Cuéntame un secreto.
Prólogo.
Siempre me equivoco, aun cuando intento hacer lo mejor. No, no soy pesimista. Creo en los sueños, en nunca rendirse. Pero si te cuento un secreto, muy en el fondo, comienzo a preguntarme si me he vuelto patético, empeñado en algo que no tiene futuro.
No he conseguido ganar una Liga en mi vida, pero llevo años compitiendo.
Probablemente has oído hablar de mí, muchos recuerdan mi nombre. No hay un lugar donde no me reciban con calurosas bienvenidas. Pero he perdido el contacto con la mayoría de mis amigos. Normalmente ni siquiera pienso en ello. No me lo permito. Mi vida es movimiento constante. Nunca me detengo, voy de una aventura a la otra. Sólo que hoy es mi cumpleaños y aunque tengo más mensajes de felicitación de los que podría leer en una noche, curiosamente me siento solo.
No lo admitiría en voz alta pero en momentos así, cuando cuestiono mis elecciones de vida, ella me viene a la memoria. La que me regañaba cuando holgazaneaba, la que se preocupaba cuando flaqueaba, la que quería impresionar más que a nadie.
Busco en vano un feliz cumpleaños de su parte, pero eso no me sorprende, hace dos años que ella dejó de escribirme, y reconozco que fui yo quien gradualmente la alejó.
"La próxima vez que vaya a Kanto, seguro que iré a verte." Solía ser mi respuesta cuando ella me reclamaba lo poco que nos veíamos, pero lo que realmente significaba era que iría cuando por fin ganara un torneo regional. No quería mostrarle un yo incapaz de alcanzar sus sueños. Quería hacerla sentir orgullosa. Quería darle lo mejor de mí. El resultado de todo mi esfuerzo; el futuro, mis triunfos, estabilidad.
"Sabes que cuentas conmigo. Eres mi mejor amiga."
También se lo decía a menudo. No quería perderla. No podía explicárselo.
¿Cómo iba a entender que ella era una distracción? Más que la comida. Más que dormir. Más que mi falta de prudencia para alejarme de los problemas. Ella era mi mayor distracción.
Y por eso cuando continuamente la echaba de menos, me obligaba a empujarla al fondo de mis pensamientos, hasta que se volvió una parte de mí que me acompañaba a todos lados casi sin notarla, como la música ambiental de mi mente, enterrada entre recuerdos de infancia y viejas promesas que ahora caigo en la cuenta nunca cumplí.
Ella es mi más grande remordimiento.
Notas de la autora: Bueno, ¿qué puedo decir? Hace mucho que no escribía nada.
Esta historia es un poco sobre lo que es perder hasta el punto de no ver sentido a luchar por ello de nuevo, lo que es creer que lo mejor es superarlo, crecer y hacer algo distinto. Es sobre la verdadera amistad, y todo lo que hay de bueno en nosotros, pero también sobre nuestros miedos, el orgullo y eso que nos hace a veces alejar a quienes más queremos cuando más los necesitamos.
Es sobre cómo todo eso sucede poco a poco, hasta que un día nos damos cuenta que nos hemos convertido en extraños, muy diferentes a quienes esperábamos ser.
Y al final, de cuentas, es sobre perdonarse a sí mismo, y a los demás, y decidir una vez más, todavía no darse por vencido.
