Resumen: Porque para mí, no hay tortura física o mental más grande que tu mirada. DRARRY. REEDITADO
Disclaimer: El universo de Harry Potter no me pertenece, todo es propiedad de Rowling y Warner Bro.
Notas de la autora: Bueno acá vuelvo con otro fic, este es mucho más largo que el primero y un poquito triste; pero representa, en mi humilde opinión, lo que Draco sintió en ese fatídico sexto año por su misión. Los sentimientos hacia Harry son de mi invención y aunque no figuren en el libro, supongamos que sucedió, yo sigo convencida que se aman (soñar no cuesta nada ¿no?) XD Espero que les guste. ¡Cualquier error de redacción es culpa del teclado! XD
Notas del capítulo: Bueno como prometí, voy a hacer la continuación. Pero cuando la escribí decidí que podía agregar más a este capítulo, ya que dividí la historia en dos capítulos. Uno ubicado en el sexto libro y el otro en el séptimo. Así que si ya lo has leído antes, te pido que lo releas. Sin más, espero que lo disfruten.
Tu mirada, mi mayor perdición
Como cada maldito día, me levanto con la sensación de que hoy será el peor de la semana. ¡Y eso que sólo es lunes! Monótonamente me ducho y visto con el uniforme escolar, preparándome para la tortura diaria.
En la puerta de la sala común de Slytherin veo a Crabbe y Goyle, ambos hablan animadamente de lo único que los hace feliz, comida y molestar a alumnos de primero. En otro tiempo me hubiera parecido divertido y habría dado ideas de a quién joderle la existencia, pero hace mucho que mi vida dejó de ser eso justamente, una vida.
Nos dirigimos al gran comedor y siento que ellos cambian su buen humor por uno de fastidio, es que saben lo que les espera en sus horas libres, tediosas guardias en la puerta de la sala multipropósito con poción multijugos fingiendo ser inocentes alumnas de primero, mientras yo me encargo de mis asuntos.
Llego a mi lugar habitual en la mesa, junto a Pansy y Blaise y sin poder evitarlo dirijo mi mirada hacia la mesa de Gryffindor. Ahí te veo, hablando animadamente con la comadreja y la sabelotodo, de vaya a saber qué. Pero lo único que sé es que te ves tan feliz, tan radiante y hermoso… ¡No! Basta Draco, tenés que dejar de lado todo ese estúpido sentimentalismo Hufflepuff, que sólo te lleva a un abismo en el cual estás sólo, como siempre.
Trato de ingerir aunque sea algo en mi estómago, porque más tarde no habrá almuerzo ni cena, sólo una estúpida misión que cumplir, por un más que chiflado mestizo con aires de grandeza. Pero aún sabiendo esto, sé que haré lo que él me ordenó. Porque no es mi vida la que trato de salvar, como bien sé ya no tengo una vida propia, de hecho dudo haberla tenido en algún momento. Siempre he seguido las órdenes de mi padre, constantemente he tratado de hacerlo sentir orgulloso, pero fracasando en el proceso. Porque sé que nunca podré cumplir sus expectativas. Y ahora también se suman las órdenes de "mi señor". Como lo odio, en serio daría lo que sea por verlo muerto.
Sin embargo, aquí estoy, tratando de arreglar un estúpido armario para salvarle la vida a mi madre, mi querida y santa madre, a la única que realmente le importa lo que pase conmigo. Y eso sólo sirve para darle otra maldita arma, con la cual torturarme, a ese enfermo con la pureza de la sangre.
Como cada día me quedo perdido en mis pensamientos, haciendo que Pansy se preocupe y Blaise me mire con dolor, ya que es como el hermano que nunca tuve y por lo tanto sabe qué es lo que ocurre conmigo, qué es lo que me inquieta. Pero como los fieles amigos que son, no dicen nada. Nunca lo hacen, saben que es un caso perdido darme fuerzas donde no las tengo. Donde nadie las tendría.
Y de nuevo levanto la mirada hacia la mesa de los leones y te miro. Cómo desearía que todo fuera diferente, que no existiera un jodido Lord Oscuro, que no pertenezca a una familia que repudia todo lo que tus iguales defienden, que no me miraras de ESA manera. Porque es mi perdición, esas dos orbes verde Slytherin son mi maldita perdición. ¿Qué irónico no? El Elegido, el niño de oro, rey de Gryffindor y que sus ojos sean del mismo color que representa su opuesto, al "enemigo".
Tan ensimismado estoy que no me doy cuenta de que levantás tu mirada hasta que la veo, es "la mirada". Esa que me dice que sabés que estoy tramando algo, que hagas lo que hagas me vas a detener, evitando que haga daño a quiensea que esté tratando de herir. Esa mirada que sólo refleja odio y asco hacia mí y que me lastima más que cualquier castigo físico o mental al cual se me someta.
Porque sí, te amo. No sé cómo ni cuándo pasó, pero de lo que sí estoy seguro es que haría lo que fuera por verte sonreír, aunque sea una única vez para mí. Por ver en tu mirada amor, ese amor que le regalás a cualquiera menos a mí. Pero es imposible, es tan improbable como tener éxito en mi misión, tan imposible como saber que todo va a estar bien una vez que la guerra termine y que mi familia y yo tendremos una segunda oportunidad. Porque sí, vas a ganar. Serás el que venza de una jodida vez a ese terrible demonio. Tu valor, poder, fuerza y suerte superarán cualquier magia tenebrosa con la cual te enfrentes a él. Y como un dominó, harás caer a todos los que siguieron sus pasos, incluyéndome. Sin importar el motivo por el que nos encontrábamos algunos ahí.
Bajo mi mirada hacia mi plato y pienso si pudieras salvarme, así como has salvado a tantos anteriormente. ¿Podrías ofrecerme una alternativa a esto en lo que me convertí por los errores de alguien más? ¿Me ofrecerías protección? Pero no, sé que no lo harías y de alguna extraña manera tampoco la aceptaría, porque lo último que deseo que sientas por mí es lástima.
De nuevo levanto la vista, para ver que ya no estás mirándome. En cambio, estás sonriéndole y babeando frente a la zorra de la comadreja junior. Y no lo entendiendo, en serio no lo hago. Cómo alguien que tiene a más de medio colegio detrás puede interesarse por una que no le llega ni a los talones, una mujer que conoce más camas que un medimago de San Mungo. Valés muchísimo más que ella y te mereces a alguien que sólo tenga ojos para tu persona, alguien por quien seas su único universo y lo diera todo por tu felicidad, alguien como… yo. ¡Basta! Porqué hoy no puedo dejar de mortificarme con tristes y desgarradores pensamientos. Sin duda estaba en lo cierto, hoy será el peor día de la semana.
Tengo que convencerme de que no siento nada más que odio y repugnancia por vos. Que no me importa si tratas de atraer incluso la atención del calamar gigante, no me importa. Te odio y sólo eso, no hay ningún otro sentimiento en mí. Pero ya no puedo engañarme más, no cuando veo como tocás la mano de Weasley y ella te mira como sabiendo que al fin lo logró, te tiene donde siempre te quiso. Y duele más que nada en la vida, debido a que esto sólo sirve para tirar todas mis esperanzas y falsas ideas de que te detesto. Porque te amo, no puedo negarlo más y te has vuelto tan indispensable para mí como el oxígeno, como el sol para las plantas o el agua para una criatura acuática. Y sin importar cuánto lo haga, sólo sentirás odio por mí. Ni siquiera se me pasa por la cabeza la idea de decirte cómo me siento, porque sé tú respuesta y qué caso tiene luchar por algo que está perdido desde que comenzó.
Será mejor que deje de pensar en esto, antes de que una indecorosa lágrima escape de mis ojos y me enfoque en lo que importa. Poner a salvo mi familia y ya se verá que pasa después. Tal vez algún día te diga lo que siento, pero por ahora me conformo con verte a la distancia y rogar a cualquier deidad existente que no vuelvas a mirarme como lo hacés siempre, que me perdones por todo lo que me he visto forzado a hacer y por todo lo que haré.
Me levanto de mi asiento y me dirijo a mis clases, unas que no me ayudarán a terminar con mi misión pero deberían servirme para relajar mi mente unas horas; hasta que el pánico, la desesperación y el miedo vuelvan a recorrer mis venas otra vez, sabiendo que el tiempo se me acaba. Unas clases en las cuales mi única preocupación tendría que ser la de obtener buenas calificaciones. Sin embargo, no sólo tendré que esforzar mi cabeza al máximo con ideas para reparar el armario, sino que también tendré que luchar con tu mirada y lo que me hacés sentir con ella.
Se me acaba el tiempo, es lo único que sé con certeza. Aún no he encontrado la forma de reparar el condenado armario, ni he podido matar al viejo bonachón de Dumbledore. Aunque eso es algo que no me sorprende, sé que no soy capaz de hacerlo. No importa cuán patético, manipulador y demente lo considere, no importa que sea una de las personas que menos me agrade, porque sé que aun así no podré hacerlo.
Gracias a mi máscara de frialdad, a los prejuicios que demostré tener hacia sangre sucias, mestizos y muggles, a todo el daño que le he hecho a muchos burlándome por cosas de tan poca importancia como el dinero y la influencia, cualquiera diría que sería sencillo para mi matar a un simple anciano que se vuelve cada vez más débil. Pero no lo es, simplemente no puedo hacerlo. No quiero convertirme en un asesino, porque entonces no habrá retorno. Perderé lo único que me queda limpia aún, mi alma.
El tiempo se me agota y ya he perdido la cuenta de las amenazas que he recibido de parte del Señor Tenebroso. Y es en cada una de ellas en las que me quiebro, porque sé que mi madre está sufriendo, que la está torturando con miles de maldiciones oscuras, unas más crueles que otras y yo sólo puedo sentirme impotente, sin poder ayudarla.
Hoy he recibido un ultimátum, si no reparo el armario para dentro de un mes él matará a mi madre y eso es lo único que necesito para que toda esta desesperación y miedo dentro de mí se libere de la única forma posible, con lágrimas. Y no quiero llorar, porque sé que una vez que comience no podré detenerme. He tratado con todas mis fuerzas de contenerme, mas no lo consigo. Las muy traidoras se escapan de mis ojos y el llanto comienza.
A mi lado escucho la voz de la única ¿persona? No sé si clasifique como tal ya que hace mucho que ella murió, pero aun así, demuestra más preocupación por mí que nadie. Si en otro momento me hubieran dicho que utilizaría la compañía del fantasma de Myrtle la llorona para liberar mis problemas y encontrar consuelo, hubiera Cruciado al muy chistoso. Sin embargo, eso es lo que he estado haciendo. Siento que es la única que me escucha sin juzgarme por lo que debo hacer.
Sé que está tratando de darme ánimo, me dice que no llore, que todo estará bien. Pero no lo estará. Nunca lo va a estar. Y una vez más no me equivoco, porque al levantar mi mirada y posarla en el espejo del lavatorio te veo. No sé cómo ni cuándo has entrado, lo único que sé es que ésta, sin duda es la última manera en la que hubiera deseado que me encontraras.
Al principio veo sorpresa en tu mirada, sin duda te debe parecer imposible que el príncipe de hielo esté llorando como un niño. No obstante, te reponés de inmediato y es ahí cuando veo en tus orbes "la mirada". Y ahora lo sé, la pregunta que me había planteado antes tiene una respuesta y es no. No me ayudarías, no me salvarías de mi misión ni me ofrecerías protección.
Así que no tengo opción, tengo que sacarte de acá y la única manera de hacerlo es hechizándote, porque no soportaré ni un segundo más esta humillación. Sin pensarlo siquiera, toda esta desesperación se transforma en ira, por lo injusta que es mi vida... por lo que sufre mi madre por mis fracasos y los de mi padre... por el amor que siento hacia tu persona y que nunca será correspondido...
- Cruc...
- ¡Sectumsempra!
Pese a que tenía el tiempo a mi favor para hechizarte, no pude terminar el conjuro. Sólo con verte supe que no podría hacerte daño, no a lo que más amo en la vida. Sin embargo, el tuyo sale con toda la fuerza posible, con el más puro odio y me da de lleno en el pecho y el rostro.
Lo que sigue a continuación no lo tengo muy claro. Escucho gritos, probablemente de Myrtle, te siento agacharte a mi lado, susurrando que no querías hacer eso, a alguien entrar al baño... Y es en ese momento que mi mente piensa que tal vez si muero todo termine, no habrá misión que cumplir, ni nadie a quien matar. Pero el destino no lo quería así, no me iba a salvar tan fácil de todo.
Despierto en la enfermería. Mi padrino, Severus, me pone al tanto de lo ocurrido pero ya no lo escucho, estoy perdido en mí mismo. Es que todavía no me creo que estuviste a punto de matarme, sé que no tenías idea de cuál era el efecto del hechizo, pero aun así tu odio hacia mi persona es tan fuerte que te permitió conjurarlo. Y eso... eso me hace más daño que el efecto de este en sí.
No importa, ya nada importa. Sólo debo preocuparme por la misión que se me ha encomendado, para así salvar a mis padres. Lo demás quedará relegado en el fondo de mi mente. Así que comienzo a pensar cómo reparar el armario y una manera de eliminar al viejo.
Es el día, al fin lo he logrado y el Lord está al tanto de esto. He podido arreglar el armario y los Mortífagos atacarán hoy. Se me ha ordenado estar dentro de la sala de Menesteres, para recibir a la tropa que viene a combatir. Todo se convierte en caos una vez que salimos de la misma; el castillo ha sido reforzado, lo que me hace pensar que hay un traidor entre las filas del señor tenebroso, porque es imposible que, justamente el día del ataque, haya más protección dentro del colegio. Y algo me dice que es alguien cercano al Lord, sólo los que atacarían hoy (además de Severus y yo) estábamos al tanto.
Miembros de la orden del fénix y algunos alumnos, pertenecientes al grupo que lideraste el año anterior contra la cara de sapo de Umbridge, están en plena batalla con los Mortífagos. Y no puedo evitar pensar que debés ser uno de esos alumnos. Sólo espero que nada malo te pase. Es lo único que pido. Con ese pensamiento, me dirijo a buscar al viejo y lo encuentro en la torre de Astronomía. Logro desarmarlo al instante, parece ridículo ¿no? Yo, un simple estudiante, desarmando al mago supuestamente más poderoso que existe, aquel a quién incluso el que no debe ser nombrado teme. Pero se ve débil, cansado y por algún extraño motivo nada sorprendido con mi aparición.
Hay dos escobas, así que le exijo que me diga con quién está y el maldito chiflado comienza a hablarme como si estuviéramos comentando el clima que hace. No tengo tiempo para sus delirios, he venido aquí para cumplir mi deber y así se lo hago saber, sin importar el temblor en mi brazo por el miedo, ni que mi varita esté cada vez más abajo por lo mucho que no deseo llevar a cabo esto. Sin embargo, él hace algo que me deja helado y me provoca cierta esperanza. Me ofrece ayuda, protección. Dice que no necesito ser un asesino, que nunca podría serlo y que puede protegerme, a mí y mi familia.
Pero cuando estoy por bajar definitivamente mi varita y aceptar la oferta, Bellatrix y otros Mortífagos entran y mi única oportunidad de escape se termina tan rápido como llegó. Lo que ocurre a continuación ni yo logro entenderlo, sin duda estaba pasando por una desesperación tan grande que lo último que recuerdo es a mi padrino diciendo que ya estaba hecho, lo cual me indica que él ha terminado con mi tarea.
Huimos por los jardines y de lejos escucho tu voz. Es entonces, cuando comprendo que debías haber estado en la torre en el momento que ocurrió todo, de ahí las dos escobas. La realidad me golpea fuertemente, ahora sé que nunca me perdonarás por lo que estuve a punto de hacer. Porque sí, estoy seguro de que estabas allí, que viste como desarmé al viejo y estuve a punto de matar a alguien que significó mucho para vos. Ni siquiera el que sepas que Voldemort estaba amenazándome y torturando a mis padres para que realice lo que se me pidió, hará que tengas piedad por mí.
Insultás a Severus y lo llamás cobarde, lo cual toca algo en la mente de mi padrino y se vuelve para hablarte, luego de ordenarme que escape con los demás. Y aunque suene tonto, ya que mi mente debería preocuparse por el castigo que se me avecina por no concluir mi tarea, aun así, lo único por lo que me preocupo es porque Severus no te lastime. Porque sí, sos fuerte y poderoso, pero nuestro profesor lo es más. Sino cómo se explica que él haya podido matar a tu querido director.
Sólo puedo implorarle a cualquier dios que estés bien. Pero aún más importante, que no me odies más de lo que ya lo hacés por todo esto. Pero no puedo engañarme, tu mirada nunca expresará otro sentimiento que ese para mí, ese sentimiento que me hiere más que nada en este mundo.
Notas finales: Bueno hasta acá el sexto año de Draco. En el próximo capítulo tendremos el séptimo año y el final feliz que prometí. Espero que les haya gustado lo que agregué a este capítulo. Si es así, hacémelo saber en un comentario, que éstos me alegran el día y me dan fuerza a seguir escribiendo.
Besito enorme y ¡nos estamos viendo!
