Adventure Time y sus personajes pertenecen a Pendleton Ward.
*Sugerencia: Leer la primera parte de esta historia (You keep me alive) o no entenderán nada porque esta es la continuación de dicha historia. Este fic fue subido a pedido (porque a mi criterio no es del todo apropiado), pero lo hice porque quedaron cosas pendientes del primero.
*Advertencia: Este fic puede contener escenas perturbadoras o consideradas adultas como violencia, muerte, lenguaje inapropiado o lemon. Así que la lectura de esta historia, corre por responsabilidad propia ya que quedan advertidos. Gracias por la atención y espero que les guste ;)
Eran casi las 9 de la mañana cuando Bubblegum se levantó para alimentar a Danie. Por suerte la criatura no había llorado en toda la noche y eso la ayudó para que pudiese dormir. Pero dónde estaba Marceline? Bonnie recordó que la vampiresa dijo que le tocaba revisar papeleo respecto a las deudas del Dulce Reino o eso creía haber escuchado antes de que cayera profundamente dormida.
- Dónde está Marceline? - preguntó la chica rosa con su hija en brazos.
- La Reina Vampiro está trabajando en su oficina, Majestad. - afirmó Mentita.
- Cómo? Durmió allá? - preguntó PB con sorpresa.
- No ha dormido en toda la noche, Dulce Reina. - dijo el mayordomo.
- Vaya. - se limitó a decir PB con preocupación. Nunca pensó que Marceline sería capaz de tomarse tan enserio su papel de monarca.
- Recién acaba de terminar con las facturas. - agregó el caramelo.
- Iré a verla...puedes cuidar de Danie por unos minutos, Mentita? - preguntó ella.
- Por supuesto, Majestad. - expresó la menta recibiendo a la heredera en sus brazos. PB salió de su habitación y fue directamente a la oficina que le destinaron sus mentores para que ejerciera de princesa del Dulce Reino. Al abrir la puerta vio que no había nadie dentro, pero el escritorio estaba lleno de papeles que estaban perfectamente ordenados.
- Está haciendo un estupendo trabajo. - pensó la chica. Ni ella misma era tan metódica para estas cosas.
- Mentita. - dijo en voz alta al salir del cuarto.
- Si, Majestad? - preguntó el mayordomo asomándose desde el cuarto de PB.
- A dónde fue Marceline?
- Ni idea. Hace unos minutos estaba allí, yo mismo la vi, Majestad.
- Quizás está dando sus típicos paseos matutinos. - dijo PB.
- Quiere que mande a alguien a buscarla al jardín?
- Ja, bitte. - ordenó en alemán con mucha cortesía. El mayordomo le entregó a su hija y salió rápidamente llamando a otros caramelos que estaban cerca. PB vio que el caramelo les ordenaba algo y luego se fue con ellos.
- No está en el jardín, Dulce Reina. - dijo Mentita cuando volvió al cabo de 15 minutos.
- Qué extraño.
- No tiene por qué preocuparse, Majestad. Marceline no ha dormido en toda la noche, por lo que tendrá que volver temprano. - le recordó. - Quizás fue a ver a Finn el humano o pasó a ver a su padre.
- Le prohibí ir a la Nocheósfera. - mencionó Bubblegum poniéndose seria.
- Ah si? Y eso por qué? - preguntó Mentita con curiosidad.
- Su papá se llevó a Laurel, recuerdas? Si Marceline va a la Nocheósfera, lo más probable es que la pase a ver.
- Sus celos me impresionan, Majestad. - rió divertido el caramelo.
- Tengo mis razones. - explicó PB aun seria.
- Entiendo que nuestra Reina Vampiro sea coqueta a veces, pero su relación está más que consolidada, Majestad.
- Últimamente me ha estado esquivando y eso no es normal en ella.
- Ha tenido mucho trabajo, Majestad. Yo mismo la he visto trabajando duro estos días.
- Lo sé, pero ya ni siquiera quiere que... - pero la chica no quiso terminar la frase porque le daba mucha vergüenza tener que decirlo frente a un súbdito, por más que Mentita fuese un conocido de toda la vida.
- Sé a qué se refiere, descuide. - la tranquilizó su mayordomo.
- Entonces no está bien, no sé que le pasa. Me preocupa muchísimo, Mentita.
- Pero le presta atención a Danieline?
- Si, se preocupa mucho por ella. Siempre la pasa a ver cuando puede, pero el resto del tiempo se la pasa durmiendo...ya casi ni hablamos.
- Bueno, se nota que está cansada y quizás esté así porque no está acostumbrada a tanto estrés.
- Sí, creo que se debe a eso. - respondió ella apenada.
Nunca había sido su intención someter a Marceline a tanta presión, fue la misma vampira que se ofreció a ejercer todo ese trabajo para que PB pudiese dedicarse a Danie todo el tiempo. Marceline tampoco había querido embarazarla como había propuesto anteriormente, cuando Peebles le recordó la idea, la vampira respondió que simplemente no tenía ni el tiempo ni las ganas.
Aquello ya le había parecido raro. Marceline adoraba la diversión y hasta eran capaces de tener verdaderas maratones semanales dedicadas a amarse, aun después de que Danie nació, pero de un día al otro la propia vampira se negó cuando PB se lo pidió.
- Hoy no. - había dicho la vampiresa ese día. PB se quedó helada. Marceline jamás se había negado y siempre era ella la que ponía a Bubblegum contra la cama, la alfombra, el mesón de la cocina, la bañera, etc. Cualquier lugar servía para la vampiresa. Pero esa noche se negó, también la siguiente, luego la subsiguiente y así.
- Qué sucede contigo?! - le gritó Bubblegum una vez, pero la vampiresa se quedó dormida apenas se había recostado. No volvió a preguntarle.
- Quiere que llame a Finn para preguntarle si Marceline está allí? - decidió preguntar Mentita viendo que PB se había quedado en silencio.
- No. No te preocupes, déjalo así. - respondió Bonnibel despertando de sus pensamientos.
- Majestad...debe dejar de preocuparse tanto. - le recomendó el súbdito. - No es bueno para su salud.
- Si, lo siento. - se disculpó ella. No quería parecer una tonta obsesiva frente a los demás porque según escuchó la última vez, muchos ciudadanos se burlaban de su comportamiento celoso. Incluso la imitaban en las calles o eso le dijo Jake una vez que la fue a visitar.
- No es malo que se preocupe de vez en cuando, pero ya sabe lo que dijo...
- Si, si. Ya lo sé. - dijo molesta, pero su actitud cambió cuando notó que Danie se había quedado dormida mientras la sostenía, así que la dejó en la cuna. - Tiene el carácter de Marceline. - dijo mientras la miraba.
- Tiene usted razón. - dijo la menta.
- Espero que no sea igual de especial que ella porque me haría pasar muchos sustos.
- Créame que será tan fastidiosa como nuestra Reina Vampiro. - rió el mayordomo. - Si necesita alguna otra cosa, por favor no dude en avisarme. - agregó saliendo de la habitación con una reverencia.
- Gracias. - dijo PB.
- Qué...qué hora...? - preguntó Marceline.
- Van a ser las 2 de la mañana. - respondió un caballo parlante, pero su voz apenas se escuchó porque la música estaba muy alta.
- Ten...tengo que...ir...casa. - dijo Marceline intentando levantarse del suelo, pero no lo consiguió. Había bebido tanto que con suerte podía hablar claramente. - Peebles. - mencionó con esfuerzo.
- Oye, oye. No puedes irte aún! La diversión recién comienza. - dijo un chico sosteniendo un vaso.
- Un brindis por la Reina Vampiro! - empezó a saltar un ser extraño de 4 ojos sobre la mesa y todos comenzaron a gritar el nombre de la vampira.
Cómo llegó a parar a esa fiesta? Casi no se acordaba, pero salió de la oficina apenas terminó con todas esas malditas cuentas y luego fue a visitar a Finn...o era Flame Princess?
- No, fui a visitar a Finn. - pensó mientras intentaba recordar, pero estaba muy borracha para ponerse a pensar con lucidez.
- Más cerveza? - preguntó una chica que se acercó.
- Dond...dónde...? - preguntó Marceline que seguía recostada en el suelo. La chica se sentó a su lado.
- En mi castillo, es que no te acuerdas de nada? - se rió ella.
- Esa voz. - pensó Marceline, que no podía ver con claridad a la chica por más que lo intentara.
- Anillo? - preguntó la vampira.
- No! Mírame bien. - le dijo la chica acercándose a ella. Marceline abrió los ojos y la vio claramente.
- Sal...Salvaje! Omo dablos lleue aquí? - intentó preguntar, pero se le enredaba la lengua.
- Grumosa te organizó una fiesta para que te relajaras un rato. El mismo Finn te trajo hasta aquí.
- Finn...ta en la f-festa? - preguntó.
- No, solo te vino a dejar.
- P...PB? - preguntó la vampira.
- No la invitamos. Grumosa pensó que se complicaría mucho con tener que dejar a Danieline sola. - le explicó ella. - Quieres que te lleve a casa? - le preguntó Salvaje.
Marceline se lo pensó por un momento. Si volvía a esa hora y en ese estado lo más probable es que Bubblegum se pondría a gritarle y con el terrible dolor de cabeza no estaría de humor para peleas.
- No. - se negó Marceline. Volvería en la mañana, cuando estuviese sobria otra vez.
- Quieres bailar? - dijo la Princesa Salvaje. Apenas Marceline asintió, la princesa la sacó de un solo tirón del suelo y la llevó en medio de la sala. Como estaba repleto de gente, Marceline no paraba de chocar con las personas y eso la frustraba, pero tenía su vista puesta en la chica. Tal como le dijeron una vez, Salvaje era muy buena bailando y justamente eso estaba apreciando la vampira.
- Glob, estás hecha un desastre. - se rió Salvaje al ver que Marceline perdía el equilibrio. - Ven, toma mi mano. - le dijo ella.
- B-Bien. - dijo la rockera mientras le tomaba una mano y con la otra rodeaba su cintura. La música retumbaba en sus oídos, casi no podía oír nada y no le quitaba los ojos de encima a la princesa porque si se distraía podría caer en cualquier momento.
- Desde cuando es tan jodidamente bonita? - se preguntó Marceline. Claro, ella siempre había sido una de las más agraciadas de Ooo, pero aquella noche estaba bellísima.
- No...n-no habíamos...salir? - le dijo Marceline al oído.
- Qué si salimos? Sí, pero fue un par de meses. - le respondió sin tomarle mucha importancia al hecho. Cuándo salió con ella? Se preguntaba Marceline. Quizás fue después de Laurel o quizás antes, no se podía acordar en ese momento.
- Maldito alcohol. - se dijo la chica vampiro. Causaba estragos en ella y es por eso que Peebles evitaba a toda costa que bebiera en exceso porque sabía los efectos que le causaban. Todo le daba vueltas y hasta la luz le irritaba.
- Quieres ir a sentarte? - le preguntó Salvaje.
- C-Cómo? - dijo la vampiresa sin oír nada.
- Que si quieres ir a sentarte un rato. - le repitió subiendo el tono.
- N-No...estoy...est...bien. - articuló la vampira con dificultad.
- Segura? - insistió ella. La vampira asintió torpemente al mismo tiempo que se reía. No sabía por qué lo hacía, pero le parecía gracioso.
Justo pasó un tipo ofreciendo tragos en una bandeja, Marceline tomó uno de los vasos casi por inercia y comenzó a beber.
- Hey, no crees que ya bebiste demasiado? - dijo Salvaje.
- So ua ersona aulta, hao lo e quero. - se le entendió a la vampira mientras seguía bebiendo.
- Lo sé, pero tenemos que devolverte en una pieza. - agregó la princesa.
- Pieza? D-Dónde tá? - preguntó Marceline sin entender.
- No, yo solo dije que...olvídalo. - le respondió al ver la cara de extrañeza de la reina. - No hagas combinaciones, podrías vomitar.
- Nah...acostumbración. - inventó una nueva palabra Marceline.
- Bien, pero no bebas muy rápido. - dijo la princesa quitándole el vaso de las manos.
- Bonnie. - dijo un poco triste la vampira.
- Mañana la verás, tranquila.
En ese instante, el dj puso un lento y la princesa se acercó para abrazarla por el cuello. Marceline estaba tan relajada que casi se quedó dormida, pero intentaba mantenerse despierta.
- Quieres irte a dormir? - le preguntó la princesa Salvaje.
- Un...u...rato. - le contestó separándose de ella.
- Bien, sígueme. - le dijo tomándole de la mano y guiándola entre medio de la gente. Salieron de la sala y subieron las escaleras hasta llegar a una de las habitaciones que daban al fondo del pasillo.
- Esta es la habitación de huéspedes. - le mostró la princesa. La vampiresa nunca había estado en el castillo antes y todo le parecía extraño. Como no podía mantenerse en pie, la princesa la sostenía del brazo y si no fuese por ella, Marceline hubiese terminado directamente en el suelo ya que cada paso que daba terminaba en tropezones.
- Este es el baño. - dijo Salvaje abriendo una puerta. - Y aquí tienes el timbre, lo tocas cuando necesites algo. Mis sirvientes te atenderán inmediatamente. - agregó.
- V-Ven... - le dijo la vampira sonriendo.
- Si? - se acercó a ella. Marceline la abrazó por la cintura y la besó.
- Marceline! No! - gritó la chica dándole un empujón.
- V-Vamos L-Laurie no sass tan e-egistaa. - se rió Marceline.
- Qué? - le preguntó Salvaje. - N-No soy Laurel, Marceline...mejor vete a dormir, bien? - le sugirió mientras la acostaba en la cama. Pero Marceline la atrajo y de nuevo comenzó a besarla.
- Marceline basta! No quiero tener problemas con Peebles después. - dijo intentando zafarse.
- T-Te lo ord...deno...so la rena ampiro y t-te lo estoy denando! - le gritó Marceline. La chica no sabía qué hacer. Lo que menos quería era involucrarse amorosamente con ella porque todo Ooo sabía lo celosa e irritante que se ponía PB con los jugueteos de su esposa en las fiestas.
- Peebs jamás nos lo perdonará. - mencionó.
- Erss rincesaa? - preguntó Marceline. - Tu rena ampiro te...te erdena alguo.
- Si, pero no...
- Ven. - insistió.
- Cómo ordene, Majestad. - suspiró Salvaje. Marceline rió entre dientes y la apresó entre sus brazos para besarla otra vez.
Ya era de día cuando Marceline abrió los ojos. Todavía seguía con el maldito dolor de cabeza pero...dónde se encontraba? Se inclinó sobre sus codos para apreciar el lugar donde se encontraba. A su lado estaba durmiendo la Princesa Salvaje.
- Demonios! - dijo levándose la palma de la mano a la cara.
- Buenos días. - le dijo Salvaje en un bostezo.
- No me digas que...?
- Si. Me lo ordenaste, Marceline. - le explicó la princesa. - Te dije que solo podíamos besarnos, pero insististe en que querías lo otro. Me seguí negando, pero empezaste a gritar.
- Maldita sea. - soltó la vampira. - Bonnie me matará.
- Estabas ebria, da igual. - le dijo Salvaje mientras se levantaba de la cama.
- Por lo menos lo hice bien? - preguntó la vampira con una gran sonrisa. La Princesa Salvaje se quedó mirándola con incredulidad y le lanzó una almohada a la cara.
- Ya, ya. Lo siento...no pude controlarme. - expresó la rockera. - Es por eso que Bonnie me tiene prohibida las fiestas.
- Estuviste bien. - comentó la chica.
- Solo bien o bien bien? - preguntó con interés.
- En verdad quieres saberlo?
- Sí.
- Vístete! - le ordenó lanzándole sus pantalones.
- Oh vamos, es lo mínimo que quiero saber. - se quejó Marceline.
- Para qué quieres saber? Fue un error, cosa del pasado y que nadie sabrá nunca...si Bubblegum se llega a enterar...
- Me asesinará, oh Glob! - se lamentó al vampira.
- Estuviste muy bien, lo admito. - manifestó ella. - Al parecer son verdad los rumores sobre ti.
- Qué rumores?
- Que eres una excelente amante.
- Ah si, por supuesto. - sonrió con orgullo. - Nadie nunca se ha quejado.
- Vístete de una vez! Tienes que ir al Dulce Reino y dudo que Bubblegum te reciba con los brazos abiertos.
- Glob! - dijo Marceline recogiendo su ropa esparcida por el suelo. - Qué hora es? - le preguntó mientras se ponía los pantalones.
- Las 11.
- Tan tarde?
- Con toda la acción que tuvimos anoche, te parece tarde?
- Un poco. - le contestó Marceline al sentarse a la cama para poder ponerse sus botas. - Así que te gustó.
- Por qué te interesa tanto mi opinión? - preguntó la princesa.
- Solo pregunto por saber, nada más.
- Me gustó, pero no le digas ni una sola palabra a las demás de esto, me oíste? No quiero que andes alardeando que te acostaste conmigo.
- Ya sé, fue mi culpa. - le dijo la vampira casi lista.
- Mi reputación quedará arruinada.
- Si, si, gracias por hacerme un favor.
- De verdad no quiero terminar como Laurel así que no le digas nada a nadie.
- Ya entendí, lo siento. - lamentó la reina.
- No tienes por qué disculparte...estabas tan ebria que cuando lo hacíamos me llamabas Bonnie.
- Otra estupidez que cometí, a veces me pregunto cuando acabaré con todo esto. - dijo mientras se puso una capucha para evitar el contacto con el sol.
- Deja las fiestas, esa es la única recomendación que puedo darte, Marceline.
- Las había dejado y mira cómo me dejó esta.
- Agradece que estaba contigo, no quiero imaginarme si hubiese sido otra persona.
- Quién? El Lich? - rió Marceline.
- Ni menciones su nombre! - le gritó Salvaje asustada.
- Já! Ni que que invocáramos a esa cabra despellejada con decir su nombre. - se burló la vampira.
- No quiero arriesgarme.
- Arriesgarte? Esa cosa está tan muerta como mi aprecio por Laurel.
- Técnicamente Peebles lo mató, no? - preguntó ella.
- Qué?! No! - dijo la vampira ofendida. - Es decir, ambas acabamos con él.
- Como tú digas, Marceline. - dijo Salvaje de brazos cruzados. - Cuídate.
- Nos vemos, princesa. - dijo Marceline mientras emprendía vuelo.
