Gracias por decidirse a leerlo. No vendría mal un pequeño comentario de consejo, ya que no he corregido. Lo siento.
Kuroko no Basket es propiedad de Fujimaki Tadatoshi.
Rival de amor
Drabble.
Kuroko estaba sentado en el único banco que estaba disponible, en ese momento, de la plaza, esperando a que sus amigos: Kise, Aomine y Momoi, regresaran con las compras ya hechas. El motivo de no haberles acompañado era que se sentía levemente mareado, pero como es obvio, los tres, al mismo tiempo, exageraron la situación y se fueron en busca de una malteada de vainilla para por lo menos mejorar su ánimo.
Y con un suspiro, zanjando el tema en su mente, sintió una pequeña palmada en su hombre. Era Momoi, que llevaba la malteada en sus manos, con sus mejillas abarrotadas de un color rojo, llena de vergüenza. ¡Y es que se encontraba delante de su tan aclamado Tetsu-kun!, o eso demostraban sus ojos destellantes.
―Tetsu-kun ―tartamudeó antes de decir lo siguiente, ofreciéndole la bebida, agachando a cada poco la cabeza, sin ser capaz de mantener una mutua mirada―, aquí tienes. Espero que… que te sientas mejor ―y dicho esto, luego de besar la frente de su amigo (el mismo que ya se sentía acostumbrado a esas actitudes por parte de su mejor amiga), se encaminó hacia su amigo de la infancia.
―Como siempre, es Kurokocchi… ―al escuchar ese susurro, esa voz, un escalofrío recorrió por toda la columna vertebral de Kuroko. Era Kise―. ¿Sabes? A pesar de que te admiro demasiado… esta es la primera cosa que no quiero entregar a Kurokocchi por voluntad propia. Así que… Lo siento tanto, Kurokocchi, pero no te dejaré tan fácil tener a Momoicchi, ya que ella me gusta. Entonces, buena suerte ―colocó una gran y brillante sonrisa en su rostro, achinando sus ojos, mostrando sus blancos y perfectos dientes―. Y mejórate pronto Kurokocchi, para poder jugar todos juntos al básquet.
El fantasma de Seirin se quedó allí, pasmado, con el alma en la boca. En su mente recorría la pregunta de: "¿Qué acaba de pasar?"
Tomó una gran bocanada de aire, sintiéndose repentinamente más cansado que antes.
―… Pero Kise-kun, es imposible que sea tu rival, ya que soy gay ―dijo, mirando al horizonte, consciente de que el nombrado se había ido corriendo ni bien terminó de hablar. Haló un mechón de su pelo que estaba obstruyendo su vista y lo enredó entre su dedo índice, teniendo un casi imperceptible tic en el ojo que desapareció en menos de seis segundos, para reemplazarse por un aura deprimente que le rodeaba por completo. Acercó la bombilla de la malteada a su boca y absorbió el líquido con toda una amargura latente.
Su expresión volvió a ser imperturbable.
―Y además… la persona que amo eres tú.
Ese día, en los comienzos de la primavera, Kuroko aprendió que, como se decía constantemente en las redes sociales de manera obscena: la vida valía verga.
