Era un lluvioso día de Invierno, parecía ser que justamente aquél día en que ella había olvidado su paraguas y había dejado su auto en el taller, la naturaleza se había empeñado en mandar la peor tormenta del último tiempo.

No tenía frío, pues dentro de la oficina la calefacción emanaba un delicioso aire tibio que de vez en cuando incluso le hacía acalorar… Porqué… ¿Era la calefacción, verdad?

Definitivamente no tenía frío, pero sabía que al poner un pie fuera de la oficina de la FBI, se congelaría hasta la medula. Pero ya estaba, la hora de salida se aproximaba y Emily se alistaba para salir. Terminaba de poner las últimas hojas del caso del día en sus respectivos archivadores, los puso en el estante junto al escritorio de su jefe sin mucha concentración, pues sabía que cuando se podía ver muy concentrada, Morgan entraría y la espantaría, y no sería la primera vez que caería. Y así fue, termino de poner último archivador en su lugar en lo alto del estante cuándo sintió un gritito y unas manos agarrándola por la cintura. Se había sobresaltado, pero no asustado hasta los gritos de histeria como solía hacerlo al principio.

-tú, muy gracioso. Morgan.- Le dijo volteándose con fingido rostro de sorpresa. Su amigo sonrió dejando al descubierto sus blancos dientes mirándola con sus ojos traviesos. Ella no pudo evitar sonreírle de vuelta.

–Algún día volverás a gritar de espanto.- Dijo el moreno.

–Ya lo creo, amigo- atacó la pelinegra señalándolo con su dedo mientras se deshacía de su agarre. – ¿Qué haces aquí aún? ¿No estás tarde para tu cita? – El guapo agente especial del FBI sonrió con picardía. Ella caminó hasta la salida de la oficina dirigiéndose a su escritorio, Morgan la siguió.

-Naturalmente tengo una cita, guapa.- Dijo con galantería, a lo que su amiga respondió con un gesto entre risa y desentendimiento. Aunque claramente entendía a su compañero. – Y sí, estoy un poco atrasado, pero… esa gatita me esperará.- ambos agentes estallaron a carcajadas, Emily por lo engreído y egocéntrico que era su amigo, y él, por ver a Emily riéndose de él.

Así era su amistad, sincera, bromista, de burlas y de confianzas. Llevaban trabajando tres años juntos día a día, Derek Morgan trabajaba en la esta unidad del FBI desde hace diez años, mientras que Emily Prentiss se había unido al grupo del análisis de la conducta hacía tres, algo que claramente no la hacía carecer de experiencia ni poner en desventaja con el resto del equipo.

-A una dama no se le hace esperar, grosero. Debes ser gentil y caballero, llegar a la hora y llevar para ella una rosa roja.- Agregó la mujer sobreactuando, moviendo sus manos de aquí para allá. –Y por supuesto, luego hacer una reservación para el mejor hotel de la ciudad y bueno, ya sabes, hacerla feliz.- terminó su actuación con un suspiro y poniéndose las manos sobre el pecho. El tipo la miró vacilante y con el entrecejo fruncido.

-Eso, mujer, ha sido lo menos Emily Prentiss que he escuchado en todo el tiempo que te conozco.- rió. Emily bufó.

-Exacto, solo bromeaba, genio. Aunque a decir verdad…- dijo mientras tomaba su cartera.- un poco de romanticismo no le hace mal a nadie. Ni siquiera a las mujeres poco femeninas como yo. Aunque no lo creas, también tenemos algo de corazón.- Derek sonrió a la vez que la acompañaba hacia el pasillo.

-No hables en plural, eres única en tu especie, mon amour.- La chica rodó los ojos. – Pero eres de las mejores que conozco. – agregó parándose en frente de ella y acomodándole el cabello detrás de su oreja.

-¿Coqueteándome, Morgan?- le dio un pequeño golpe en su abdomen, el fingió dolor y ambos volvieron a reír.

-Siempre, Prentiss. – la besó en la sien. Ella suspiró resignada y le dio un amistoso abrazo, él se lo devolvió gustoso.

-Oye, no me quites a mi chico. Tú, esbelta de cabello moreno exquisito, participante en clases de salsa y además multilingüe. – Dijo Penélope, quien a medida que Emily y Morgan se iban soltando se su agarre, iba entrando acompañada de Hotchner, el jefe.

-Todo tuyo, baby girl.- dijo Emilysoltándolo por completo. Morgan a su vez se acercó a la rubia y la besó en la cabeza.

-Tú eres mi favorita.- Penélope lo miró seria.- Y única, mi amor.- Los tres rieron. El jefe vaciló en sonreír, pero finalmente accedió negando con la cabeza.

-Definitivamente, Morgan, eres el rompecorazones de la FBI.- Comentó Hotchner.

Aarón Hotchner miró a Emily por unos segundos. Definitivamente hoy tenía algo diferente. Emily se percató de sus ojos sobre ella y por un momento sus ojos se encontraron, pero al percatarse, ambos desviaron sus miradas. Él tenía claro que entre Emily y Derek no había absolutamente nada, pero no había podido evitar sentir algo incomodo en su interior cuando los vio abrazados y riendo. Tampoco pudo evitar recordad que quién la había –no solo abrazado -anoche había sido él…

Flashback:

- No sé cómo llegamos aquí, gran jefe.- dijo suspirando Emily, al tiempo que caía rendida sobre el pecho de su jefe, cerrando los ojos. Él, aún agitado, le acarició perezosamente el término de su espalda con una mano, mientras qué con la otra tapaba sus cuerpos con la sábana. Besó su cabello y ella sonrió, aún con los ojos cerrados. –Pero sinceramente, no me interesa preguntármelo ahora.- Aarón comentó a hacer dibujar círculos al costado del abdomen de Emily, lo que le provocó cosquillas, ella se removió inquieta y se hizo a un lado de sobre él, instancia que él aprovechó para voltearse y mirarla a la cara.

-Eres hermosa. Nunca te lo había dicho.- Dijo caballerosamente el hombre, Emily, por primera vez, se sonrojó, algo que sorprendió a Aarón, pues aquel gesto era todo lo contrario al carácter que conocía de Emily, y aquello le estaba encantando.

-¿Hermosa? Estoy despeinada, debo tener el maquillaje todo revuelto y no quiero imaginarme el color de mi cara.- Bromeó la mujer. Aarón soltó una carcajada que posiblemente retumbó en la todo el apartamento de Emily.- Shhh.- lo silenció, vas a despertar a Sergio.- agregó. Hotchner sonrió y ella le dio un pequeño beso en los labios, justo en ese momento Sergio de un brinco saltó en la cama y comenzó a pasearse mimosamente por entremedio de ellos dos, Emily le acarició el lomo y el gato gustoso se dejó hacer.

-Me pregunto si debo ponerme celoso por el gato.- Sentenció con seriedad. Emily rió y él la siguió. La chica hizo que el gato se bajara de la cama y volvió a ocupar su lugar sobre Aarón mientras lo besaba con autentica pasión, él no tardó en devolverle aquel beso, pero ella luego, muy luego para el gusto de él, se separó y lo miró. -¿Qué pasa?- Pregunto curioso y con ganas de seguirla besando.

-No puedo creer lo que acaba de pasar, es solo eso.- admitió ella, con algo de inseguridad.- No me calza esto - dijo apuntándose a ella y a él con su mentón.- No logro compaginar al jefe gruñón del FBI con el hombre que me acaba de hacer el amor tan exquisita y salvajemente- dijo casi riendo, Aarón sí que rió. Era la tercera vez que ella escuchaba su risa aquella noche y lo encontraba increíble, Aarón Hotchner no era de las personas más risueñas que ella conocía.

-Te cuestionas muchas cosas, Prentiss.- dijo él, ganándose una seria mirada de la pelinegra.

-¿Acabamos de tener sexo y me llamas por mi apellido? ¡Wow! Eso es sexy.- ambos volvieron a reír, Aarón hizo un movimiento e hizo girar sus cuerpos, cambiando de posición para esta vez él quedar sobre Emily. Volvieron a besarse, hasta casi quedar sin respiración. Pero no pararon, ellos querían seguir, querían volver a entregarse uno al otro durante toda la noche, sin importar que pasase mañana cuando se vieran en el trabajo y se encontrasen con todos sus compañeros de trabajo y amigos.

-Oye Em-habló Penélope García- No vi tu auto afuera, ¿en qué andas? –Preguntó mientras Morgan y Hotchner veían unos documentos que el jefe traía en las manos.

-Ni me lo recuerdes- se quejó la mujer de pelo negro- Esta mañana cuando venía para acá, el maldito auto me ha dejado tirada a medio camino. No tuve más remedio que llamar a una grúa y venirme en un taxi.- Dijo con lamento, Penélope asintió, ella sabía que a su amiga eso no le gustaba para nada, odiaba los taxis, detestaba subirse a el vehículo de un desconocido que bien podría ser un psicópata.

-¿Quieres que te lleve? Salgo en cinco minutos, solo dejo esto en mi oficina y me voy.- Se ofreció amablemente la chica de rubia cabellera y ropa de color rosa. Em sonrió agradecida pero se negó, ella si odiaba los taxis, pero también odiaba molestar.

-No pequeña, muchas gracias. Te veo el lunes baby girl- la besó en la mejilla, Penélope le devolvió el beso. Luego se despidió de Derek, el chico cariñosamente le dio otro abrazo y Emily pudo notar como Aarón carraspeó disimuladamente, pero no hizo nada, se deshizo del abrazo del moreno solo cuando él la soltó y luego la besó en la mejilla. –Hasta mañana, Hotchner.- Dijo cordialmente con un gesto de despedida, Aarón le devolvió el gesto y ella dio media vuelta para salir de la oficina.

Emily no alcanzó a dar cinco pasos bajo la lluvia cuando una mano la agarró del brazo y suavemente la atrajo, poniéndola debajo de un paraguas. Ella no refutó, lo miró extrañada y casi algo molesta, pero luego su gesto se tornó en una sincera sonrisa. Aarón se la devolvió mientras la encaminaba hacia su auto.

-Si supieras cuando odio que me lleven a casa, no harías esto- dijo Prentiss, aunque no molesta. Su jefe se encogió de hombros mientras le abría la puerta del copiloto, para luego darse la vuelta y subirse al coche por la puerta del conductor

Emily no quería admitirlo, pero por gestos como aquel era que ella podría caer rendida a sus pies. Desde hace unas semanas él había estado comportándose muy atentamente con ella. Le abría las puertas para que ella pasara, le llevaba café del Starbucks, la saludaba con roces de mano o hasta con una semi sonrisa de repente. No es que él nunca haya sido amable con ella o las demás mujeres del equipo, pero ella lo notaba diferente, y eso la tenía confundida, no entendía aquel cambio. Pero ahora, luego de lo que había pasado la noche anterior, estaba comenzando a encajar las piezas. Tampoco quería cuestionarse muchas cosas. Él la estaba haciendo sentir bien y eso a ella le encantaba. Solo pretendía disfrutar el momento, sin pensar en compromisos o en algo que pudiese arruinar lo que fuese que estaba empezando entre ellos dos.

-No voy a llevarte a tu casa, no te preocupes.- Dijo Aarón, mientras echaba a andar el coche. –Vamos a la mía.- Ella abrió los ojos como platos y él sonrió otra vez. Emily cada vez encontraba su sonrisa más tentadora.

-¿Y eso? – preguntó sinceramente sin comprender. Hotchner volvió a encogerse de hombros- No tienes tu coche, y me entero que no te gusta que te lleven a tu casa. Entonces no se me ocurre dónde más puedo llevarte.- Ella asintió y se inclinó hacia el asiento de su jefe para besarlo en la mejilla.- Gracias, jefe.