Disclaimer: Los personajes le pertenecen a la diosa Rumiko Takahashi y la historia me pertenece a mí :3 sí sí, también está registrada, todo lo que hago lo registro antes de subirlo :P

¡Hola! Ya se habían olvidado de mí, ¿verdad? Pues ni modo, tendrán que soportarme porque tengo un short fic para ustedes, es un especial de Navidad que decidí subir antes de diciembre porque tenía tiempo. Como va a ser nada más un especial, los capítulos serán súper cortos :3

Estense atentos porque pronto (5 de diciembre) comenzaré un long-fic (que no se parece en nada a las descripciones que di antes pero no pude evitarlo) y después verán un OS de un tema del cual no pensé llegar a escribir antes.

Les recomiendo que se pasen por el foro de Inuyasha: Hazme el amor. En el concurso de la pareja ideal hay dos fics SesshRin, uno es de Dmonisa y el otro de Rinnu. Si pueden votar por ellas harían que el SesshRin crezca! Y claro le darían un gran apoyo a estas autoras.

Respecto a este fic, tuve una cita con Netflix (es una de mis relaciones más largas), y se me ocurrieron varias ideas... Al principio iba a ser un collage de películas pero le empecé a dar forma a la historia hasta que conseguí algo más... Eso no quita que tenga algunas escena de películas 7u7 Y daré tres premios al finalizar el fic.

Los premios que daré (con algunas restricciones que verán más abajo) serán los siguientes:

1er lugar: un short fic de tres capítulos. Este lo ganara aquel que adivine el mayor número de películas (porque son varias y no creo que alguien las adivine todas) que se usaron para algunas escenas del fic 7u7 (me pueden mandar los títulos por mensaje privado, en los reviews o en Twitter, mi enlace está en mi perfil, incluso me pueden contactar por fb los que me tienen).

2do lugar: este será un un fic de dos capítulos.

3er lugar: un oneshot.

El segundo y tercer lugar lo sortearé entre el lector más devoto :3

Restricciones:

Parejas: me pueden pedir casi cualquier pareja, sin separar el SesshRin. Me pueden pedir a Sango con Inuyasha si así lo desean pero Sesshomaru y Rin son intocables.

Situaciones: no escribo incesto ni pedofilia. Por favor no me pidan de estos temas.

Contexto: libre, si quieren que sea post-manga, pues que así sea, si me piden algo en la Segunda Guerra Mundial, también, si quieren que estén en una montaña pues también.

Otros fandoms: libre también, pero si es del de FT, las parejas intocables son el GaLe, Jerza y Gruvia. Y el Lami (a menos que sea un LaxusMavis).

Si me piden de alguno que desconozca no hay problema, mándeme los datos necesarios que deba saber de los personajes y listo.

PD: Milly, Asuna y Danper no se vale decir las pelis que ya se saben XDDD

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Lunes 9 de Enero del 2011

Universidad de Pennsylvania, ciudad de Philadelphia.

Sesshomaru se encontraba sentado en un amplio escritorio, detrás de él la pared era una enorme pantalla donde se proyectaban las presentaciones que usaba para dar sus clases o bien se podía usar el pizarrón para escribir notas con plumones. Siempre le tocaba el salón más grande. Era más bien un auditorio, las bancas recorrían todo el lugar en media luna y estaban repartidas por niveles. Generalmente hasta atrás, en la parte más alta, era donde se sentaban los estudiantes que menos atención ponían en su clase, en medio todos aquellos que se sentían intimidados por su presencia y muy pocos se atrevían a sentarse hasta adelante. Generalmente los que llegaban tarde o las alumnas que inútilmente creían que podrían seducirlo.

Se había topado con muchas en sus pocos meses como docente, algunas se acercaban a él con intención de coquetear con el profesor más enigmático y frío, y otras lo seducían para pasar su materia. Pero Sesshomaru era demasiado indiferente ante estudiantes de ese nivel, las ponía en su lugar y salían corriendo o llorando por sus hirientes comentarios. Nunca había recibido quejas de ningún tipo porque sabía que no eran tan tontas. Y no se había salido de trabajar porque quería demostrarle a su padre que podía ser alguien sin su ayuda, pues gran parte de su herencia en vida había pasado a Izayoi y a su medio hermano, Inuyasha.

A pesar de que se le ofreció el puesto de CEO en la compañía de su padre, Taisho Enterprises, Sesshomaru había rechazado el puesto pues sabía que él podía lograr las cosas sin ayuda de su padre. A la fecha, con veintiséis años, ya había logrado publicar su primer libro de las tendencias de la economía a nivel global. Su mundo giraba en torno a números y estadísticas. Era un hombre bastante centrado y serio. Ser profesor en una de las mejores universidades de Estados Unidos estaba lejos de ser su trabajo soñado, pero factores como el dinero que recibía más la experiencia y el buen nombre, le garantizaban una carrera mucho más prometedora.

Respiró hondo mientras salía por un café, en menos de cinco minutos esa enorme aula estaría llena de alumnos gritones. Hombres la mayoría pues por su fama, muchas mujeres preferían llevar la materia con maestras, o con el otro profesor, más barco que les aceptaba pasar una buena nota por una buena noche. Él no. Si algo odiaba era mezclarse con estudiantes. Como buen descendiente de la familia Taisho, cuidaba su buena imagen y respetaba su moral por encima de cualquier cosa. Se sentía ofendido cada vez que una alumna se acercaba a él con una mini falda y la cara llena de maquillaje innecesario.

Regresó y como lo imaginó, había escasos lugares no ocupados en las filas de hasta abajo, todos los alumnos se concentraban atrás o en medio, al menos así no tendría que escuchar de cerca sus cuchicheos. Pero aguas con el que sacara el móvil porque podía despedirse de él por el resto del semestre. El periodo pasado le había recogido cuatro celulares a un mismo alumno al que terminó dando de baja por faltas. Preparó la pantalla para proyectar la clase, escuchaba como todos se secreteaban con tal de no molestarlo hablando en voz alta hasta que él carraspeó y la estancia se quedó en completo silencio. Adoraba el poder que ejercía sobre los nuevos.

Había muchas caras recientes, algunos otros del curso anterior que no había logrado aprobar y estaban en su última vuelta. Se le hacía ilógico que eligieran de nueva cuenta tomar las clases con él, pues si ya los había reprobado una vez, no dudaría en hacerlo una segunda. Admiraba su valentía, eso sin duda. Su clase monótona y aburrida avanzó igual que el curso anterior, a diferencia de que el grupo parecía demasiado calmado.

Dejó una actividad después de la primera media hora para saber qué tanto sabían sus estudiantes de su materia, tenían veinte minutos para terminarla, al finalizar podrían marcharse. Fue recibiendo los trabajos desde los primeros quince minutos, la mayoría estaba ubicada en un promedio aceptable para el primer tema, por lo que llevar su materia no les sería tan complicado. Observó con detenimiento a una joven que se había quedado dormida en su asiento. Suspiró exasperado, tocándose las sienes antes de levantarse para despertarla.

Al llegar al lugar de la castaña se dio cuenta que todos los demás ya habían salido. Observó con detenimiento a la joven, no llevaba maquillaje alguno en ese rostro pálido de tez clara y aún así sus facciones eran bellas en demasía. Sus espesas pestañas adornaban su rostro mientras mechones castaños caían sobre el mismo, estaba recargada en sus brazos y por debajo tenía una hoja con su ejercicio. El peliplata no lo pensó dos veces antes de tomarla. Estaba terminada y estaba correcta. No entendía por qué no se había levantado para salir. El salón no era un lugar de descanso.

Detuvo su mano antes de tocarla, era una chica que claramente no era de ciudad. Al menos no parecía una neoyorkina. Llevaba puesto un suéter de lana color hueso un tanto anticuado para una joven con no más de veintiún años, unos jeans holgados a pesar de tener una figura esbelta y unas zapatillas deportivas Reebok blancas y desgastadas. Seguramente era de Nueva Jersey. Demasiado inocente para un lugar como Pennsylvania.

—Señorita Ko —habló con voz suave. La joven no se movió—. Señorita la sesión ha terminado —movió su hombro con delicadeza y la chica se sobresaltó, haciéndose hacia atrás lo más que la silla le permitía. Sesshomaru se sorprendió por su reacción, se había alejado de él como si su tacto le quemase, parecía demasiado asustada y sus ojos cafés verdosos estaban crispados.

—Lo... lo siento —recogió su mochila y salió corriendo del salón. Sesshomaru se rascó la barbilla. "Interesante" pensó, volvió su mirada al trabajo. Estaba perfectamente bien contestado con la rúbrica que exigía la universidad.

Rin llegó al patio interno de las instalaciones sintiendo su corazón en la garganta. Se había quedado dormida en clase. Últimamente era todo lo que hacía. Su vida había cambiado radicalmente las vacaciones pasadas y se sentía incapaz de superar los eventos al menos por un rato. Y para colmo su primo Kohaku había faltado a la primera clase de un profesor famoso por ser el número uno del orden. Sumamente estricto y que seguramente tendría al castaño en la mira en un futuro.

—¡Rin! —ahí estaba la próxima víctima de su profesor. Un chico esbelto y de complexión atlética, castaño de ojos chocolate y unas cuantas pecas adornando su brillante y siempre sonriente rostro.

—¿Por qué no llegaste a la clase? —preguntó preocupada. Kohaku era más responsable de lo que ella misma era en ese momento.

—Lo siento, me quedé dormido —sonrió ampliamente y Rin le devolvió la sonrisa—. ¿Me perdí de algo importante?

—No —Rin comenzó su andar—. El profesor Taisho es muy estricto, creo que serás su víctima a partir de hoy —fingió una sonrisa y Kohaku hizo una mueca.

—¿Cómo vas? —ella suspiró y se sentó en una de las bancas de madera, debajo de la sombra de dos árboles. Si algo amaba de esas instalaciones era el extenso jardín, y a esa hora de la mañana lo tenía casi para ella sola.

—Bien, es una suerte que se haya graduado el semestre pasado, no soportaría verlo ahora —aceptó borrando la expresión de su rostro.

—Se graduó en diciembre por pendejo —se burló Kohaku y Rin sonrió de verdad—. Debió graduarse en junio como el resto de su generación.

—Sí, te apoyo totalmente —Rin se mordió el labio. Todavía no podía creer su inocencia, había sido una presa bastante fácil para un estudiante de último año, y ahora se sentía sumergida en una enorme depresión.

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El semestre avanzaba a paso lento, Sesshomaru llevaba dos meses con ese grupo y todavía seguía buscando a la joven con su mirada. Se sentía hechizado por sus brillantes ojos claros, atraído por el corte de cabello en capas, casi seducido por la manera en la que mordía la tapa de pluma cuando pensaba cómo resolver un problema. Era como si lo invitara algo más con esa boquita carente de brillo labial. Y él simplemente quería dejarse hacer por aquella estudiante. Adoraba como pasaba la lengua por sus labios para humedecerlos, provocando en él el deseo de acariciar aquellos con los suyos. Recorrer con su lengua cada rincón de su cremosa tez, atreverse a degustar los placenteros montes que tanto tapaba con su abrigo o suéteres de lana, deseaba escucharla gemir entre sus brazos mientras la llenaba de él.

Y ahí estaba de nuevo, sentada en las bancas de en medio al lado de un tal Kohaku, quien la veía insistente y sonriente. Sesshomaru frunció el ceño por el hecho de que ella recibiera la atención de alguien más, pero a fin de cuentas no podía hacer mucho. Rin Ko era su alumna, ni siquiera era su conocida. Era una entre tantas, a diferencia de que esa joven adolescente se había robado toda su atención desde el primer día que le había dado clases. Y tenía la excusa perfecta para hacerla sentarse al frente.

—Silencio —los pocos ruidos que se escuchaban cesaron a excepción de la risa de la joven, pues el chico junto a ella le había hecho una broma. El profesor avanzó a grandes zancadas, se pasó entre las filas y sillas para llegar enfrente de los dos chicos. La cara de Rin denotaba temor y la del compañero ni se diga. Aprovecharía el tema de ética que forzosamente debía dar para congeniar un poco con sus alumnos, y poder acercarse a ella—. Kohaku, es el segundo mejor tenista universitario de los Estados Unidos de América —comenzó sentándose atrás de ellos, justo en medio. Rin sentía la presencia del profesor de una manera muy pesada, sabía que miraba al castaño pero de alguna forma era como si la estuviera estudiando a ella—. ¿Cómo es eso Kohaku? ¿Viene de una familia de tenistas?

—No señor —contestó el pecoso con nerviosismo.

—¿Por qué el tenis? —la frialdad de sus palabras se suavizó, relajando a todos en el aula.

—Me di cuenta que los tenistas consiguen las mejores chambas —bromeó el moreno y Rin se puso pálida, los demás se rieron en voz alta y pasado unos segundo el silencio era sepulcral. Nadie se reía abiertamente en presencia del profesor.

—¿Cuánto tiempo lleva practicando? —Sesshomaru dejó pasar el acontecimiento pues esas eran prácticamente sus intenciones.

—Cinco años —contestó con más seriedad.

—¿Cuánto tiempo pasó antes de que fuera de los mejores? —todo el mundo se dio cuenta de que ese no era su profesor. Sesshomaru Taisho nunca se ponía a hablar tan directamente con los alumnos, eso era un evento por el que medio instituto pagaría por ver.

—¿Antes de serlo o antes de saberlo? —preguntó con ironía y Rin se mordió el labio, su primo estaba provocando al profesor y eso no le agradaba mucho.

—¿Qué ocurrió cuando se dio cuenta que era mejor que los demás? —Kohaku se tensó.

—Me interesé en el juego —Sesshomaru asintió aprobando su respuesta y se puso de pie para encararlo y señalarlo con el índice.

—Eso es un punto de break en su intelecto —todos se asombraron y Rin curvó ligeramente los labios—. Bueno, ¿es el juego o el dinero? —Kohaku pensó que si hacía algún otro movimiento terminaría rompiéndose. Estaba demasiado tenso—. ¿La fama o la virtud? ¿Qué busca?

—Las dos —contestó el castaño con sinceridad.

—Es usted ambicioso —dijo Sesshomaru—. Vae, puto deus fio —Rin comenzó a teclear en su laptop aprovechando que Sesshomaru parecía distraído con Kohaku. "Ay de mí, creo que me estoy convirtiendo en un dios"—. El nivel más alto —exclamó el profesor—. ¡Ay de mí, creo que me estoy convirtiendo en un dios! —todos enmudecieron y Rin se sonrojó—. Esas fueron las palabras del emperador Vespasiano antes de morir —en ese momento se dio cuenta de que Rin sonreía como nunca antes la había visto sonreír y además bajaba la mirada a la pantalla de su computadora.

—Pensé que moriría —susurró Kohaku a Rin cuando el profesor paseaba por otros asientos. Ella volvió a sonreír.

—Todo el mundo es ambicioso —sentenció volviendo a su tono frió y regresó a su lugar detrás de Rin y Kohaku—. Pero de esta aula solamente conozco a alguien que es un verdadero genio, aquí la señorita Ko —la señaló y ella sintió su corazón en la garganta. ¿Ahora la iba a interrogar a ella?—. La menos ruidosa disfrazada, la más callada, la única que puede tener una auténtica carrera con los números —Rin hizo lo posible por no voltear a verlo, sentía que su mundo de discreción se venía abajo—. Ella es mejor en mi materia que nuestro querido tenista con la raqueta —hizo la comparación con voz más suave, no así con respeto, Rin sentía que todos la miraban y deseó salir de ese lugar—. Pero prefiere esconderse o mezclarse entre todos... ¿Por qué? —se levantó y Rin se sintió diminuta, estaba a sus espaldas de pie, demostrando su superioridad. Sesshomaru comenzó a avanzar hasta el final de la fila y bajó un escalón para ver a la joven—. ¿Por qué señorita Ko? —Rin miró en varias direcciones antes de sostenerle la mirada. Podía ver sus lagunas doradas desafiándola por debajo de las gafas y el copete platinado cayendo a ambos lados de su perfecta y severa frente.

—Porque en medio es donde se está más seguro —contestó con simpleza y Sesshomaru frunció el ceño.

—¿De dónde vienes? —como si no lo supiera.

—De Nueva Jersey —contestó tratando de no sonar vacilante. Sesshomaru la intimidaba bastante. Su profesor arqueó una ceja con altanería.

—Dígame, ¿sus padres son genios? —ella tragó duro y negó con la cabeza—, ¿son los dueños de un gran emporio? —ella volvió a negar—. ¿Tienen mucho dinero?

—No —contestó avergonzada, Sesshomaru había leído su expediente tantas veces que ya se lo sabía de memoria, conocía su historia a la perfección. Era una historia común de una alumna común, a diferencia de que ella estaba ahí por una beca, su familia era humilde pero ella tenía una inteligencia que rebasaba el promedio.

—Y tu padre no era el conde de Oxford, ¿verdad? —ella volvió a negar—. ¿No? —Sesshomaru se acercó a ella y Rin retrocedió en su asiento—. ¿A qué edad aprendiste a leer?

—A los dos años —contestó orgullosa y Sesshomaru se retiró los lentes con parsimonia, sin dejar de verla. El nerviosismo de la joven era palpable.

—Que precoz y prodigioso —se acercó un paso más—. ¿Qué era tu padre?

—Era empleado de una fábrica —se sentía cada vez más intimidada, pero había algo en las retadoras preguntas de Sesshomaru que despertaron un lado de ella que creía muerto.

—¿Y tu madre? —la frialdad de sus palabras pusieron a la joven aún más nerviosa y él lo notó. Rin sintió su corazón latiendo con fuerza, esos ojos ámbar la retaban, pero había algo más. Siempre había algo más en las fugaces miradas que su profesor le mandaba, y en más de una ocasión, sus ojos se habían cruzado con los del hombre. Haciendo que sus mejillas se sonrojaran. En ese momento era distinto.

—Ella... No —contestó sosteniéndole la mirada. Cosa que le sorprendió bastante.

—¿Qué era? —la voz de Sesshomaru sonó grave y Rin palideció.

—Ella era alcohólica, estaba loca —quería alzar la voz y gritarle que parara pero no pudo, había algo en los ojos de Sesshomaru que lograba mantenerla quieta.

—Ni dinero, ni ventajas, ni títulos —comenzó Sesshomaru—. Tú no serás el conde de Oxford, ¿verdad? —ella negó con un movimiento de cabeza—. ¿Y por qué eres mejor que los demás? —Sesshomaru puso sus manos en el pedazo de mesa que le correspondía a Rin y buscó sus ojos pero ella tenía la cabeza ladeada, se sentía diminuta. Su castaño fleco cubría sus ojos por lo que el peliplata no pudo apreciar su expresión—. Mírame —ordenó. El grupo entero estaba incrédulo, el profesor Taisho nunca le hablaba a alguien de tú. Y con Rin lo había hecho desde que le lanzó su primer interrogante. La castaña lo miró por fin—. Tú eres mejor que los demás y si nadie te ha dicho que eres un genio déjame ser el primero —Rin abrió los ojos con sorpresa, su cerebro había dejado de trabajar y lo único en lo que podía pensar era en la última frase de su profesor.

—Eso es subjetivo profesor, todos tenemos algo que aportar —comentó una alumna.

—Y una mierda —Sesshomaru le dio la espalda a Rin y comenzó a bajar los peldaños restantes hasta su lugar al centro de ese gran salón—. La genialidad es mágica, no material y si no tienes la magia aunque la desees no la alcanzarás. Señorita Ko —comenzó a recoger sus cosas—, si piensa seguir asistiendo a mis clases, siéntese hasta adelante donde le corresponde o no se moleste en aparecer —escupió y la vio tensarse—. Buenos días —salió del aula y Rin sonrió.

A partir de ese día las cosas fueron distintas en el aula, Rin se sentó adelante en todas las clases aunque acompañada del tenista. Sesshomaru se sentía mejor de tenerla enfrente, atenta, observándolo. Aunque sabía que era porque era su profesor, le gustaba tener su atención. No faltó mucho para los exámenes del segundo modulo, todos habían aprobado la materia, pero sólo tres personas habían obtenido una calificación por encima del ochenta y sólo ella había sacado el examen limpio. Sabía que su carrera no era finanzas ni economía, pero sí era una licenciatura con muchos números y más si ella pensaba ir al área de ventas.

Una mañana después de terminar la clase, ella se quedó en el aula, Sesshomaru no tenía nada que hacer ese día así que se quedó fingiendo trabajar. La chica seguía vistiendo con suéteres de lana y jeans rectos, era una parte de ella que lo dejaba bastante pensativo. Sus demás alumnas de marketing siempre estaban a la orden del día en moda. Ella era demasiado simple en ese aspecto y eso no dejaba de taladrarle la cabeza.

—Una excelente clase, como siempre —susurró tímida. Sesshomaru asintió sin voltear a verla—. ¿Por qué yo? —el peliplata se tensó—. No creo ser un genio, de hecho me esfuerzo mucho por tener las calificaciones que tengo —Sesshomaru dejó el bolígrafo y se puso de pie, acercándose a su lugar a pasaos agigantados.

—¿Por qué dudas de lo que digo? —Rin se relamió los labios y alzó su rostro desafiante, coqueto. Sesshomaru nunca había visto esa expresión en ella. Siempre era callada, tierna. Nunca provocativa y eso lo ponía mal. La deseaba y si ella no se mantenía al margen, terminaría cediendo a ese deseo.

Rin comenzó a quitarse el suéter dejando ver una blusa ceñida, había perdido los escrúpulos y todo porque su profesor era jodidamente sensual. Cada vez que lo veía, sentía como si su cuerpo estuviese expuesto a una temperatura tan alta que creía transpirar. Todo alrededor de él era cálido, todo excepto su imagen. Parecía tan frío e indiferente. Pero con ella era otro, era como si fuera a dar la clase solamente para ella y eso la hacía sentir especial. Sin duda había una gran tensión sexual entre ambos, lo sospechó desde los primeros días, pero la mirada de lujuria que mostraba el profesor en ese momento se lo confirmó. Dejó el suéter sobre la mesa y se levantó acercándose peligrosamente a él.

—No dudo de su palabra, sino de la intención —Sesshomaru no hizo nada por alejarse. El dulce y sutil aroma de la joven invadió sus fosas nasales, vainilla. Rin olía a vainilla, demasiado inocente y discreta.

—¿Con qué intencion la pasé al frente señorita Ko? —su voz seductora dejó a la joven sin aliento, en lugar de contestarle con palabras, dejó que su cuerpo se manifestara, lanzándose a los brazos de su profesor quien la recibió gustoso.

Los labios de Sesshomaru acariciaron los suyos antes de que ella abriera su boca para dejarle el acceso libre, sus frías manos recorrieron el pequeño cuerpo que, debajo de aquellas ropas holgadas, escondía grandes y sensuales curvas. Sesshomaru no encontraba explicación al comportamiento de la joven, quería parecer invisible ante los demás pero no le molestaba estar besando a un profesor y más aún dentro del aula de clases en un horario matutino.

Su deseo fue más grande que su moral por primera vez y sentó a la joven en una de las mesas, acariciando todo a su paso, su cintura, su estómago, sus senos... Rin gimió y se curvó hacía él, enredando sus piernas en las caderas masculinas, buscando más cercanía. Lo deseaba, lo quería y tenía miedo. No quería que volvieran a dañarla. "Bien Rin, métete con un profesor, seguramente se casarán y vivirán felices por siempre". La joven sabía que eso no llegaría lejos, pero se permitiría ser ella quien disfrutara también aquel juego.

—¡Rin! —Kohaku entró al salón y se quedó paralizado al ver tal escena.

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Aclaraciones:

Barco: cuando un profe te pasa porque le caes bien o cosas parecidas

Bueno, bueno en esta introducción sólo salió la escena de una película XD Les deseo mucha suerte!

Nos leemos!