Es cierto debería irme a las historias pendientes, pero hoy 6 de diciembre es un día especial pues es el cumple de mi estimada Andrea, la cual es una chica adorable y muy agradable persona, siempre apoyando mis locas historias y además alentándome con sus comentarios. De manera que te dedico esta historia como un agradecimiento y esperando hacerte sentir feliz en tu día. Muchas felicidades de parte mía y de Gabriela Ibarra con la ilustración que nos hizo de todo corazón.
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Los personajes pertenecen a la fantástica Hinako Takanaga, yo sólo los metí en un problema del que espero salgan bien librados.
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Acompáñame al Omegaverso
Capítulo 1 Ciudad escondida.
La sensación sofocante de calor por todas partes. Mi respiración se tornó errática al igual que mi pulso en la máquina, me desvanecí en ese extraño hospital.
…
Los médicos preocupados por atendernos a todos, revisando que estuviéramos cómodos, en pro de la ciencia. Me preocupó mucho sempai que no despertara en aquella cama, mientras me volvieron a colocar algún sedante que me adormeció y mis ojos se cerraron mirando su cama con angustia.
…
Finalmente lo logramos, llegamos a ese lugar paradisíaco, con edificios enormes y tecnología que estudiaremos. Sempai y yo fuimos reclutados a una misión increíble. Arribamos en una nave que lucía como alienígena, de color plateado y redonda que parecía ser transparente desde el interior pues sentados ahí podíamos ver por los lados el exterior. De acuerdo a lo que miré, sé que nos encontramos en medio del océano, en una isla. La nave con una tecnología increíble y bastante amplia pues nos acompañaron otros cincuenta jóvenes científicos en ella. Lo más curioso fueron las razas variadas, como negros, arios, latinos y orientales, con el habla japonesa y el inglés fluido como requerimiento para el experimento.
Primero pensé que podía ser una broma cuando llegaron a nuestro laboratorio un par de tipos en trajes sobrios con la propuesta que no pudimos rehusar. La cual no pude evitar rememorar en el momento de nuestro arribo…
Tras años de compañía juntos en la universidad de Nagoya, yo Morinaga Tetsuhiro he aplicado para laborar en una farmacéutica en Hamamatsu y seré aceptado una vez que finalice mi maestría, laborando ahí. Respecto a sempai Tatsumi Souichi, un chico un tanto violento, pero hermoso con su cabello largo y rubio, bastante delgado, sin olvidar lo inteligente que es; del cual estoy enamorado desde hace seis años, me ha aceptado mucho más, incluso apoyado. Nuestra relación empezó de manera abrupta y tuvimos un encuentro sexual que transformó el mundo haciéndonos algo más que amigos pero menos que novios. También he notado que él siente mucho más que aprecio por mí pues el deseo de su corazón y quizá de su cuerpo ha llegado desde mí hasta él.
Esa tarde mientras trabajábamos con los nuevos asistentes, un par de tipos llegaron y nos entregaron una invitación muy particular. Sacaron una laptop con fotografías mostrando un lugar extraño para el cual requerían a científicos jóvenes de todo el país e incluso de otros países, reclutaron a aquellos con inteligencia sobresaliente. Nos preguntaron si nos interesaba saber más de ese proyecto secreto, en el que de aceptar tendremos que vivir por lo menos un año en el lugar para indagar extrañas plantas y animales.
A sempai le brillaron los ojos cuando le mostraron fotografías con edificaciones impresionantes, junto con apuntes de botánica y agricultura que jamás creímos posibles. No respondió a la invitación, ni yo lo haría de pensar alejarme de él por un año, sobre todo cuando tengo lo del trabajo de la farmacéutica.
Todo el rato sempai se portó raro, pensativo y algo sombrío, por mi parte no tenía contemplado el hecho de cambiar mis planes a futuro hasta que al salir rumbo a nuestra casa me dijo:
— Mañana voy a ir a la exposición que nos mencionaron, no quiero dejar a mi familia pero no puedo creer eso que vimos. Si me fui dos meses, un año no es demasiado.
Nunca pensé escucharlo decir aquello, me preocupe de no poder verlo un año, de manera que respondí:
— Yo también iré sempai, me da curiosidad lo que nos enseñaron. — Mentí para evitarme problemas, siendo que yo prefiero la vida que tenemos. No puedo creer que piense marcharse un año.
Esa noche no pude dormir, soñé que se despedía de mí y desperté asustado, de modo que di vueltas en la cama hasta que concilié el sueño pero muy poco tiempo. Mi despertador sonó de inmediato, nos levantamos para ir a la exposición y una vez ahí, me asombró el número de chicos de nuestra edad aproximadamente, ninguno mayor a los treinta. Sentados en pupitres cada uno comenzó a firmar los avisos de privacidad y completamos unas pruebas psicológicas, seguro para ver qué tan confiables somos. Al cabo de media hora todos habíamos terminado, llamaron a algunos y los hicieron retirarse.
Luego de aquello, pasamos a una sala con proyector, en donde nos mostraron algo muy interesante con un video, fotos y objetos extraños. Una asociación gubernamental hizo contacto con una civilización oculta en el mundo, las variaciones electromagnéticas de lo que llaman «triángulo de las bermudas» era causado por una protección de camuflaje a una enorme isla. Además de ello, una ciudad sub acuática en las profundidades del océano igualmente cubierta por algo que la hace invisible. El expositor representante de ese pueblo, un hombre maduro en sus sesenta años aproximadamente, con el cabello cano y la piel algo bronceada, habló saludando en una lengua extraña para después traducirlo él mismo al japonés:
— Bienvenidos jóvenes emprendedores. El día de hoy vengo a proporcionarles una oferta única en la vida. Nuestro mundo quiere abrir las puertas a ustedes, permítanme explicarles. Mucho antes que el homo sapiens-sapiens pisara la tierra, los homínidos se dividieron en dos razas distintas, de una de ellas los seres humanos que ustedes conocen. Sin embargo a la par, junto con ellos, nuestra raza fue creciendo con una inteligencia por demás sobresaliente, más temprano que tarde se separaron de aquellos que se caracterizaron por ser más violentos pero de igual forma adaptables. Esa nueva raza a la que pertenecemos denominada en nuestra lengua como kaxuj, se apartaron de los nómadas sembrando las tierras, transformándonos en sedentarios mucho antes que aquellos. No obstante los fuertes y poderosos guerreros nómadas no los dejaron tranquilos, de manera que la última glaciación les facilitó escapar cuando las aguas bajaron lo suficiente, a una isla en medio del océano. Utilizando barcas rudimentarias arribaron a un paraíso apartado de todo. Fue así que los kaxuj evolucionamos lejos de todos ustedes en castas distintas, los alfa, los beta y los omega. Desarrollamos un armónico vivir entre nosotros y la naturaleza. Además de eso, conforme nuestra tecnología creció, indagamos del desarrollo de aquellos violentos vecinos que se mataban en guerras absurdas por territorio, con sed de poder y de sangre. Una vez más, nos apartamos de ustedes mientras nuestros gobiernos determinaron no combinarnos jamás con los homo sapiens-sapiens. Por años, lustros, décadas y siglos, crecimos alejados controlando la población, curando enfermedades e investigándolos secretamente. Mientras aumentamos en número, aprovechamos los territorios submarinos modificando el entorno en una creación monumental oculta a la vista de su raza de humanos. En organizaciones secretas, construimos naves en las que salimos en a indagar sobre los cambios políticos y sociales de ustedes. Nos mezclamos y aprendimos sus lenguas. ¿Alguna pregunta?
Las manos se alzaron sorprendidas de aquellas declaraciones. Sólo pude quedarme atónito ante aquello ¿de verdad conocemos tan poco de nuestro mundo? La primera pregunta se escuchó al fondo del lugar:
— ¿Qué ganarían ustedes abriendo las puertas a nosotros? Se nota que son pacíficos y nuestro pueblo es belicoso.
— Queremos ayudarlos a salvar nuestro mundo, compartimos el planeta y ustedes lo han contaminado. Tenemos tecnologías que los ayudarán a combatir plagas, limpiar sustancias peligrosas para la vida e incluso curar enfermedades. Por eso requerimos variedad de ustedes, en distintos campos de investigación. Seres humanos estudiantes y jóvenes creyentes de que pueden ayudar a su mundo con la ciencia.
En el estrado tomó la palabra otro hombre, pero asiático como nosotros y nos dijo:
— El gobierno les pagará los gastos de viaje y hospedaje. Además de un bono generoso que les será dado cuando salgan del lugar. Por lo demás, los lugareños también les pagarán los servicios que realicen ahí, porque tendrán aparte de labor de investigación, una labor social para su pueblo. Sólo aceptarán a gente comprometida con la causa. También podrán únicamente ir los que acrediten las pruebas que realizaremos. Finalmente para estar en ese lugar, todos recibirán una vacuna especial que los purificará de bacterias peligrosas para los lugareños y también los ayudará a ustedes con alguna enfermedad que pudieran adquirir de ellos. Todo esto al llegar a la isla. ¿Otra pregunta?
Ninguno preguntó nada más que me pareciera relevante, todos cuchicheamos y abrieron las puertas a los que no quisieran continuar ¿pero quién no querría ir a descubrir un nuevo mundo? Incluso mis dudas se esfumaron al saber todo eso. Temía no acreditar las pruebas, demasiados exámenes, físicos, psicológicos y de conocimientos generales, por lo que al final del día acabamos rendidos. Fuimos a casa a esperar la llamada de recibimiento.
A primera hora llamaron para reclutarnos, nos entregaron los papeles pertinentes para la universidad, en la que nos permitieron poner en suspensión nuestras actividades hasta nuestro retorno.
Kanako muy triste aceptó la noticia, pues no nos permitirían llamar a la familia, ya que las comunicaciones están bloqueadas por el campo electromagnético. Por mi parte me despedí de Hiroto mi buen amigo e informé a Kunihiro, mi única familia, sobre mi partida. Empacamos las cosas y al final de esa semana marchamos al lugar donde nos reclutaron, en el cual en camiones cubiertos nos llevaron a una base secreta.
Ahí miramos a cientos de jóvenes de nuestra edad pero de diversas razas. Ya nos habían hablado de las naves de los Kaxuj pero verlas en persona fue asombroso, nunca imaginé que eso que mencionaron de naves alienígenas en videos aficionados no fueran otra cosa que invención terrestre. Naves con camuflajes anti radares y en muchos casos, prácticamente invisibles al ojo humano.
Con las maletas en mano, nuestras cosas que fueron revisadas y desinfectadas desde días antes a nuestra salida, nos dieron luz verde a partir. No se nos permitió llevar mucho, sólo objetos de valor sentimental entre ropa, libros y materiales para las investigaciones.
Una vez que la nave pasó a través del campo que rodeaba la isla, se abrió ante nosotros, de manera que aterrizamos en una plancha enorme con muchos hombres en trajes que nos descontaminaron y nuevamente al equipaje. Nos dieron unas batas y nos hicieron pasar a una especie de hospital en el que seríamos «vacunados».
Sempai en todo momento fue callado, un dejo de preocupación en su rostro me causó tristeza pues seguramente extrañaría a Kanako y la señora Matsuda, la familia más cercana que tiene, las cuales lo abrazaron esa mañana que partimos. Yo también las extrañaría ya que me despidieron como si fuera uno de ellos.
En una fila enorme, nos formamos a ser vacunados y cada uno se recostó en una cama de hospital que medía nuestra frecuencia cardiaca, signos vitales entre otras cosas. Nos colocaron el suero y al instante pusieron una sustancia extraña que ardió al entrar directo a la vena.
Pretendí ser fuerte pero algo raro comenzó a pasar con mi cuerpo, sentí asfixia, me ardieron primero los pulmones, luego la piel en un calor abrasador como si estuviera siendo quemada, hasta percibir mis entrañas quemarse también. Escuché la máquina pitar de aceleración en mi ritmo cardiaco y perdí la conciencia.
Sentí debilidad, cuando abrí los ojos lentamente como si hubiera dormido siglos, miré alrededor sin poder moverme cómodamente, pues seguramente tenía anestesia en mi cuerpo. Los médicos revisaron mi reflejo de la pupila con unas lámparas, además de hacerme mover las extremidades y escucharon mis pulmones. De inmediato recordé lo principal, me preocupó sempai, de manera que con dificultad, mientras seguían revisándome lo miré dormir al lado mío.
En otras camas pude ver la revisión a otros compañeros y me preocupo que mi sempai no lo despertaran todavía, tenía ganas de ver sus bellos ojos.
Una vez llenaron unos datos en un aparato parecido a una Tablet sobre mi progreso, me volvieron a anestesiar mientras miré a sempai inmóvil en su cama.
La pesadez volvió cuando una luz fuerte inundó el lugar, abrí mis ojos con lentitud con un extraño dolor que recorrió mi vientre bajo. Mi cuerpo débil y más delgado de lo que yo recordaba le costó trabajo levantarse de la cama. Mi primer impulso fue querer abrazar a sempai, por lo que quise caminar pero caí al piso sin que mis piernas soportaran mi peso.
— ¡Sempai! Expresé antes de caer.
— Morinaga no seas tonto, quédate en la cama.
En las bocinas del lugar se escuchó un mensaje alto y fuerte para todos:
— No se levanten de las camas. Pasaron por un proceso de infección a una sepa que les resultó muy nociva de nuestro ambiente, los pusimos en comas inducidos hasta ayudarlos a acabar con la enfermedad. Tienen tres semanas hospitalizados, pero todos sobrevivieron sin problemas. Algunos pasaron por un proceso más delicado a este virus y sentirán algún leve dolor en el vientre bajo qué pasará en algunos días. Nuestras enfermeras pasarán a asistirlos para la rehabilitación en las instalaciones y además de facilitarles a todos comida. Sean bienvenidos a nuestra ciudad Serij terrestre, más adelante conocerán Serij subacuática.
Mientras una enfermera me ayudó a llegar a una silla de ruedas, el mensaje terminó y sentí un alivio de poder estar al lado de él y verlo bastante bien de salud.
Esa tarde, el trabajo muscular que nos dejaría movernos bien fue exhaustivo, sempai y yo fuimos los más tenaces, no descansamos hasta no sentir que los músculos no podían más.
Lo más interesante de este lugar es la importancia a la sabiduría, nos instruyeron en el idioma durante las horas de descansos. Nos hablaron de su historia en la cual mencionaron tres tipos de castas de los Kaxuj: los alfas, los betas y los omegas.
En el inicio de su historia los alfas como los más poderosos en fuerza y habilidades de destrezas motrices eran los cazadores y poderosos guerreros protectores de los demás. Los omegas como la clase más sabía se dedicaron a crear un lenguaje y fueron los primeros líderes de los gobiernos. Finalmente los betas, una parte minoritaria de la población, sin cualidades particulares se adaptaron con facilidad a subsistir al lado de los alfa y omega.
Extrañamente hablaron de algo distinto, las habilidades instintivas de los alfa y omega como protectores y territoriales, sumisos y hogareños. Pues en tiempos antiguos al fundar Serij, su sociedad de ser equitativa respecto del valor de los individuos, se volvió a una dictadura de los alfa sobre las otras castas que al cabo de años derrocaron.
A pesar de la fiereza y poder de los alfa, los omega y beta se sobrepusieron ante sus «limitantes» instintivas, creando una sociedad igualitaria con representación en puestos altos del gobierno. Aunque todavía no se ha dado un gobernante omega o beta, se puede decir que los derechos son relativamente incluyentes en su sociedad. Finalmente su sociedad está en un nivel socialista si lo comparamos con la clasificación que realizó el filósofo economista Karl Marx. En referente a que los medios de producción son controlados por el estado, no por particulares.
Así contaron años de su historia, reducida a fragmentos particulares.
Al siguiente día con tónicos, especiales y vitaminas, comenzamos a movernos mejor, las sensaciones aumentaron y percibí aromas que jamás pude percibir.
Será por tener más de un mes sin actividad sexual pero el aroma de sempai desde la otra cama me agrada más de lo normal. Puedo percibir su estado de ánimo a través de su olor, aunque siempre he sabido determinar si está molesto o feliz tan sólo por el rostro que hace. Me miró de pronto y al encontrarse nuestros ojos, mi corazón palpitó estremeciéndome, sentí un extraño calor rodearme y las mejillas sonrojadas de Souichi me invitaron a tener una noche de pasión a su lado.
Casi aparecida por arte de magia, una enfermera llegó de inmediato mirando mi expediente, hizo unas anotaciones y me entregó una pastilla para la fiebre que dijo que tenía. A sempai le entregó otra, relajando lentamente esa pasión que se inflamó en mis entre piernas.
Por la mañana nos tomaron una muestra sanguínea y no nos dijeron el motivo, sino que a ninguno de los de la sala les fue realizado ese mismo procedimiento.
Al cabo de una semana volvimos a recuperar completamente el movimiento de nuestras extremidades, pero recomendaron una dieta estricta en los hogares que nos acogerían. Nos apartaron de los demás y luego de muchas preguntas, una en particular nos sorprendió:
— ¿Ustedes llevan una relación amorosa?
A lo que sempai al instante gritó:
— ¡Claro que no! Él sólo es mi asistente en el laboratorio.
Los médicos serios respondieron:
— Ustedes tienen un alto grado de compatibilidad, creemos que son o fueron una pareja.
— ¡Claro que no! ¡Somos dos hombres!
En silencio asintieron los médicos y nos dejaron marchar con los compañeros. Nos fue asignado un hogar temporal con una familia que nos recibió a cada uno. Por lo que llegaron representantes de cada familia por nosotros al hospital. Miré con tristeza a sempai ser llevado con un chico sonriente que sostuvo sus maletas y con dificultad le dijo dos palabras en japonés:
— Tatsumi Souichi, llevar casa.
Por mí vino una mujer madura bastante sonriente, con un japonés fluido:
— Muy buenas tardes Morinaga Tetsuhiro, me llamo Kadima. Soy la persona que te dará hospedaje. Cuida de mí por favor.
— El gusto es mío señora Kadima. Gracias por la bienvenida, procuraré aprender su lengua para corresponder a sus atenciones.
Sabíamos que no nos dejarían ir a los laboratorios hasta aprender un porcentaje de su idioma y algunas clases para educarnos en la forma de dirigirnos en la ciudad. Por lo que tendríamos que asistir a cursos durante dos semanas, en los que nos mostrarían la ciudad y cada paso necesario para subsistir ahí. Cómo cuidar el ambiente y vivir armónicamente con las demás personas.
Lo más importante es que al cabo de las dos semanas nos llevarían a los apartamentos que tenían preparados para cada uno de los investigadores. En total yo calcularía unos trescientos compañeros investigadores, pues al aterrizar aquél día en las plataformas llegaron varias naves con muchos más tripulantes.
Caminé al lado de la amable mujer, que me llevó en un vehículo hasta una bonita residencia al lado de la playa. Me comentó sobre su familia, un hijo beta, una hija omega al igual que su esposo. No comprendí aquello de mencionar el estatus, si el ordenamiento social no marcaba diferencias entre las castas. Sin embargo me los presentaría por la noche pues todos se encontraban en sus actividades.
La amable mujer preparó los alimentos, una especie de ensalada a la cual agregó un líquido de color verde oscuro, supuse que era una especie de sazonador pero al probarlo me supo a carne. Por alguna razón recordé una vieja película llamada Soylent Green en la cual hacían con los humanos que morían y se suicidaban, alimento para los demás. Me aterrorizó que el territorio de ellos es muy pequeño para criar animales de granja y satisfacer a su pueblo con carne. Afortunadamente no parecía carne esa extraña salsa. Al preguntar sobre aquello, me contó la señora que eran suplementos a base de algas cultivadas especiales en la parte subacuática de la ciudad. Un tipo especial de ellas que tenía propiedades nutritivas y aplicadas en la comida podían ayudar con el requerimiento de nutrientes.
Un rato después, llegaron los familiares de la señora y me presentó con entusiasmo a su hija e incluso me sentó a la mesa con ella haciendo preguntas sobre mí. Me incomodaron un poco por su forma de mirarme, su hija tenía mi edad y parecía coquetearme descaradamente delante de su madre que sonreía. Me invitaron a salir a caminar, e intenté rehusarme pero prácticamente me obligaron a salir con la chica y caminar tocando con mis pies aquella blanca arena del lugar, pues caminamos sin zapatos y mirando la puesta del sol.
Al ver los magníficos rayos sólo pude pensar en el hermoso chico de mis fantasías y sueños, mi amado sempai.
Los halagos de la joven mujer me resultaron incómodos, incluso tocó mis pectorales y entonces la hice aún lado.
— Los siento mucho, soy gay. — Expresé.
— ¿Gay? No había escuchado esa palabra — Dijo la joven que hablaba un japonés fluido puesto que ella, su madre y hermano habían estudiado mi lengua.
— Ya sabes, personas que les gustan sólo los de su mismo género.
— Ya veo… Te diré que en esta sociedad no existe esa distinción. Si te gusta alguien que no sea por su sexo, sino por su esencia. A juzgar por la tuya estás enamorado de alguien ¿No? Debo decirte que deberías olvidarlo, ya estás muy lejos de tu casa y podrías intentar ser feliz aquí. Me ofrezco para enseñarte un poco de las cosas que puedes conocer en este lugar, y quizá descubras que puedes entenderte con una mujer. Déjate guiar por el aroma de las personas, sabes más de alguien por su aroma que por su rostro.
— No gracias, la persona que amo vino conmigo a este lugar.
— Bueno si cambias de parecer puedo hacer lo que tú me pidas. Me gustas.
No respondí por respeto a su familia, después de todo me dan alojamiento gratuito y me alimentan. Pero tenía unas ganas de decirle y gritarle que no me gustaba. En casa de la familia, decidí estudiar el idioma con el libro que me habían proporcionado y puesto que la señora Kadima se había ofrecido a ayudarme, terminaron dándome lecciones entre ella y su hija la coqueta ¿Me pregunto cómo la estará pasando sempai?
Al día siguiente fui llevado a la escuela a las clases de entrenamientos y esperé ansioso ver a sempai. Supuse que refunfuñaría de vivir con otra gente pero parecía tranquilo. Demasiado serio con su mirada fría y callado. Tuve tantas ganas de abrazarlo y entregarle afecto que me sentí algo triste de que no me dirigió una sola mirada. Así pasamos cada día puesto que nos trajeron estudiando y visitando distintos lugares de la ciudad, nos explicaron finalmente que se come mucha verdura y frutas, además del condimento de algas para que la población no sufra carencia de vitaminas.
Dos largas semanas de vivir acosado en la casa de esas personas finalmente terminó y al cabo de esos días ya podíamos hablar el idioma, al menos lo más básico. Nos aplicaron exámenes con tal de ver los resultados y todo el mundo aprobó satisfactoriamente, seguramente a razón de que éramos las personas elegidas de las universidades que aprobaron los exámenes en Japón y varios lugares del mundo. Ahora sabíamos dónde y cómo comprar comida usando el salario que nos sería pagado con escáner de huella digital pues introdujeron la información de todos en una base de datos. Su tecnología era similar a la de los humanos.
Afortunadamente nos llevaron esa tarde a los departamentos libres de intrusos. Aunque nos exhortaron a quedarnos en las casas de recepción, por mi parte feliz de salir de ahí y no volver a ver a esa mujer tan coqueta. No he podido hablar con sempai, pues nos tuvieron todo el tiempo estudiando o en las casas de las familias que nos cuidaron.
De las cosas más raras aprendidas en el lugar, fue el control de uno mismo, como un factor de convivencia social. Aprender a relajar los instintos y mantenerse tranquilo y centrado, creo que le vendría bien a sempai clamar su mal genio de cuando en cuando.
Esa tarde, luego de la última clase, nos anunciaron que comenzaría el ciclo escolar de los estudiantes de la escuela superior, supongo que es lo equivalente de la universidad, así que nos invitaron a tomar las clases que deseáramos y por mi parte seguiré a mi sempai a cualquier clase que él asista.
Me instalaron muy cerca del departamento de sempai, de hecho el suyo queda un piso abajo del mío y casi siento que puedo percibir su dulce aroma. No me permitió entrar a su departamento esa noche y me fui triste al mío a terminar de instalarme.
Me sentí extraño días atrás, lleno de deseos sexuales exacerbados que controlé masturbándome por las mañanas un par de veces; sin embargo, al llegar temprano a la escuela de estudios superiores, tantos aromas y tantas personas extrañas me hicieron sentir incómodo. Procuré tranquilizarme pero la fragancia de sempai se volvió insoportable, sentado a su lado en la primera clase, percibí un potente olor entre dulce y seductor que me dio rápidamente una erección con rigidez extrema. Salí puesto que comencé sudar excesivamente y corrí al sanitario. Sempai me miró de forma extraña como si entendiera mi profundo deseo sexual y el quisiera exactamente lo mismo que yo. Corrí al baño y pretendí encerrarme pero de pronto percibí uno de mis dientes más salido de lo normal y me miré en el espejo. Tenía un par de colmillos como si me fuera a transformar en hombre lobo. El aroma de sempai me llegó y supe que se aproximaba al mismo lugar, se intensificó el olor a tal grado que supe que tendría un orgasmo aún si no me tocaba. Una vez entró al lugar me atacó en un beso. Afortunadamente, a pesar de mis colmillos pude besarlo y olvidé el lugar donde nos encontramos. La erección en mis pantalones punzo desesperadamente. Sentí asfixia y mi corazón palpitando a mil. El beso se detuvo y las ganas de arrancarle la ropa a sempai me corroyeron.
— ¡Contrólate Morinaga! — Gritó sempai con el rostro totalmente enrojecido y con una mirada de temor intentando escapar.
Su aroma me enloqueció parecía decirme tantas cosas, me invitó a imaginarlo con sus caderas bajando y subiendo en mi erección por lo que desde la espalda lo detuve y al oler su cuello sentí mucha más asfixia, ese poderoso aroma en mi nariz me hizo sentir salvaje. No supe cómo o por qué pero ya no tenía camisa y este terrible calor no se quitaba mientras embarré mi erección en su trasero. Sempai gimió al tiempo que trató de apartarse y huir.
— Morinaga nooo… ¡Ah!... si… Mori… na… Mo… ri… mmmm..
Al lamer su cuello casi tenía ganas de morderlo y comérmelo. A pesar de sus gemidos placenteros todavía algo lo hacía querer detenerme y zafarse de mi agarre que recorría su tórax y sus pezones. De inmediato no supe de donde salió de mi garganta, un gruñido potente como de animal y sempai se quedó quieto dejando de escapar. Lo arrastré a un cubículo del sanitario y apoyó sus manos en la pared, al tiempo que continué tocando su cuerpo y lamiendo su cuello. El fuego en mis pantalones me hizo olvidarme de las caricias previas pues simplemente pensé en culminar muy dentro de él. Le bajé los pantalones a prisa, e incluso tuve la idea de romperlos con los dientes pero procuré controlarme. Perdí la cordura y de pronto ya estaba presionando en su entrada y fui recibido como si sempai estuviera lubricado y previamente dilatado. Su cadera se empujó haciendo que casi me corriera pues entró completamente mientras él arañó la pared inclinando su cuerpo lo más que podía en el poco espacio que teníamos.
Lo moví un poco pues de esa forma no podía empujar mi cadera para sentir placer. Apoyé sus manos en la pared detrás de la caja de la taza y así tuve el suficiente espacio para moverme y además la vista que tenía de él sumiso inclinado con sus glúteos levantados a mi erección, más aun restregándose contra mí con sumo placer.
Lo envestí varias veces y me corrí sin que él lo hiciera, pero la cosa más increíble ocurrió pues mi erección no había descendido y yo estaba atorado dentro de él. Sentí bombear todavía más fuerte mi corazón y el placer se hizo alucinante, su interior parecía comerse mi erección como succionándola, no quería separarme de él y tampoco podía. El gemía una y otra vez comprimiéndome con su interior y a la vez liberando ese aroma delicioso. Nunca creí que algo así pudiera ocurrir, pues el placer se hizo demasiado sin que sintiera que culminaría en algún momento. Su cuerpo entre succiones desesperantes y cada vez más rítmicas parecía pedirme que me corriera una segunda vez y yo lo haría gustoso si me lo permitiera, puesto que yo no podía moverme un milímetro, ya que se hacía doloroso el tratar de despegarme.
No sé cuantos minutos asfixiantes transcurrieron mientras bajé a lamer su cuello, a razón de que no podía hacer otra cosa al recibir un placer desmedido con esos movimientos internos de sempai. De pronto aquella lujuria y deseo se hicieron pausadas casi lentas e inaguantables, extrañamente fuera de este mundo, ya que percibí como si él se comiera cada gota de mi semen, lo succionara y se apresurara desde mi interior hasta devorarlo con sus entrañas. Sempai se había corrido y me había hecho correr como nunca antes.
Escuchamos voces fuera de nuestro cubículo en los sanitarios, algunos murmullos que cobraron sentido conforme la sangre regresó a mi cabeza:
— Tenemos que esperar a que salgan.
— Hay que llevarlos juntos y examinarlos.
Expresaron algunas voces en el exterior.
Mi pene salió de su interior y sostuve a sempai pues parecía débil y casi se desmayaba. Lo levanté como pude para limpiarlo pues escurría el semen. Cuando lo giré para abrochar sus pantalones me besó y el fuego en mi miembro parecía querer volver, aunque me detuvieron los murmullos del exterior. La mirada algo perdida de él no era la misma, parecía en trance y sumamente relajado hasta que le dije al oído muy bajito:
— Sempai, algo anda muy mal, alguien afuera está esperando por nosotros. Reaccione por favor. — Apreté sus hombros con mis manos y su mirada placiente cambió a una muy asustada, parecía volver de esa locura pasional.
— ¿Morinaga que me hiciste? — Preguntó atemorizado.
— No lo sé, no entiendo nada. — Respondí.
— Salgan chicos, si quieren explicaciones tendrán que venir con nosotros. — Unas palabras de una voz grave por fuera del cubículo.
Me asustó todavía más escuchar aquellas palabras por lo que al abrir la puerta lo dejé detrás de mí y salí a enfrentar lo que fuera a ocurrir ahí.
Cuatro hombres vestidos con batas blancas nos esperaban.
— Tranquilos chicos, sólo vamos a ayudarlos. Deben calmarse. — Expresó uno de ellos.
Otro se aproximó y con una amable sonrisa dijo:
— Debemos ir a otro lugar. Tenemos que examinarlos.
— No se acerquen a mí, respondí con ira. ¡No me toquen! — grité mientras me apresaron dos de ellos y me sedaron puesto que sentí un piquete y luego mucha tranquilidad, a pesar de ver a sempai siendo sujetado igual.
La fuerza en mi cuerpo se hizo grande y gruñí de inmediato haciendo que los tipos soltaran a sempai antes de que fuera inyectado. Me sujetó entre sus brazos pues estaba perdiendo la conciencia y me hizo caminar muy lentamente pues mis pies no respondían. Los sujetos con miradas de terror parecían recobrar el sentido y se acercaron detrás de nosotros cuando oí los latidos cada vez más lentos como gotas cayendo acompasadamente y finalmente cerré mis ojos.
