Luciano podría haber desarrollado alguna especie de tic nervioso, como un ojo que guiña solo o espasmos, incluso convulsiones. Curiosamente, solo ocurría cuando se hallaba en un radio donde podía captar sus estupideces.

Pero hoy se pasó.

Y todo comenzó con un "te escribí una canción".

Ahora definitivamente se arrepentía de no haberse escondido debajo de una roca o corrido hasta un acantilado para hacer un buen clavado suicida.

−Arriba las manos los apostólicos romanos, arriba las manos los apostólicos romanos~ ¡El que no hace palmas... es hijo del diablo!

No estaba seguro de qué era peor. Verlo bailar y cantar esa cumbia que trágicamente seguía, o el hecho de que estaba vestido aun con la ropa de papa, como si las usara las 25 horas del día a pesar de que no era su único trabajo como país.

−Francisco primero... ¡Te quiere el mundo entero~! Por derecho divino, el papa es argentino...

Cumbia papal. Tendría pesadillas con aquella canción durante toda su existencia. Con la canción y con la forma en que el argentino le bailaba tratando de no matarse con lo que el brasilero juraba que era un vestido. No, ropa santa le decía el otro.

-Brasilero, brasilero, que amargado se te ve... tenemos a Pancho primero, que es más grande que Pelé. Brasilero, brasilero, que amargado se te ve... Maradona y Pancho uno son más grandes que Pelé... Brasilero, brasilero, que amargado se te ve... Messi, Maradona y Pancho son más grande s que Pelé...

Luciano no sabía si debía reírse o comenzar a golpearse la cabeza contra una pared. En serio. Esto era muy bizarro. Odiaba a su vecino. Especialmente porque comenzaba a hacerle gracia, incluso si el objetivo era restregarle por la cara sus logros.

-El que no se mueve... es amigo de Judas~