Ranma ½ pertenece a Rumiko Takahashi y en ningún minuto planeo auto adjudicármelos, le entrego todos los derechos a ella y a Viz Media©
Un padre no es el que da la vida, eso sería demasiado fácil, un padre es el que da el amor.
Denis Lord.
1.
Leves balbuceos llenaban el pequeño departamento, departamento mínimamente adornada, en el reducido espacio no colgaban más de dos fotos y un sillón junto a un sofá, una joven mujer estiraba sus piernas justamente en el sofá de color rojo, sin pasar a llevar el individuo entre ellas. El aburrimiento se cernía en ella, a pesar de estar absorta en el cuidado del bebe. Akane observó lo que se recostaba entre sus piernas, un pequeño infante de no más de unos ocho meses miraba con grandes ojos a su madre, su pequeña manito tiraba de los bordes de su ropa, con gran esfuerzo logro equilibrarse y mantenerse sentado por tres segundos para luego caer con ligereza hacia atrás. La risa de su madre lo hizo esbozar una sonrisa de forma cómplice. Akane no perdió tiempo y lo tomó entre sus brazos con amor, beso su frente y volvió a dejarlo en su regazo, aunque ahora aprisionándolo con sus delgados brazos.
—Mamá esta muy aburrida, ¿Kenichi quiere visitar al tía Kasumi y al abuelo?
El infante no parecía entender sus palabras pero si algo parecía entender era que una brillante sonrisa era algo bueno, contestó con un balbuceo intangible, acompañado de una pequeña risa infantil para luego terminar de gustando su propia mano con ahínco
—Kenichi quiere ir con mamá, así que iremos a arreglarnos.
Cargó a su hijo en brazos con gran destreza y recorrió el pequeño pasillo hasta dar con el cuarto principal y entre malabares y proezas logró sacar la ropa del clóset.
El pequeño solo reía cada vez que su madre maldecía entre dientes, tal como si se burlaba de ella.
Akane consideró adecuado un lindo traje azul para el pequeño y algo cómodo para ella. No es que dispusiera de tanto tiempo para vestirse si deseaba aprovechar el día, Nakano no estaba tan lejos de Nerima pero de todas formas tomaría tiempo y salir con su hijo era una gran proeza.
Con rapidez dejo al pequeño en su cuna, y paso por arriba de su cabeza la sudadera que usaría. Era bastante agotador, porque no debía perder de vista ningún segundo al pequeño Kenichi. Terminó con sus Jeans y fue el turno de él, con agilidad lo vistió.
Con el pequeño en brazos corrió hacia el baño a cepillarse los dientes. Aunque Kenichi mostraba signos de agotamiento y cargaba su cabeza en el hombro de su madre.
Realmente debería apresurarse, si algo había aprendido en sus días lejos de casa es que lo mejor era salir cuanto antes por el tiempo que demoraría la locomoción colectiva.
Enjuagó por última vez sus dientes y guardó todo lo necesario para su hijo, cosas como ropa de cambio, un biberón, pañales, baberos, etc. Con el bolso colgando de su hombro y el pequeño en brazos dormido tuvo que batallar para armar el coche y colocar a Kenichi dentro.
Cuando se encontró fuera del edificio logró tomar una gran bocanada de aire y caminar con tranquilidad hacia la estación de metro cercana. Se permitió observar a su hijo durmiendo pacíficamente, una sensación de orgullo la recorrió de pies a cabeza, colocó con cuidado la manta sobre él y lo arropó aun más cuando una fría ráfaga de viento lo hizo estremecerse. Lo amaba, su pequeña nariz, su linda boquita, su cabello tan negro como el de su padre, sus ojos claros ó eso deseaba creer, aunque todos dijeran que probablemente tendría ojos marrones como ella y que el color claro se debía mayoritariamente a que era un bebe y luego adoptarían su color verdadero, ella insistía en que los mantendría azules como Ranma, a pesar de que una ligera parte de ella le recordara que los ojos azules eran recesivos, y los marrones dominantes, de todos modos la esperanza es lo último que se pierde, si había una posibilidad Akane se aferraría a ella.
Con cuidado bajó con Kenichi las escalera y compró un boleto para el tren hasta Nerima y espero, afortunadamente el tren llego bastante rápido, pero si había algo que le molestaba de Tokio es que siempre le dieran la preferencia a los ancianos, ella lo entendía bastante bien, pero también se cansaba, viajar con un niño era agotador también, así que cuando una linda estudiante le cedió el asiento, se sintió satisfecha no pudo negarse cuando le pidió cargar a un dormido Kenichi.
—Es un bebe muy lindo, pero tiene el sueño bastante pesado, ¿no?
Akane sonrió de forma amistosa, su bebe parecía tan pequeño y dulce en los brazos de la joven, —Sí, bastante, pero cuando esta despierto es demasiado inquieto.
—Ya veo, voy a dejarlo en su coche, para que siga durmiendo.
Con suavidad dejó a Kenichi en su medio de transporte, y tomó su bolso nuevamente. —Eres bastante joven, y tienes un bebe, como a la antigua.
Akane mordió su labio inferior y meditó algunos segundos, es verdad, era joven, tan solo 21 años, no había terminado su carrera en la universidad, y ahora se dedicaba al cuidado de su hijo, pero ella era una chica moderna, no sería así toda la vida, ella también se haría valer, —Sí, un poco joven, pero realmente estoy feliz con mi hijo, cuando crezca un poco más terminaré mi carrera.
La joven levantó la vista, sus grandes ojos color zafiro resplandecieron, con nerviosismo sacudió su largo cabello negro, con una mueca incomoda abrió la boca, —Disculpa mi pregunta, pero ¿no estás casada? ¿Eres madre soltera?
Akane observó su mano derecha con nerviosismo una presión se instaló en su garganta y trato de responder, pero cuando lo intentaba, nada salía.
—¿dónde está él? – La joven parecía sinceramente compungida, era normal en una sociedad tan patriarcal como Japón, donde las madres solteras no eran tan comunes mientras que los abortos si.
—Bueno...él. – Por fin pudo pronunciar algunas sílabas, —Él...
—Lo lamento es mi estación.
Hizo una pequeña reverencia y corrió afuera del vagón, Akane se dejó caer en su asiento, con una actitud derrotada, la frase «estúpido Ranma» se repetía en su cabeza como un disco rayado, así que cuando identificó un balbuceo dirigió su concentración al pequeño en su carriola.
—¡Oh! Alguien despertó feliz.
Acarició su estómago y beso sus pies.
Algunas estaciones más allá, bajó del vagón en Nerima, pronto se encontró caminando en las calles bastante conocidas por ella, siguió por la calle principal y compró algunos insumos para la tarde, Kenichi parecía mirar todo con asombro, descubrir el mundo era su cosa favorita, ó eso pensaba Akane al ver a su bebé sentarse con dificultad y mirar todo con sus grandes ojos, continuó empujando la carriola demorándose un poco más en el trayecto, dando pasos lentos, enfocando su vista en las nuevas tiendas de las calles, así que cuando un joven con el ego del tamaño de China llegó a su lado, ni siquiera lo notó.
—Mi probé Akane, estas tan absorta en tu dolor que no notas la presencia de tu amado, yo te libérate de las garras de Saotome y vengaré tu honor por obligarte a traer al mundo a su hijo.
Kuno llevaba un atuendo normal, nada hakama, ni uniforme de Kendo, su polo celeste a juego con su pantalón blanco le daban un aspecto moderno, casi podía parecer atractivo, si no le resultará tan desagradable y repugnante. A pesar de su aspecto normal seguía llevando un bokken en sus manos.
—Hola Kuno-sempai, me gustaría quedarme a charlar, pero voy a visitar a mi familia.
Trató de desviar la carriola hacia el lado derecho de Tatewaki pero él le impedía el paso. Ella comenzaba a molestarse y realmente no tenía ánimos de pelear ahora mismo, así que contando hasta diez logro calmarse, —Por favor, Kuno, muévete.
Kenichi comenzaba a retorcerse en su asiento y denotaba que comenzaría a llorar, sus labios en un puchero y sus puños apretados eran pruebas suficientes y reconocibles para su madre.
—Akane, alma de tigresa, ven a mis brazos, comencemos juntos una nueva vida.
Con rapidez tomó los hombros de Akane, provocando un efecto cadena, en la que el efecto era el llanto de su hijo. —Nos iremos lejos.
El llanto de su hijo y lo exasperante de Tatewaki la colapso, con furia mando a volar al chico del bokken con una patada. Siguió con la vista a la figura que se perdió en el horizonte y luego examinó a Kenichi, sus mejillas estaban empapadas y continuaba llorando sin control, con suavidad lo tomó, mientras lo mecía le susurraba palabras cariñosas en el oído, poco a poco el llanto cesó y con un último beso lo dejo en su coche para continuar el viaje hasta el Dojô Tendô.
Cuando estuvo frente a su casa, golpeo con suavidad, su hermana mayor, siempre atenta a lo que ocurría en la casa la escucharía aunque no tocará, Kasumi era para ella la imagen materna, aunque le costaba admitirlo, Kasumi llenó el hueco que dejó la ausencia de su madre, así que cuando abrió la puerta con una serena sonrisa la abrazó con gratitud y cariño, tratando de compensarle todos esos años en casa.
—Akane, que bueno verte y a ti también pequeño Kenichi, papá estará feliz de verlos también. ¡Pasen, pasen!
—Gracias Kasumi, ¿hay alguien más en casa?
Se descalzo con rapidez, mientras Kasumi tomaba a su sobrino, eso le dio la oportunidad de cerrar la carriola.
Kasumi miraba con cariño a Kenichi, que posaba su pequeña mano en su mejilla y apretaba suavemente, Kasumi sonrió más ampliamente, provocando que el infante riera. Su risa alertó inmediatamente a Soun Tendô que se dedicaba a mirar el estante Koi, desde que su mejor amigo Genma Saotome, estaba de visita en la casa de su esposa, con la salida de Akane y los Saotome su vida se había vuelto nuevamente lenta y tediosa, aunque siempre contaba con el alivio de su nieto, era como un bálsamo para una quemadura, realmente aliviaba su viejo corazón, se giró con rapidez hacia la entrada, a pocos metros se encontraba Kasumi y Kenichi, y a un lado Akane, su hija menor, la primera en irse de casa, la primera en darle un nieto y aún así, su pequeña hija, la abrazo efusivamente, tratando de impregnarse de ella, para aun tenerla cuando volviera a su casa.
—Mi pequeña niña, ¿has venido con el pequeño Kenichi?
Akane sonrió aun atascada en el fuerte abrazo de su padre, tratando de corresponderle, pero implorando su liberación, —Claro papá, no iba a dejarlo sólo en casa ¿no crees?
Soun se alejó de Akane para ver al pequeño, sostenía una sonaja en su mano y lo miraba atento, con un improvisado movimiento dejó caer la sonaja y estiro sus brazos hacia Soun, exigiendo su atención, y pronto tuvo efecto, su abuelo lo cargó con una sonrisa y fueron hacia la sala, hubiera preferido llevarlo al patio, pero las frías corrientes de viento eran un problema.
Akane y Kasumi observaron a su padre jugando con su respectivo hijo y sobrino, no quisieron interrumpirles, ese era el momento de su padre.
Con un seña, Kasumi le indicó que la siguiera hacia la cocina, dónde una olla estaba puesta al fuego y un delicioso olor inundaba la estancia.
—¿Como has estado, Akane?
Ella lo meditó algunos segundos, que podría responderle, ¿qué estaba tan aburrida de la misma rutina? ¿Que Ranma pasaba cada vez menos tiempo con ella? ¿Que la única alegría de su corazón era su hijo? No, no iba decirle eso, eran sus problemas y no molestaría a nadie más con ellos, con un movimiento de cabeza negó mientras tomaba una manzana.
—Bastante bien, he tenido mucho tiempo libre, y quise verlos, ya sabes que los extraño y es bueno que Kenichi vea a su familia, ya que tía Nodoka va constantemente y puede disfrutarlo, ustedes también deben verlo.
—Eso es maravilloso, tu sabes que es un bebe precioso, e insisto en que tendrá ojos marrones, ayer he puesto 20 yenes más a mi apuesta.
Akane sonrió maliciosamente, Kasumi no se quedó atrás, a veces ella también quería relajarse un poco, y estos eran sus momentos, los que le ayudaban a mantener la paz mental, —Pues perderás, sus ojos serán azules, ya veras.
—Eso tendríamos que verlo, hermana menor.
—Lo veremos, hermana mayor.
Ambas rieron cómodamente, toda la presión de los problemas se vieron alejados. Así que cuando la hermana del medio ingresó a la cocina se encontró con una escena relaja y amigable, Akane comía una manzana mientras Kasumi terminaba el almuerzo. Recordó los viejos tiempos donde solo ellas eran parte de esa casa, cuando su padre estaba devastado por la pérdida de su madre y ellas fueron la única que mantuvieron la casa de forma normal. Con su acostumbrado paso seguro se acercó a su hermana pequeña. No paso desapercibido para ella que su hermana no lucia su argolla de matrimonio.
—Veo que la pequeña Akane ha vuelto. ¿Te separaste del tinto de Saotome?
Akane fijó su vista en ella, en total mutismo, con una mueca confusa, parecía realmente consternada.
—¿Por qué lo haría?
—Bueno, no llevas argolla y estas en casa, ¿algún tipo de pelea?
Akane miro su mano derecha y maldijo entre dientes, realmente molesta, —Ah, eso, no lo que sucede es que Ranma no tuvo mejor idea que apostar nuestras argollas en una pelea, sin decirme, claramente, y como perdió se las llevaron, así que tuvo que aprender una nueva técnica y le dije que si no las recuperaba hoy, no volviera a casa.
Nabiki río sinceramente, a veces su cuñado era bastante ingenuo y predecible, no dudaba de la historia.
—Pero, ¿no tenía clases en la mañana y trabajo en la tarde? ¿Cuando las recuperará?
Se cruzó de brazos y su sonrisa se ensanchó al ver la mueca indolente de Akane, —Es su problema, él decidió apostarlas, ahora debe recuperarlas.
—¡Uh! ¿Y Kenichi?
Nabiki observó su alrededor en busca del infante, no escucho ningún balbuceo aun, pero al terminar su frase la risa de su padre y la de un bebe disolvió sus dudas de forma inmediata. —¡Ya veo! ¿Que hay de almuerzo?
Todos estaban sentados en la mesa, compartiendo un aperitivo de media tarde, Kasumi había traído té y algunos dulces, Nabiki sostenía a Kenichi en su regazo mientras comía algunos tradicionales japoneses, el bebe parecía sinceramente interesado en los dulces y trataba de alcanzar alguno, nadie parecía prestar atención a su objetivo así que continuó.
—¿Ranma vendrá por ti, Akane? – Mordió su palillo cubierto de chocolate.
—Supongo, ya debería estar por llegar.
Tomó un ligero sorbo de té, mientras observaba de reojo hacia él reloj.
Nabiki por fin le presto atención a su sobrino y puso en su boca la varilla de chocolate.
—¡Miren como Kenichi come su pocky! – Exclamó Kasumi mientras aplaudía.
Kenichi parecía concentrado en succionar el glaseado del dulce con demasiada fuerza.
—¡Ay, Akane! Creo que saco un pedazo ¿puede comerlo?
Nabiki parecía levemente preocupada mirando con incertidumbre al pequeño. No es que supiera mucho de bebes, pero no parecía buena idea.
—No, no puede.
Con rapidez gateó hacia su hijo e introdujo su dedo en la boca, con prontitud sacó el trozo de dulce.
—Kenichi, no hagas eso.
Besó su mejilla y volvió a su lugar. Unos golpeteos en la puerta indicaron la llegada de un visitante.
—Yo voy. – Akane se apresuró en levantarse y correr hacia la puerta.
Pero el individuo ya se encontraba descalzándose en la entrada. Akane simplemente ignoro el cosquilleo en su vientre y se apoyó en la pared, con una pose similar a la de su hermana. Una pose despreocupado y tranquila.
—Hola, Akane.
Ella simplemente enarcó su ceja y miro intrigada a su esposo. —¿Las trajiste de vuelta?
—Sí, ¡ten! – Con dos giros en el aire interceptó una bolsa, con sus hábiles dedos abrió la cinta que la mantenía cerrada la bolsa de terciopelo rojo. Dentro de encontraba su argolla de oro.
—Gracias.
Estiró su mano derecha y colocó su argolla en el dedo anular, con una expresión seria continuo mirando a Ranma.
—¿Aún estas molesta, Akane? – Negó con un movimiento de cabeza, pero continúo en su posición despreocupada, pegada a la pared.
—¿De verdad? – Irrumpiendo su espacio personal, colocó sus grandes manos en la cintura de su esposa, las misma manos que la habían sostenido y levantado tantas veces, las que podían romper ó aniquilar como también podían acariciar y sanar. Akane asintió con un gesto dulzón. Recibiendo el beso de su esposo felizmente.
—¿cómo estuvo tu día? ¿Quieres cenar?
Arregló su camisa, alisando las arrugas formadas en el cuello, él mantenía su agarre en la cintura, observó a Akane con un gesto de desconfianza.
—¿Tú cocinaste? – La joven bufó y trató de alejarse.
—No.
Ranma hábilmente la sostuvo y besó su cuello.
—Vamos a la mesa.
Jaló su muñeca hasta donde se encontraba la familia reunida.
—Bienvenido a casa, Ranma.
El joven asintió mientras tomaba asiento al lado de su esposa.
—¿Que tal el trabajo, cuñadito?
Ignorando el comentario burlesco tomó a su hijo de entre los brazos de Nabiki.
—Mucho gusto en verte a ti también Nabiki.
Una risa ligeramente grave fluyó de la garganta de la joven, Kenichi rió de igual forma mientras tocaba la cara de su padre. Tanteando la húmeda piel con sus regordetas y mojadas manos.
—¿Que tal todo hijo? – La voz de Soun era pacífica e invitaba a hablar con sinceridad.
—Bastante bien, señor Tendô, ¿más tranquilo sin el viejo?
Removía en su regazo al pequeño que encontró una entretención en los palillos sobre la mesa.
—Kasumi ya trae tu cena, Ranma, entrégame a Kenichi. – Akane interrumpió la conversación instalando un cómodo silencio.
De un brazo a otro Kenichi llegó a los de su madre. Sintiéndose a gusto se acomodó de formas más propicia ubicando su cabeza en el pecho de su madre.
El frío metro se encontraba prácticamente vacío. Sentada en uno de los asientos más cercanos a la puerta, sostenía a su pequeño hijo en su pecho cubierto por una frazada, con sus brazos al rededor del bebé trataba de mantener su calor. Cerró los ojos un momento y luego volvió su concentración a su esposo que sostenía la carreola y la pañalera, lucia realmente agotado, así que cuando apoyó su cabeza en su hombro no se molestó en pedirle que se moviera, ella también estaba agotada, no podía negarlo, pero estar con su propia familia la hacia sentirse dichosa, recordar los pequeños tras pies sufridos para llegar a esa calma no parecían nada. Miró un punto fijo en la ventana frente a ella, y algunos recuerdos la llenaron.
—Listo señorita Saotome, tengo listos sus exámenes de sangre, ¿puedo preguntar para que los necesita?
Akane se removió incomoda en su asiento, odiaba a los fisgones y sobre todo a los desconocidos. Acomodó su bolso en su regazo y miró al doctor.
—Soy estudiante universitaria y para pagarme la carrera; trabajó y ahora pidieron análisis, eso es todo.
Se elogió por su respuesta, había sido concisa y no le haría ms pregunta con su explicación.
—Bueno, sus plaquetas están bien, sus glóbulos rojos igual, pero debe cuidar sus glóbulos blancos sobre todo ahora que esta en cinta.
Rodeo los ojos a la mitad de la explicación, pero al mencionar la palabra «cinta» provocó que prácticamente se atragantara.
—¿Que quiere decir con en cinta?
Mordió su dedo índice, costumbre adquirida para evitar comerse las uñas y dañarlas, Kasumi siempre había sido estricta en eso.
—Ya sabe, esperando, tiene dos meses, ¿está visitando un ginecólogo? Si no es el caso, ¿puedo recomendarle uno?
Todo los sonidos se amplificaron y cayó en un pozo oscuro, no podía estar embarazada solo llevaba dos años en la universidad y un año y medio casada. Era demasiado joven y tenía planes.
Al terminar su cita con el doctor corrió hacia un teléfono público, marcó un número más que aprendido. El constante sonido de marcación con ese timbre agudo la tenía exasperada, al tercer tono el teléfono fue descolgado.
—Gimnasio y Fitness: mente y cuerpo en que ¿puedo ayudarlo?
—Naoko, soy Akane, ¿puedes llamar a Ranma?
—Creo que esta en la clase de meditación, ¡ah no! Acaba de terminar, dame un segundo...
—Claro – Con nerviosismo enrollo el cable del teléfono entre sus dedos.
—¿Que sucede Akane?
—Tengo malas noticias.
Notas del autor: ¡Yupi! una nueva historia, Trate de aventurarme con algo bueno y aqui esta el prologo, espero que les guste y saber sus opiniones, o no, de todas formas estare agradecida. ¡Hasta Luego!
