Aventura en tierra de los Cataros
Consideraciones previas
Esta historia surgió al imaginar que en el pasado Shura y Yukio debieron acompañar a su maestro en sus misiones. La acción se sitúa cinco años antes del comienzo del manga por eso los personajes más jovenes son un poco diferentes a como los conocemos.
Gracias a todos los que habéis leído mi primera historia y una dedicatoria muy especial a mi beta-reader, mi compañero en esta aventura que es la vida.
Los personajes de Blue Exorcist son obra de Kazue Kato y la finalidad de este relato es solo entretener
Capítulo 1. Reto infinito.
Ese martes, a primera hora de la tarde, la zona de entrenamiento bullía de expectación ante el reto que se había anunciado: el profesor padre Fujimoto y la alumna de último curso Shura Kirigakure iban a competir en modo infinito.
Este duelo no había sido publicitado de forma oficial, simplemente tres compañeros de la misma clase de Shura, que estaban haciendo abdominales, habían oído como establecían las reglas, y la noticia fue esparcida por toda la academia de exorcistas a la misma vertiginosa velocidad como cualquier novedad que rompiese la monotonía.
Así que cuando mentor y protegida se colocaron en sus puestos, fueron vitoreados en el exterior por alumnos de varios cursos y profesores que abarrotaban las instalaciones.
Los dos saludaron a su audiencia e intercambiaron unas palabras para desearse suerte, con la segura victoria de cada uno, que fueron silenciadas por el griterío. Después ambos lanzaron un último gesto de complicidad al muchacho de diez años que los contemplaba a ambos con el corazón palpitante.
Yukio Okumura había perdido siempre todos los enfrentamientos contra Shura pero aun así siempre tenía la confianza que en el próximo la vencería. Esta tarde había vuelto a perder y mientras ella se burlaba de él aumentando su humillación de pronto había sucedido lo inesperado.
-Yo te reto a una revancha en nombre de Yukio.
Las palabras burlonas de Shura que en ese momento estaba dedicando a un abochornado Yukio, habían quedado mudas mientras procesaba que el guante había sido lanzado. A pesar de la enorme sonrisa de su contrincante, mostrando que su desafío era tan solo para pasárselo bien, Shura sabía que había una doble intención: por un lado subir la moral de Yukio viendo a su rival derrotada y por otro lado hacer consciente a Shura que no debía confiarse; siempre había un contrincante superior. Así que aunque ella sabía que no tenía posibilidad de ganarle, aceptó. ¿Cómo negarse la posibilidad de enfrentarse a su maestro?
Mientras ambos presionaban el botón nivel especial para elegir el modo infinito, intercambiaron estas palabras desafiantes para complacer a sus espectadores:
-Shiro, harías bien en buscar hielo para tus huesos por la paliza que te voy a dar.
-Al fin encuentras otra finalidad al hielo además de para preparar cocteles, Shura.
Sus recién declarados fans les siguieron dando ánimos mientras se colocaban en sus sitios.
Shura lanzó un risita mientras movía el palo de derecha a izquierda intentando que el pequeño tirón que se había dado enfrentándose a Yukio no la estorbase.
Shiro tenía sus dos manos reposando en la cintura listas para actuar en el momento apareciese la primera bola. Le había cogido prestadas las pistolas a Yukio y ahora descansaban durante un breve espacio de tiempo en la cartuchera antes de darlo todo.
Y entonces la primera bola salió disparada y la batalla empezó.
El zumbido de cada bola era silenciado con el golpe seco al ser acertado. Mientras no fallaban ni un golpe, ambos parecían conversar como si estuviesen tomando un té, en lugar de estar empleando todos sus sentidos en calcular la trayectoria y economizar sus movimientos.
El público gritaba y levantaba los brazos en cada acierto y Yukio, contagiado por aquel entusiasmo, empezó a olvidarse de su derrota y a disfrutar de aquella exhibición. Se acababa de unir al griterío dando ánimos a ambos, aunque en su interior quería que ganase su padre, cuando notó "esa presencia".
No hizo falta darse la vuelta para saber que se aproximaba donde él estaba. El resto de exorcistas se apartaban con respeto para dejarle pasar y con intranquilidad vio como se situaba a su derecha, en primera fila como él.
-¡Buenas tardes, Okumura!
Su voz cantarina llena de placer por la vida podía ser escuchada con toda claridad en mitad de los zumbidos de las bolas, de los golpes secos de los rebates de Shura, de los tiros secos de Shiro y de los gritos de la gente.
-¡Buenas tardes, señor Pheles!– su voz fue, para su vergüenza, apenas un susurro pero aquello no fue ningún inconveniente para el otro.
-He tenido que despedir precipitadamente al comercial de los seguros de accidentes laborales, ¿quién quiere oír sobre las nuevas máquinas de rehabilitación cuando dos de tus mejores exorcistas están enfrentándose?
Sus ojos verdes chispeaban, su boca entreabierta mostraba sus colmillos afilados, las manos encorvadas cogiéndose a la tela metálica.
-Mira, esos dos estilos tan diferentes y tan complementarios. Ella es como la primera bailarina del ballet de Moscú en el lago de los cisnes.
Yukio no pudo menos que levantar las cejas confundido ante aquella comparación pero empezó a seguir como aquel dedo índice enguantado de la mano derecha parecía dirigir una melodía silenciosa siguiendo los movimientos de Shura.
Ella hacía menos de media hora que se había enfrentado a Yukio y aunque este había acabado extenuado ella parecía no mostrar ninguna muestra de cansancio. Saltaba con ambos pies a diferentes alturas, avanzaba la pierna derecha, la izquierda, se arrodillaba, echaba el cuerpo atrás mientras el palo casi acariciaba cada bola, moviéndose su minifalda y su foulard sincronizados con esa danza de dominio de puntería.
-Y él, es el fiero guerrero, que sin piedad ante el enemigo, se convierte en una máquina de matar – y la voz del director se volvió dura mientras apretaba ambos puños con fuerza- Ningún bola recibe su clemencia.
Los movimientos de Shiro eran secos, destrozando las bolas sin piedad con tiros de gracia. Apenas parecía moverse del sitio, era como si atrajese las bolas para sí.
-Los dos parecen estar enfrentándose pero realmente están colaborando para conseguir que ninguna bola escape. – y al decir esta observación miró con el rabillo del ojo a Yukio solazándose de cómo captaba toda la atención del muchacho y complacido de su poder de observación.
¿Colaborar?
Yukio miró de nuevo con más atención hacia dentro de la jaula.
Su padre estaba en mitad de la misma fijo como un junco mientras Shura revoleteaba a su alrededor como una garza. Los dos estaban cumpliendo un objetivo. Shiro paraba todas la bolas que tenían trayectoria central y Shura , un paso más atrás, se movía de derecha a izquierda deteniendo las laterales. Ambos conocían las trayectorias, la frecuencia con que la máquina disparaba las bolas. Yukio entonces se dio cuenta que la revancha de su padre, realmente era para enseñarle como debía entrenarse junto con un compañero. No era una competición, sino una colaboración. Si la próxima vez él se encargaba de las bolas lejanas con sus pistolas, Shura podía encargarse de las cercanas. Ahora las palabras de Shura, "nunca aprenderás, Billy, nunca aprenderás" tenían todo su sentido.
-¡Ha llegado el pez gordo! – le anunció Shiro a Shura cuando dio una vuelta sobre sí mismo para explotar su bola trescientos.
-Sí, ya he notado su entusiasmo, mírale parece un niño por primera vez en el circo –dijo Shura al tiempo que acertaba las siguientes bolas de espaldas mientras agitaba la mano saludando a su jefe a lo que Mephisto respondió moviendo su mano entusiasmado. – Je je. Casi parece que está esperando que le lancemos caramelos – y se volvió a dar la vuelta mientras acertaba tres bolas de un golpe.
-Shura, no deberías jugar así con él, es jugar con fuego.
-¡Pero me divierte y cuesta tan poco hacerle feliz! ¡Mira esto!
Dio un salto mortal hacia delante mientras con una ráfaga de golpes daba a diez bolas de una vez.
Shiro se rio de las ocurrencias de su pupila e impulsándose hacia su izquierda giró sobre sí mismo dando cuenta de la siguiente ráfaga.
El público enloqueció pero su entusiasmo empalidecía ante los chillidos y aplausos del director.
Ahora Shura de rodillas en el suelo batía sus brazos de derecha a izquierda volteando las bolas bajas mientras Shiro hacía explotar las altas.
El público pedía más y más, pero ambos sabían que siempre es bueno parar antes de caer en la monotonía o en la repetición.
Así que con un movimiento grácil saltaron hacia atrás mirando a su audiencia al tiempo que agachaban sus armas y ambos hacían una gran reverencia a su público mientras las bolas caían a su alrededor sin darles. Se habían puesto en el punto ciego de la maquina.
-¡Bravo, bravo! –les saludó con energía Mephisto cuando ambos salieron de la jaula mientras Yukio solicito les acercó dos botellas de agua y toallas.
-¡Habéis estado geniales! –les dijo entusiasmado Yukio mientras su padre le revolvía el cabello y Shura mostraba el símbolo de la victoria. – Ahora ya sé lo que hay que hacer, el señor Pheles me ha explicado como competir en modo colaboración.
Maestro y alumna miraron a Mephisto quien se tocó el ala del sombrero al tiempo que guiñaba un ojo.
-Miedo me da lo que te haya enseñado – y Shiro dio un gran trago de agua mientras Mephisto ponía cara de ofendido.
-Por supuesto que se lo habrás explicado bien- medió Shura poniendo esa voz dulzona que encandilaba al director-, pero me temo que Yukio no es rival todavía para mí. Además antes debe ganarse mi confianza derrotándome en un reto individual.
-Ya verás como te gano la próxima vez – soltó con espontaneidad Yukio y al ver como los tres adultos le sonreían solarizándose notó como las mejillas le ardían aunque no pudo dejar de pensar: "te ganaré y te dejarás de burlar de mi y de ponerme motes raros"
Apretó los puños con determinación, pero al notar como unos ojos inquisitivos le miraban divertidos de soslayo, escondió sus manos a los lados mientras oía con claridad una risita solapada del director.
-Por supuesto que algún la derrotarás, Okumura, mientras es bueno que sepas contener esa furia.
