Puedes correr, puedes llorar, puedes gritar, puedes luchar, pero de qué sirve si cuando corres, no logras dejar atrás tu tormento, por más que te agotes y avances.
Si puedes llorar, pero al final no logras desahogarte.
Si gritas nadie está para escucharte.
Si luchas, no tienes a quien lastimar, no tienes la cara de tu enemigo, porque no hay ninguno, porque esa persona a la que tanto odias eres tú.
Tu construiste el infierno en el que vives, pero no hay escape no deslumbras salida alguna. Ahora no existe apoyo o alguien que te tienda la mano, porque, porque nadie te ve en la agonía en que estas hundida.
Y si te sientes encerrada en una pecera de cristal, puedes ver y te pueden ver con asombrosa claridad, pero no puedes sentir a tu alrededor, están tus cosas, pero no hay nadie, nunca antes has estado mas sola en tu vida, pero con tantos ojos fijos en ti, midiendo, juzgando, cada paso que das en tu pequeña cárcel de cristal.
Cuando te acercas a ellos con una emoción indiscutible, alzando los brazos , corriendo a la espera de que te reciban con el mismo gesto, corres, corres, hasta acercarte a tu cometido, pero no hay nada solo, la dura película cristalina que envuelve tu existencia.
