Disclaimer: Kaichou wa Maid-sama! y sus personajes son propiedad de Hiro Fujiwara
Hola, gracias por entrar n.n
Me encantó este animé, aunque el shoujo no es de mis géneros favoritos de vez en cuando resulta muy entretenido recorrer uno, y este lo disfruté.
La escena siguiente es muy sencilla y está inspirada en el dorama "The secret garden", aunque no es necesario haberlo visto. Simplemente recordé unas palabras que la protagonista le dice al galán -tan insistente como Usui XD-, o más bien no se las dice sino que las piensa, y es algo parecido a lo que Misaki dirá por allí abajo.
Disculpen por los posibles fallos que puedan encontrar y gracias por leer :D
Jardín secreto
Después de otro edificante intercambio de insinuaciones pervertidas y correctivos despiadados, Misaki, resignada, dejó que Usui la acompañe de regreso a casa. Había tenido una jornada laboral particularmente agitada y ya no le quedaban fuerzas para combatir aquella indestructible constancia suya. Además, en el fondo lo agradecía.
Pensando en ello, pensando también en la clase de relación que estaban construyendo y en la inopinada intimidad que en el presente los atraía, el corazón le dio un vuelco. Emociones nuevas, una confianza nueva, y la incertidumbre, el miedo y el creciente afecto entremezclándose en su interior, aguijoneándola.
¿Podría ser realmente suyo aquel destino? ¿En verdad tenía derecho?
Cuando iban por el parque, inusualmente solitario en la noche de verano, un impulso la instó a tomarlo de la mano y acarrearlo consigo. Usui se dejó llevar, desconcertado, hasta un sector algo apartado rodeado de arbustos y frondosos árboles que amortiguaban los estertores de la ciudad.
Luego observó en derredor, todavía confuso, y le buscó los ojos para averiguar qué se proponía. Era muy inusual que tomara la iniciativa.
-Eres un alien pervertido –murmuró ella con la mirada gacha.
La imperecedera acusación no podía afectarle.
-Entonces qué, ¿me trajiste a este rincón para poder cortar conmigo de una vez? –repuso él, y por el tono de voz se hizo evidente que desestimaba por completo tal posibilidad.
Misaki por fin levantó la vista, ceñuda, pero Usui pudo ver mucho más que la hostilidad habitual.
-Pasándote de listo, ¿eh?
-Sólo soy precavido, Ayuzawa. He aprendido a lidiar contigo.
Esta vez, por alguna razón, sus palabras, más que envalentonarla por la soberbia que contenían, la conmovieron en lo más profundo. Él la conocía, él se había esforzado por entender. No cualquiera demostraba ese interés.
Alrededor las copas de los árboles se agitaron levemente con la brisa veraniega. Las estrellas se veían lejanas, vedadas, pero la promesa de aquel brillo obstinado seguía dotando de confortable belleza a la oscuridad.
-Sigue haciéndolo –musitó Misaki.
Usui se extrañó.
-¿Qué cosa?
-Sigue haciéndolo –repitió ella, mirándolo con la carga emocional que él había entrevisto y que sólo entonces comprendería-. Aunque me desespere, me enfade o te regañe, sigue haciéndolo, Usui. Búscame, moléstame, sorpréndeme, continúa murmurando insensateces en mi oído. Fastídiame, descolócame, preséntate en las reuniones estudiantiles y en el café con el mismo descaro con el que me abordaste hoy, ayer y antes de ayer.
Usui sonrió de lado. Apartó amorosamente un mechón de pelo de su rostro y con la punta de los dedos, sigiloso, añadió una caricia.
-Incluso si me irrito o te golpeo –siguió pidiendo Misaki cuando él ya se inclinaba para besarla-, ven mañana, y al día siguiente, y al siguiente… No dejes de volver…
Se besaron en el jardín apartado, silencioso, el jardín secreto que ahora les pertenecía así como el pacto tácitamente establecido. Cuando se desprendieron, aún muy cerca de su boca, Usui le aseguró en un murmullo que nunca había pasado por su cabeza dejar de hacerlo.
