Respuesta al Drabble #77 de LPDF, propuesto por jane_potter, el cual consitio en: Ahora, luego de pensarlo mucho he decido proponer lo siguiente:
"Sentidos. Un Drabble en que se transmita a través de cualquiera de los sentidos lo que la persona amada hace sentir a quién narra la historia."
Pueden ser todos los sentidos, desde una mirada, un roce, lo que sea. El punto es que el escritor transmita al lector la esencia de lo que siente/piensa/transmite el personaje principal por medio de cualquiera de sus sentidos.
El lapso para postear la historia es de una semana o en su defecto hasta que tenga las suficientes respuestas para entrar en votación. El límite de palabras es de 500 aunque sí el autor lo considera necesario puede pasarse unas cuantas.
07/08/2009
Título: Casualidades
Ship: H/Hr
Palabras: 485 (incluido el título)
No creí que bastara tan poco para hacerme sentir así, de algún modo pensé que el tiempo lo habría curado todo, que habría neutralizado el mar de sensaciones que me azotaba cada vez que su presencia estaba cerca de mí. Miré nuevamente mi nombre en el reverso del sobre, podía reconocer su letra desgarbada y casi podía verlo realizando los trazos a la media luz de una vela.
Suspire casi inconscientemente, cuando me di cuenta justifiqué mi acción con cualquier excusa, aunque realmente no podía negar nada de lo que él me hacía sentir. Durante años había buscado algún pretexto tonto para eludir el temblor en mis piernas o la sensación de opresión en el pecho que sentía nada más verlo pasar; cuando sus ojos se posaban en mi era como si me quedara en blanco, el aire fluía con menor rapidez e incluso mis movimientos se volvían algo torpes, los aromas y sabores adquirían un nuevo sentido, como si antes no pudiera apreciarlos en su totalidad, incluso mis ojos se prendaban a los suyos, como si de un imán se tratase y mi mundo se centraba en esos segundos infinitos que duraba el contacto visual. Ajustar mi respiración era medianamente sencillo si lo comparaba con lo difícil que era sacarlo de mis pensamientos, salir de su frecuencia para poder concentrarme en cualquier otra cosa, era tan complicado que hasta dolía.
Siempre que estaba con Harry se abalanzaban sobre mí un cúmulo de emociones con el que no podía lidiar, a veces llegaba a un grado de exasperación por la complejidad de las sensaciones que él me provocaba, trastocaba mis sentidos a magnitudes inimaginables, magnitudes que no podía controlar, quizás necesitaba algo más cómodo, algo que requiriera menos sobresaltos, menos angustias, menos problemas. Al menos eso pensé.
Quizás, después de todo, el amor era así de tormentoso, así de inestable. Tal vez, y solo tal vez, el amor era tan impredecible que era necesaria cierta predisposición a la adrenalina para poder conocerlo en su totalidad. Hubiera tomado aire y saltado al vacio sin pensarlo dos veces cuando pude hacerlo.
Respiré hondo una última vez y, ya más tranquila, me dispuse a leer el contenido de la misiva. Lo mismo de siempre, saludos, algunos comentarios triviales de su nueva vida, bromas casuales y preguntas de rutina. Dejé la carta sobre la mesa y me pase las manos por la cara. Escuché chirriar la puerta delantera y esperé un momento a que esas sensaciones se arremolinaran en mi cuerpo, poniéndome la carne de gallina.
Pero nada sucedió.
- ¿Hermione?, ¿Dónde estás?
Una sonrisa amarga se plantó en mi rostro y negué lentamente con la cabeza, Ron atravesó el umbral de la cocina y se sentó frente a mí en la mesa, me observó dubitativo y por más que le clavé la mirada fue necesario hablarle para entablar una conversación.
- Hola, amor. ¿Qué tal tu día?
