Hades ha tenido siglos mejores, lo mismo su pobre Inframundo. No solo tiene que lidiar con una guerra contra los Señores de Xibalbá, sino también con los efectos secundarios de los problemas conyugales de Hypnos, el drama entre Aiacos y Violate, Phantasos y sus trancas infantiles… Al menos Quetzalcóatl ya no molesta.


¡HOLA A TODOS! Considerar que este fic sucede más o menos en forma paralela a algunas situaciones ocurridas en el Santuario (a partir del fic Magistri) Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. Y sí… hay imágenes nuevas en las portadas de los fics. Se las debo a Lallen–Fanart, quien me las regaló hace un tiempo. Irán apareciendo conforme se actualicen los servidores. Este es un fic oscuro, por eso la clasificación que le doy, aun así los dioses y espectros del Inframundo no dejan de meter las patas. En esta ocasión, sumen 5 años a las edades del canon (sí, hubo cambio de año, recuerden). O si les resulta más fácil y menos complejo, dense una vuelta por el perfil de Ekléctica, donde encontrarán la línea de tiempo oficial: al principio de cada año aparecen las edades.

Un especial agradecimiento a Seika Lerki, Tsuyu Ryu y Ekléctica (El Concilio del Fic), madrinas y lectoras de prueba de este fic, que además de incentivarme y animarme a escribir, aplacaron mis instintos asesinos y varios personajes vivieron para contarlo.

Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, y en este caso se recomienda mucho, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D

Seika dijo que actualizaría Madness… No pasa nada… u.u

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. D8 ¡NO TENGO FINES DE LUCRO!


ADVERTENCIA.

Clasificación M, porque cada tanto, por culpa casi exclusiva de Minos de Griffin, y ocasionalmente de Hades, hay lenguaje y algunas situaciones sugestivas. Del mismo modo, hay escenas de violencia.

Cualquier coincidencia con la realidad, con situaciones reales y semejanzas con personas vivas o muertas, es una mera coincidencia. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo. ¡No intenten nada de esto en casa!


XVIII. NEMO ME IMPUNE LACESSIT
("Nadie Me Ofende Impunemente")

Apertura: Guerra de Inframundos

Xibalbá. Sala del Consejo.

23 de febrero. 20:34 horas.

Xiquiripat, uno de los Ajawab, o señores, del Xibalbá, desvió su mirada de la ventana y se fijó en su colega, Cuchumaquic, quien todavía se limpiaba la sangre de las manos. Aquél día habían tenido una derrota, la primera importante desde que habían comenzado con su campaña invasora. Por lo visto, derrotar a Hades y su ejército les iba a resultar más complejo de lo estimado al principio. El Mictlán había sido rápidamente sobrepasado y ellos, todos los señores de Xibalbá, habían podido tomar las riendas de la cuestión, arrasar con sus guardianes y buscar a gusto en esos territorios, por las cabezas de Hun–Camé y Vucub–Camé. En poco tiempo se dieron cuenta que lo que buscaban no estaba allí y comenzaron a fijarse en el siguiente reino de muertos en donde podrían haber ocultado las cabezas, pero la conquista del Inframundo no estaba saliendo como presumían.

"Te digo, Xiquiripat. No hace mucho que Hades y sus espectros atravesaron por una guerra. ¡Por supuesto que iban a estar mejor preparados!" Le dijo Cuchumaquiq.

"El Mictlán también tiene guerreros poderosos, y arrasamos con ellos." Comentó Ahalhup.

"Pero estaban todos en suspensión. Mictlantecuthli no había tenido necesidad de activar su ejército en al menos trescientos años." Añadió Cuchumaquiq. "Hades nunca lo ha puesto en hibernación. Podrán haberlos sellado, pero… nunca los durmió."

"Por eso ahora nos están dando paliza." Ladró Chamiabac, golpeando la mesa con su vara de hueso. "¡Así nunca vamos a encontrar las cabezas de nuestros señores! ¡Hun–Camé y Vucub–Camé nunca volverán a la vida a este paso!"

"¡Calma todos!"

Xiquiripat levantó los brazos en señal de orden, causando que los demás señores bajaran el volumen de sus quejas, aunque no de su agresión. Esto en ellos era lo normal, por lo que Xiquiripat ni siquiera se mosqueó. Ellos, deidades de aquél reino de muertos, eran por naturaleza malévolas y siempre estaban dispuestas a atacar. Paseó su mirada por todos y dejó que la tenue luz del ambiente le diera un particular brillo a su rostro, lo que sumado a las lágrimas de sangre que siempre le decoraban las mejillas, terminaba por darle un tétrico aspecto.

"Los cuerpos de nuestros señores se encuentran al fondo del Xibalbá, en espera de sus cabezas. Creo que es momento de considerar el plan B."

Ante esto, Quicxic levantó la cabeza de súbito interesado. Su compañero de tormentos, Patán se rió por lo bajo. Estos dos ajawab eran infames por provocar muertes violentas a quienes se encontraban de viaje, y ya antes habían sugerido un plan para revivir a Hun–Camé y a Vucub–Camé que no había sido considerado del todo. Quizás por lo perverso y derechamente sacrílego.

"El plan B." Bufó Chucumaquiq. "Feh. Alguien tiene que estar bien contento, ¿no?" Se burló el dios, cruzándose de brazos y mirando de reojo a Quicxic, quien no borraba la sonrisa del rostro.

"Es un buen plan."

"Rebuscado si me lo preguntan." Graznó Ahalhup.

"A ver cómo consigues voluntaria." Bufó Chamiabac.

"¿Cuál era el plan para los que no prestamos atención a tonterías?" Preguntó Ahalcaná, el compañero de Ahalhup, quien hasta ese momento había estado callado. Patán le lanzó un hueso.

"Hay una manera de que los cuerpos de Hun–Camé y Vucub–Camé regeneren sus cabezas sin necesidad de las cabezas originales." Explicó Quicxic. "Solo se necesitan los restos de un dios muerto antes de nacer."

"¡Como si eso se consiguiera en todas partes!"

"¿Y eso cómo pretenden conseguirlo?" Preguntó Chamiabac. "¡Es demasiado rebuscado! Además ¿qué vida podría tener un montón de carne muerta que no alcanzó a vivir? Somos divinidades que podemos morir y regenerarnos, cierto, pero solo si nacemos primero. Una aborto siempre será eso, carne muerta que nunca tuvo vida."

"En el caso de nuestra cosmogonía." Afirmó Patán. "Hay otras en las que los dioses son inmortales desde la concepción."

"¿Entonces cómo piensan matar algo inmortal?" Insistió Chamiabac.

"¿Nunca has oído hablar del mestizaje?"

"La idea es engendrar a un dios que tenga lo mejor de ambos mundos… para que sus restos muertos no nacidos tengan la potencia de la vida, que esté vivo desde su concepción, pero que tenga la capacidad de morir para que así podamos matarlo y usar sus restos, de manera tal que sirvan a nuestros propósitos. No se necesita para otra cosa, que exista sin nacer, para que Hun–Camé y Vucub–Camé puedan regenerar las cabezas y volver a reinar el Xibalbá."

Los señores de Xibalbá se miraron unos a otros meditando la explicación de Quicxic, encontrándole incluso sentido. No obstante, lo que tenía de muy mal humor a varios, no era el hecho de tener que provocar un aborto, sino…

"Quicxic. Entendemos esa parte." Dijo Xiquiripat. "Lo que no me cuadra, al menos a mí, es de donde vas a sacar a la madre de dicha criatura."

"Las madres suelen proteger a sus hijos. No todas, pero sí una buena mayoría: no es saludable hacer enojar a una." Razonó Cuchumaquic, con el ceño fruncido.

"No hemos elegido a una madre, pero sí sabemos de donde la vamos a sacar. Y tenemos algunas opciones." Explicó Patán. "Una diosa olímpica servirá: ni ellas ni su estirpe se muere, a menos que Zeus fulmine al infeliz con el keraunos. No tiene que ser una virgen, pero sí hará de las cosas más interesantes. La idea es que odie a la criatura con toda su alma y se la quiera arrancar de las entrañas."

"Para lo cual ofrezco mis servicios reproductivos." Quicxic se relamió los labios. "Tengo algunas candidatas ya vistas que puedan ser capaces de soportar lo que pienso hacerles."

Algunos señores de Xibalbá estallaron en risas y otros, como Cuchumaquic, quizás el único incómodo con la situación, simplemente se mantuvieron en severo silencio. Pronto comenzaron los intercambios de comentarios y sugerencias sobre lo que hacer y qué no, y no pocos preguntaron sobre las identidades de las candidatas. Ahalhup miró de reojo a Xiquiripat, cuya seriedad era inviolable: no podía decir que estaba de acuerdo con ese plan, pero bueno, era lo que tenían, y no porque fuera el plan B, o que hubieran perdido el combate de ese día, quería decir que lo pondrían en práctica. Le hizo una seña con los ojos a Chamialohom y a Chamiabac, los confiables alguaciles del Xibalbá, quienes al entender la indirecta, ambos dieron un golpe sobre la mesa con sus varas de hueso, llamando la atención de los presentes.

"Tenemos que concentrarnos señores. La prioridad son las cabezas de Hun–Camé y Vucub–Camé. No están en el Mictlán, podrían encontrarse en el Inframundo. Para esto tenemos que derrotar a Hades y su ejército y buscar con calma… pero como nos ha probado el combate de esta tarde, nos será más complejo. Seguiremos con el plan original, pero si transcurridos dos meses no nos hemos alzado con la conquista de Giudecca…" Xiquiripat miró con intensidad a Quicxic y a Patán. "Debemos asegurarnos que el plan B se ponga en marcha. Por lo que ustedes dos deben afinar los detalles y estar listos para ejecutarlos a la menor insinuación. ¿Habéis entendido?"

Como toda respuesta, Quicxic y Patán sonrieron malévolamente.


Inframundo. Giudecca. Oficinas de los dioses gemelos.

23 de febrero. 19:13 horas

Thanatos se quitó la armadura y estiró los músculos, por completo agarrotado. No sentía que tuviera heridas importantes, pero sí sentía los rudos efectos de la arrastrada que habían sufrido durante la tarde contra los Señores de Xibalbá. Sentía la espalda en carne viva y de verdad estaba considerando la opción de sumergirse en un baño de agua caliente para mimar sus adoloridas carnes. En serio, debió aceptar al menos un ibuprofeno.

"Esto me pasa por ir a ver de qué tanto te quejabas, Thanatos."

Hypnos no estaba mucho mejor que él. Al menor de ambos no le gustaba lanzarse de cabeza a una pelea sin contar con la información suficiente, pero no digamos que había tenido muchas opciones. De pronto había sentido el cosmo de su hermano enfrentándose a otro dios en igualdad de condiciones, y había acudido en su ayuda para que su presencia inclinase la balanza a favor de su gemelo, pero nunca se esperó que aquél dios desconocido tuviera un compañero que lo atacara no más porque estaba aburrido.

"¡La próxima vez no vayas y te quedas sin hermano mayor! ¿Qué tal eso, huh?"

"¡Como si te fueras a morir! No me gusta verte sellado, pero sabes que no me gustaría verte sellado por otra deidad de una cosmogonía distinta. Además te salvé las posaderas, reconócelo."

"Claro que lo reconozco… cuando admitas que chillabas con voz aguda mientras ese infeliz comenzó a golpearte." Murmuró Thanatos mientras hacía girar su hombro. "En serio, ¿Por qué nos atacan los señores de Xibalbá? ¿Quién se sintió ofendido y por qué?"

Desde hacía varias semanas que el Inframundo estaba sufriendo ataques esporádicos a su soberanía, en lo que claramente se veía como una expansión territorial. Al principio habían sido tentativas tan sutiles que bien pasaron por errores de cálculo y no les dieron mucha importancia, pero semanas de ataques cada vez más constantes, y siempre persistentes, comenzaban a preocupar a Hades, quien optó por irse a la segura y subir los niveles de alerta de sus territorios. No habían tardado mucho en identificar a sus atacantes como los Ajawab, o señores, de Xibalbá, quienes hacían ingreso al Inframundo desde caminos perdidos por las franjas de limbo que rodeaban los distintos reinos de muertos.

Hasta ahora les habían tomado por sorpresa, adjudicándose victorias menores, pero esa tarde, la intervención de Thanatos e Hypnos les dio una victoria contundente, que esperaban que los desanimara de cualquier idea expansionista que parecían tener en mente.

"Me pregunto que buscan… no creo que solo quieran expandir territorios…" Murmuró Hypnos intrigado.

"¡A saber tú cuál es el problema de esos tipos! Pero si quieren volver, que vuelvan por donde mismo a ver si les gusta que les meta la cara en el trasero."

"¿Tienes que ser tan impulsivo?"

"¿Tienes que ser tan meditativo?"

"Pienso que tenemos que planear bien nuestra defensa, no ir a tontas y a locas." Hypnos se terminó por quitar la armadura y se ajustó los lentes. "¿Te fijaste que esos dos señores de Xibalbá robaron las almas de los condenados que estaban dando vueltas por ahí y las convirtieron en esos esqueletos guerreros? ¿Te fijaste que les dieron un poder al nivel de los espectros que se empeñaban en masacrar?"

"Claro que sí, Hypnos, así como me di cuenta que los espectros que sobrevivieron estaban drogados. Esos guerreros usan alucinógenos potentísimos para dejarlos vulnerables. ¿Ves que también pienso?"

"¿No te duele la cabeza por eso?"

Thanatos le gruñó a Hypnos, quien se rió a costas de su hermano, quien obviamente tomó ofensa y se abalanzó contra su gemelo. Ambos estuvieron luchando unos momentos, tratando de definir un ganador, lo que les resultó algo más complicado, considerando que seguían adoloridos por la arrastrada recibida. Se habían enfrentado a los alguaciles de Xibalbá, Chamiaholom y Chamiabac, quienes habían dejado muy clara su destreza en dar palizas. Cierto, les habían ganado, pero ¡Como dolía!

"¿Van a terminar pronto ustedes dos?" Preguntó de pronto Pasitea. "Quisiera hablar con mi señor esposo de ser posible. Lo necesito lúcido."

La joven gracia estaba de pie junto a la puerta, menudita y quizás nerviosa. Abrazaba una carpeta de cuero en sus brazos contra el pecho, pero se la veía muy decidida. Ambos gemelos, al verla, se pusieron de pie rápidamente y, quizás avergonzados, se sacudieron las ropas. Hypnos reparó sus lentes que se habían roto durante la pelea con su hermano, y suspiró aburrido. Últimamente conversar con Pasitea se le hacía muy latoso. Thanatos aguantó la respiración, miró por turnos a su hermano y su cuñada, muy consciente que ambos no estaban llevando una situación muy armónica el último tiempo. Necesitaban terapia de parejas, estaba seguro. Podría ser un bruto congestionado emocional, pero se daba cuenta.

"¿No puede esperar hasta más rato, señora?" Preguntó Hypnos aburrido.

"Llevo dos días tratando de llamar la atención señor Hypnos." Le dijo con firmeza. "Tiene que ser ahora." Tanta, que Hypnos alzó ambas cejas.

"Creo que tengo que irme…" Comenzó a decir Thanatos, tratando de alejarse.

"No, para nada Thanatos. Solo me tardaré unos momentos, no es necesario que te vayas." Le dijo Pasitea con dulzura. "Me tardaré incluso menos si mi señor esposo coopera."

Thanatos tragó saliva. Esta situación no le gustaba, se le hacía rara. Retrocedió a buena distancia y se dedicó a observar a su hermano. Hypnos era muy perceptivo en muchas cosas y un gran estratega, pero cuando su familia estaba involucrada, no tenía ni paciencia ni visión a largo plazo. Adoraba a Pasitea con todo su inmortal hígado, y el sentimiento era mutuo, pero… los últimos dos milenios habían sido difíciles. Se había erigido una pared entre ambos tan impenetrable, que ni siquiera intentaron sortearla. ¡Claro que había química entre ambos! Pero ésta estaba muy diluida. También se adoraban y pese a lo anterior, nunca habían sido infieles entre sí, pero desde la muerte masiva de los sueños durante la era del mito, víctimas de aquella enfermedad que había afectado a los dioses y que parecía erradicada, no solo no habían vuelto a tener hijos, sino que ambos dejaron de pasar tiempo juntos.

Thanatos sabía que estos dos nunca habían hablado de la muerte de los sueños, ni estaba seguro que la hubieran procesado. De sus mil hijos, solo veinte habían sobrevivido aquella epidemia de Sofocación, cuyo recuerdo se había perdido en la noche de los tiempos. No había dios que la recordase, excepto quizás Mnemosine, que nunca olvida nada. Y ella no hablaba al respecto.

Errr… Bueno… Hypnos y Pasitea sí la recordaban y demasiado bien, pero no recordaba que hubieran hablado al respecto. Se lo embotellaron todo.

"Tiene toda mi atención, señora." Le dijo Hypnos. "Dígame y veré como la puedo ayudar. Mientras antes terminemos con esto, mejor. Quisiera continuar con el ajedrez…"

"Tengo los documentos listos."

"¿Qué documentos?" Preguntó Hypnos extrañado.

Thanatos tragó saliva y decidió retroceder dos pasos más. Si antes no le gustaba por donde iba esto, ahora menos. Pasitea solía ser una gracia muy comedida y tranquila, un encanto de mujer, dulce y elegante, sin mencionar sumisa, pero estaba decidida como pocas veces la había visto en su vida. Avanzó hacia Hypnos y le pasó la carpeta.

"Los tengo listos. Ya sabe: los que llevo preparando casi cuatro meses." Pasitea frunció el ceño. "Para variar veo que no me presta atención en lo absoluto, señor."

"¡Por supuesto que le presto atención! Pero no recuerdo nada de ningún documento, señora." Reclamó Hypnos sin abrir la carpeta. "¿Sabes algo Thanatos?"

El dios aludido se quedó mudo y apretó la mandíbula. No sabía de qué documentos le hablaban, pero alguna idea tenía. Todo había comenzado luego que Perséfone huyera al mundo humano por la falta de atención que Hades le prestase. Eso no solo había provocado una mini calamidad en el Inframundo, sino que muchas diosas se replanteasen sus vidas. En el caso de Pasitea, al ver el cambio de actitud de Hades hacia su esposa, la había inspirado para intentar recuperar lo que había perdido con su hermano e hizo enormes esfuerzos por encender de nuevo la llama, pero… errr… Hypnos prefería jugar ajedrez o quedarse diseñando sueños, sin querer tomar en cuenta los esfuerzos de su joven esposa por tratar de enamorarlo de nuevo.

"Errr… no, no sé nada."

Cuatro meses atrás Pasitea finalmente se había rendido y tras barrer con la mano las piezas de ajedrez de su esposo, le había dicho que si no la quería, se largaría del hogar mutuo. Hypnos no le dio importancia y simplemente reordenó las piezas, bastante molesto con la interrupción.

"Si me prestara atención, señor Hypnos, sabría perfectamente de lo que hablo. Dije que me largaría, así que eso haré. Y si me hace el favor de firmar los papeles, más pronto terminamos con esto."

"¿De qué está hablando, señora?" Hypnos abrió la carpeta y revisó su contenido. No se tardó mucho en detectar la naturaleza de los mismos. Se quedó helado. "¡¿Papeles de Divorcio?! ¡¿Qué Tontería es Esta?!"

Hypnos había perdido los colores del rostro y de los ojos. Miró lívido de espanto y rabia hacia Pasitea que lo miraba decidida y con las manos en las caderas. El dios del sueño comenzó a revisar con brusquedad los papeles, sin encontrar nada que indicase que fueran falsos o no estuvieran en regla. Eran legítimos.

"¡No es ninguna Tontería, señor Hypnos! Me cansé de ser un florero y que me exhibiera como un premio. ¡Ya no más! ¡Por Zeus que intenté arreglar las cosas entre los dos, pero me cansé!"

"¡No vengas con esa cantaleta que está gastada!"

"¡Pero es la verdad!" Ladró Pasitea. "Ya no quiero estar con usted señor, me cansé de las decepciones, que no me tome en cuenta, que no me preste atención…"

"¡Pero Nunca Te He Sido Infiel, Mujer!"

"¡Lleva Dos Mil Años Sin Tocarme Tampoco!"

Pobre Thanatos no sabía para donde voltear. Se sentía algo incómodo y atrapado.

"Si es por eso, vamos a la habitación y nos ponemos al día en seguida, ¡¿Pero un Divorcio?!"

"¡NO se trata de eso! No quiero nada mecánico ni por obligación. ¡Lo Intenté y Usted no me dio ni La Hora!"

"¡¿Qué Más Quieres, Mujer?! Te Doy todo lo que Quieres y ¿Te quieres ir?" Hypnos quemó la carpeta con todo y documentos. "NO VOY A FIRMAR NADA."

"Pues sí va a firmar. Esos documentos son legales." La carpeta volvió a regenerarse en las manos de Pasitea. "Está todo arreglado, me pasé los últimos meses ajustando todos los detalles. Cuenta con el beneplácito de Zeus y Hera. Ya no quiero ser su esposa. ¡Firme!"

"¡NO!" Exclamó Hypnos vehemente. "Eres mi recompensa. ¡Ni de chiste firmo!"

"¡NO SOY RECOMPENSA DE NADIE!" Pasitea bufó molesta para calmarse un poco. Se arregló algunos cabellos que se habían escapado de su moño. "Será mejor para los dos, así hacemos nuestras vidas cada cuál por nuestra cuenta."

"¡Tú eres mi vida!"

"Ni cuenta me daba, señor." La gracia volvió a pasarle los documentos. "Es un buen trato para usted, ni siquiera le pido pensión. Solo me llevo las cosas con las que me trajo, punto."

"NO voy a firmar." Reclamó Hypnos asustado y muy enojado. "Me niego a creer que Zeus haya consentido esto. ¡O Hera!"

"Zeus siempre le tuvo ojeriza, desde que le provocó ese sueño durante la guerra de Troya. No se tardó en consentir. Hera… hablé con ella y comprendió bastante bien." Pasitea reprimió un puchero. "Por una vez considéreme persona, haga algo lindo por mi y FIRME EL MALDITO DIVORCIO."

"¡¿Pero y los niños?!"

Pasitea lo fulminó con la mirada y se la mantuvo a su esposo con fuerte intensidad. Thanatos, viendo que la cosa iba para largo, decidió hacer una retirada estratégica antes que comenzaran a volar los muebles. Ya había tenido suficientes combates por un día y una pelea conyugal era lo último que necesitaba. Ni bien cerró la puerta del despacho, detectó como su hermano y su cuñada comenzaban a gritarse como no lo habían hecho en más de dos mil años. Se mordió el labio y se dispuso a retirarse. Fue cuando se encontró cara a cara con Morfeo… el joven dios se veía angustiado (cosa extraña en él) pero no le hizo ninguna pregunta, como si supiera la respuesta. Detrás de él, Oneiros, Phantasos e Icelos se veían igual de desolados.

"Ya le pidió que firmara los papeles, ¿verdad, tío?" Preguntó Icelos con suavidad.

"Así es…" Respondió Thanatos con más tacto del que hubiera querido. Phantasos, se refugió en brazos de Oneiros, quien la abrazó de vuelta, mientras que Morfeo bajaba la cabeza. Icelos se encuogió de hombros. "¿Ustedes cuatro sabían de esto?"

"Sí… intentamos decirle a nuestro padre, pero… no parecía registrarlo." Explicó Morfeo. El sueño miró hacia la puerta del despacho, sintiendo como la discusión entre sus padres mantenía el tono. "¿Crees que estén bien?"

"Sí, no se van a lastimar." Thanatos vio a sus sobrinos, apiñados entre sí. Se compadeció de los cuatro y dejó escapar un suspiro. "Vamos, no es bueno que estemos aquí."

Y así con calma, comenzó a arrearlos.


Monte Olimpo. Jardines.

13 de marzo. 9:21 horas.

Artemisa tenía un folleto turístico desplegado en sus manos y lo observaba con bastante interés. Era del parque nacional Uluru–Kata Tjuta en Australia y, aunque era sencillo, tenía fotos preciosas de la Gran Roca de Uluru y de las demás atracciones del parque. Hacía tiempo que tenía ganas de salir de excursión con sus ángeles, pero quería algo más exótico que los bosques griegos de siempre. Tanto Teseo, Odiseo como Touma habían estado escogiendo distintos lugares en el planeta y ese día estaban decidiendo animadamente a donde irían.

Visitar Australia había sido idea de Teseo y estaba siendo una de las opciones favoritas. Hacia doscientos años que no visitaban la isla, aunque la idea de ir a Nueva Zelanda que estaba sugiriendo Touma no pintaba nada mal.

"Será divertido, la última vez que fuimos a Australia, no fuimos a la roca Uluru." Dijo Teseo. "Solo hay que tener cuidado por donde pisamos y ya."

"No sé si me gusta la idea." Dijo Odiseo. "Hace mucho calor allá…"

"¿Le temes a un poco de calor? No creo que la temperatura suba tanto."

"Y los bichos venenosos… Australia tiene una naturaleza muy agresiva."

"La naturaleza es agresiva, Odiseo." Dijo Artemisa con calma. "Además van conmigo, me aseguraré que no los muerdan." Añadió con un toque de travesura que solo se permitía con sus ángeles. Touma le dio un codazo amistoso.

"Señorita, somos nosotros los que debemos asegurarnos que no le pase nada." Le dijo con seriedad. "No se preocupe por sus ángeles."

Artemisa sonrió de costado y bajó la mirada de vuelta al folleto, para ocultar cierto sonrojo que le pobló las mejillas. Touma era el único mortal que se atrevía a darle un codazo de esa naturaleza y seguir por la vida.

"Australia tiene una naturaleza interesante en todo caso." Continuó Odiseo. "Me encanta ver cómo los humanos conviven con ella. Si nos alcanza el tiempo podríamos ir a surfear."

"¿Y qué te pase lo de la última vez en Hawai?" Tentó Teseo, burlón. "Touma tuvo que sacarte del agua."

"Porque ricitos de oro aquí presente no quiso mojarse el pelo y el pelirrojo decidió que era buen momento para lucirse ante la diosa." Odiseo miró a Artemisa. "¿Ve lo que tengo que soportar, señorita? Con estos amigos…"

"Se hace lo que se puede."

"Te recuerdo que tuve que convencer al pulpo que te soltara, Odiseo." Dijo Artemisa con alegre calma. "¿Nos vamos a Australia?" Los tres ángeles sonrieron al unísono y no se necesitaron más palabras. "¡Entonces no se diga más!"

Artemisa hizo desaparecer los folletos muy contenta con el resultado de ese paseo. Le encantaba planear viajes con sus queridos ángeles. Siempre daba la impresión que la diosa era más bien arisca con ellos, pero en verdad era la primera vez en siglos que se llevaba tan bien con sus principales guardianes. A lo largo de las edades había tenido varios ángeles a su servicio, o compañeros de cacería como les decían en épocas antiguas, pero por alguna razón eso no siempre había dado un buen resultado. Casi todos habían querido pasarse de listos con ella y por ello habían encontrado una violenta y prematura muerte. Artemisa no toleraba que se la viera como un pedazo de carne. Este trío era el primero que la respetaba como mujer, como diosa, que no se propasaba con ella y mantenían una relación muy cercana con la diosa, casi como de hermanos. Confiaba en ellos a ojos cerrados.

Intercambió una discreta mirada con Touma, quien casi indiferente apartó los ojos, en señal de respeto, pero no pasó desapercibida para la diosa una coqueta intención. ¿O habían sido ideas suyas? Este ángel suyo, el único que aún no ganaba la inmortalidad, era un completo misterio para ella. Sabía que tenía su profunda lealtad y que la consideraba una diosa digna de su adoración, pero al mismo tiempo la mantenía a raya, a la debida distancia, consciente de su rango, de su mortalidad. Al mismo tiempo, era el único que se atrevía a tomarle la mano, a tomarle el pelo, a reprocharle algún error, a no aceptar sus regalos y a rechazar cualquier muestra de favoritismo a su persona.

Artemisa le había ofrecido en alguna ocasión la inmortalidad, pero Touma la rechazó, porque se la quería ganar por sus propios medios. Eso la desconcertó tanto que llegó a enojarse bastante, e incluso lo había encerrado en una prisión, pero con desdén el mortal no le dio importancia, con una indiferencia tal que más que rechazarla, parecía coquetearle. No se tardó en sacarlo de su celda y de regreso con ella. Sentía mariposas en su estómago cada vez que lo veía. Lo quería mucho… Touma lo sabía, se lo habría dicho en alguna ocasión, y que si bien no podía quererle como una mujer lo haría, le pedía que aceptara esa muestra de afecto. Para una persona como Artemisa, eso era una contundente declaración, pero Touma se la tomó no como se lo hubiera esperado. El mortal, para su enorme sorpresa, le había dicho que no estaba para recibir cariños a medias que no podría corresponder y que lo dejara protegerla, como siempre lo haría y que no le exigiera nada más.

Bajo circunstancias normales, Artemisa se habría enfurecido, pero quizás el tono en que se lo dijo influyó en que no montara en cólera. Mientras Touma le decía tal cosa, tamaña falta de respeto a su divina dignidad, con la mirada fija en la suya y sintiendo en el alma caricias muy tangibles que hasta escalofríos le dieron, la diosa sintió las rodillas flaqueándole.

Se dio cuenta en aquél momento que lo que sentía por Touma no era simple cariño. Algún tiempo después, Teseo le dijo que estaba enamorada cuando la diosa le confidenció las confusiones que le despertaba el único mortal de entre sus ángeles.

"A propósito Touma… no me has dicho como está tu sobrinito." Comentó de pronto Artemisa.

"Cierto, no nos han bombardeado con fotos en casi doce horas." Bromeó Odiseo. "¿Cómo está el enano?"

"¡Crece como la hierba mala!" Exclamó Touma muy alegre de súbito. El ángel sacó su celular y comenzó a mostrar fotos. "Marín me dice que duerme y come un montón, pero que no le gusta que lo despierten ni para comer."

"¡Está enorme!" Exclamó Teseo. "¿Es normal que crezcan así de rápido?"

"Claro que sí, Teseo." Artemisa se asomó a ver las fotos. "El pequeñín ya tiene personalidad. ¿Cómo se ha sentido Marín? Tuvo un embarazo delicado…"

"Supongo que eso es de familia: recuerdo que Marín me dijo alguna vez que mi mamá también tuvo un embarazo difícil conmigo." Reconoció el ángel. "Pero ella me dice que se ha sentido bien… aunque no quiere saber de embarazos en bastante tiempo."

"Aioria tendrá que controlarse bien entonces." Se rió Odiseo. "¿Cuándo nos traes a tu sobrino para conocerlo?"

"Pues…"

Los tres ángeles se erizaron en ese segundo. Rápidamente Touma guardó su celular y tras tomarle la mano con firmeza a Artemisa, la puso detrás de él. Teseo entrecerró los ojos y se fijó en un punto en específico, pero fue Odiseo quien rezongó.

"Es la serpiente emplumada… Va hacia las estancias de la señora Hestia."

"¿Qué hace Quetzalcóatl aquí?" Preguntó Artemisa en voz alta. "Supe que está dando bastantes problemas."

"Casi le borró la cara al señor Hades con una bocina de tren el otro día, o eso escuché." Comentó Touma.

"Hubiera pagado por ver eso." Comentó Teseo. "Y fue una bocina de barco."

"Y yo." Dijeron Artemisa y Odiseo al mismo tiempo.

La diosa frunció el ceño. No entendía muy bien qué pretendía la serpiente emplumada en el Olimpo, pero no detectaba malas intenciones en el dios mexica. Quizás hasta estaba de visita con la debida autorización, vaya a saber una. Se sopló el flequillo y se masajeó una sien, apenas notando que Touma todavía la tenía sujeta de la mano.

"Teseo, por favor, ve a avisarle a Hestia o a su escolta que va a recibir visitas y…"

"¡En seguida señora!" Teseo, ni lento ni perezoso, salió en la dirección indicada lo más rápido que podía.

"¡Yo voy con él!" Se apresuró en decir Odiseo, quien salió todo lo rápido que pudo.

"¿Qué mosco les picó a esos dos?" Gruñó la diosa.

Perpleja, Artemisa observó cómo sus ángeles se alejaban a toda carrera, dejándola sola con Touma, como si se hubieran puesto de acuerdo. Fue cuando notó que el mortal todavía la tenía sujeta de la mano, y que la miraba grave, casi molesto. Su divino corazón se puso a latir tan rápido que casi sentía circular su sangre detrás de las orejas, pero al mismo tiempo sintió como el alma se le caía a un vacío cuando Touma le soltó la mano. Se sintió ingenua y quizás tonta. Lo miró de reojo con ojos grandes.

"Ese par tendrá que responder por mucho." Gruñó entre dientes, como si le molestara haberse quedado solo con la diosa. Pero contradictoriamente, le ofreció el brazo. "Ayer compré duraznos en la tierra cuando bajé. Uno tiene su nombre. ¿Lo quiere?"

Artemisa, sintiéndose extrañamente ligera, sonrió con alegría.

"¡Me encantaría!" Exclamó aceptando el brazo de Touma.

Ambos entonces se alejaron en dirección de las estancias de la diosa cazadora.

Continuará.

Por
Misao–CG


Próximo Capítulo: Problemas Conyugales

tuvo el tino de tomar a Benito y llevarlo a su habitación ni bien vio entrar a Aiacos y a Violate al despacho. Era evidente que ambos venían de una pelea bastante encarnizada que no había tenido nada que ver con un entrenamiento como los que solían pegarse. Estaban sucios, bastante lesionados y de un humor de perros. Al menos habían ganado, aunque no sin…


Nota Mental: ¡BIENVENIDOS TODOS! Lo de siempre, no los detendré mucho aquí. Les pido una oportunidad para este nuevo monstruo de mil patas. Lean concentrados y relajados, este fic es bastante más largo de lo normal, así que hay historia para rato, incluso una miniserie que se derivará de una de las historias que se desarrolla aquí. Ya me dirán cómo va quedando. Cualquier duda me la hacen saber. Finalmente les debo una disculpa, pues no pude forzar los Omakes que quería publicar, la Musa se negó a inspirarme por tener la mente ocupada en otros asuntos, pero me prometió que eventualmente me los dictaría. Por favor, si detectan algún error tipográfico, de ortografía y redacción, me avisan para que lo pueda reparar. ¡MUCHAS GRACIAS A TODOS POR LEER Y BIENVENIDOS!


Consejo de Minos de Griffin para no aburrirse en el supermercado:

"Consigue veinticuatro cajas de condones y colócalas al azar en los carritos de la gente cuando no miren."


Respuesta a Review Anónimas de la Clausura del Fic anterior:

Omakes vendrán, Marianne, no te preocupes. Solo estoy esperando el momento y que la Musa los inspire. Lamentablemente en esta ocasión no quiso soltar ni la más triste oración. Pero no la presiono: se ha mantenido todo el año ocupada. ¡GRACIAS POR LEER "NEC SPE, NEC METU" Y CUÍDATE MUCHO!


BRÚJULA CULTURAL

Traída a ustedes gracias a Wikipedia o alguna otra página, según corresponda. En todos los capítulos aparecerá el apartado de los Señores de Xibalbá.

Señores de Xibalbá: También llamados ajawab, son los que rigen en el inframundo en la mitología maya, y son de carácter maligno. El camino hacia Xibalbá estaba plagado de peligros; escarpado, espinoso y por completo prohibido para los extraños.

Lo gobernaban dos de los Señores/dioses de Xibalbá, Hun–Camé y Vucub–Camé: ellos eran los jueces supremos y los encargados de señalar sus funciones al resto. Cuchumaquic y Xiquiripat eran los encargados de causar derrames de sangre a los seres humanos. Ahalganá y Ahalpuh tenían como tarea hinchar a los hombres, hacer que las piernas le supuraran y teñirles de amarillo el rostro, a este último padecimiento se le conocía como chuganal. Chamiaholom y Chamiabac eran los alguaciles de Xibalbá y ostentaban como señal de su cargo una vara de hueso; su ocupación consistía en adelgazar a la gente, hasta que no quedaba de ella más que huesos. Ahaltocob y Ahalmez tenían como oficio ocasionar desgracias a los hombres que se dirigían hacia su hogar. Por último, estaban Quicxic y Patán que eran los responsables de causar la muerte a los que andaban por los caminos, este tipo de fallecimientos se reconocían con facilidad ya que el lugar estaba lleno de la sangre que había vomitado el desafortunado, tras serles estrujados pecho y garganta por estos señores.

Fueron vencidos por los dioses gemelos Ixbalanqué y Hunahpú: Ixbalanqué decapitó a Hunahpú y le volvió a colocar la cabeza, reviviéndolo, lo que divirtió tanto a los malvados señores que les pidieron que los decapitaran a ellos mismos y volvieran después a la vida. Los hermanos simularon obedecer y decapitaron a los dioses pero no recompusieron sus cuerpos con lo que los derrotaron para siempre y permitió triunfar al bien sobre el mal. Así, el mundo estuvo preparado para la creación de los hombres.

Para efectos de este fic, solo Hun–Camé y Vucub–Camé fueron los decapitados. Y no, los dioses gemelos Ixbalanqué y Hunahpú no aparecerán en este fic.

Nemo Me Impune Lacessit: (en castellano Nadie me ofende/hiere impunemente) es el lema oficial del Reino de Escocia, usado en su Escudo de Armas. En la actualidad es el lema del monarca del Reino Unido cuando se encuentra en Escocia, y aparece también en el escudo de armas del Reino Unido cuando se emplea en Escocia. Una traducción más coloquial al idioma escocés es Wha daur meddle wi me?, que podría traducirse como ¿Quién se atreve a meterse conmigo?

Esta frase es también el lema de la Orden del Cardo, orden de caballería escocesa; de los regimientos escoceses del Ejército Británico, del Regimiento Real de Escocia y de los Scots Guards o Guardias Escoceses. También era el lema de los antiguos regimientos denominados Royal Scots, Royal Highland Fusiliers y Black Watch. En Australia, este lema también es empleado por el Victorian Scottish Regiment, una compañía de infantería perteneciente al Royal Victoria Regiment.

La frase aparece también en las monedas de una libra esterlina acuñadas entre 1984 y 1994 en Escocia, y es mencionada en el relato de Edgar Allan Poe titulado "El barril de amontillado"; esto se debe probablemente a que Poe fue adoptado por un mercader escocés.

Pasitea: también conocida como Aglaya, se trata de una figura de la mitología griega. Es considerada una de las Carites y es la esposa de Hypnos, el cual es la personificación del sueño y es a su vez hermano gemelo de Thanatos (la muerte tranquila) con el que tuvo mil hijos (los sueños) y a su vez con ello es la madre de Morfeo, Fobétor (o Icelos) y Phantasos. Según la mitología representa o preside a las alucinaciones y los alucinógenos.

En una ocasión, Hera prometió a Hypnos la mano de Pasitea, si le ayudaba a dormir a Zeus. Pese al justificado terror que le tiene al padre de los dioses, Hypnos obedeció, pero como profecía auto cumplida, Zeus despertó iracundo y hubiera arrojado a Hypnos del monte Olimpo si no hubiera intervenido su madre Nix, la diosa primordial de la noche, quien demostraba así el poder que ejercía tanto sobre los dioses como sobre los hombres y hasta Zeus la respeta.