TRADUCCIÓN autorizada por Anne M Oliver, la autora del original "The Scarf". Su obsesión por ella comenzó con una bufanda, algo de perfume y un vestido rojo. Todo lo que sucedió después no fue culpa suya, realmente no lo fue.
Disclaimer: Nada de esto es mío. Los personajes pertenecen a JK Rowling y la historia es original de Anne M Oliver , a quien tengo que agradecer que me permitiera traducirla.
Capitulo 1: Un momento y un lugar para cada cosa.
Hermione Granger sentía que había un momento y un lugar para cada cosa. En unos pocos días, Bill Weasley se casaba con la mujer de sus sueños, lo que servía de doloroso recordatorio de que incluso en ese momento de dolor -un momento en que su mundo se estaba cayendo a pedazos,- todavía había un tiempo y un lugar para todo.
Aún así, Hermione se sintió culpable de comprar un vestido para la boda cuando ella sabía que acababa de desmemorizar a sus padres y los había enviado de viaje a Australia hacía sólo una semana. La vida seguía, con o sin ella. Su pensamiento anterior permaneció; ahora era tiempo de alegría y celebración, de una continuación de la vida y el amor con la celebración de la boda de Bill y Fleur. Además, con el asunto de la boda recordaron la necesidad de un poco de "normalidad" ante la incertidumbre del futuro.
Teniendo en cuenta de que iba sólo a comprar un vestido y nada más, no pudo resistirse a pararse ante el mostrador de cosméticos de los grandes almacenes muggle, cuando vio en un gran anuncio el perfume favorito de su madre. Por lo general ella llevaba agua de rosas, o loción hidratante perfumada; su madre usaba el perfume "Beautiful". Verlo en las estanterías, en sus hermosos frascos le hizo sentir nostalgia y melancolía... y también echó de menos a su madre más que nunca.
Cogió una de las muestras y roció un poco por su muñeca, la sacudió en el aire y luego aspiró el aroma. ¡Olía divinamente!
-¿Te gustaría comprarlo? -le preguntó la dependienta.
Hermione negó discretamente con la cabeza y luego respondió "No, me encanta, pero es demasiado caro. Me recuerda a mi madre, es el que usa siempre".
Sonriendo a la mujer, colocó de vuelta el perfume sobre el mostrador y se adentró en la tienda. Se detuvo un poco más allá de la sección de perfumería, cuando vio una percha con bufandas de lana merina. Gran parte de ese tipo de lana provenía de Australia, y eso también le recordó a sus padres. Cogió una bufanda de tartán multicolor, llevándose la suave lana a su rostro cerró los ojos. Necesitaría algo de abrigo; donde Harry, Ron y ella irían podría hacer frío en otoño. Aunque no pudiese comprar el perfume, podría comprar aquel bonito foulard. Al menos era práctico.
Después de pagarlo, se dirigió hacia donde estaban los vestidos. Mantenía su alerta al máximo, recordando lo que le había dicho siempre el Profesor Moody: "Alerta Constante". De hecho, ni Ron ni Lupin estuvieron de acuerdo que ella saliera de compras sola aquel día. Lupin les advirtió que Voldemort intentaría debilitar a Harry apartándolo de sus amigos. Ella lo sabía y por tanto había mandado a sus padres lejos. Aún así ella necesitaba aquel tiempo a solas, al menos por una vez. Nadie lo entendía, ni tampoco parecían querer entenderlo, por lo que ni lo intentaba.
Ella podría cuidar de sí misma. Era ingeniosa y habilidosa con su varita. Estaba en las tiendas de unos grandes almacenes muggle. Compraría su vestido y luego iría de vuelta derecha a la Madriguera. Tras apenas dos día de rescatar a Harry de los Dursley y después de la boda vendrían otros tiempos.
Sacó un vestido corto, lila, y casi soltó una risa nerviosa cuando vio la etiqueta con el precio. Lo devolvió a su sitio y después de buscar cogió un vestido azul.
-No te quedaría bien -dijo un hombre tras ella.
Hermione dio un respingo y casi por instinto sacó su varita de sus vaqueros. Detrás de ella había un hombre alto, de unos treinta años, con el pelo largo y oscuro peinado en su mayoría en trenzas y rastas. Era guapo, de un tipo de belleza descarada. Su forma de vestir era informal y ciertamente descuidada, con un toque extravagante. Si Hermione tuviese que adivinar, pensaría que este no era un muggle normal. Aquel tipo tenía que ser un mago. Lo que tendría que adivinar es si era amigo o enemigo.
-¿Quién eres tú? -dijo casi en un susurro.
-Un amistoso extraño, al que le gusta la moda, ocupado en sus asuntos, estaba parado a unos metros de distancia viendo como una chica bonita elige un bonito vestido. Pero pensé que tenía que intervenir; ya ves, no puedo dejar que vayas a escoger un color tan poco favorecedor. No, no, no. No lo haría.
Caminó a su alrededor. El pelo de su nuca se le erizó mientras se le acercaba. Todo en él presagiaba peligro. Estaba segura de que él sabía muy bien quien era ella, pero ella no sabía quién era él. No parecía ser un Mortífago, pero entonces ¿qué si no?. Cuando pasó a su lado, sus cuerpos se rozaron y ella se estremeció, maldiciendo para sus adentros.
Cuando volvió de nuevo junto a ella trajo consigo un precioso vestido rojo. "Este te quedaría bien. Un hermoso vestido para una hermosa joven".
-¿Quién eres tú? -volvió a preguntar con insistencia ella mientras apartaba el brazo que sostenía la prenda.
Con su otra mano le agarró fuerte por la muñeca y la atrajo hacia él.
-¿Dónde están tus modales, señorita Granger? Debes decirme tu nombre primero. -le guiñó un ojo.
-Por lo visto ya sabes mi nombre, imbécil -su sangre hervía.
Le dedicó una sonrisa de dientes blancos y perfectamente rectos. Estaba tan cerca de él que contuvo el aliento, esperando que él oliese mal o estuviese desaseado, pero ni lo uno ni lo otro. Olía como a... bueno, a almizcle, a cuero... y a hombre. Sus ropas eran extravagantes, pero no estaban sucias ni desastradas. Tenía el pelo largo, pero lo llevaba limpio, aparentemente.
Él seguía sonriendo, pero ella continuaba con el ceño fruncido. Hizo una mueca cuando los dedos de él se clavaron en la carne tierna de sus muñecas. Él aflojó ligeramente el agarre pero mantuvo una sonrisa divertida en su bonito rostro.
-Mi nombre no es "imbécil", es Scabior. Con una "S" y una "R", por si te interesa.
-Qué raro, ¿sabes escribir? -se burló ella retirando su mano de la de él- Y, ¿es tu nombre de pila o tu apellido?
-Sí -respondió él vagamente.
Ella se alejó de él con un persistente temor en lo profundo de su pecho. No debería haber salido sola. Estaba en peligro. Aquel hombre sabía quien era ella. Al volverse para salir, la vergüenza la tomó por sorpresa al notar un brazo rodeando su cintura, suave pero firmemente. Se tambaleó ligeramente y terminó por perder el equilibro. Tropezó contra él y dejó caer al suelo la pequeña bolsa con la bufanda.
Él la sujetó por detrás, pegando su pecho contra su espalda mientras le susurraba al oído: "No es seguro que una sangre-sucia amiga de Harry Potter ande sola por ahí, sobre todo cuando hay un precio puesto a sus cabezas. Tu cabeza tiene el precio más alto de todos. "Beautiful"...mmm... el perfume que te has probado antes."
Ella respiró hondo y se apartó de él, soltándose de su brazo. Volvió su mirada hacia su rostro divertido -¿Qué estás diciendo?
En un tono de voz de civilizada conversación le preguntó: "¿Sabes que hay un Mortífago en particular, de nombre Greyback, que tiene algo para ti? Te quiere sólo para él. Quiere comerte entera para la cena y no dejar nada para el desayuno, dulzura". -De repente sus ojos se entornaron- "Ese es el problema, que estás acostumbrada a cuidar de los demás y no te preocupas de ti misma, ¿verdad?. Me pregunto, ¿quién cuidará de ti, preciosa?"
-Puedo cuidar de mi misma. No lo olvides. Y no sé quien eres tú, o quién crees que soy pero, ¡déjame en paz! -advirtió alejándose de él hasta chocar con un perchero de vestidos. No podría desaparecerse allí, tendría que ir a los probadores y salir de allí sin ser vista.
Se miraron en silencio el uno al otro. Ella con cautela y él seguía pareciendo divertido, sin mostrar inquietud ni una pizca de miedo. Pasó junto a él con la cabeza bien alta.
Él le dedicó una media sonrisa. Se inclinó hacia ella y le cogió la muñeca una vez más (aquella en la que se había probado el perfume) e inspiró profundamente. Exhaló lentamente diciendo "voy a recordarlo" Esperó un latido del corazón y con la muñeca aún cerca de su nariz escaneó su piel con cada respiración, haciendo que su pulso se disparase y la golpease salvajemente.
-¿Ni siquiera me vas a decir adiós, preciosa? No sé si volveremos a vernos otra vez.
Ella se soltó de él otra vez y le advirtió: "Realmente, te has equivocado de persona. No soy quien crees que soy. Ahora, déjame en paz" Después corrió hacia los probadores y se desapareció hasta la Madriguera otra vez. No había comprado su vestido, perdió su bufanda y en definitiva fue un viaje en vano. No le contó a nadie lo que le había pasado aquel día.
Un día antes de la boda, una lechuza llegó con un paquete que llevaba su nombre. Estaba sola en el porche cuando llegó envuelto en papel marrón, atado con una cuerda y con una tarjeta con su nombre. Lo abrió lentamente, insegura, preguntándose qué sería y si debería avisar a Harry, Ron o Lupin. Dio un respingo cuando vio el contenido.
En su interior estaba su bufanda, un frasco del perfume y el vestido rojo.
