DETERMINACIÓN:
En realidad, su problema nunca fue la determinación. O eso creía ella. Lo que había frenado el desarrollo de ese "algo más" con Ron habían sido el orgullo, las peleas, las diferencias, el rencor, e incluso, puede ser, la timidez. Pero no la determinación. A Hermione nunca le había faltado de eso. Desde cuando decidió ir a Hogwarts en vez de seguir sus estudios normales de muggle hasta cuando decidió no decirle por nada del mundo la verdad a Bellatrix Lestrange, pasara lo que pasara, le hiciera lo que le hiciera. Y tampoco le faltó esa noche, la de la Batalla de Hogwarts.
-¡Espera un momento! ¡Se nos olvidaba alguien!
-¿Quien?
-Los elfos domésticos. Deben de estar todos en la cocina, ¿no?
-¿Quieres decir que deberíamos buscarlos para que luchen de nuestro lado?
-No, no es eso. Pero deberíamos sugerirles que abandonen el castillo; no queremos mas Dobbys, ¿verdad? No podemos obligarlos a morir por nosotros.
"¿Puede ser más perfecto?" es lo único que pensó Hermione en ese momento, sin perder ni un segundo en echarle los brazos al cuello, y tocar (¡POR FIN!) los labios de Ron.
Porque el orgullo, las peleas, las diferencias, el rencor y la timidez no son nada si al otro lado de ellos está la persona que quieres. Sólo les hacía falta un poco de determinación para atravesarlos. Y Hermione, gracias a Merlín, la tuvo esa noche.
