DESPUÉS DE LA BATALLA
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Nota preliminar: Los eventos de esta historia están basados en las situaciones y personajes creados por los Estudios Nue, Tatsunoko Production y Artland para la película "Macross: Do you remember love?"
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CAPÍTULO UNO
LA CALMA DESPUÉS DE LA TORMENTA
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La tensa calma que se había vivido, aunque fuera momentáneamente, dentro del SDF-1 Macross tras aquella batalla final en contra de Lord Bodolza, había sido como el ojo de la tormenta. Unos segundos de silencio e inactividad total en los que los valientes militares se habían dado un respiro, disfrutando de su victoria, antes de regresar a sus labores y a lo que seguía… a los procedimientos rutinarios que se tenían que llevar a cabo después de una batalla. Especialmente después de una batalla de tales dimensiones.
En aquellos momentos la actividad había reiniciado en el Macross. Los pasillos de la gigantesca fortaleza bullían con la ferviente presteza de las cientos de personas que iban y venían en un caos perfectamente organizado, cada quien encargándose con eficiencia y prestancia de las labores que les habían sido encomendadas. Por los altavoces del sistema de comunicación podían escucharse las órdenes que venían directamente del Puente del Macross… órdenes directas del capitán Bruno J. Global.
Se solicitaban equipos de Control de Daños en las zonas más castigadas de la fortaleza; se ordenaba que varios equipos médicos se presentaran de inmediato en algunos de los hangares a donde los VF1 estaban llegando. Otras órdenes le encomendaban a equipos militares especializados que se dirigieran de inmediato a los albergues civiles instalados en la zona habitacional de la nave. Todo era ruido, movimiento, y actividad dentro del Macross.
Aquel caos hacía que el avance de una joven oficial, que portaba el uniforme y las insignias de rango de Mayor de la UN SPACY, fuera angustiosamente lento y accidentado. En esos momentos el rango no parecía importar. Todas las personas corrían de un lado a otro y en más de una ocasión la mayor Hayase tuvo que hacerse a un lado para evitar el curso de colisión… o simplemente tuvo que aguantar el dolor que algún golpe no intencionado había provocado en ella.
Pero nada de eso parecía importarle a Misa Hayase… su mente estaba enfocada en un único objetivo: llegar al Puesto de Vuelo #21 a donde, en cualquier momento, ingresaría el Escuadrón Skull después de la meritoria y destacada participación que todos sus pilotos habían tenido en la batalla de ese día… en particular el teniente Hikaru Ichijo, líder del Escuadrón de la Calavera, el más legendario y emblemático de la UN SPACY.
Finalmente la mayor Hayase entró al enorme galerón en el que, en ese preciso momento, estaban siendo ingresados por medio de ascensores algunos VF1 Valkyries provenientes de las pistas de aterrizaje superiores. Los ojos profundamente verdes de la joven militar resplandecieron como si estuvieran hechos de fuego puro cuando el inconfundible VF-1S Skull-1 apareció en aquel gigantesco lugar.
Misa, desde el nivel superior en donde se encontraba recargada en una baranda metálica y rodeada de docenas de personas que iban y venían, no perdió detalle del descenso del Valkyrie del teniente Ichijo que, por otro lado, estaba siendo recibido por sus compañeros pilotos y el personal de a bordo con una serie de vítores y aplausos.
Y no era para menos… la misión suicida que el joven líder Skull había llevado a cabo aquel día se había convertido instantáneamente en un episodio legendario que había colocado inmediatamente a Hikaru Ichijo en aquel pedestal reservado únicamente para los pilotos estrellas de la UN SPACY… pilotos como el Mayor Roy Fokker, por ejemplo.
El teniente Ichijo, a pesar de la euforia y la emoción que sentía y de la adrenalina que aún corría por sus venas, no dejaba de ser el piloto tímido, reservado y modesto que siempre había sido y aquel recibimiento tan efusivo lo hacía sentir feliz pero también un poco apabullado.
Mientras su VF1-S descendía por el elevador, él miraba a su alrededor y contemplaba incrédulo a todos los compañeros que se habían reunido en aquel lugar a darle la bienvenida. Algunos aplaudían, otros vitoreaban sin cesar, algunos más silbaban y otros levantaban su mano ya fuera con dos dedos levantados en señal de Victoria o bien con el pulgar hacía arriba, dejándole saber con ese sencillo gesto que lo había hecho bien y que todos estaban orgullosos de él.
Pero los ojos del joven teniente de la UN SPACY comenzaron a moverse de un lado a otro, como si estuvieran tratando de localizar en aquella muchedumbre a una persona en especial… a una persona especial.
El VF1-S finalmente tocó el piso firme del gigantesco hangar y la carlinga del aparato se elevó casi de inmediato. Hikaru se ocupó por algunos momentos de quitarse su arnés de seguridad y de retirar de su traje de vuelo algunos otros sistemas que mantenían al piloto en óptimas condiciones durante sus vuelos de combate.
Ya media docena de mecánicos se habían acercado para hacerse cargo del Skull Uno y Hikaru agradeció al jefe de mantenimiento, un sargento experimentado y curtido a quien todos le tenían mucho respeto, el que le hubiera ayudado a bajar de su nave, manteniendo a raya a varios de sus compañeros pilotos que se habían acercado para felicitarlo.
Hikaru comenzó a alejarse de su aeronave, pero aquella simple operación probó ser tan delicada que le tomó más de dos minutos el separarse un par de metros de su Skull Uno. Todos querían palmearle la espalda, estrechar su mano y decirle lo orgullos que todos estaban de él.
El teniente Ichijo estaba haciendo esfuerzos desesperados por quitarse su casco para respirar un poco de ese precioso oxigeno que ya comenzaba a hacerle falta… y fue entonces cuando la vio.
De pronto, elevándose incluso por encima del nivel de ruido que se escuchaba en el puesto de vuelo, la voz inconfundible de la mayor Misa Hayase, una voz bastante bien conocida por todos los pilotos ahí presentes, se dejó escuchar en el hangar. Aquello obró el milagro. Súbitamente se hizo un silencio en el lugar y todos los presentes voltearon a mirar el lugar desde donde, detrás de ellos, una diminuta mujer de brillantes ojos verdes, cabello color miel y el inmaculado uniforme blanco de la Primera Oficial del Macross estaba de pie, inmóvil y con su vista clavada en el joven piloto que justo en ese instante había podido retirarse el casco de su cabeza, dejando libre su melena oscura y rebelde que en esos momentos se veía más desastrosa que de costumbre.
- ¡Hikaru! – La voz de Misa había sido casi un suspiro.
- ¡Misa! – El piloto la miró y una enorme sonrisa comenzó a formarse en sus labios. - ¡MISA!
De pronto pareció como si todo a su alrededor hubiera desaparecido. Las escenas que se estaban desarrollando en aquel hangar en esos momentos súbitamente se nublaron a su alrededor. Para ambos solo parecía existir un túnel frente a ellos… ese túnel que conducía sus ojos y enfocaba su visión directamente hacia aquella persona que estaba frente a ellos… la persona por la que gustosamente darían la vida.
- ¡HIKARU! – Misa repitió y esta vez la misma sonrisa que él tenía en sus labios pareció reflejarse en los de ella.
El piloto, sin preocuparse por la más mínima etiqueta militar, comenzó a correr hacia ella, mientras que la siempre orgullosa y recatada Primera Oficial Hayase hacía lo mismo, para ir al encuentro de aquel hombre que se había convertido en el motivo y razón de su vida.
Los dos se encontraron a medio camino del trayecto y cuando lo hicieron Misa le echó los brazos al cuello a Hikaru, mientras que él, sin poder evitarlo y sin dejar de reír, dejó caer su casco al suelo para colocar sus manos en la cintura de ella y levantarla en vilo para luego girarla por los aires.
Ambos estaban tan felices, tan perfecta y absolutamente felices que, sin importarles nada más que no fuera ellos, decidieron que ese momento era suyo y sólo suyo… un momento que no iban a desaprovechar. ¡Dios sabía que a como estaban las cosas no podían permitirse el lujo de desperdiciar un solo segundo de su vida!
Apenas Hikaru había puesto a Misa en el suelo, cerró sus brazos alrededor de ella sintiéndola pequeña y vulnerable en su abrazo, envolviéndola con su propio traje de vuelo y, con una desesperación que rayaba en la locura, buscó afanosamente los labios de su oficial superior quien, sin ningún tipo de inhibición, ya había echado sus brazos alrededor del cuello de Hikaru y lo estaba atrayendo hacia ella sin ninguna clase de decoro o etiqueta.
Sus labios se encontraron y Misa dejó escapar un suspiro contra los de él. Un suspiro en el que dejaba escapar, de golpe y de una sola vez, todo el miedo, la incertidumbre, el terror y la desesperación que había sentido durante aquella jornada de muerte y de guerra.
Hikaru pareció entenderlo así, pues tomó aquel suspiro como una invitación para profundizar el beso que le estaba prodigando a Misa, dispuesto a hacerla perder la razón si con eso lograba exorcizar de la mente de la mayor Hayase todos esos demonios que la atormentaban. Y para ser totalmente honestos, Hikaru sentía que solamente el amor que sentía por Misa Hayase y que ella le reciprocaba, sería lo único en el universo que podría hacer que él mismo desechara todo el dolor, la inseguridad, la soledad y la tristeza que había sentido durante toda su vida.
El piloto apretó a la mayor Hayase contra su cuerpo con locura y vehemencia mientras que su beso se hacía aún más profundo y sus caricias más desesperadas. Las manos de Hikaru, aún enfundadas en sus guantes, no dejaban de recorrer la espalda de Misa de arriba a abajo, como queriendo sentirla a través de su uniforme.
Por su parte ella acariciaba la nuca del piloto y enredaba sus dedos en sus cabellos oscuros, mientras que con su otra mano acariciaba con ternura el cuello de él, dejando que aquellas suaves caricias subieran hasta su oreja, arrancándole suaves gemidos de placer a Hikaru… gemidos que eran casi como un ronroneo que escapaba de lo más profundo de su garganta.
- ¡Dios santo, Hikaru…! – Misa susurró sin aliento cuando finalmente se separaron. - ¡Estaba tan nerviosa¡Me asusté tanto!
- ¡Tranquila, bonita! – Él la besó en la frente y le acarició la mejilla con el dorso de su mano. – Ya todo terminó… ya no debemos de preocuparnos por nada.
- ¡Estoy tan orgullosa de ti, Hikaru! – Misa había comenzado a besarlo suavemente en la barbilla, en las mejillas y en las comisuras de sus labios. - ¡Lo hiciste muy bien! Hoy fuiste el héroe, piloto… ¡Fuiste tan valiente!
- ¡Nah…! – Hikaru no pudo evitar el reírse. – No soy un héroe, sólo hice lo que se tenía que hacer y bueno… al menos las cosas funcionaron.
- No, no puedes pensar eso. – Misa lo reprendió suave pero enérgicamente, colocando sus manos en las mejillas de él para obligarlo a mirarla a los ojos. – Las cosas funcionaron porque tú las hiciste funcionar, Hikaru.
- Pero la de las grandes ideas fuiste tú, pequeña. – Él la besó en la punta de la nariz. – Digamos que somos buenos trabajando en equipo.
- Me alegra que hayamos clarificado ese punto. – Misa sonrió suavemente.
El piloto sintió que su corazón se derretía ahí mismo al verla tan feliz, tan emocionada… tan enamorada. Sin poder evitarlo, Hikaru volvió a tomarla en brazos y la besó con tanta pasión como lo había hecho anteriormente. Ella no opuso resistencia, antes bien se entregó a los besos de su piloto, cerrando los ojos y permitiéndose perderse en ese pequeño mundo en donde solamente existían ella, Hikaru y el amor que ambos se profesaban y que se habían declarado de manera tan elocuente justo antes de la batalla.
- Tenemos un permiso de quince horas. – Misa explicó apenas se separaron, aunque Hikaru no la soltaba. – Necesitas descansar, debes estar agotado. ¿Por qué no vamos a mi habitación? Te prepararé algo para que comas.
El piloto sonrió con ternura y le acarició el cabello. Sin importar lo que sucediera o cuales fueran las circunstancias, Misa siempre se preocupaba por él… siempre trataba de darle lo que él necesitaba en un momento dado. Ella podía entenderlo y comprenderlo. Para ella, él era un libro abierto. ¡Y aquello le encantaba!
Hikaru asintió y besó a Misa justo en medio de los ojos. Ella le sonrió y arrugó la nariz cuando él le hizo un cariñito juguetón en la punta de la misma.
- Bien… ¿Qué te parece si me das dos minutos para quitarme este traje de vuelo, Misa? Parezco oso polar con él…
- Concedidos, teniente. – Misa replicó risueñamente. - ¡Pero solamente dos minutos! No haga esperar a su oficial superior porque ella no tiene fama de ser muy paciente que digamos.
- ¡No tardo, amor! – Hikaru salió corriendo, al tiempo que simultáneamente le guiñaba el ojo y le hacía un despreocupado saludo militar.
Misa se quedó de pie, en medio de aquel hangar que hervía con la actividad que se estaba desarrollando a su alrededor en esos minutos. Pero a pesar del ruido y del trajín de aquel sitio, lo único que ella podía escuchar eran la voz de aquel piloto adorable y temerario llamándola "amor".
Una sonrisa soñadora apareció en los labios de Misa al tiempo que ella suspiraba profundamente y murmuraba para sí:
- Tómate tu tiempo, yo no voy a ningún lado… no sin ti, Hikaru… no sin ti, mi amor.
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Algunos minutos más tarde, Misa y Hikaru abandonaron la zona de hangares, tomando el camino que los conduciría directamente hasta el nivel en donde se encontraban las barracas militares.
- Tenemos 15 horas. – Misa hacía cálculos mentales. – Y considerando que tienes que dormir por lo menos 8 horas para que te puedas presentar bien descansado y alerta mañana al servicio—
- ¡No tienen porque ser exactamente ocho horas! – Hikaru replicó con su típica rebeldía. – Podríamos dormir solo… no sé, cinco horas y por mí estaría bien.
- ¡Esa es una orden directa que no pienso discutir con usted, teniente Ichijo! – Misa respondió en su mejor voz oficial.
Hikaru hizo un puchero que como por arte de magia derrumbó aquel juego de Oficial Superior que Misa estaba jugando con él. Ella no pudo evitar reír y aferrarse a su brazo mientras él, divertido con aquello, hacía que ambos se detuvieran frente a un ascensor y oprimía el botón.
- Entonces, - Misa le preguntó, acurrucándose contra él, tal y como lo había hecho aquella mañana en la Isla Altilla, cuando el Macross había aparecido en el horizonte. - ¿Qué quieres comer?
- No te preocupes por eso, Misa. – Él le respondió con una sonrisa e innegable cariño destilándole por la mirada. – Cualquier cosa estará bien… ¡Tengo hambre! – Y para enfatizar sus palabras se frotó el abdomen. – Mi panza está haciendo ruidos raros.
- Se llama estómago. – Misa lo corrigió, encontrando extremadamente divertido el hacerlo rabiar. – Solo los animales tienen panza.
- ¡Como sea!
- Bien… creo que necesitaremos hacer una pequeña parada de emergencia en la cafetería para comprar algo de provisiones. Fuera de café y algunas galletitas, no tengo nada que ofrecerte en mi habitación.
- ¡Hmmm, café y galletitas! – El piloto entrecerró los ojos y se relamió golosamente al pensar en aquello.
- ¡Ni lo sueñes! – Misa le dio un codazo. – Necesitas comer algo nutritivo, Hikaru.
- ¡Está bien, está bien! – Él concedió teatralmente. – Pero creo que tenemos que hacer otra parada de emergencia en mi habitación… necesito urgentemente una ducha.
- Puedes ducharte en mi baño. – Misa respondió sin siquiera pensarlo, pero de inmediato se ruborizó. – E—es decir… si… si quieres… si no te molesta…
Hikaru sonrió una pequeña sonrisa entre tímida y traviesa y, tal y como ella, se sonrojó levemente. Aún así se aclaró la garganta e hizo acopio de todas sus fuerzas para hablar.
- Bueno… gracias… pero¿Podríamos pasar a mi habitación de todas maneras para recoger algo de ropa limpia y…?
- ¡Por supuesto! – Misa asintió con una sonrisa.
El piloto iba a comentar algo más, pero en ese instante se escuchó la campanita del ascensor y las puertas se abrieron de par en par.
Pero en lugar de que la mayor Hayase y el teniente Ichijo entraran en él, ambos se quedaron de pie, inmóviles frente al elevador, mirando con ojos desorbitados a la persona que había súbitamente aparecido frente a ellos. Fue Hikaru quien finalmente puso su nombre en palabras.
- ¡Minmei…!
- Hikaru… mayor Hayase… - Minmei salió del elevador. - ¡Me alegra tanto que estén bien!
Inadvertida, inconscientemente Misa y Hikaru habían dado un paso atrás cuando ella se había acercado a ellos. Minmei hizo un gesto que realmente no significaba nada y bajó la mirada.
- Yo—yo solo quería decir que—
Cuando Minmei guardó silencio y sobre todo, cuando ese silencio se hizo demasiado pesado como para ser soportado, fue Misa la que tomó en sus manos la misión de romper el hielo, pensando que quizás Hikaru tendría algo que hablar con Minmei o—
- Creo que voy a irme adelantando a la cafeter—
La mayor Hayase no pudo continuar y tampoco pudo seguir avanzando hacia el elevador porque el teniente Ichijo la había tomado de la mano y la había acercado a él, pasándole el brazo alrededor de los hombros para abrazarla contra su cuerpo.
- Quédate, Misa. – Él murmuró, sin que su mirada inquisitiva se apartara un momento de Minmei. - ¿Qué sucede, Minmei?
- Yo solo quería… felicitarlos por lo que hicieron el día de hoy… y darles las gracias.
- Gracias a ti. – Misa respondió amablemente. – Por tu apoyo y por toda tu ayuda.
Minmei asintió con la cabeza y bajó la mirada por unos segundos para luego volver a clavarla en la joven pareja que estaba frente a ella. Hikaru, imperturbable, mantenía a Misa abrazada y ni siquiera hacía el intento de añadir ningún comentario a aquella tensa conversación. Fue la mayor Hayase quien, pasando su mirada de Hikaru a Minmei, decidió volver a romper el silencio.
- Esa canción… la interpretaste de una manera hermosa, Minmei.
- Gracias por permitirme quedarme con ella, mayor Hayase. – Minmei respondió a la carrera, como si de pronto hubiera sido sacada de un momentáneo estupor. – A decir verdad ya hay media docena de productores hablando con mi primo, tratando de conseguir los derechos de grabación de la canción… - Minmei se detuvo tan de golpe como había comenzado a hablar. – Eso es… si a usted no le molesta, mayor Hayase.
Misa sonrió afablemente y negó con la cabeza. Hikaru miró a la mujer que tenía a su lado y una sonrisa tierna apareció en su rostro. Sonrisa que no pasó desapercibida para Minmei; una sonrisa que para ella sólo puso lo obvio en evidencia: Hikaru Ichijo estaba absolutamente enamorado de Misa Hayase.
La Señorita Macross no recordaba una sola ocasión en la que Hikaru la hubiera mirado a ella de la manera como estaba mirando a Misa, con esa devoción, con ese amor y con esa adoración tan incondicional y absoluta. Fue la voz de la mayor Hayase la que volvió a romper el silencio.
- Te deseo la mejor de las suertes con todo, Minmei.
- Gracias. – Respondió ella con sinceridad. – Bueno… en ese caso creo que es mejor que regrese, yo—tengo cosas que hacer. Vamos a comenzar a preparar un concierto y—les enviaré unos boletos de cortesía… me gustaría que pudieran asistir, en realidad me sentiría honrada si… si pudieran hacerlo.
Minmei había dicho aquello, mirando directamente al rostro inexpresivo de Hikaru quien, finalmente, se permitió esbozar una sonrisa de cortesía y asintió con la cabeza.
- Gracias, Minmei. – Fue lo único que atinó a responder el piloto.
La cantante, icono de una generación e hija predilecta de Ciudad Macross, pareció entender que no tenía nada más que decir o que hacer en ese lugar. Al mirar a Misa y Hikaru juntos no era difícil entender que lo único que ellos deseaban y necesitaban en esos momentos era un tiempo privado… un momento para ellos después de la terrible batalla que habían enfrentado aquel día.
- Les deseo mucha suerte… y hasta pronto.
Minmei no estaba segura de cual era el mejor modo de alejarse de ahí de manera digna. Pero casi como si el SDF-1 Macross hubiera tomado provisiones en el asunto, en esos momentos la puerta de otro ascensor se abrió y un par de oficiales salieron a toda prisa de él, dirigiéndose hacia la zona de los hangares.
- Voy… hacia la ciudad. – Minmei les explicó. - ¿Vienen?
Hikaru negó con la cabeza. Ellos se dirigían hacia los niveles superiores, en donde estaban localizadas las barracas militares.
- Tomaremos el otro ascensor. – Hikaru tomó la mano de Misa.
Minmei miró los dedos entrelazados de los dos militares y se obligó a sonreír, aunque no fue una sonrisa del todo convincente.
- Suerte en todo, Minmei. – Hikaru decidió terminar aquella conversación.
- ¡Mucha suerte para ustedes también! – Minmei balbuceó, mientras Hikaru y Misa entraban a su ascensor. - ¡Los veré en el concierto!
Las puertas del elevador se cerraron y Minmei se quedó sola en aquel pasillo desierto. Por unos momentos sus ojos se clavaron en la pantalla que indicaba el nivel al que el elevador se dirigía… hacía el nivel 14, en donde la habitación de Hikaru estaba localizada. Suspiró profundamente y decidió entrar al otro ascensor que pacientemente esperaba por ella para llevarla de regreso a la ciudad.
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Dentro del ascensor en el que viajaban Hikaru y Misa, ella se había recargado contra la mampara a sus espaldas y había dejado escapar un suspiro largo y profundo. Hikaru la miró y sin poder evitarlo - sin querer evitarlo -, se lanzó sobre ella, aprisionándola entre el muro a sus espaldas y su propio cuerpo. Misa abrió desmesuradamente sus ojos y él le sonrió traviesamente, al tiempo que le acariciaba el rostro con el dorso de su mano.
- ¡Eres hermosa!
Hikaru susurró esas palabras, provocando que Misa se estremeciera de la cabeza a los pies con el sonido de las mismas y al sentir el cálido aliento del piloto contra su piel. La orgullosa mayor Hayase de la UN SPACY sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas y que simultáneamente un leve rubor aparecía en sus mejillas a la vez que una pequeña sonrisa iluminaba su rostro.
Misa no pudo evitarlo, suavemente posó su mano en la mejilla de Hikaru, acariciándolo con ternura. Sus radiantes ojos verdes capturaron los hermosos ojos azules de él y finalmente lo atrajo hacia ella con toda intención de besarlo.
Sin embargo, antes de que sus labios llegaran a tocarse, el ascensor se detuvo súbitamente y las puertas se abrieron. Aquello sobresaltó un poco a los dos jóvenes, quienes se separaron abruptamente cuando una joven sargento y dos subtenientes entraron al ascensor. Los recién llegados hicieron un impecable saludo militar que los dos oficiales respondieron.
La sargento oprimió un botón del elevador y durante el resto del trayecto se hizo un silencio sepulcral en aquel reducido espacio… aunque las miradas de soslayo y las sonrisas cómplices que la mayor Hayase y el teniente Ichijo se lanzaban no pasaron desapercibidas para los tres militares que, imperturbables, mantenían su disciplinada compostura.
Cuando finalmente Misa y Hikaru salieron del ascensor, ninguno de los dos pudo evitar el reírse al encontrarse completamente solos en el pasillo que conducía al dormitorio del teniente Ichijo.
- ¡Nos atraparon, mayor Hayase! – Hikaru bromeó.
- ¡Con las manos en la masa! – Ella respondió.
- En mi caso creo que sería correcto decir con las manos en la Misa.
La aludida gruñó casi dolorosamente y comenzó a empujar a Hikaru hacia su dormitorio mientras él no dejaba de reír.
- ¡Hey, es cierto! – Se defendía el joven teniente. – Creo que los chismes sobre nosotros comenzarán a correr por todos lados muy pronto.
- ¿Comenzarán a correr? – Misa preguntó incrédulamente. – Hikaru, los chismes no han dejado de correr desde que volvimos de la Isla Altilla… y después de lo que sucedió en el hangar hace unos minutos…
- Pues no me importa. – El rebelde piloto la desafió dándose la media vuelta para encarar de frente a aquella mujer que seguía empujándolo. - ¡Quiero que todos sepan que ahora estamos juntos!
- Hikaru… - Misa sonrió, sorprendida y enternecida por aquella respuesta tan inesperada.
El teniente Ichijo sonrió y tomó las manos de Misa en las suyas para luego acercarse a ella y besarla en la mejilla con una ternura que contrastaba con el tono agresivo con el que había respondido hacía unos segundos. Misa cerró sus ojos y disfrutó cada segundo que los labios de Hikaru estuvieron sobre su piel.
- Voy por una muda de ropa. – Hikaru susurró cerca de su oreja. – No tardo, bonita…
Hikaru abrió la puerta de su camarote y caballerosamente permitió que Misa entrara primero. Una vez adentro el piloto le dijo que se pusiera cómoda y él prácticamente corrió hacia su dormitorio.
Misa se quedó de pie cerca de la puerta y se entretuvo en observar algunos modelos de aeronaves que Hikaru tenía por ahí. Se dio cuenta de que el piloto había decorado cada rincón de su habitación con imágenes de aviones clásicos y de combate e hizo la nota mental de regalarle un modelo de los VF de próxima generación, los VF-4 Lightning III que pronto entrarían al servicio de la UN SPACY. Ella había recibido ese modelo a escala como regalo de su padre, quien también había sido un entusiasta de la aviación… pero Misa pensaba que Hikaru lo apreciaría mucho más que ella.
- Además, sería el primer regalo que yo le daría a—a Hikaru. – Pensó Misa sin poder determinar exactamente cuál era la relación que ahora la unía a aquel piloto.
Un sonido fuerte rompió el silencio de aquel sitio, haciendo que Misa se sobresaltara un poco y se diera la media vuelta casi como por acto reflejo. Frente a ella encontró a Hikaru con una pequeña mochila negra al hombro. El piloto había arrancado de un solo golpe un poster de Minmei que decoraba uno de los muros de la habitación y ahora, mientras lo enrollaba y lo ponía en un bote de basura cercano, le sonreía cálidamente a Misa.
- Es algo que debí de haber hecho desde hace tiempo. – Hikaru se encogió de hombros y no le dio mucha importancia al asunto. – Entonces… ¿nos vamos? Todavía tenemos que pasar a comprar las provisiones.
- Claro…
Misa observaba insistentemente el bote de basura. Él se acercó a ella y la tomó de la mano. Ella levantó la mirada y se encontró con los ojos brillantes y la sonrisa cálida de aquel piloto que se había convertido en su motivo y su razón.
- Misa… ¿Estás segura que no te molesta que me bañe en tu habitación? Porque si no, yo podría—
Ella lo silenció colocando su dedo sobre los labios de Hikaru. El piloto se estremeció perceptiblemente y aquello hizo que ella sonriera enternecida, sobre todo al percatarse de la manera en que él había seguido con su mirada la trayectoria de su dedo, como hipnotizado por aquel movimiento. Los ojos del piloto se encontraron con los de Misa y ella movió su mano para acariciar el rostro de Hikaru.
- Hikaru, tú nunca molestas. – Sentenció categóricamente la mayor Hayase. - ¿Recuerdas lo que me dijiste a cerca de que yo no necesito llamar a tu puerta, que yo puedo entrar a tu habitación sin ser anunciada?
El teniente Ichijo solo atinó a asentir con la cabeza.
- Bien, pues es lo mismo para ti, amor. – Misa sonrió al pronunciar aquella palabra y provocó que los ojos del piloto se humedecieran con lágrimas de pura felicidad. – Puedes ir a mi habitación cuantas veces quieras, a la hora que quieras y quedarte por cuanto tiempo quieras… y tampoco necesitas llamar a la puerta.
Hikaru soltó una risita, con la que trataba de disimular las ganas de llorar que súbitamente lo habían invadido. Misa así pareció entenderlo porque dio un paso al frente, abriendo sus brazos para recibir a un piloto de combate que tomó aquello como una invitación para abrazar estrechamente el cuerpo tibio y suave de Misa, quien reciprocó el abrazo.
Él escondió su rostro en el cabello sedoso de ella y aspiró profundamente, dejándose intoxicar por su aroma. Misa, por su parte, recargó su cabeza en el hombro del piloto y sus labios rozaron suavemente su cuello… sobre su piel Misa pudo sentir todavía la humedad de la transpiración de la batalla.
- Vamos… - Misa se separó de él y lo tomó de la mano. – Quiero que comas algo para que luego puedas descansar.
El piloto asintió con la cabeza pero no hizo comentarios. Solamente siguió con la mirada cada movimiento de ella y se dejó guiar sin oponer ninguna clase de resistencia cuando ella comenzó a guiarlo hacia la puerta de su habitación, la cual se cerró tras de ellos dejando el dormitorio sumido en el silencio más profundo y la oscuridad más total.- - -
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Notas de Autor: ¡Hola a todos! Esta vez estoy de regreso con una breve historia que escribí como un pequeño ejercicio para no oxidarme. Algunos de mis amigos me sugirieron que la subiera aquí y finalmente me decidí a hacerlo. La historia consta de 6 pequeños capítulos y es mi humilde aportación a ese maravilloso universo de Macross del que tan poco se ha escrito y al que tanto cariño le tengo. ¡Espero que les agrade! Y como siempre, agradezco a quienes se han tomado el tiempo de leer esta historia y hacerme sus comentarios, en particular a mis betas Mal Theisman y Al Almed. ¡Gracias muchachos por su tiempo, su paciencia y sus comentarios! Y nos vemos en la siguiente actualización. : )
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.: GTO - MX :.
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