Disclaimer: Esta historia es una traducción de the-shiny-girl, A Dark Tale. Los personajes de universo Harry Potter son de J.K. Rowling. Nada me pertenece, me limito a traducir.

CAPÍTULO 1:

Hay rumores. Malvados rumores. La gente habla. Incluso sobre cosas que no deberían hablar.

Puedo escucharlos por donde paso. Los escucho en la clase. Los escucho en el Gran Comedor.

Enferma.

Casada con su Profesor.

No me extraña que tenga tan buenas calificaciones.

Intento ignorarlos. ¿De todos modos qué saben ellos?

Hay una buena razón para casarme en el segundo hombre más odiado del Mundo Mágico, Severus Snape. Hice lo correcto, a pesar de que él no lo sepa aún.

Y eso, es por lo que él me odia.

Le obligué a ésto. Insistí hasta que finalmente se dio por vencido. No es culpable, sin embargo, la gente aún es cruel con él. Hablan a sus espaldas. Le acusan de seducir a una estudiante, una chica con la mitad de su edad.

Incluso tras la caída de Voldemort, incluso después que la verdad fue revelada, la gente aún no lo ha perdonado. Todo el mundo conoce el lado del que él estaba realmente, saben porqué mató a Dumbledore. Pero todavía no confían en él.

Yo lo hice.

No podía sacar de mi cabeza la imagen de él en el suelo cubierto de su propia sangre. El modo en que nos miró a mi y a Harry, la mirada desesperada en sus ojos. Se estaba muriendo. Él estaba seguro de ello.

Pero entonces le salvé.

Contuve la hemorragia.

Y sobrevivió. Engañó a la muerte. Engañó al destino. Él supuso que moriría ese día. Se dijo muchas veces después de eso.

¿Qué puedo esperar? ¿Gratitud?

Sólo conseguí resentimiento.

Enfado.

Estaba enfadado conmigo por salvarle.

Y mi corazón se rompió cuando descubrí toda su historia. Harry me mostró las memorias. Las memorias que Snape le dio sólo porque estaba convencido que iba a morir.

Y ahora tenía que vivir sabiendo que Harry sabía todo, que yo sabía todo.

No quería ser un héroe. No quería vivir después que la Guerra acabó.

Pero vivía. Por mi culpa.

Y estaba casado conmigo. También por mi culpa.

Dios, me odia tanto.

Si sólo supiese porque hice lo que hice.

Pero él no puede saberlo.

Aún no.


Gimo y me apoyo contra la pared, poniendo mis rodillas contra mi pecho. Un momento después, mi estómago se retuerce de nuevo y lo hace en el baño después de vomitar violentamente.

Odio sentirme así.

Mi mano cubre mi boca y sólo puedo esperar que finalmente haya acabado. Cierros mis ojos y espero en silencio.

"¿Qué es lo que te pasa?" – una voz fría me atraviesa.

Le miro.

Está de pie en la puerta, mirándome, con evidente pánico en su rostro.

"Nada", contesto, "No me siento bien solamente".

No dice nada y sé que está pensando. Sé lo que esta situación parece. Está aún más pálido de lo habitual y eso es decir mucho.

Finalmente reúne el valor necesario para preguntar, "¿Estás…?", entonces contesta su propia pregunta, "No puede ser".

"No estoy embarazada".

Todavía hay miedo en su cara. Miedo y asco.

"¿Estás segura?" – pregunta.

"Lo estoy"

Finalmente parece relajarse un poco. Tras un momento aclara la garganta, "Entonces, ¿qué es lo que te pasa?"

"Tiene que ser algo que he comido" – dije, lentamente levantándome del suelo.

Simplemente me mira.

"¿No tienes clases que impartir?" – pregunto.

"Las tengo"

Silencio.

Tras un momento, simplemente se gira y se marcha. Puedo oír el portazo y sé que estoy sola.

Nosotros vivimos juntos en sus habitaciones de Hogwarts.

Él da clase todos los días y yo estoy acabando mi séptimo curso.

¿Por qué me molesto?

No es como si yo fuese a tener un trabajo.


Después de la Guerra, se había producido grandes pérdidas en ambos bandos. Para asegurar la supervivencia del Mundo Mágico, al Ministerio se le ocurrió un plan. Una Ley de Matrimonio.

Una idea estúpida.

Una excusa para aterrorizar a la gente.

Cualquier mago o bruja en edad tenía que casarse.

Cualquiera que se opuso y se negó a casarse fue expulsado del Mundo Mágico. Sus cuerpos fueron despojados de magia.

No podía permitirme acabar así.

Tenía una misión. Todavía la tengo.

Y esto es por lo que no me casé con Ron o algún otro chico.

Sólo la Profesora McGonagall sabe la verdad y quiero que permanezca así.

Hay una frase muy interesante en la Ley de Matrimonio que todos nosotros cumplimos.

Después de la muerte de un cónyuge, el restante no está obligado a volver a casarse.

Esta frase me hizo buscar a Severus Snape como mi marido.

Llevamos casados dos meses.

Dos meses de ignorarnos.

De peleas.

De momentos de humillación.

De palabras crueles.

Y a pesar de que él ahora me odia, al final me estará agradecido.