Disclaimer: South park no me pertenece, pertenece a Trey Parker y Matt Stone.

N/A: "Letras entre comillas" son pensamientos. Letras en cursiva FlashBacks/recuerdos/hechos del pasado.

Parejas: Style, algo de K2 y CartmanxKenny


Introducción:

Hace algún tiempo atrás, casi quince años para ser exactos, hubo una terrible guerra en las tierras de Zaron donde humanos y elfos se enfrentaron en una sangrienta guerra por la vara de la verdad. La vara había pertenecido desde hacía mucho tiempo atrás a los elfos quienes gracias a su naturaleza pacífica nunca habían hecho mal uso de ella, mejor dicho nunca habían hecho uso de su poder para su beneficio ni el de alguien más, simplemente la resguardaban para que no cayera en manos equivocadas pues conociendo a los humanos y su naturaleza sanguinaria y siempre sedienta de poder no era conveniente que estuviera en sus manos pues temían el solo imaginar la clase de devastación que podrían traer al reino si la varita quedaba en sus manos.

Durante esta guerra muchos humanos no conformes con la ideología de sus gobernantes y rehusándose a ser parte de la cruenta matanza entre especies decidieron huir y vivir en un lugar más pacífico, para el final de la guerra algunos humanos habían terminado lejos de sus tierras mientras que otros curiosamente habían decidido ir a la tierra de los elfos, no todos habían sido afortunados de ser acogidos por estas criaturas, solo aquellos que demostraran un corazón puro podrían habitar con ellos, ese fue el caso de Stan Marsh y su padre.

Stan era un pequeño de tan solo cinco años para ese entonces, desafortunadamente durante la guerra su madre y su hermana habían muerto intentando de escapar, su padre sumido en la miseria ante la perdida de su esposa y su hija había tratado de hurtar la varita de la verdad, con la esperanza de que esta no solo tuviera poder entre los vivos si no en el mundo de los muertos también, era absurdo pensarlo pero había leyendas que decían que la varita otorgaba el poder total entre el mundo de los vivos y también de los muertos. Obviamente su padre había fallado miserablemente en su intento por robar la varita y había sido condenado a muerte, en su juicio Randy Marsh no negó nada y se entregó, acepto su culpabilidad y dio sus razones, sin embargo no imploro el perdón de los elfos, simplemente pidió que se hicieran cargo de su único hijo quien a su muerte quedaría desamparado y no quería eso.

-Stanley es tan solo un niño pequeño, por favor no permitan que su futuro se vea arruinado por el mío-suplicó el pobre hombre arrodillándose frente a los reyes quienes se apiadaron de él y lo dejaron vivir.

Como muestra de agradecimiento y lealtad Randy Marsh se había vuelto el consejero de Gerald, el rey, el conocía mejor que nadie el reino vecino y a sus gobernantes además de que al ser un humano conocía su razonamiento por lo que sus consejos fueron de ayuda y al final él y los reyes se volvieron grandes amigos, al igual que sus hijos. Stanley había quedado maravillado con Kyle desde la primera vez que lo vio, nunca en su vida había visto a un elfo tan peculiar, pelirrojo y de cabello rizado, Cartman, un viejo amigo de su antiguo hogar siempre había dicho que los pelirrojos eran seres sin alma y sumamente desagradables, Kyle no era así, Kyle era peculiar, su cabello era gracioso, si, pero no era feo, le encantaban sus rizos rebeldes aunque al pequeño príncipe parecía desagradarle su afro por lo que prefería usar siempre un gorro para ocultarlos, claro que su madre siempre que se lo veía se lo confiscaba pero Stan siempre se las ingeniaba para devolverle a Kyle su gorro pues sabía lo especial que era para el su gorro.

Cuando Kyle cumplió los seis años su familia adopto a un pequeño niño humano que había sido dejado frente a la puerta del palacio real, su madre, Sheila Broflovksi, una mujer de carácter fuerte pero gran corazón decidió que conservarían al niño y a Kyle y a Stan les agrado la idea, ellos cuidaban de Ike como un verdadero hermano.

Al cumplir los diez la desgracia llego al reino de los elfos, en un cruel accidente los reyes Sheila y Geral habían muerto… Las razones de su muerte nunca se supieron, muchos decían que durante su viaje a ganar aliados con los reinos de las otras criaturas de Zaron fueron interceptados por humanos que los asesinaron, otros afirmaban que había sido un accidente solamente, al final nada de eso importó, Kyle y Ike quedaron huérfanos.

Stan jamás había visto a Kyle así, el pequeño elfo aún a su corta edad, y estatura, había demostrado ser siempre de carácter fuerte como su madre, pero esa vez se veía tan desprotegido, tan frágil que Stan lo único que quería era poder protegerlo, por eso mientras Kyle estudiaba para convertirse en el futuro gobernante de los elfos Stan se entrenó día y noche para ser un valiente guerrero, el quería ser el caballero de Kyle, que siempre estaría a su lado para protegerlo, para salvarlo de los males que lo asecharan, si alguien quería herir a su príncipe pelirrojo primero tendría que pasar sobre el y eso no iba a ser sencillo pues el sería el guerrero más fuerte y valiente de todos los tiempos.

-Mi rey, mi escudo siempre estaría listo para defenderle y mi espada para atacar a sus enemigos, solo bastará una palabra suya, su orden mi rey para que yo destruya a todos, daré mi vida y mi alma para protegerle si es necesario, hoy y siempre, hasta el fin de mis días y más allá de la muerte si usted lo desea…-decía un Stanley de ya veinte años el día que oficialmente fue nombrado el caballero del rey, Kyle Broflvoski.

-Así lo espero, Stanley Marsh pues de ahora en adelante mi vida depende de ti, en ti y solo en ti deposito toda mi confianza-dijo el pelirrojo tendiéndole la mano a Stan quien la tomo entre sus manos y la beso delicadamente y lo miró a los ojos con una sonrisa.

-No se preocupe mi rey no le fallaré, lo juro…