eso y la respiración de Rin se volvió tranquila, supo que se había dormido. El demonio, estuvo un rato observándola, hasta que cerró sus ojos. Dejando de mirar, a esa persona que pensó que su mano -que asesino a miles- pueda proteger. La primera que confió y creyó que es así.

Por eso, unas palabras en el fondo de la mente de Sesshomaru se pronunciaron: "Rin" "Cueste lo que cueste, te protegeré" Entretanto la niña sujetaba con más fuerza la mano de su señor y el aludido hacia lo mismo, ninguno teniendo intenciones de dejarla ir.