Buenas tardes a todos los que me lean. En primer lugar diré, gracias.

Gracias por darle una oportunidad a mi historia, a pesar de que no sea una conocida escritora de SwanQueen.

Ahora, iré un poco con las aclaraciones. Claramente, no es una historia que se ciñe a Once Upon a Time, y haré fuertes cambios en la trama, especialmente en el tiempo en que coexisten unos personajes con otros, porque sabemos que algunas historias tienen muchos años de diferencia. Trataré de mantener la personalidad, dentro de lo posible, y las relaciones de sangre entre los personajes. Todo se irá aclarando a medida que el fic avance, o al menos eso espero yo.

DISCLAIMER: Once Upon a Time no me pertenece, usó los personajes y la historia con fines meramente recreativos.


Capítulo 1 – Regina Rulz!

Cora se había tomado muchas molestias durante su vida como para que ahora un simple matrimonio le impidiera alcanzar su objetivo. Sabía que no podía manipular tan fácilmente a Regina, mucho menos simplemente obligarla, su hija ya distaba mucho de esa niñita que se jactaba de ser rebelde, pero que en el fondo moría de miedo de su madre y temblaba ante de la idea de que ella se enterara lo que hacía, ¡qué tontería!, como si una hoja del castillo se moviera sin que la reina lo supiera.

Debía admitir que de eso hacía mucho tiempo y que ahora Regina se había transformado maravillosamente en todo lo que ella hubiera deseado, de hecho, había superado sus expectativas; tenía los modales y las maneras de la más refinada de las doncellas y al mismo tiempo inspiraba autoridad, e incluso cierto temor a todos los que habitaban el castillo, desde simples sirvientes hasta los demás nobles.

Había moldeado a Regina tal y como lo había deseado y ahora se le salía de las manos, pero no podía llevarse todo el crédito, había sido un trabajo en conjunto con Rumpelstiltskin e incluso con aquél tonto, el hijo del Conde del Norte, Daniel, que hizo el favor de morirse al caerse en una carrera de caballos. Eso, junto con la magia negra, habían convertido a Regina en la mujer fuerte y decidida que era hoy, además, ¡habrase visto!, la futura heredera al trono del reino casándose con un muchachito que ni siquiera heredaría el título de conde al no ser el hijo primogénito, ¡nunca!, Regina debía buscar a alguien de su nivel, algún rey o príncipe heredero por lo menos, de ninguna forma ella había trabajado tanto, llevando a Henry, Regina y a ella misma al trono, para luego arrastrar algún tonto a que disfrutara de los privilegios de la realeza.

Claro que eso era algo de lo que Regina no se debía enterar, aún tenía alguna clase de escrúpulos de lo más molestos, de manera que nunca aprobaría que se hubiera deshecho, uno por uno, de los hermanos de Henry que estaban primero en la línea de sucesión, su familia era la quinta, y de ninguna manera esos cuatro miserables sin aspiraciones la dejarían sin corona. Había sido un trabajo impecable, muertes naturales o accidentes, incluso la mayoría pensaba que la realeza en pleno sufría de alguna enfermedad del corazón hereditaria, ya que varios habían muerto de un aparente ataque al corazón, el último de ellos había sido el rey Xavier, su suegro y abuelo de Regina, ése había sido el más difícil, incluso había llegado a tenerle aprecio, pero ya estaba cansada de seguir sus órdenes, así que solo le arrancó el corazón y lo aplastó hasta convertirlo en polvo, nadie sospecharía nunca de indefensa princesa Cora, la más dulce y amable de las damas de la corte.

Todo fue muy sencillo después de la muerte del rey Xavier, Henry y ella habían ascendido al trono como rey y reina respectivamente. Claro que él no era precisamente apto para el cargo, así que ella se había desempeñado como la máxima autoridad, quien verdaderamente regia aunque Henry llevara la corona, y todo había ido perfectamente, hasta su muerte. Ahora Regina había ascendido al trono como reina regente, y ella, que no era más que la reina consorte, pasaría a ocupar el cargo de reina madre, lo cual no suponía ningún problema en realidad, excepto por aquella tonta ley que había estado durante siglos en su legislación:

"El heredero al trono debe estar casado ante la ley o hacerlo durante los seis meses posteriores a su coronación".

Así que tanto ella como Regina tendrían que iniciar cuanto antes la búsqueda de un prometido; estaba segura que su hija tenía muy claro que no podía casarse con el 'Rey de los ladrones', porque aunque sonase bien, lo suyo no era ni de cerca un título nobiliario. Debía admitir que había sido un error descuidar a Regina los últimos años al estar tan inmersa en la política y los asuntos del reino, le había parecido un capricho digno de una princesa enredarse con un tipo de la calaña de Robin Hood, le había parecido perfectamente permisible, quizás, porque Regina ya tenía asegurada la corona, pero ahora lo veía claramente como un error garrafal, pues su hija se había encaprichado con él, estaba enamorada, decía, así que debía jugar adecuadamente sus cartas y poner el juego a su favor, bien sabía que el amor era debilidad, y el rey de los ladrones sería la debilidad que usara contra Regina, de una manera sutil, claro está, después de todo, Regina ahora era la reina.

―¿Madre? ―escuchó finalmente la voz de su hija quien estaba frente a ella y parecía preocupada―. Estabas absolutamente abstraída. ¡Me has dejado hablando sola! ¿Es que no me quieres ayudar? ―reclamó desesperada Regina.

―Regina, cariño, claro que te voy a ayudar, es solo que la situación es algo complicada. Me he quedado pensando en todo esto intentando hallar una solución ―respondió abnegadamente―. ¿Tienes claro que no puedes casarte con el rey de los ladrones, verdad? ―dijo, intentando matizar su mordacidad.

―Se llama Robin, madre. Y claro que lo sé, en particular porque lo más probable es que el día de nuestra boda lo capturen, no solo la guardia real de nuestro reino, sino quién sabe de cuántos reinos más ―sonrió para sus adentros, jamás aceptaría al ladronzuelo de caminos en su familia.

―¿No pensarás entonces renunciar a la corona para escapar con él, Regina? ¿O sí? ―había querido sonar realmente alarmada y lo había logrado; Regina estaba demasiado seducida por el poder como para hacer eso, además, claro que no estaba enamorada de ese perdedor, solo creía estarlo y Cora no pensaba sacarla de su error.

―No, no. Dije que amo a Robin, pero él no quiere que renuncie a mi vida por él, y yo tampoco quiero hacerlo. Podemos seguir juntos, como hasta ahora, prácticamente nadie lo sabe y las cosas siempre han ido realmente bien así. Yo quisiera cambiar la ley, no casarme ―suspiró Regina, dejando ver que aún había en ella una inocencia infantil que creía que sus problemas se arreglaban con chasquear los dedos.

―Sabes que eso no es posible, Regina ―habló con fingido pesar―. Pero sé astuta, querida, cumple la ley y cásate, cásate con alguien a quien puedas manejar, a quien no le importe tu affair o lo que hagas o dejes de hacer con tu… Con Robert ―agregó con una gran sonrisa.

―Robin, madre ―corrigió con voz cansada Regina―. Pero tienes razón, madre. Alguien a quien pueda manejar, alguien que esté en la misma situación que yo, y creo que sé quién es exactamente esa persona ―finalizó con una sonrisa triunfal Regina.


Aclaraciones:

Affair: Es una relación sexual o una amistad romántica o apego apasionado entre dos personas.

Rulz: Es un término urbano que viene de la palabra rules, y tiene como significado 'manda'.


Bueno, espero que les haya gustado la historia. Que me apoyen, y me acompañen en los siguientes capítulos, ¡y que dejen muchos reviews!

Saludos,

De entre los gatos, el más curioso.