¡Hola a todos! ¡Aquí traigo mi segundo fic Glee! ¡Es una mezcla Samchel/Finchel que espero que os guste! ¡Dejadme un review con lo que os ha parecido, por favor!

PD: Ni Glee ni sus personajes me pertenecen =)

Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes

Cáp. 1- Amistad inesperada

Una chica morena terminaba de darse los últimos retoques a su maquillaje cuando alguien se acercó hacia ella.

-¡Ey!-saludó él, con su sonrisa de medio lado- Mucha mierda- dijo, para animarla.

Ella lo miró a través del espejo, con una sonrisa triste, para después bajar la cabeza y decir...

-La última vez que estuvimos aquí dijiste que me querías- recordó la morena, mirándole ahora directamente a los ojos.

En esta ocasión fue él quien bajo la cabeza, algo incómodo y sin saber qué contestar.

-Me gusta mucho tu canción-dijo, intentando cambiar de tema.

Aquellas palabras hicieron que ella se girase, mirándolo atentamente con un brillo especial en la mirada.

-Escúchala atentamente porque creo cada palabra de ella.

A continuación, los altavoces del auditorio anunciaron que su actuación iba a comenzar y ella se alejó, no sin antes lanzarle una última mirada, asintiendo en silencio y dejando al chico confuso y sumido en sus pensamientos. Sin más, comenzó a caminar lentamente hacia el centro del escenario, dónde todas las personas allí presentes comenzaron a aplaudir, expectantes. Cuando estuvo colocada frente a su micrófono decorado con purpurina, lanzó una mirada nerviosa a su profesor, que le sonrió, en señal de aprobación, provocando una sonrisa en ella al tiempo que las primeras notas de su canción comenzaron a sonar.

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-¡Señoras y señores, nosotros somos los New Directions! –exclamó ella emocionada, al tiempo que corrió a colocarse el micrófono, para interpretar la siguiente canción.

Rachel volvió en ese momento a la realidad, encontrándose en el aula de ensayos del Glee Club, que ahora estaba vacía, después de que todos votasen por ella como "Jugadora más valiosa" y la felicitasen por su buena actuación en los Regionales. La morena no pudo evitar que una lágrima de emoción se deslizase por su mejilla, al tiempo que admiraba sonriente su pequeño trofeo en forma de estrella. Por fin había conseguido aquello que tanto ansiaba secretamente desde que se inscribió en el Glee Club: ser aceptada y que sus compañeros reconociesen su talento. Rachel sonrió por última vez, antes de abandonar el aula. Después de todo, aquel día no había sido tan malo. Finn ahora estaba con Quinn y la morena sabía que era cuestión de tiempo que hicieran su relación oficial pero él la había mirado cuando interpretaba su solo y ella había sentido la misma conexión que cuando cantaron a dúo Faithfully. Rachel tan sólo esperaba que Finn se diese cuenta de que aún la quería antes de que fuese demasiado tarde para los dos.

Tan sólo a unos metros de allí, una pareja discutía junto a las taquillas.

-¡¿Puedes hacer el favor de parar? ¡Me tienes harto con tus bromas sobre mi boca, Santana!- le espetó Sam, cada vez más enfadado.

-¡Ey! ¡Tranquilo, labios de rana! ¡No te lo tomes como algo personal!- respondió la morena, limándose las uñas sin mirarle, restándole importancia al asunto.

-¡Por supuesto que es algo personal! ¿Es que no te das cuenta de lo molesto que es?- preguntó él, perdiendo la paciencia al ver que ella seguía sin prestarle atención-¿Sabes qué, Santana? Puede que parezca tonto pero no lo soy y ya hice demasiado el ridículo con el tema de Quinn. Quería esperar a que pasaran los Regionales pero ya estoy harto de seguir fingiendo. ¡Esto se termina aquí, Santana! ¡Búscate otro chico al que manejar como a una marioneta y que te sirva de tapadera para ocultar la realidad!- dijo el rubio, con decisión, cerrando su taquilla de un golpe y dejando a la chica totalmente sorprendida.

-¿Cómo? ¡No sé de qué realidad hablas!

-¿Crees que soy ciego? ¡Vi como la semana pasada mirabas a Brittany! ¡La señorita Hollyday te ayudó a expresar tus sentimientos mediante una canción! ¡Tu relación conmigo es sólo una tapadera!

-¡¿Qué? ¡¿De dónde has sacado una cosa así?- quiso saber la morena, algo inquieta.

-No hace falta ser muy observador para darse cuenta, Santana- dijo él, más relajado.

-Me da igual lo que digas, siempre será tu palabra contra la mía y…

-Santana, no pienso contar nada de esto a nadie…- le interrumpió él, poniendo una mano sobre su hombro.

-¿Cómo?- preguntó ella, muy sorprendida- pero… yo… escribí esa canción, te dejé en ridículo enfrente del club… ¿no quieres vengarte?

-¿Sabes una cosa? No es mi estilo. En mi opinión, es mejor ser fiel a tus principios y vivir la vida según te vienen las cosas. De modo que… ¿Amigos?- le preguntó él con una sonrisa.

-Amigos- respondió ella, con una sonrisa- ¡Pero esto no acaba de pasar para el resto del mundo o lo negaré, labios de rana!

-¡Lo capto, Santana! ¡Pero deja de llamarme así!

-Supongo que podría intentarlo… ¿te importa que le diga a la gente que te dejé yo? No quiero que se burlen más aún de mí en este instituto.

-Por mí no hay problema… me voy, Santana, hasta mañana.

Sam se despidió de ella, cogiendo su mochila y desapareciendo tras la puerta principal.

-¿Y ahora que hago?-se preguntó ella, algo nerviosa- ¡Ya no tengo pareja para el baile y es en un mes! ¡Encima Britanny sigue con Artie!- se lamentó, bajando la cabeza pero unos segundos después volvió a alzarla con una sonrisa juguetona en los labios- No, de eso nada. Es posible que lo mío con Sam haya terminado, iba a ser así tarde o temprano pero Santana López nunca se da por vencida cuando quiere algo de verdad. Me cueste lo que me cueste, voy a conseguir que vuelvas conmigo, Britt. Muy bien, creo que ya tengo un nuevo objetivo: conseguir pareja para el baile.

Dicho esto, Santana se giró con una sonrisa triunfante en la boca, dejando el McKinley completamente vacío.

Por otra parte, en los aparcamientos del instituto, Rachel comenzó a caminar con paso ligero hacia su casa. Hoy era un día de éxito y sabía que sus padres querrían celebrar por todo lo alto el triunfo de su pequeña estrellita. Rachel siguió sumida en sus pensamientos, cuando el sonido del claxon de un coche hizo que diese un brinco de sorpresa, para después girarse para gritar al idiota que la había asustado de aquel modo.

-¡¿Pero qué demonios…?

La morena se detuvo al darse cuenta de que se trataba de Sam Evans, su compañero en el Glee Club con el que apenas había intercambiado un par de palabras en todo el año que llevaba en el coro.

-¡Perdona, Rachel! ¡No quería asustarte! ¿Te vas a casa?

-¡Oh! ¡No pasa nada!- contestó ella, algo sonrojada- Sí, ya me marcho. ¿Por qué?

-No es nada, tan sólo me preguntaba si querrías que te llevase en mi coche- respondió el rubio, con una amplia sonrisa.

Rachel le devolvió la sonrisa, con algo de timidez.

-Bueno, yo… no sé, no quiero entretenerte y que tengas problemas luego en casa.

-¡No seas tonta! ¡Tan sólo serán unos minutos y créeme que mi madre me mataría si se entera que no acompañé a casa a una chica tan hermosa!

La morena no pudo evitar ruborizarse antes sus palabras, para después subir al asiento del copiloto, mirándole agradecida.

-Gracias, Sam, es todo un detalle de tu parte.

-No es nada, Rachel.

A continuación, el rubio reanudó la marcha, al tiempo que subía ligeramente el sonido de la radio, mientras que el tema Firework de Katy Perry comenzaba a sonar y Rachel empezó a cantarla tan sólo segundos después. Tras el estribillo, Rachel se giró para descubrir a Sam, que la miraba con una sonrisa.

-Me encanta esta canción- confesó ella, con las mejillas sonrojadas.

-A mí me gusta oírte cantar. Me encantó tu interpretación de este tema en el día de San Valentín y el solo de hoy en las Regionales. Tienes mucho talento, Rachel, en serio- le dijo él, con una sonrisa sincera.

-Gracias, Sam, eres un encanto.

Los chicos empezaron a cantar la canción mientras se sonreían, para después reanudar la marcha, sin advertir que Finn los había observado a lo lejos, frunciendo el ceño, muy confuso. ¿Desde cuándo Rachel y Sam eran amigos? Por lo que él sabía, apenas se habían dirigido la palabra en todo el curso y ahora cualquiera que los hubiese visto en ese coche diría que son los mejores amigos o quien sabe si algo más. El moreno apretó los puños de rabia ante ese pensamiento, sin poder evitar que un nudo se instalase en su garganta. Justo en ese momento, los gritos de Quinn le devolvieron al mundo real.

-¡FINN HUDSON! ¿ME ESTÁS ESCUCHANDO?

-¿Qu… qué? ¡No, perdona! ¡Estaba distraído!

-¡Cómo no!- le espetó ella, claramente ofendida- ¡Te decía que ya que las Regionales han pasado es el momento perfecto para hacer oficial nuestro noviazgo!

Tras oír aquellas palabras, el estómago de Finn se retorció más aún, sintiéndose incómodo y nervioso al mismo tiempo, por la reacción que su relación con Quinn tendría para todo el instituto y en especial para Rachel, a la que no quería dañar por nada del mundo.

-Sí, cla… claro… supongo que tienes razón- dijo él, frunciendo el ceño.

-¿Qué pasa ahora, Finn? ¡Acordamos que lo haríamos tras las Regionales!

-¡Ya lo sé, Quinn! ¡No soy idiota! Es sólo que…

-¡Rachel! ¡¿Otra vez me vas a hablar de ella? ¡Ya estoy harta de que siempre esté entre medias de nosotros, Finn!- le recriminó ella, con lágrimas en los ojos, muy ofendida.

-¡No te pongas así, Quinn! ¡Tan sólo quiero que sufra lo menos posible! ¡Es sólo eso!

-¡Vale, pero yo ya me he cansado de esperar! ¡O lo anunciamos esta semana o lo nuestro se acabó! ¡Tú mismo!

Finn sintió de repente el impulso de contestarle y acabar con aquella relación que parecía ir cada vez peor. Sin embargo, por muy estúpido que parecieses algo le empujaba a seguir a su lado. ¿Tal vez era porque se sentía demasiado solo sin Rachel? Era posible, pero de momento no se sentía preparado para perdonarla, a pesar que su actuación de hoy le había llegado a lo más profundo del corazón y se había sentido un poquito más cerca de ella, desde el otro lado del escenario. Finalmente, bajó la cabeza resignado, aceptando su derrota y pronunciando las palabras que ella deseaba escuchar.

-De acuerdo, Quinn. Tú ganas, lo anunciaremos la semana que viene en el Glee Club.

-¡Eso está mucho mejor, Finn!- respondió ella, abrazándose a él- ¡Ya verás como pronto recuperamos el lugar que nos corresponde en la pirámide social del instituto! ¡Seremos el rey y la reina del baile!

Finn sonrió con amargura al pensar en lo mucho que significaba para ella la popularidad y la imagen que proyectaban como pareja. En otros tiempos él habría reaccionado como ella, pero ahora tenía otras cosas en la cabeza. Una persona en concreto, para ser exactos: Rachel Berry.

Sam aparcó el coche a un lado de la acera, frente a la casa de Rachel.

-Bueno, pues esta es mi casa…- dijo ella, sin saber qué más añadir a la conversación.

-Sí…- respondió él, algo decepcionado al saber que ya tenían que separarse.

A pesar de que apenas habían hablado un par de veces, Sam siempre había admirado a Rachel Berry por su enorme talento. Por más que intentara buscar una explicación, no entendía como todo el instituto podía pensar que Rachel era odiosa. De acuerdo, tal vez a la morena le gustaba mandar y quedarse con todos los solos, pero el rubio intuía que había mucho más detrás de aquella chica y ahora sabía que estaba en lo cierto. El camino hasta su casa, lejos de convertirse en un infierno en el que sólo hablaba Rachel, había sido agradable y entretenido. Sin duda Rachel tenía buen gusto para la música y adoraba casi tanto como él la película Avatar. Ese pensamiento hizo que Sam sonriese, pensando que tal vez no estaría mal la idea de conocer a Rachel un poco más. El rubio despertó del trance al sentir el suave roce de la mano de ella contra su brazo derecho.

-Esto… ¿Sam? ¿Estás bien?

-¡Oh! ¡Perdona! ¿Qué me decías?

-¡No es nada, tranquilo! Tan sólo me despedía, nada importante- le aclaró ella, con una sonrisa tierna.

-¡No digas eso! ¡Para mí si es importante! ¡Vamos, te acompaño hasta la puerta!

-¡Pero…!

-¡Ni peros ni nada! ¡Vamos!

Los chicos bajaron del coche y se dirigieron hacia la casa de Rachel, donde sus padres observaban discretamente a los chicos desde la ventana del salón, con una enorme sonrisa en sus rostros.

-¿Tú crees que…?- comenzó Leroy, entusiasmado.

-Tal vez… pero debemos ser prudentes o podríamos estropearlo todo- respondió Hiram, palmeando la espalda de su marido.

Los dos hombres no pudieron seguir hablando, ya que llamaron al timbre en ese preciso momento.

-¡Hola, princesita!- saludó Leroy a su hija, besándola dulcemente en la cabeza.

-Hola, papi…- respondió ella, sonrojándose y mirando a Sam de reojo, que parecía estar encantado de estar allí.

-¡Ups! ¡Perdónanos, cielo! ¡No sabíamos que traías compañía!- se disculpó Hiram, que miraba a Sam lleno de curiosidad.

-No pasa nada… papá, papi… este es Sam, un amigo del Glee Club- dijo Rachel, mirando a Sam algo nerviosa.

-Es un placer conocerles- dijo Sam, con una sonrisa suave, tendiéndoles la mano.

-Lo mismo te digo, muchacho- respondió Hiram, estrechando la mano del muchacho.

-¡Sí, es un placer conocerte!- añadió Leroy, dándole otro apretón de manos- ¡Bueno, estrellita! ¡No creas que nos hemos olvidado! ¡Hoy es tu día y tenemos que celebrarlo por todo lo alto!- exclamó, con una gran sonrisa, admirando el trofeo que de MVP que había ganado su hija- ¿Dónde quieres que vayamos a cenar esta noche?

-Eh… yo… no sé…

-¡Podemos ir a ese restaurante vegetariano que tanto te gusta!- le dijo Hiram, rodeando el hombro de su esposo con un brazo.

-¡Sí, es verdad! ¿Sam, te quieres venir?

-¿Yo?- preguntó el rubio, sorprendido- Oh, no, no quiero molestar. Además, me esperan en casa y…

-¡No hay problema! ¡Iremos a tu casa antes de salir para que puedas avisar a tus padres!

-Yo… no sé…- consiguió decir el rubio, algo nervioso.

-¡No seas tímido! ¡No mordemos ni nada parecido! ¡Prometemos traerte pronto de vuelta!

-¡Papi, os ha dicho que no puede!- contestó Rachel, mirando a Sam con ojos de disculpa.

-Bueno, en realidad no he dicho que no pueda…- respondió él, mirándola con una sonrisa.

-Sam… ¿en serio querrías venir?- preguntó ella, totalmente sorprendida.

-Bueno, ¿Somos amigos, no?

Rachel asintió, con lágrimas de emoción al borde de sus hermosos ojos marrones.

-Sí, claro que sí…

-¡Entonces no se hable más! ¡Sam, te vienes con nosotros!- exclamó Leroy, entusiasmado.

Rachel miró sorprendida a sus padres, que siempre la habían protegido en exceso del resto del mundo y en especial de los hombres. Le parecía casi imposible creer que se encontrase ahora junto a Sam en un mismo coche, rumbo a su casa. Una vez la madre de Sam le dio permiso para cenar fuera, se marcharon al restaurante favorito de Rachel, que se encontraba en un pueblecito de Ohio, al lado del mar. La noche pasó volando para los chicos, que se sorprendieron ante la cantidad de cosas que ambos tenían en común y la conexión especial que les unía. A pesar de que hoy había sido el primer día que habían mantenido una conversación más extensa del simple "hola" y "adiós", los dos sabían que hoy se había forjado una amistad inesperada entre ambos y algo les decía que aquello no había hecho más que comenzar. Al terminar la noche, cada uno en su casa se durmió con una gran sonrisa y sin sentirse solos por primera vez en mucho tiempo.

Una semana después, en la sala de ensayos del Glee Club todos esperaban la llegada del señor Schuester para comenzar la selección de canciones para los Nacionales. Quinn le dio un codazo a Finn y éste la siguió hacia el centro del aula, con resignación y sin quitar el ojo de encima a Rachel, que se encontraba charlando alegremente con Sam. Finn había notado que, desde hacía varios días, siempre que había buscado a Rachel la había encontrado con él, riendo animadamente o hablando sobre alguna película cuyo nombre él nunca conseguía recordar. Sin que pudiese hacer nada por evitarlo, algo en lo más profundo de su corazón se rompía al ver a Rachel tan feliz en compañía de un chico que no fuese él. La daga de los celos comenzaba a torturarle día y noche hasta que creyó que tal vez sólo se tratase de imaginaciones suyas y ellos sólo eran amigos. Rachel aún le quería, lo había visto en sus ojos el día de las Regionales. Ella no podría haberle cambiado tan rápido por otro… ¿O tal vez sí? La voz de Quinn pidiendo que le prestasen un poco de atención interrumpió todos sus pensamientos.

-¡Chicos, Finn y yo tenemos algo que anunciaros!- exclamó Quinn, con una sonrisa de superioridad.

Cuando tuvo la atención de todo el Glee Club, la rubia continuó.

-Bueno, como seguro que ya suponéis, Finn y yo queríamos confirmar el rumor y decir que estamos de nuevo juntos desde hace algunas semanas.

-Menuda bruja- susurró Lauren, quien se ganó una mirada de sorpresa de Rachel y la risa de Santana.

-Como decía-dijo Quinn, fulminando a la novia de Puck con la mirada- debido a esto, queremos anunciar nuestra intención de presentarnos a candidatos de rey y reina del baile de graduación y esperamos contar con vuestros votos como compañeros nuestros del Glee Club. Eso es todo.

Todo el Glee Club comenzó a cuchichear entre ellos, menos Rachel, que miraba fijamente la pared, conteniendo las lágrimas. A pesar de que había volcado todos sus sentimientos en aquella canción, habérsela dedicado y cantado frente a todo el mundo, todavía no era merecedora de su perdón. Rachel sintió que sus ojos se humedecían justo en el momento que una mano apretaba con delicadeza la suya. Rachel giró el rostro para encontrarse a Sam, que no se había separado de su lado y la miraba con preocupación.

-¿Estás bien? ¿Quieres salir un rato y hablamos?

-Estoy bien, Sam, no te preocupes. Las grandes estrellas deben aprender a controlar sus emociones.

Sam no pudo evitar sonreír al escuchar aquella frase y al ver lo exigente que era Rachel consigo misma.

-Eso es genial, pero no olvides que estoy aquí para lo que sea, ¿vale?

-Gracias, Sam.

Rachel acarició su mano, para después reposar su cabeza contra su hombro, sin percatarse de que Finn los observaba desde el otro lado de la clase, con los puños apretados de la rabia que sentía. ¿Quién se creía que era Sam para consolar a Rachel de aquella manera? ¿Desde cuándo el rubio se tomaba esas confianzas? Aquel día Finn Hudson se marcó un nuevo objetivo: descubrir que había realmente entre Rachel Berry y Sam Evans.

Cuando el ensayo del Glee Club terminó, Rachel se fue hacia el aparcamiento con Sam, que insistió en acompañarla. Tras despedirse del rubio, Rachel arrancó su coche nuevo, que había sido el regalo de sus padres por ganar los Regionales. Rachel encendió el estéreo y puso un cd que nunca se había atrevido a escuchar desde su ruptura con Finn. En él había una recopilación de todos los temas que cantaron juntos en el Glee Club desde el inicio hasta las Semifinales. Una vez llegó a su casa y aparcó el coche, las nubes grises que cubrían el cielo comenzaron a agruparse, oscureciendo el paisaje, al tiempo que se desataba una tormenta. La lluvia caía rápida y ligera, como las lágrimas de Rachel, que no tardaron en fluir descontroladamente por todo su rostro, destrozando su delicado maquillaje. La morena lloró y lloró durante minutos que le parecieron toda una vida, hasta que se encontró totalmente vacía, como le ocurría siempre que algo con Finn salía mal. ¿Por qué? ¿Por qué a ella sí y a mí no? ¡¿Por qué no puedes perdonarme, Finn Hudson? Rachel apoyó la cabeza contra el respaldo del asiento, intentando despejar su mente y aliviar su dolor. Su corazón le decía que una parte de ella siempre le amaría, pero otra por el contrario le animaba a continuar con su vida y dejarle libre para siempre. Tal vez aquello era lo que debía hacer, separarse de Finn y comenzar a vivir única y exclusivamente para cumplir todos sus sueños. Si él no había sido capaz de entender el significado de aquella canción, tal vez no era el chico apropiado para ella o quizá realmente era Quinn el amor de su vida y no ella, Rachel Berry, una perdedora del Glee Club. Rachel alzó el rostro con determinación, para después sacar el cd del reproductor, abrir la ventanilla del coche y arrojar el cd todo lo lejos que le fue posible. A continuación se puso su abrigo y salió corriendo hacia su casa, con una sonrisa. Ahora ya no era tiempo de lamentaciones, Rachel Barbara Berry debía reinventarse a sí misma y buscar su propia felicidad. Aquella tarde de tormenta se hizo una promesa: nunca más volvería a llorar por Finn Hudson.

Las semanas fueron pasando, tres para ser exactos, y las cosas no habían cambiado mucho para los chicos. Finn y Quinn seguían sosteniendo su relación de mentira, ella por conveniencia y él por resignación. Por otra parte, Sam y Rachel se habían vuelto inseparables, almas gemelas que siempre estaban ahí la una para la otra. La morena había encontrado un gran apoyo en Sam y sabía que con él podía hablar de cualquier cosa sin temor a que le pusiesen ninguna etiqueta. Por su parte, Sam cada día estaba más fascinado por Rachel y su personalidad. ¿Cómo podía ser Finn tan idiota y dejar escapar a una chica así? A medida que pasaban los días, el rubio tenía que hacer más esfuerzos para no pegarle una buena paliza por estúpido. Cuanto más conocía Sam de Rachel, más atraído se sentía hacia ella. Sí, aunque pareciese mentira, con el tiempo Sam entendió que Rachel Berry le gustaba, y demasiado. De modo que Sam Evans también se propuso algo: conseguir el corazón de Rachel y que fuese su pareja en el baile.

Por su parte, Santana había conseguido que uno de los nuevos integrantes del equipo de fútbol cayera en sus brazos y ya se había apuntado como pareja del baile. Santana observó encantada como Brittany la miraba con tristeza desde la distancia, al tiempo que Artie trataba de llamar su atención. Las miradas de las chicas conectaron un momento y ambas sintieron esa chispa que no podían sentir con nadie más. Sin embargo, Brittany retiró la mirada, indecisa, al tiempo que Santana tiró de su nuevo novio y ambos caminaron del brazo por todo el pasillo del instituto, donde la latina le lanzó a la rubia una última mirada, antes de girarse para continuar con su camino.

Al día siguiente, los chicos se encontraban en el ensayo del Glee Club, dónde el señor Schuester propuso que se juntaran en duetos con posibles propuestas para los Nacionales.

-¡De acuerdo, chicos! ¡Quiero que os juntéis en duetos y el elegido se interpretará en los Nacionales!

Los chicos comenzaron a gritar, entusiasmados con la noticia.

-¡Yo quiero cantar con Finn!- dijo Quinn, agarrando a su novio del brazo de forma posesiva.

-¡Lo siento, Quinn! ¡Se hará a sorteo! ¡El azar decidirá las parejas!

-¡¿Qué? ¡FINN! ¡DI ALGO!- le ordenó la rubia, que echaba chispas por los ojos.

-Sí, Quinn… lo que tú digas- dijo Finn, que miraba hacia otro lado, concretamente donde estaban Sam y Rachel.

-¡FINN!- le increpó ella, golpeando su brazo- ¿ME ESTÁS ESCUCHANDO?

-¡¿Qué? ¡Oh! ¡Perdón! ¿Hablábamos de las Nacionales, no?

-Sí, Finn. He decidido que se hará por sorteo y Quinn se niega, ¿tú tampoco estás de acuerdo?- le preguntó al profesor.

-¿Qué? ¡No! ¡Estoy de acuerdo en que se haga así!

-¡¿QUÉ? ¡Finn, eres mi novio! ¡Se supone que debemos de estar de acuerdo en estas cosas!- chilló ella, cada vez más enfadada.

-¿PODRÍAS BAJAR EL TONO, RUBITA? ¡Tu vocecita de niña histérica apesta!- le dijo Lauren, que se había puesto de pie y la miraba de forma amenazante mientras Puck la admiraba sonriente.

-¡No me das miedo, Lauren!-le espetó Quinn.

-¡Ya basta, chicos! ¡Siéntate, Lauren! ¡Los duetos se harán por sorteo y punto! ¡Mercedes, tú empiezas!

Mercedes fue hacia el sombrero que había sobre el piano y sacó un papel.

-¿Qué pone en el papel, Mercedes?

-Mike- contestó la morena.

-¡Genial! ¡Primer dueto: Mercedes y Mike!- anotó Will en la pizarra- ¡Tina, tu turno!

La chica asiática salió al escenario, algo nerviosa para finalmente tomar otro papel del sombrero.

-¿Tina? ¿Quién será tu compañero/a de dueto?

-Artie…- dijo la morena, en un susurro, mirando a su ex novio, que no sabía dónde mirar.

-¡Muy bien! ¡Lo anoto también aquí! ¡Puck, saca un papel!

-¡Lauren!- dijo el chico, sonriendo de forma traviesa a su novia.

-¡Genial! ¡Santana, ven aquí por favor!

Santana removió los papeles que quedaban y cuando leyó quien iba a ser su compañero de dueto, no pudo evitar sonreír.

-¡Brittany!- dijo la latina, sonriendo triunfal, mientras Quinn soltó un bufido.

-¡Ya sólo queda una persona por sacar papelito y la otra pareja quedará elegida. Finn, ¿puedes venir y escoger un papel?

Finn se acercó rápidamente hacia el piano y antes de meter la mano en el sombrero pidió un único deseo "Que me toque con Rachel, por favor". Tras remover un par de veces los papelitos, escogió finalmente uno y lo abrió apresuradamente, tanto que al final cayó al suelo y fue el señor Schuester quien leyó el nombre.

-¡Quinn!- exclamó, para felicidad de la rubia y desánimo de Finn, que miró de reojo a Sam, que miró a Rachel sonriente, mientras entrelazaban sus manos, provocando la furia del moreno, que se sentó al lado de su novia sin pronunciar palabra.

-¡Perfecto! De modo que los duetos quedan así: Mercedes y Mike, Tina y Artie, Lauren y Puck, Santana y Brittany, Quinn y Finn y Rachel y Sam. ¡Dentro de un par de semanas quiero que vayáis presentando vuestras propuestas y sólo me queda desearos mucha suerte y que gane el mejor!

Los chicos empezaron a salir antes de que Finn pudiese alcanzar a Rachel. Estos días las cosas habían cambiado radicalmente entre ellos y Finn no estaba dispuesto a dejarla escapar, de modo que tendría que ganar tiempo hasta que pudiese romper con Quinn y volver con Rachel. Finn se despidió de Quinn con un beso rápido para después dirigirse hacia las taquillas, dónde se encontraba la morena recogiendo sus cosas. Justo en el momento en el que iba a alcanzarla, el estúpido de Sam Evans, volvió a sorprenderla, tapando sus ojos con sus manos, desatando una sonrisa por parte de ella.

-¿Quién soy?- preguntó el rubio, con una sonrisa divertida.

-¡Sam!- dijo ella, girándose para quedar frente a frente con el chico- ¡Qué susto me has dado! ¿Ocurre algo?

-¡Perdona, Rach! ¡No quería asustarte!- se disculpó él, rascándose la cabeza- En realidad, quería comentarte algo…

-¡Oh! ¡Ahora entiendo! ¿Es sobre el dueto, no? ¡No te preocupes, ya estoy buscando temas que nos ayuden a ganar el concurso!- le aseguró la morena con una sonrisa.

-Todo eso es genial, pero no venía a hablar de eso- confesó él, cada vez más nervioso.

-¡Oh! Vaya… ¿De qué se trata, entonces?

-Rachel, yo… quería preguntarte algo…

-¡Claro, dime!- exclamó ella, muerta de curiosidad.

-En realidad yo me preguntaba… ¿Querrías ir conmigo al baile de graduación, Rach?