Glee y sus personajes no me pertenecen. La trama es mía.

Es mi primer lemon...

Era víspera de Navidad.

Quinn entró a la casa y sonrió al ver a su esposa esperando por ella con un muérdago en mano y encima de su cabeza. No se hizo rogar.

Estrechó a Rachel en sus brazos y se besaron apasionadamente.

- Te deseo - dijo Rachel.

- Y yo a ti - dijo Quinn, con una sonrisa - No sé que soñé, pero cuando desperté ésta mañana me moría por hacerte el amor.

Rachel soltó una pequeña carcajada.

Sus ropas volaron y al llegar a la habitación estaban completamente desnudas.

Los besos empezaron y Quinn acostó gentilmente a su mujer en la cama. Y entoncés, contempló su desnudez.

- ¿Mí amor? - susurró Rachel.

- ¿Si?

- Te amo.

Ésto despertó a Quinn de su trance.

- Y yo a ti, mi reina.

Los besos siguieron. Quinn besó el cuello de Rachel y siguió bajando. Sus senos fueron besados, también su abdomen y su ombligo. Hasta que llegó al sexo.

- Estás tan mojada...

Su lengua empezó su trabajo. Los gemidos no se hicieron esperar.

- Quiero llegar contigo, bebe - dijo Rachel.

Sus clítoris estaban juntos. Se movieron al compás. Se abrazaron, cerraron los ojos y llegaron al orgasmo al mismo tiempo.

- Quiero más - dijo Quinn, entrelazando sus manos con las de Rachel.

Observó el rostro de su pequeña esposa. Observó como sus cabellos estaban desparramados por las sabanas y la exitación creció aún más.

- Entonces no seas tímida, mi vida - dijo Rachel, jugando con un pezón del amor de su vida.

Quinn no se hizo rogar. Demostró cuanto la deseaba y cuanto la amaba.

El segundo orgasmo fue mejor y ahora las sabanas envolvían sus cuerpos. Sus manos seguían entrelazadas. Sus ojos estaban conectados. Quinn, como siempre, besó la frente de su estrella y compartieron una sonrisa y más besos.

- Necesito un cigarrillo - dijo Quinn, haciendo el amago de levantarse.

- No - Rachel haló la mano de su esposa - cero cigarrillos hoy, quedate conmigo.

La voz seductora de Rachel hizo que Quinn no se hiciera de rogar. Se quedaron desnudas bajo las sabanas, sin perder el contacto.

- Feliz Navidad, Quinnie - dijo Rachel.

- Feliz Hanukkah, Rach - dijo Quinn, besando a su mujer.

Quinn tomó el nuevo libro que estaba en su mesa de noche, un regalo de su esposa. Rachel sonrió y tocó el regalo de Navidad de Quinn. Un colgante de oro que descansaba en su pecho. Sin más tomó el libreto de su nueva obra y sin despegarse de Quinn, empezó a repasarlo.

Sin duda, ésta era la mejor parte del día.

Feliz Navidad y Año Nuevo a TODOS.

Esto fue algo que escribí en un cuaderno hace un par de meses y pensé en compartirlo. ¡Espero que lo hayan disfrutado!

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